International Socialism Project (ISP), 28-6-2022
Traducción de Correspondencia de Prensa, 5-7-2022
“¡Eso nunca va a pasar!”, pero “eso” pasó: el derecho al aborto legal fue anulado en Estados Unidos. A pesar de la opinión de la mayoría de los partidarios del aborto y de los activistas de izquierdas, que durante muchos años descartaron la posibilidad de que el derecho al aborto desapareciera, el 24 de junio la Corte Suprema de Estados Unidos, llena de extremistas de derecha, anuló la decisión de 1973 de esa misma Corte en el caso Roe contra Wade, que había convertido el aborto en un derecho constitucional. Después de cinco décadas como ley del país, las mujeres jóvenes y las adolescentes tienen, de golpe, menos derechos reproductivos básicos que los que tenían sus madres y sus abuelas.
Pánico generalizado, caos y confusión
Pocos minutos después de la decisión de la Corte Suprema, el derecho al aborto empezó a caer como moscas en un estado tras otro. Los estados de Alabama, Arkansas, Kentucky, Luisiana, Missouri, Oklahoma, Dakota del Sur y Utah prohibieron completamente el aborto, y ninguno de ellos contempla excepciones por violación o incesto. Además de las horribles consecuencias para las mujeres adultas que se ven obligadas a llevar a término el embarazo de su violador, esto significa que las niñas víctimas de violación e incesto (aunque tengan tan sólo diez años) se verán obligadas a ser madres.
El pánico, el caos y la confusión se generalizaron en muchos otros estados del país, que empezaron a aplicar una serie de nuevas leyes, desde la prohibición total del aborto o la prohibición del aborto después de las 6 semanas (un lapso en el cual la mayoría de los embarazos aún no se conocen), y otras restricciones severas, lo que hizo que las pacientes desesperadas buscaran a toda costa clínicas en las que poder abortar.
El personal de una clínica de Tennessee, Choices, lanzó una carrera contrarreloj para intentar atender al mayor número posible de pacientes, con la esperanza de que la ley estatal que prohíbe los abortos a partir de las seis semanas de embarazo entrara en vigor unos días más tarde. Las líneas telefónicas de la clínica estaban tan saturadas de personas angustiadas que el sistema cayó en un momento dado y el personal de la clínica tuvo que cancelar muchos pedidos. Después de que se le comunicara a una persona que llamaba que su cita sería cancelada, ésta su puso a llorar y decía: “No puedo tener este bebé. Ya tengo cuatro”.
Jennifer Pepper, directora general de la clínica, les dijo a los periodistas, según lo informado por NBC News, “‘El embarazo es peligroso en este país. El peligro acaba de aumentar exponencialmente para comunidades enteras de personas’, enumerando a las mujeres negras y morenas, a las que viven en la pobreza, a las que consumen drogas, a las solteras y a las transexuales. Nuestro sistema sanitario está profundamente roto, especialmente el sistema que atiende a los más vulnerables de entre nosotros”.
Mientras tanto, muchas clínicas de los estados que prohibirán seguramente el aborto, habían cerrado ya antes de la decisión de la Corte Suprema. Las recaudaciones de fondos para el aborto han llegado a un punto crítico, para tratar de ayudar a las mujeres jóvenes y de clase trabajadora a viajar a estados que se encuentran a cientos o miles de kilómetros de distancia y en los que todavía es posible abortar. Pero en los estados donde el aborto es todavía es legal, las clínicas que lo practican se han visto desbordadas por la cantidad de pacientes que lo solicitan, lo que ha provocado largas listas de espera y una angustia aún mayor para las pacientes y el personal de esas clínicas.
Esta situación de pánico no se limita a los estados del sur. Tanto Wisconsin como Michigan comparten frontera en el norte con Canadá. En Wisconsin sigue vigente la prohibición del aborto de 1849. Aunque el gobernador demócrata del estado se comprometió a no aplicarla (por ahora), muchos médicos de Wisconsin dejaron de practicar abortos inmediatamente después de la decisión de la Corte Suprema. En ese momento, el gobernador se comprometió a “otorgar clemencia” a los médicos acusados en virtud de esa ley. En Michigan existe una ley de 1931 que prohíbe el aborto. El gobernador demócrata inició el trámite de impugnación. Inmediatamente después de la sentencia de la Corte Suprema, Spectrum Healthcare, la mayor empresa de asistencia sanitaria de Michigan, anunció que dejaría de practicar abortos; posteriormente dio un paso atrás, afirmando que practicará los abortos “médicamente necesarios” para los que se necesiten las instalaciones del hospital. Pero subrayó que no ha realizado ni realizará abortos “electivos”. Una situación confusa y caótica sobre lo que puede ocurrir en el futuro.
