Al borde de un cambio histórico
El vórtice del huracán
La izquierda celebra su mejor votación, aunque las fuerzas conservadoras mantendrán mayoría parlamentaria y capacidad de veto frente a un eventual e inédito gobierno progresista.
Diana Carolina Alfonso/Lautaro Rivara
Brecha, 18-3-2022
Correspondencia de Prensa, 18-3-2022
En Colombia, dos elecciones de distinto signo, aunque simultáneas, tuvieron lugar el pasado domingo 13 de marzo. Por un lado, la elección de la Cámara de Representantes y el Senado, en un complejo sistema electoral que –por la pionera Constitución de 1991 y tras los Acuerdos de Paz de La Habana de 2016– reconoce diferentes circunscripciones: las nacionales y las territoriales (equivalentes a las federales y las provinciales o estaduales en otros países), pero también algunas «especiales»: para pueblos indígenas, para las y los afrocolombianos, para la comunidad raizal, para los colombianos y las colombianas en el exterior, para las víctimas del conflicto y para el partido Comunes (antiguo partido FARC), tras la desmovilización de la guerrilla homónima. En total: 108 senadores y 188 miembros de la Cámara de Representantes fueron elegidos el domingo.
Además, en un mecanismo reciente y cada vez más consolidado en el país, tuvieron lugar las consultas partidarias (internas) de las principales coaliciones electorales que concurrirán a la elección presidencial del 29 de mayo: por la izquierda y el progresismo, el Pacto Histórico, por el centro, la Coalición Centro Esperanza y por la derecha, la Coalición Equipo por Colombia.
La izquierda: victoria histórica, pero insuficiente
El exguerrillero y exalcalde de Bogotá Gustavo Petro se impuso al frente de la consulta del Pacto Histórico sin sobresaltos, con un contundente 80,51 por ciento previsto en todas las encuestas. Sin embargo, notable fue también el desempeño de Francia Márquez, lideresa afrocolombiana y defensora medioambiental del Cauca, una de las zonas álgidas del conflicto armado interno: sin aparatos partidarios, con 14 por ciento de las preferencias y casi 800 mil votos, aventajó incluso a figuras de la política tradicional, como el ganador de la coalición de centro y exalcalde de Medellín Sergio Fajardo.
El debate ahora es si Petro consentirá que sea Márquez quien lo acompañe en la fórmula de las presidenciales, al tratarse de dos figuras que han resultado netamente complementarias en los debates públicos y que podrían ser capaces de conciliar la difícil representatividad de un país que es como un mosaico roto, entre el activismo y la ciudadanía llana, entre las grandes urbes y las zonas rurales, entre las regiones centrales y las zonas más postergadas y golpeadas por la violencia, o si Petro buscará, en cambio, recostarse en un acuerdo con sectores liberales que puedan ampliar su margen de acción parlamentario, lo que parece deducirse de sus primeras declaraciones luego de estos comicios, en torno a la necesidad de configurar «una coalición de mayorías progresistas».
Sin embargo, el escenario no resulta tan promisorio como se esperaba a nivel parlamentario, más aún considerando la cercanía de las presidenciales: el Pacto Histórico logró tan solo 16 de los 22 curules previstos en el Senado, pese a haber contado con una primera línea de candidatos y candidatas de peso. Particularmente sensible fue el corrimiento de sectores progresistas, como el movimiento Fuerza Ciudadana y la organización feminista Estamos Listas: sus 600 mil votos reunidos podrían haber asegurado tres asientos extras en el Senado. Las corrientes feministas apoyaron a Márquez en la consulta interpartidista, pero se presentaron en soledad en las legislativas, precisamente en un momento en que el Congreso deberá reglamentar la implementación de la interrupción voluntaria del embarazo, recientemente aprobada (véase «Cinco veces sí», Brecha, 25-II-22).
De todos modos, en términos históricos, la izquierda celebra la mejor de las elecciones de toda la historia nacional, aunque se trata de una historia truncada por la violencia y las políticas de exterminio contra la oposición, como el asesinato de tres candidatos presidenciales y 5.430 militantes de la Unión Patriótica en la década del 80. En 2002 el candidato Luis Eduardo Garzón supo cosechar poco más de 600 mil voluntades en elecciones primarias: 20 años después, el Pacto Histórico, consolidado ahora como la primera fuerza nacional, supera los 5 millones de votos.
