Estados Unidos – “Cada asesinato cometido por la policía debería provocarnos una rabia irrefrenable”. [Tempest]

Manifestantes exigen justicia para Tyre Nichols. Columbus, Ohio, 28-1-2023. Foto de Paul Becker vía Flikr.

Tempest, editorial

A l’encontre, 4-2-2023

Traducción de Correspondencia de Prensa, 6-2-2023

El terrible video difundido el viernes 27 de enero en el que cinco policías de Memphis golpean violentamente -el día 7- a Tyre Nichols, un hombre negro de 29 años, indefenso y sin oponer resistencia [que falleció el 10 de enero], ha vuelto a poner de manifiesto el racismo brutal de los asesinatos policiales.

El equipo editorial de Tempest se solidariza con su familia y con las comunidades golpeadas por su muerte. Nos solidarizamos con el actual movimiento Black Lives Matter contra los policías racistas asesinos. [En una ciudad que cuenta con más de un 60% de afroamericanos, la cuestión no es si los policías eran afroamericanos, como han afirmado insidiosamente tantos medios de comunicación, sino que los “azules” -policías formados y armados según las normas policiales institucionales, independientemente de su “color de piel”- infligen a los “negros” abusos brutales que llevan la impronta de una historia de esclavitud y racismo, Red. À l’encontre].

El asesinato de Nichols ocurrió  después de un año récord de asesinatos policiales. Según The Guardian, en 2022 la policía mató al menos a 1176 personas, es decir, a unas 100 personas al mes. La mayoría de estos asesinatos -más del 70%- tuvieron lugar en el transcurso de controles rutinarios de la policía, sin que ésta fuera amenazada. En más del 30% de los casos, la persona asesinada trataba de huir para salvar su vida, como fue el caso de Nichols [lo que puede verse en el video]. Los negros sólo representan el 13% de la población estadounidense, sin embargo, representan el 24% de las personas asesinadas por la policía. Los negros tienen tres veces más probabilidades de ser asesinados por la policía que los blancos.

Pero, como todas las personas asesinadas por la policía, Tyre Nichols era algo más que un nombre, algo más que una estadística. Era padre de un hijo de cuatro años y empleado de FedEx [logística]. Estaba muy apegado a su madre, Row Vaughn Wells. Tyre Nichols se había mudado de Sacramento a Memphis para estar cerca de ella. Compartían la casa con el compañero de ella y tenía un tatuaje con el nombre de su madre en el brazo. Era aficionado al skate y a la fotografía [Aquí pueden verse algunas de sus fotos]. La NPR (National Public Radio) publicó un vídeo -un magnífico y desgarrador contrapunto al vídeo policial difundido el 27 de enero- de Nichols patinando bajo el sol, saltando escaleras, aceras y muros y haciendo piruetas y curvas muy cerradas.

La noche del 7 de enero, la policía detuvo a Nichols y lo arrastró violentamente fuera de su coche. Los cinco policías presentes en el lugar pesaban todos más de 90 kilos, mientras que Nichols, a pesar de su estatura de 1,90 m, pesaba menos de 80 kilos (vivía con la enfermedad de Crohn). Nichols huyó a pie hacia la casa de su madre después de haber recibido una descarga eléctrica de los policías. Éstos lo alcanzó y lo tiraron al suelo mientras que él protestaba diciendo que estaba acatando las órdenes de echarse al suelo. Siguió llamando a su madre, le dieron patadas, puñetazos y lo golpearon con una porra hasta sangrar, quedar inmóvil y en estado de shock.

La ayuda tardó en llegar. El New York Times informa de que los médicos se mantuvieron al margen e incluso se alejaron mientras Nichols se retorcía de dolor durante seis minutos y 40 segundos. Pasaron 23 minutos antes de que una ambulancia llegara al lugar. Nichols murió en el hospital tres días después.

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En todo el país estallaron manifestaciones, ya sea en Memphis, Milwaukee, Oakland, Phoenix, Baltimore, Dallas, Los Ángeles, York, Atlanta, Boston, San Francisco, Portland y otras ciudades. En todas partes, los manifestantes llevaban pancartas y entonaban consignas pidiendo no sólo el fin de los asesinatos policiales, sino también el fin de la financiación de la policía y su abolición.

Irónicamente, pero sin sorpresa, el viernes por la noche en Los Ángeles, la policía enfrentó a los manifestantes con equipos antidisturbios. En la protesta no sólo homenajeaban a Tyre Nichols, sino también a Keenan Anderson, asesinado el 3 de enero después de que la policía de Los Ángeles lo derribara al suelo y le aplicara al menos seis descargas eléctricas en un lapso de 42 segundos.

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Los cinco agentes que asesinaron a Tyre Nichols fueron despedidos y acusados de asesinato en segundo grado, así como de otros seis delitos. Un sexto agente también fue suspendido. El personal médico de urgencias que tardó en atender a Nichols fue suspendido.

Los agentes que golpearon a Tyre Nichols eran miembros de un equipo de intervención temido y temible llamado Street Crimes Operation to Restore Peace in our Neighborhoods, o SCORPION, que desde entonces fue disuelto. Estas unidades, que siguen el modelo de la estructura STRESS (Stop the Robberies, Enjoy Safe Streets) del Detroit de los años 70, son utilizadas para intensificar la represión contra los negros y los pobres con el objetivo de calmar las preocupaciones de los empresarios y justificar las desigualdades.