El aborto médico y las consecuencias de la criminalización en la era digital
Actualmente, los abortos practicados con medicamentos representan más de la mitad de los abortos en Estados Unidos, según una encuesta del Instituto Guttmacher, favorable al aborto. Se trata de un procedimiento seguro, que puede realizarse en casa hasta las diez semanas de embarazo, por medio de llamadas de telemedicina a un profesional médico. Pero 19 estados ya ilegalizaron el envío de medicamentos para el aborto por correo.
La posibilidad de que el estado criminalice a quienes tratan de abortar en la era de Internet llevó a que al importante medio de comunicación The Washington Post publicara un artículo llamado “¿Busca un aborto? Cómo evitar dejar un rastro digital”. El artículo explica la nueva y dura realidad: “Una búsqueda en Google de una clínica de salud reproductiva, un pedido en línea de píldoras abortivas, la localización en la consulta de un médico y un mensaje de texto sobre la posibilidad de interrumpir un embarazo podrían convertirse en pruebas”.
La mayoría de las personas que acaban siendo acusadas después de abortar por sí mismas se lo habían contado a otra persona -un médico o un amigo- la que luego los denunció a las fuerzas del orden. Farah Diaz-Tello, asesora principal y directora jurídica de una organización sin fines de lucro dedicada a la justicia reproductiva, aconseja a quienes buscan abortar en los estados en los que está prohibido: “Limiten también a quién se lo cuentan en su entorno privado, incluidos los amigos o la familia”, señalando que un aborto espontáneo y un aborto con medicamentos se presentan con los mismos síntomas en una sala de urgencias y pueden dar lugar a cargos penales.
Los médicos de Alabama (estado con la tercera tasa de mortalidad materna más alta del país) ya están rechazando a las pacientes que abortan activamente en las salas de urgencias y en las consultas porque temen ser detenidos y/o procesados por las fuerzas del orden.
A partir de ahora, se espera que aproximadamente la mitad de los 50 estados de los Estados Unidos prohíban o restrinjan severamente los abortos dentro de poco tiempo, mientras que el futuro a más largo plazo del derecho al aborto sigue siendo sombrío y ominoso. El exvicepresidente de Donald Trump, Mike Pence, posible candidato a la presidencia en 2024, aprovechó la oportunidad para pedir que un (presumiblemente) futuro Congreso dominado por los republicanos apruebe una prohibición nacional del aborto: “Hemos recibido esta segunda oportunidad para la Vida, no debemos descansar y no debemos cejar hasta que la santidad de la vida sea restaurada en el centro de la ley americana, en cada estado del país”, dijo.
La opinión misógina de Samuel Alito: ¿Resuelve realmente el problema del aborto?
La decisión de la Corte, resumida en la opinión de Samuel Alito [magistrado estadounidense, destacado como Juez asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos, propuesto por George W. Bush en 2005, ndt] debe poner en tela de juicio la competencia de la Corte Suprema para decidir el destino de los millones de personas que se enfrentan a embarazos no deseados ahora o en el futuro. La decisión de la mayoría tergiversó los hechos para justificar lo que sólo puede describirse como una agresión política de derecha por parte de la mayoría de seis miembros en un órgano que consta con nueve, la Corte Suprema, un organismo que no fue electo ni rinde cuentas.
En primer lugar, la opinión de Alito reveló sus propias opiniones, profundamente misóginas. Tal como lo describió Bess Levin en Vanity Fair
Su opinión es un ataque atroz y espantoso contra las personas que confiaron en la sentencia Roe [versus Wade] durante casi medio siglo, y lo más repugnante es que al juez conservador claramente no le importa en absoluto que la anulación de la histórica sentencia destruya las vidas de tantas personas. De hecho, se podría argumentar que todo eso forma parte del plan. Y si necesitáramos más pruebas de que Alito es en sí mismo una concentración de pura perversidad que quiere retrotraer a Estados Unidos a una época en la que los cuerpos de las mujeres eran propiedad de los hombres, bajo su control, sepamos que una de las personas citadas por él fue un jurista inglés que defendió la violación marital e hizo ejecutar a mujeres por “brujería”.