La derecha amortigua ek golpe, el centro se desploma.
Como es su costumbre, la derecha colombiana presentó infinidad de rostros y perfiles en las legislativas, para ampliar su base electoral hacia el centro, capitalizar algo del descontento contra el presidente Iván Duque –herido de muerte tras el sacudón del Paro Nacional (véase «Masacrados», Brecha, 7-V-21)– y después tender a unificarse hacia la derecha en la primera vuelta presidencial (y más aún en un probable balotaje contra Petro). De cara a la conformación del propio parlamento, el rendimiento de la estrategia es notable: si bien el Pacto Histórico fue la coalición más votada y tendrá una de las primeras minorías, con 15 curules, del otro lado del fiel de la balanza hay que considerar a unos 70 curules entre el Partido Conservador, el Partido Liberal (de no mediar alianzas con Petro), el Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido de la U y MIRA, resultado nada despreciable considerando que la derecha ha tenido una de las peores gestiones gubernamentales de toda su historia.
Por su parte, la coalición de centro tuvo un resultado decepcionante: apenas 2 millones de votos para quienes intentaron hacer política «más allá de la polarización»: sin ningún tipo de unidad programática, sin plan económico, con la implosión escandalosa de candidaturas como la de Íngrid Betancourt, sin respuestas comunes para tópicos tan acuciantes como la guerra, la paz, la política agraria y los cultivos ilícitos. Sergio Fajardo terminó imponiéndose con menos holgura que los que serán sus contendientes en las presidenciales y tendrá muchas más dificultades que ellos para aglutinar los votos de una coalición que, carente de liderazgos, puede pulverizarse fácilmente entre el arrastre de la derecha y la izquierda.
Por su parte, el oficialista Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez y del actual presidente, Iván Duque, sufrió un evidente voto castigo. Este impulsaba en soledad la candidatura de Iván Zuluaga, por fuera de la coalición derechista, y pasó de ser la fuerza más votada en el Senado en 2018 a ocupar el cuarto lugar en la actualidad. Sin embargo, tras una reunión expeditiva convocada por el propio Uribe, Zuluaga anunció que declinaría su candidatura para apoyar la de Federico Gutiérrez, vencedor de la interna del Equipo por Colombia, con el 54,18 por ciento de las preferencias, lo que confirma que Fico Gutiérrez siempre fue para el uribismo una ficha propia en tablero ajeno.
Como suele ocurrir, Antioquia volvió a ser la antítesis de Bogotá. En términos regionales, la zona cafetera volvió a posicionar a la ultraderecha en el escenario legislativo. Esta es una de las regiones más importantes del país, no solo porque el empresariado de Medellín controla un polo económico gravitante, sino por el abigarramiento de las estructuras paramilitares. El departamento de Antioquia ha generado importantes cuadros para el proyecto narcoparamilitar de Estado, desde Pablo Escobar hasta el mismo Uribe. Tampoco es sencillo el escenario en el Caribe, donde el petrismo esperaba mayores niveles de aprobación: al menos en el Senado y la Cámara Baja, los clanes familiares de derecha retuvieron la mayoría de las preferencias.
Como resultante, la derecha clásica sigue gobernando con fuerza el panorama regional. Es evidente que el uribismo ha logrado reinventarse al interior del Partido Conservador, así como lo es la gran influencia territorial que mantiene el Partido Liberal. Tras 20 años de uribismo, la hegemonía regional vuelve a las estructuras tradicionales, en un giro no exento de atavismos, solo comprensible por las fidelidades de un país marcado a fuego por la violencia bipartidista.
Elecciones en guerra o democracia para la paz
Para propios y extraños, la ponderación del resultado parlamentario es inseparable de la proyección de las próximas presidenciales: hasta el momento, y de conquistar Gustavo Petro la presidencia el próximo 29 de mayo, las fuerzas conservadoras mantendrán su mayoría parlamentaria y su capacidad de veto a las iniciativas de un histórico, eventual y nunca conocido gobierno progresista en Colombia. Sin embargo, toda precaución es poca en un país con una elite magnicida y una enorme tradición de violencia política y fraudes electorales.