Todos los agentes que golpearon a Tyre Nichols son negros, lo que puede explicar la rapidez con la que fueron despedidos y acusados y la precipitada disolución del grupo operativo. Cabe imaginar que, si los agentes hubieran sido blancos, no habrían sido castigados tan rápidamente, o no lo habrían sido en absoluto.

No se trata de una situación en la que están implicados unos pocos “policías malos” fuera de control. SCORPION fue creado por iniciativa del jefe de policía Cerlyn Davis, que dio orden a la unidad de reprimir incluso los delitos menores e intensificar la vigilancia policial “a ultranza” en los barrios pobres.

Incluso si las fuerzas policiales son diversas desde el punto de vista racial, siguen desempeñando las funciones de vigilancia, persecución y asesinato de personas de raza negra. La designación de chivos expiatorios y el asesinato de hombres negros por parte de la policía refuerza un conjunto de prioridades inhumano e inaceptable que consiste en aumentar la financiación de la policía mientras se reduce el presupuesto de los servicios públicos. El brutal racismo policial en las ciudades estadounidenses refuerza la desigualdad y la austeridad mientras nos adentramos en una probable recesión económica.

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El asesinato de George Floyd el 25 de mayo de 2020 provocó movilizaciones masivas por la justicia racial y contra los asesinatos policiales. Sin embargo, con el apoyo de alcaldes demócratas pro-policía, los presupuestos policiales aumentaron en todo el país, incluso en Los Ángeles, donde la financiación del departamento de policía se incrementó en 250 millones de dólares desde 2020. En Nueva York, el alcalde Eric Adams [demócrata] está haciendo campaña para recortar el gasto municipal un 3% en 2023 y un 4,75% en 2024 y 2025. El plan de Adams recortaría los programas preescolares gratuitos en toda la ciudad para ahorrar 284 millones de dólares en los ejercicios fiscales de 2025 y 2026.

En medio de las protestas locales en Memphis tras el asesinato de George Floyd en 2020, el alcalde demócrata Jim Strickland hizo pública una declaración el 10 de junio que decía: “Me opongo a recortar la financiación de nuestro departamento de policía. Creo que recortar el presupuesto del Departamento de Policía de Memphis es una imprudencia. Y francamente, está desconectado de la mayoría de los habitantes de la ciudad”. En 2017, el presupuesto del Departamento de Policía de Memphis correspondía al 38% del presupuesto total de la ciudad; un año después del asesinato de George Floyd, era del 40%.

Este conjunto inhumano de prioridades se hace evidente en otro caso de asesinato policial. El 18 de enero, la policía asesinó a un manifestante no violento en Atlanta, Georgia, el ecologista gay Manuel “Tortuguita” Esteban Páez Terán. Páez Terán y otros activistas protestaban contra la llamada “Cop City” [Ciudad de la Policía], el plan del gobierno para construir un centro de instrucción policial con un costo de 90 millones de dólares, que implica arrasar 85 acres de bosque [unas 35 hectáreas, ndt].

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Éste es el contexto en el que se produjo el asesinato policial de Tyre Nichols, que murió el 10 de enero. Apenas diez días después, el presidente Biden hizo los siguientes comentarios, que son reveladores de su posición:

“Cuando se trata de seguridad pública, sabemos que la respuesta no es recortar las finanzas de la policía, sino reciclar a algunos policías. Se trata de estar seguros de que sabemos exactamente lo que ocurre en el país. Pero no se trata de reducir la policía. La policía necesita más fondos y también una ayuda suplementaria”.

Biden pidió un aumento de la financiación para la policía y propuso un “Plan de Rescate Americano” (American Rescue Plan) que dotaría con 350.000 millones de dólares a los gobiernos estatales y locales “para que las localidades sean más seguras”. En un gesto repugnante, Biden invitó a la familia de Nichols a participar en el discurso sobre el Estado de la Unión (State of the Union Address).

Este “plan” y las declaraciones de Biden son una afrenta a la justicia y la decencia. El asesinato de Tyre Nichols a manos de la policía -como el de Keenan Anderson y cientos de otros negros- requiere una nueva movilización contra los asesinatos policiales racistas. Bianca Austin, tía de Breonna Taylor [afroamericana de 26 años, trabajadora de ambulancias, asesinada a tiros la noche del 12 al 13 de marzo de 2020 por la policía de Louisville, Kentucky], expresó esta urgencia: “Esto no se acaba nunca. Ha habido un movimiento y protestas en todo el mundo, y seguimos teniendo más asesinatos”.

Ninguna de las cuestiones planteadas por la rebelión de 2020 contra los asesinatos policiales ha sido resuelta. Derecka Parnell [que se dedica al seguimiento de EE.UU. para The Guardian, autora de Becoming Abolitionists: Police, Protests, and the Pursuit of Freedom, Ed. Astra House, octubre de 2022], en su artículo del 30 de enero para The Guardian, señala que la paliza mortal a Tyre Nichols tuvo lugar incluso cuando ya se habían implementado reformas como las cámaras corporales [que deben llevar los agentes de policía].

Debemos organizar urgentemente manifestaciones continuas para exigir que se retire la financiación a la policía y, finalmente, su abolición. En respuesta al video de la paliza policial [que le ocasionó la muerte a] Nichols, un activista de Portland publicó un mensaje que decía: “Cada asesinato a manos de la policía debería provocarnos una rabia irrefrenable. Esto va a desatar un nuevo levantamiento. Debería desatarlo”.

(Publicado originalmente en Tempest, 30-1-2023)