Bess Levin se refiere a Sir Matthew Hale, un influyente juez y jurista británico del siglo XVII citado por Alito en múltiples ocasiones para justificar la anulación de Roe contra Wade en 2022. Hale es tal vez más famoso por haber formulado lo que más tarde se conoció como la “exención de violación marital”, argumentando que una mujer casada no puede pretender haber sido violada por su marido, incluso aunque el acto sexual no haya sido consentido. Hale escribió: “El marido no puede ser culpable de una violación cometida por él mismo sobre su legítima esposa, ya que, por su mutuo consentimiento y contrato matrimonial, la esposa se ha entregado de esta manera a su marido, y no puede retractarse”.
En otras palabras, una mujer casada es legalmente propiedad de su marido y debe someterse a todas sus exigencias. El razonamiento jurídico de Hale fue referencia para los tribunales estadounidenses hasta la década de 1970, cuando el movimiento de liberación de la mujer obligó a reconsiderar este concepto patriarcal.
Hale fue también el responsable de la pena de muerte de tres mujeres por ser “brujas”, en 1658 y 1662. El papel de Hale en la condena a la horca de dos mujeres en 1662 sirvió de inspiración directa para los juicios de las brujas de Salem en Estados Unidos en 1692.
Alito cita, aprobándola, la oposición de Hale al aborto: “Dos tratados de Sir Matthew Hale”, en los que Hale “describió el aborto de un niño prematuro que murió en el vientre materno como un ‘gran crimen’ y un ‘gran delito’. Véase M. Hale, Pleas of the Crown”, escribe Alito, como si el caso estuviera ya cerrado sobre el aborto legal.
En segundo lugar, Alito también delata su profunda ignorancia de la historia al afirmar que el aborto nunca ha sido legal en EE.UU. y que hubo “una tradición ininterrumpida de prohibición del aborto bajo pena de castigo penal [que] persistió desde los primeros días del derecho común hasta 1973”.
En realidad, el aborto y la anticoncepción fueron algo común en todo el mundo desde la antigüedad hasta la era moderna, principalmente llevados a cabo por matronas y curanderos que utilizaban hierbas como abortivos. Como informó NBC News, incluso algunas figuras religiosas prominentes daban consejos para ayudar a las mujeres a gestionar la reproducción mediante fármacos, como la monja católica del siglo XII Hildegard von Bingen, la que escribió textos médicos en los que describía cómo preparar abortivos. El médico del siglo XIII, Pedro de España, que llegó a ser el Papa Juan XXI, escribió un texto para los pobres en el que describía los fármacos utilizados para el control de la natalidad y la provocación de la menstruación, una forma común de describir la finalización de un embarazo.
Cuando se adoptó la Constitución de EE.UU., el aborto antes de la “aceleración” [“quickening”, o maduración del feto] -cuando se puede detectar el movimiento del feto dentro del útero entre los cuatro y los cinco meses- era legal en todos los estados y lo era incluso después de tal maduración en la mitad de los mismos. Recién a principios del siglo XIX comenzaron a cambiar las leyes y las actitudes, ya que un movimiento cristiano evangélico se extendió por la nación, y los ministros comenzaron a presionar para que todos los abortos fueran ilegales, así como la blasfemia y la venta de alcohol.
El movimiento para prohibir el aborto cobró intensidad cuando la Asociación Médica Americana, fundada por médicos (todos ellos varones) en 1840, declaró que la vida humana comienza en el momento de la concepción, en parte como una forma de que los médicos asumieran el papel potencialmente lucrativo que entonces desempeñaban las comadronas en los partos.
A mediados del siglo XIX se inició el movimiento por el sufragio femenino, exigiendo el derecho al voto de las mujeres. Este movimiento también reivindicaba la “maternidad voluntaria” y, aunque se oponía al aborto, apoyaba sin embargo la contracepción. La reacción contra este movimiento se tradujo en el apoyo a las leyes que mantenían a las mujeres “en su lugar”, o sea, en el hogar.