Las elecciones de este domingo, desde la mirada de los progresismos y las izquierdas, habilitan un muy buen escenario para ganar (incluso en primera vuelta) y uno muy complejo para gobernar (esto sin contar con los factores de poder extrademocráticos, como los paraestatales, los paramilitares y los delincuenciales). La medida de los desafíos colombianos –imposible de equiparar a las de otros progresismos emergentes de la región– puede ilustrarse con lo sucedido con las circunscripciones especiales de paz, por las que 16 víctimas del conflicto social y armado tendrían que acceder a un lugar garantizado en el Congreso. Por el contrario, en la región de la Guajira, los líderes y las lideresas sociales no pudieron concretar sus candidaturas por el hostigamiento de bandas paramilitares. Finalmente, el escaño quedó en manos de Jorge Tovar, hijo del narcoparamilitar conocido como Jorge 40, perpetrador de innumerables masacres, hoy preso, pero activo en la campaña de su hijo. También en otras regiones, como Arauca, el Catatumbo y Caquetá, los victimarios pudieron quedarse con las vocerías reservadas para víctimas de escenarios de alta conflictividad.
Es decir que como telón de fondo de los desafíos electorales está la guerra: esa misma guerra que hace ya tiempo dejó de conmover al mundo. Pero también la posibilidad de la paz, de cumplir y revitalizar los Acuerdos de La Habana, de iniciar una negociación tendiente a la desmovilización de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, de discutir el estatus de Colombia como socio extraterritorial de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de estimular una política de tierras que haga el vacío a un paramilitarismo que goza de buena salud, miles de efectivos, recursos infinitos y amplia cobertura política.
Lo que suceda en los próximos meses tampoco será ajeno a la nueva situación geopolítica regional y global y a la necesidad de Estados Unidos de distender el frente latinoamericano, asegurarse el control de materias primas y sumar aliados a la política de sanciones aplicadas contra Rusia. Tampoco a la emergencia de gobiernos con publicitadas afinidades con Petro, como el de Gabriel Boric en Chile, y a una tenue segunda oleada progresista que, aunque ya no disponga de grandes fuerzas motrices, al menos podrá acompañar en algo a un país que será el vórtice del huracán regional en los próximos meses. (Publicado originalmente por América Latina en movimiento)
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El análisis de los resultados
Las claves de la elección en Colombia: por qué Gustavo Petro puede ser presidente
La politóloga Daniela Castillo, experta en el proceso de paz colombiano, responde las principales preguntas planteadas por el resultado de las elecciones del domingo pasado. El papel de la izquierda y la derecha, la ola de cambio latinoamericana y las posibilidades de cada candidato
Daniel Lema y Lucas Silva
Agencia Regional de Noticias / Página/12, 17-3-2022
La derecha colombiana está “desgastada, agotada” y la población ya no les cree, evaluó la politóloga Daniela Castillo horas después de las elecciones legislativas y de las tres internas interpartidarias que definieron los candidatos de Pacto Histórico, Equipo por Colombia y Centro Esperanza.
Sobre el congreso que sale de la elección del domingo, afirmó que es un poco “más equilibrado” que el actual y destacó que eso se debe en parte a las consecuencias de las movilizaciones sociales de 2019-2020.
Observa que Petro tiene grandes posibilidades de ganar, pero advierte que debe enviar señales rápidas a los empresarios del país, anunciando quiénes integrarán su equipo económico. Castillo señala que el empresariado colombiano se jacta de que pone presidentes.
Petro corre con ventaja aunque, según Castillo, la derecha puede resolver juntarse para vencerlo. Hasta ahora, los candidatos confirmados para la elecciones presidenciales del 29 de mayo son: Gustavo Petro (Pacto Histórico), Federico Gutiérrez (Equipo por Colombia), Sergio Fajardo (Centro Esperanza), Rodolfo Hernández (se presentó sin partido luego de conseguir las firmas necesarias), Luis Pérez (también obtuvo las firmas necesarias), John Milton Rodríguez (Colombia Justa Libres), Enrique Gómez (Movimiento de Salvación Nacional), Ingrid Betancourt (Verde Oxígeno), Luis Gilberto Murillo (Movimiento Colombia) y Germán Córdoba (Cambio Radical).
