Brasil – Bolsonaro no aceptará una derrota electoral. ¿Qué hacer? [Valerio Arcary]

El presidente Jair Bolsonaro, participa en una ceremonia para felicitar a los oficiales generales ascendidos. Al fondo, el Ministro de Defensa, Braga Neto y el Comandante del Ejército, Paulo Sérgio Nogueira. Agencia Brasil.

Esquerda Online, 22-9-2022

Traducción de Correspondencia de Prensa, 22-9-2022

1. En el momento actual de la campaña electoral el favoritismo de Lula es tan grande, debido a la consolidación de una ventaja sustantiva, que la hipótesis más probable es la victoria de Lula en la primera vuelta. Aunque con cierto margen de incertidumbre, es posible incluso una mayoría de votos válidos. El índice de rechazo a Bolsonaro sigue siendo altísimo, por encima del 50%. Una victoria en el Sudeste y el Nordeste, apoyada por los más pobres, las mujeres, los negros y los jóvenes, reforzada por un desplazamiento silencioso de los votantes de otros candidatos, especialmente de Ciro Gomes, podría garantizar el 2% que falta. Sería la mejor oportunidad, porque si es imprescindible una segunda vuelta, octubre de 2022 será sin duda el mes más largo de nuestras vidas. Bolsonaro no dudará en “tocar el terror”, desde la misma noche del 2 de octubre. “Jugar al terror” es una forma de describir lo que será una campaña electoral aterradora, implacable y despiadada. Ya hemos tenido una buena muestra en los últimos meses de cómo los odios sociales encendidos por los fascistas propagan los miedos políticos. Pero podría ser mucho peor.

2. Hay que tomarse en serio la campaña sistemática de sospecha de las urnas electrónicas y de denuncia del fraude por adelantado. Bolsonaro ya ha dejado claro que no reconocerá la legitimidad del resultado si no gana. Intentará encender la furia de su base social con la denuncia de que le han robado. Sería imprudente desconocer que esta campaña tiene una inmensa resonancia social entre las decenas de millones de personas que se identifican con el bolsonarismo. Han demostrado una fuerza social de choque. Subestimar la autoridad carismática de Bolsonaro y el impacto del discurso cesarista en las masas reaccionarias que lo siguen sería imperdonable. El 7 de septiembre dejó una lección fundamental: hay un movimiento político de tipo fascista en Brasil. Cualquier perplejidad, vacilación o prevaricación sobre la caracterización, despliegue y capilaridad de esta fuerza política sería un error de consecuencias estratégicas. No se ha construido un partido fascista de tipo “clásico”, por diversas razones -cuestión compleja-, pero eso no disminuye el peligro que representa el bolsonarismo. Se refiere a los factores estructurales

Se refiere a factores estructurales, como la fractura burguesa y las dificultades de organización de los sectores medios, y a factores superestructurales. Hubo mucha improvisación en la preparación de la candidatura en 2018, recurriendo a una sigla alquilada; la búsqueda de una mayoría en el Congreso impuso la negociación con la selva de más de doce partidos del centrão (derecha corrupta que vende votos parlamentarios por cargos y favores económicos: ndt) el estilo de liderazgo personal de Bolsonaro es disgregador, incluso para la extrema derecha, entre otros. Pero el bolsonarismo no se disolverá con una derrota electoral. Sólo una profunda derrota política, que debe pasar por la investigación, condena y encarcelamiento de Bolsonaro, que aún depende de un cambio en la relación social de fuerzas, abrirá el camino.

3. El conteo de votos paralelo que las Fuerzas Armadas arrancaron del TSE (Tribunal Superior Electoral) es una anomalía antidemocrática que no ha sido denunciada. No fue una “maniobra inteligente” abrir una brecha entre el bolsonarismo y el Ejército. Bajo un chantaje público explícito, fue una concesión irracional, disfrazada de consentimiento, para que un control externo indebido y arbitrario pueda cuestionar el resultado electoral. Imaginar que las Fuerzas Armadas exigieron esta prerrogativa para reforzar la legitimidad del TSE si Lula gana las elecciones es una apuesta insensata que ignora el papel del Ejército en los últimos cuatro años. La Justicia Electoral es la única institución con la atribución prevista de contar, escrutar y promulgar los resultados de los votos. El derecho a supervisar las elecciones no autoriza el recuento independiente, y mucho menos el anuncio o la proclamación de cualquier resultado. Nada. El permiso concedido a las Fuerzas Armadas para su propio centro de recuento estaba fuera de lugar. A diferencia de las elecciones estadounidenses, en Brasil, el Alto Comando del Ejército es cómplice de Bolsonaro.

4. Si Bolsonaro no reconoce el resultado electoral, como es previsible, habrá que luchar por abrir, de inmediato, un proceso relámpago de impeachment de la presidencia. Bolsonaro dentro del Palacio del Planalto (sede del Poder Ejecutivo en Brasilia: ndt) será un proscrito. Esta iniciativa debe provenir tanto del Poder Legislativo como del Poder Judicial. El Tribunal Superior Electoral debe tomar la iniciativa para defender la fluidez del proceso electoral que él mismo organizó. El Congreso Nacional no puede seguir siendo rehén de un presidente que subvierte el régimen democrático ajeno a su derrota electoral.

5. En estas circunstancias, la movilización de masas será indispensable. En última instancia, será el factor decisivo. En la noche del domingo 2 de octubre será imprescindible salir a la calle para celebrar la derrota del fascista y defender la victoria de Lula. El papel de la izquierda en este terrible pero previsible escenario será vital. Ojalá fuera posible una victoria en la primera vuelta, y una transición sin terribles turbulencias. Pero no lo es. Necesitamos un plan A, un plan B e incluso, para estar seguros, un plan C. Preparémonos para el peor de los casos. No podemos dejar escapar la victoria en las urnas. Mucha gente ha sufrido demasiado para hacerlo posible.

* Valerio Arcary, militante de Resistencia, corriente del PSOL, columnista de Esquerda Online.