La derecha, aún minoritaria, tiene un programa ambicioso de cara al futuro
El movimiento contra el aborto es minoritario en la sociedad estadounidense. El Wall Street Journal publicó, a principios de junio, los resultados de su reciente encuesta la que mostraba que más de dos tercios (68%) de los encuestados se oponen a la anulación de la sentencia Roe contra Wade, y el 57% apoya el derecho al aborto, cualquiera que sea el motivo del embarazo. Sólo el 30 por ciento apoya la anulación de Roe. Sin embargo, el movimiento antiaborto goza de un sólido respaldo y tiene amigos en las altas esferas del Partido Republicano. Y lo que es más importante, ha luchado sin descanso durante las últimas cinco décadas para que el aborto vuelva a ser ilegal, con activistas antiaborto que se presentan en gran número en cada oportunidad que se les presenta con el objetivo de exponer sus argumentos.
La anulación de la sentencia Roe contra Wade es la culminación de este movimiento bien financiado durante décadas para que el aborto vuelva a ser ilegal. Pero la sociedad estadounidense no sólo está volviendo a la era anterior a Roe, sino que está iniciando una nueva era, en la que la derecha organizada, fortalecida por su éxito en el frente del aborto, busca lanzarse en una cruzada para despojar a todos los oprimidos de sus derechos civiles básicos.
El derecho a la anticoncepción, la vida íntima entre personas del mismo sexo, el matrimonio entre personas del mismo sexo -y sí, incluso el matrimonio interracial- están en su punto de mira. El anhelo de esta minoría de derechas es volver a lo que consideran los “buenos tiempos” de la década de 1950, cuando la segregación racial basada en Jim Crow prosperaba, cuando se les decía a las mujeres que debían dedicar sus días a cocinar, limpiar y cuidar desinteresadamente de sus maridos e hijos, y las personas LGBTQ estaban estrictamente confinadas dentro de un armario.
Alito, según la opinión mayoritaria, justificó la anulación de Roe alegando que la Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense aprobada en 1868, no contemplaba explícitamente el derecho al aborto. Esto es cierto; tampoco la Decimocuarta Enmienda mencionaba el derecho al matrimonio interracial, al matrimonio entre personas del mismo sexo o a los derechos de los LGBTQ, a los derechos de los trabajadores o a toda una serie de derechos que desde entonces han sido conquistados por movimientos de masas a través de la lucha. La Decimocuarta Enmienda se limitó a decir, vagamente, que “ningún estado hará o aplicará ninguna ley que restrinja los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; ni ningún estado privará a nadie de la vida, la libertad o la propiedad, sin el debido proceso legal; ni negará a ninguna persona dentro de su jurisdicción la igualdad de protección de las leyes”.
¿Cuáles son los próximos objetivos?
El argumento de la Corte con respecto al derecho a la privacidad, derivado de la Decimocuarta Enmienda, ha sido utilizado en las últimas décadas para avanzar no sólo en el caso de la sentencia Roe, sino también en otras sentencias clave de derechos civiles en las últimas seis décadas, específicamente permitiendo la anticoncepción [Griswold, 1965], el matrimonio interracial [Loving vs. Virginia, 1967], la intimidad entre personas del mismo sexo [Lawrence vs. Texas, 2003] y el matrimonio entre personas del mismo sexo [Obergefell vs. Hodges, 2015].
Alito ofreció aparentemente una garantía de que la anulación de Roe no supondría la anulación de estos otros precedentes en materia de derechos civiles, subrayando: “Nada debe entenderse como una puesta en duda de los precedentes que no tienen que ver con el aborto” El juez Brett Kavanaugh, en su opinión, también pareció sugerir que el fallo de la Corte Suprema no afectará a las sentencias anteriores, incluyendo Loving, Obergefell y Griswold. Escribió: “Subrayo lo que el Tribunal afirma hoy: La anulación de Roe no significa la anulación de esos precedentes y no los amenaza ni los pone en duda.”
Pero Kavanaugh también hizo declaraciones muy engañosas durante sus audiencias de confirmación en el Senado en 2018, cuando afirmó que consideraba la decisión Roe v Wade de 1973 de la Corte “importante precedente de la Corte Suprema que ha sido reafirmado muchas veces”, dando a entender que no buscaba anularlo. Seamos sinceros: mintió.