Castillo es politóloga por la Universidad del Rosario, con una maestría en Derechos Humanos y Justicia Transicional de Ulster University y actualmente doctoranda en Ciencias Políticas y de la Administración y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. Es experta y asesora en temas de construcción de memoria histórica después del conflicto, con experiencia en sector público y privado para la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia, asesora política y técnica en temas de paz y experiencia en investigación.
Ganadores y perdedores de la elección
-¿Quiénes son los ganadores de las elecciones del domingo 13?
Entre los ganadores hay que ubicar obviamente a Gustavo Petro, Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo. Pero también a Francia Márquez, que tuvo una votación en el Pacto Histórico que nadie imaginaba; ella ganó representatividad y credibilidad. Por otro lado, también ganó Carlos Amaya, de Coalición por la Esperanza, porque nadie pensaba que iba a lograr una votación de ese calibre (quedó en tercer lugar de la interna, con casi 450 mil votos). Fajardo ya había ganado y tiene experiencia, y (Juan Manuel) Galán tiene toda una herencia (su padre es el exsenador Luis Carlos Galán, asesinado por sicarios en 1989) y un partido (Nuevo Liberalismo) que está renaciendo. Pero lo de Amaya resultó más sorprendente; él fue gobernador de Boyacá, es un campesino y visibilizó las necesidades de esa comunidad.
Finalmente, el Pacto Histórico ganó como partido en las legislativas. El Congreso históricamente ha tenido mayorías de derecha y de partidos tradicionales; entonces la votación del Pacto Histórico fue muy importante.
-¿Y entre los perdedores?
Creo que Álex Char (exalcalde de Barranquilla, segundo en Equipo por Colombia) es uno de los grandes perdedores, por la maquinaria que tenía alrededor. Hay que recordar que él recogió 2.300.000 firmas para inscribirse como candidato para la consulta y uno se pregunta dónde fueron esas firmas (sacó 706 mil votos). Otro perdedor es Alejandro Gaviria (cuarto en el Centro Esperanza), un académico que perdió una oportunidad muy importante. Creo que su error fue apuntar el discurso para un círculo muy chico dentro de la academia, no logró conectar con más gente. Recogió casi un 1,5 millones de firmas pero tampoco se vieron reflejadas en la elección (logró 336 mil votos). Y también el Centro Democrático es otro gran perdedor, ya que perdió cinco bancas en el Senado y ocho en Diputados. Para decirlo de una manera contextual, se podría decir que en Colombia perdió la derecha. La derecha en Colombia está desgastada y agotada; la gente ya no les está creyendo como antes.
– La votación global de la Coalición Centro Esperanza fue más baja de la esperada, a pesar de que un porcentaje importante la población colombiana se define como de centro. ¿Cómo se explica?
Creo que ellos desaprovecharon una oportunidad gigante. Desde septiembre hasta la elección del domingo, tuvieron muchas peleas internas que desdibujaron su propio discurso. Hablaban de unidad y de aceptar al que piensa diferente, pero tuvieron muchas peleas públicas y ataques en redes. El Centro Esperanza queda desdibujado como espacio. En las encuestas Invamer se veía que mucha gente dice estar cansada de los extremos, pero ellos no pudieron capitalizarlo.
Cómo queda el Congreso
– ¿La nueva composición del Parlamento puede ayudar a evitar esa polarización?
A nivel presidencial vamos a un escenario similar al de hace cuatro años, con opciones muy nítidas de izquierda y derecha. Pero a nivel legislativo tengo otra mirada, más positiva, porque el Congreso después de esta elección quedó más colorido, más equilibrado. Es cierto, el Partido Conservador, Partido Liberal, Cambio Radical, Partido de la U y el Centro Democrático suman una mayoría. Pero si uno mira en detalle, verá que el Partido Liberal está dividido y muchos de ellos apoyaron la campaña de Petro. Eso ya tiende a ser un posible balance. Luego, la coalición Centro Esperanza tiene 14 senadores y eso puede ser un contrapeso importante. Lo mismo Alianza Verde, que subió sus curules en relación a la elección pasada. Mi sensación es que quien gane la Presidencia, ya sea Fico (Gutiérrez) o Petro, tiene que pensar muy bien cómo hará para negociar con un Congreso tan plural. Petro tiene a la bancada de Pacto Histórico, pero enfrente sigue teniendo una bancada potente de la derecha. Y viceversa pasa lo mismo, si el presidente fuera Fico. Tienen que ser muy inteligentes para negociar porque por primera vez en la historia tendrán un congreso más plural y equilibrado. Lo cual me parece muy bueno.
La debilidad de la derecha
– Recién decías que la derecha colombiana está agotada. ¿Qué provocó ese desgaste?
Es la primera vez en la historia que la derecha se divide, siempre había pasado lo contrario, la izquierda no lograba unirse detrás de un solo candidato y la derecha terminaba ganando. Esta vez la derecha se empezó a dividir: estaba Oscar Iván Zuluaga (aunque ahora se bajó), Fico Gutiérrez, Rodolfo Hernández. Lo de Zuluaga se veía venir y uno podía pensar que bajaría la candidatura en abril, pero creo que la derecha se asustó tanto con el resultado del Pacto Histórico -hay que pensar que sacó casi seis millones de votos, una cantidad increíble- que decidió apurar la unidad para evitar que Petro gane en primera vuelta. Pero volviendo a la pregunta, creo que hay tres factores importantes que explican el agotamiento. Primero, la desaparición de la figura de Álvaro Uribe Vélez, que sale del Senado y deja de ser referente, después de muchos años de estar en el centro de la escena (y además enfrentando un proceso penal por compra de testigos). En segundo lugar, el fracaso del gobierno de Iván Duque, que fue algo muy evidente en estos cuatro años, no solo por la pandemia sino por su ineficiencia general. Hasta los propios uribistas admiten que Duque fue un pésimo presidente. Tiene niveles de desaprobación del 78%, lo que refleja un gobierno totalmente fracasado.
Por último, también han impactado fuertemente los llamados “falsos positivos” (bajas civiles que el Ejército de Colombia hacía pasar como caídos en combate), un tema que pega mucho en la discusión sobre el proceso de paz. Impacta fuerte también en la imagen “heroica” de la fuerza pública que durante muchos años intentó construir el uribismo. Cuando se empieza a confirmar que la fuerza pública no es esa cosa hermosa que dicen, la credibilidad en ese discurso cae mucho. Todos estos factores llevan a que la derecha y el uribismo estén en una situación de desplome total.
El lugar de Francia Márquez
– Recién hablabas de la necesidad de que Petro actúe con inteligencia, incluyendo la apuesta por ensanchar su base electoral. ¿Debería cerrar la fórmula con Francia Márquez o buscar la vicepresidencia fuera del Pacto Histórico?
Petro dejó muy claro en un debate público que no estaba resuelto de antemano que la vicepresidencia sea para el segundo lugar de la consulta, en este caso Francia Márquez. Lo que pasa es que hay una presión social gigante para que ella sea la candidata a la vicepresidencia, porque su votación fue histórica, nadie la esperaba. No sé cómo va a manejar Petro esa presión, pero lo tiene que hacer inteligentemente. Va a estar muy condicionado. Hay que recordar que Petro desde el año pasado viene haciendo alianzas que han sido muy criticadas, incluso con exparamilitares o con César Gaviria (expresidente, jefe del Partido Liberal), que tiene una maquinaria electoral muy buena, pero que no llegaría solo ni lo va a acompañar exclusivamente por sus ideas. Una hipótesis es que Petro no quiere llevar a quien salió segunda en la consulta porque ya tenía algo acordado de antes. Creo que Petro es la primera vez que entiende el valor de estas alianzas, aunque no le gusten.
– ¿Tiene riesgos de fractura o división el Pacto Histórico si no incluye a Francia Márquez en la fórmula?