El juez de la Corte Suprema Clarence Thomas (el miembro más antiguo de la misma) fue mucho más sincero, y contradijo explícitamente a Alito: “En casos futuros, deberíamos reconsiderar todos los precedentes de esta Corte sobre el debido proceso sustancial, incluyendo Griswold, Lawrence y Obergefell. Dado que cualquier decisión relacionada con el debido proceso es ‘demostrablemente errónea’, tenemos el deber de ‘corregir el error’ establecido en esos precedentes”.
Thomas no mencionó la decisión del Tribunal en el caso Loving vs. Virginia, que estableció el derecho al matrimonio interracial, quizás porque él es un hombre negro casado con una mujer blanca. [Nota del editor: Para que conste, la esposa del juez Thomas, Virginia Thomas, es una activista de derecha de larga data que ahora está siendo investigada por su papel en la intentona derechista inspirada por Trump el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de EE.UU., y el juez Thomas comparte sus opiniones ideológicas].
Pero el razonamiento de Thomas en su opinión sobre la anulación de Roe también puede aplicarse fácilmente a cualquier otra decisión del Tribunal Supremo que se base en el derecho a la privacidad -el derecho a tomar la más personal e íntima de las decisiones-, incluido el matrimonio interracial. Un podcast de la Unión Americana de Libertades Civiles de marzo incluía una entrevista con la experta legal Michele Goodwin, profesora de derecho constitucional de la Universidad de California, Irvine. Goodwin sostuvo que la opinión de Thomas fue un llamado a todos aquellos que quieren anular una serie de derechos civiles. “La Corte Suprema no debe empeñarse en desmantelar las protecciones del matrimonio interracial. Al enviar esta señal, a través de la supresión de la enmienda Roe y al respaldar el juez Thomas, deja en manos de los secretarios de los condados” la creación de nuevos recursos legales que llegarán a la Corte Suprema.
El siguiente fragmento de una entrevista realizada en marzo de 2022 por el Indianapolis Star al senador republicano Mike Brauns recoge declaraciones explícitas de éste en el sentido de que el derecho al matrimonio interracial debe ser anulado, al igual que Roe, a nivel nacional y devuelto a los estados para que éstos decidan al respecto:
-Pregunta: Entonces, ¿le parece bien que la Corte Suprema deje en manos de los estados la cuestión del matrimonio interracial?
-Respuesta: Sí, creo que, si no queremos que el Tribunal Supremo intervenga en cuestiones como ésta, no podremos conservar a la vez nuestro pastel y comerlo. Eso me parece hipócrita.
-Pregunta: ¿Qué sucede con el caso Griswold vs. Connecticut?
-Respuesta: Se puede enumerar toda una serie de aspectos. Pero, voy a decirles que no todos pueden ser felices dentro de un estado determinado, pero que es preferible que cada estado se pronuncie según su punto de vista, en lugar de homogeneizarlo a nivel de todo el país, tal y como sucedió en el caso Roe vs. Wade.
Opciones electorales: Los republicanos (el partido burgués del odio) contra los demócratas (el partido burgués de la hipocresía)
El 24 de junio, el ex presidente demócrata Barack Obama, reaccionó así ante la sentencia de la Corte que anulaba Roe, en un tuit: “Hoy, el Tribunal Supremo no sólo ha revocado casi 50 años de precedentes, sino que ha relegado la decisión más profundamente personal que alguien puede tomar a los caprichos de políticos e ideólogos, atacando las libertades esenciales de millones de estadounidenses”.
La declaración de Obama se lee como si él no tuviera nada que ver con la actual situación. Pero muchos partidarios del derecho al aborto le respondieron en Twitter, y uno de ellos lo resumió correctamente: “Recordemos que Obama se presentó como candidato para incorporar a la legislación la sentencia Roe en 2008 y luego la abandonó casi inmediatamente, argumentando que ‘no es mi mayor prioridad legislativa’, y optando, en cambio, por centrarse en el rescate de los bancos”.
Sí, el presidente Obama tuvo la oportunidad de cumplir su propia promesa de campaña de aprobar una “Ley de Libertad de Elección”, que habría codificado el aborto legal en una ley nacional y que habría evitado la actual anulación de Roe. En 2009 y 2010, el Partido Demócrata no sólo ocupó la Casa Blanca, sino que también tuvo una mayoría suficiente para quedar por fuera de posibles obstrucciones en ambas cámaras del Congreso.