Francia es una mujer muy inteligente y se ha manifestado públicamente cuando no le gusta una alianza o un movimiento de Petro. Pero eso no la ha hecho desistir del Pacto Histórico ni se ha acercado por eso a los sectores de centro. Ella manifiesta malestar, se pone brava, pero hasta ahí. Le preguntaron en la radio si estaba asustada de que no le dieran un lugar en la fórmula y ella respondió que no, que lo que la asusta es que sigan la pobreza y el conflicto armado. Es una persona inteligente. Cuando la escuchas queda la sensación de que este tema ya está hablado y que de pronto no estará en la fórmula. Pero ella no se va a ir, seguirá apostando al Pacto Histórico como proyecto. Muchos la perfilan incluso como posible ministra de Ambiente, que es un tema importante para ella.
– Si Petro avanza en la negociación con Gaviria. ¿Quién sería la persona para la vicepresidencia?
Algo que está muy claro es que tiene que ser una mujer y joven. Pero creo que Petro va a estar muy condicionado por César Gaviria, que mueve muchas fichas y también muchos votos. Pero es un hecho que va a ser mujer.
A quién votará la franja del centro
-Hablabas de la mala votación de la coalición Centro Esperanza. ¿Eso descarta la posibilidad de que Fajardo pase a segunda vuelta?
El Centro Esperanza, como les decía, perdió una gran oportunidad de hacer historia y tener un centro potente en Colombia. Pero personalmente creo que Fajardo (el ganador de la interna), en lugar de sumar votos, resta. En las elecciones pasadas (de 2018) se desentendió totalmente de una responsabilidad política que tenía, no solo como candidato sino como ciudadano y es algo que todavía le están cobrando. De ahí salió una frase que todavía le recuerdan, porque (tras caer derrotado en primera vuelta ante Duque y Petro) dijo que prefería irse a ver ballenas. Fue una cosa muy desafortunada. En este escenario, dudo que Fajardo vaya a ser una opción fuerte y creo que tanto Fico (Gutiérrez) como Petro van a intentar moderar sus discursos para disputar ese electorado de centro. En la elección pasada ese electorado de centro fue importante para el triunfo de Duque, sobre todo por el discurso de miedo contra Petro, que terminó calando, a pesar de la falta de argumentos reales.
– En esta elección, ¿ese electorado de centro está más afín al cambio o seguirá apostando por la continuidad?
Esa disyuntiva será terrible. Mi impresión es que este centro es más bien de centroizquierda, algo que no pasaba en 2018. En muchos debates, Alejandro Gaviria, el académico, coincidía mucho con Petro, al punto que se hacían el chiste, como si fueran ojitos de coqueteo. Petro le decía “esto puede ser una alianza”, en tono de broma. También pasó con otro candidato de Coalición Centro Esperanza, Galán, que tiene un discurso anticorrupción, del Sí a la Paz y la defensa del campesinado. Hay muchas alianzas que se pueden dar a ese nivel. Mi impresión es que este votante se volcó más a la centroizquierda.
Las dos caras de la derecha
-¿Y la disputa ahora entre Gutiérrez y Hernández, hay un favorito ahí? ¿Gutiérrez tiene ventaja por haber participado en una interna?
Lo que he visto es que Rodolfo Hernández tiene dos o tres procesos de corrupción y su discurso es “no más corrupción”. Lastimosamente, en Colombia no leemos, no nos informamos y solo repetimos. Entonces, es irónico que esté hablando de corrupción y tenga procesos en la Fiscalía. Rodolfo lo que tiene a su favor es que se acercó a la gente, algo que le faltó al centro. Acercar a la gente no es estar en la calle repartiendo volantes, es hablarles para que entiendan. Rodolfo es muy inteligente, muy estratégico en eso. Si ustedes escucharon su discurso, no tiene ninguna propuesta, sólo habla de “no más corrupción y vamos a bajar a los corruptos” y juega con las emociones.
Fico Gutiérrez es una persona que sí tiene propuestas. Habla de agradecer y respetar a las fuerzas militares y a la fuerza pública. También habla de meterle al tema derechos humanos, pero ahí no hay propuesta, simplemente lo dice para ganar votantes del centro. Entre esos dos, veo un poco más favorito a Fico, y más ahora que tiene el apoyo total del Centro Democrático de manera pública, con el respaldo de Zuluaga. Petro tiene muchas chances de ganar en primera vuelta porque la derecha está fragmentada, pero a este ritmo -faltan dos meses-, la derecha puede llegar a un acuerdo y tener un único candidato.
La elección y el proceso de paz
-Una de tus especialidades es el tema de los procesos de paz, ¿cómo impactó eso en esta elección?
En las elecciones pasadas evidenciamos que la narrativa era paz y guerra.Si escogíamos un lado era la paz y si escogíamos el otro era la guerra. Al final ganó la guerra. Demostraron que querían hacer trizas la paz, pero no lo lograron, porque la paz está muy bien blindada. Creo que la gente se empezó a dar cuenta que si cumplimos lo que pactamos, Colombia puede bajar un poco a la violencia y a la violencia armada, que son dos violencias distintas. Desde la firma del acuerdo (en 2016) hasta el año pasado, hubo más de 238 masacres, más de 300 ex combatientes asesinados, y más de 668 líderes sociales asesinados. Estas cifras no solo alteraron a la gente, sino también a la comunidad internacional. Alterando a la comunidad internacional, nos ponen en foco. La gente, incluso de derecha, empezó a entender que tenemos que cumplir. El discurso de Fico es que él no va a cambiar nada. De hecho el tema de la paz no se tocaba mucho en los debates. Hoy no está esa narrativa de guerra y paz, pero siento que todos entendemos que el próximo gobierno tiene que sí o sí cumplir el acuerdo de paz sino va a ser muy difícil la convivencia. Estos cuatro años fueron desastrosos en incumplimiento del proceso de paz.
La ola de cambio latinoamericana
-Mirado desde afuera, la tentación es pensar que las protestas sociales conducen directamente a que Petro llegue al gobierno. ¿Qué hay de esto?
Me gustaría comenzar por otro tema y es la ola latinoamericana que viene pidiendo a gritos un cambio. Comenzó en México y ahora siguió en Chile, donde Petro estuvo con (Gabriel) Boric. Todo comienza con un cambio de ola en la región y luego el estallido social termina por definir muchas cosas que se vieron reflejadas en las votaciones. Hay un cansancio enorme, no solo con la derecha, sino con las ineficiencias de las políticas que se crean en el Congreso. Los gobiernos no han identificado las problemáticas y necesidades de Colombia. Veníamos por un camino de la paz y diálogo, de cambio de dinámicas, y luego llegan Duque y la pandemia, y se reportan 22 millones de personas en situación de pobreza, una cifra que nunca habíamos tenido. El desempleo está en el 13% y el poder adquisitivo está totalmente abajo. Todas estas inconformidades reflejan una deuda que viene desde hace mucho tiempo y muestran que la sociedad colombiana no da más.
Otra consecuencia es que hubo una pluralidad de candidatos para todo. Siento que al final el estallido social valió la pena, porque hoy tenemos un congreso un poquito más balanceado. De todas maneras, el abstencionismo siguió siendo muy alto. Eso también nos hace pensar un poco, porque a la calle salió mucha gente y muchos jóvenes. Y uno se pregunta ¿dónde están? Porque al inicio del estallido social, sí tenía una causa. Eso duró casi seis a ocho meses y luego se desdibujó totalmente, ayudó a fortalecer el discurso de derecha de que salieron vándalos a la calle.
-¿Quién encarna mejor el concepto del uribismo en esta campaña?
Yo creo que Fico es el que mejor representa a lo que podríamos llamar uribismo porque tiene una línea muy clara en tema de empresarios y en temas de fuerza pública e incluso de la paz. Maneja un discurso muy similar. Rodolfo es una persona que no cuenta con propuestas, es una persona que maneja emociones.
Fico va más hacia el lado del uribismo porque tiene el tema empresarial muy presente. Una jugada fundamental que debería hacer Petro en este mes es decir quienes integrarán su equipo económico: quién va al ministerio de Hacienda, quien va para Crédito Público, quien va para todo lo relacionado con la economía. En Colombia existe una “cláusula Petro”, que es algo que utilizan los empresarios para condicionar ciertos negocios en caso de que gane Petro. El sector empresarial no confía en alguien como Petro. Si voy a arrendar o comprar un apartamento, lo firmo pero hay una “cláusula Petro” que dice que si gana Petro este negocio se deshace y me voy. Por eso es que al final aquí se dice que los empresarios ponen el presidente. Con que un empresario grande avale a Petro, ya con eso generaría un poquito más de fuerza.