Sin embargo, Obama no hizo nada. Cuando se le preguntó por qué, respondió que la promulgación de Roe no era su “máxima prioridad”, ya que presumiblemente estaba demasiado ocupado en rescatar a los bancos y a otras empresas que la clase dirigente estadounidense consideraba “demasiado grandes para dejarlos quebrar” durante la Gran Recesión. La aprobación de una Ley de Libertad de Elección no le habría exigido mucho tiempo a Obama; no habría habido ningún impedimento legislativo. Pero decidió no hacerlo.
Durante demasiadas décadas, el movimiento mayoritario a favor del aborto confió en los demócratas para proteger este derecho, a pesar de que los políticos del Partido Demócrata, tanto en la Casa Blanca como en el Congreso, incumplieron sistemáticamente sus promesas electorales a favor del aborto. La consecuencia es que el derecho al aborto se ha visto tan erosionado en las últimas décadas -con periodos de espera restrictivos, leyes de notificación y consentimiento de los padres, leyes que penalizan el transporte de una paciente a otro estado para procurarse un aborto, y la Enmienda Hyde que prohíbe la financiación federal de los abortos de las mujeres pobres, reinstaurada cada año por el Congreso desde 1976- que quedaba poco por rescatar.
Y sin embargo, después de que la Corte Suprema anulara Roe, NARAL Pro-Choice America emitió una declaración desalentadora, reciclando una estrategia que ha venido fracasando durante los últimos 40 años: “La Corte Suprema lo dejó claro: están anulando Roe… Esta decisión es el peor escenario, pero no es el final de esta lucha. Los 8 de cada 10 estadounidenses que apoyan el derecho legal al aborto no van a permitir que esta decisión subsita. Hay elecciones en noviembre, y los políticos extremistas aprenderán: cuando ustedes atacan nuestros derechos, nosotros atacamos sus escaños”.
A estas alturas, la decisión de la Corte Suprema de anular Roe se ha convertido sobre todo en un alegato para recaudar fondos por parte de los demócratas que se presentan a la reelección en noviembre. Una hora después de que el Tribunal anulara Roe, las organizaciones demócratas de campaña empezaron a enviar cartas para recaudar fondos diciendo: “Roe está en la papeleta electoral”.
¿Y ahora, a dónde vamos?
No se puede negar que nos encontramos ante una situación desoladora, en la que muchos millones de mujeres embarazadas acaban de ser despojadas de sus derechos reproductivos, mientras que la derecha está deseando atacar una serie de otros derechos civiles. Nos esperan luchas muy duras, y ningún funcionario del Partido Demócrata se ha mostrado capaz de liderarlas.
Pero la masiva manifestación de repudio en los días posteriores a la decisión de la Corte, cuando jóvenes de todas las razas y géneros salieron a las calles por cientos, miles y decenas de miles en todo Estados Unidos -no sólo en las principales ciudades sino en cientos de ciudades y pueblos- constituye la única esperanza para el futuro. Se trata de una generación que no ha conocido más que la evolución financiera hacia abajo, los préstamos estudiantiles asfixiantes, los tiroteos masivos en las escuelas, los disparos desenfrenados de la policía contra los negros y los morenos, el aislamiento debido a la pandemia y un mundo en el que la guerra es un telón de fondo constante. Y ahora, la pérdida de los derechos reproductivos básicos.
Y muchos de estos nuevos activistas ya no se creen los viejos discursos del Partido Demócrata. La manifestante a favor del derecho a decidir Zoe Warren, por ejemplo, dijo en la MSNBC: “Mis derechos no deberían ser una herramienta de recaudación de fondos para ellos [los demócratas] o un argumento de campaña… Tuvieron múltiples oportunidades para consagrar Roe en la ley durante los últimos 20, 30, 40, 50 años, y no lo hicieron. Y si es que pretenden seguir haciendo campaña sobre este tema, deberían hacer algo al respecto”.
Tenemos por delante un largo camino. Pero nunca hay que decir que no lo conseguiremos. La esperanza reside en la próxima generación de luchadores.
* Sharon Smith, militante de la izquierda socialista, reside en Chicago. Es autora de Subterranean Fire: A History of Working-Class Radicalism in the United States (Haymarket, 2006) y Women and Socialism: Class, Race, and Capital (revisado y actualizado, Haymarket, 2015).