Suiza – Desigualdades salariales entre hombres y mujeres: “No es culpa de la patronal… sino de las mujeres.” [Jean-François Marquis]

A l´encontre, 26-4-2023

Traducción de Viento Sur

Correspondencia de Prensa, 29-4-2023

“No se puede pretender que una diferencia salarial equivale a una discriminación” (Neue Zürcher Zeitung, 30.01.2023), ”Estadísticas controvertidas sobre la igualdad salarial” (agefi, 25.01.2023), ”Disputa sobre comparaciones salariales” (Televisión suiza de habla alemana, 10 vor 10, 6.03.2023): estos títulos dan testimonio de la nueva ofensiva en curso para desacreditar la observación de que las mujeres son discriminadas a nivel salarial. Se acerca el paro feminista del 14 de junio, así como la fecha límite en la que las empresas de más de 100 empleados/as deberán informar sobre el análisis de su diferencia salarial. Se trata de sofocar preventivamente cualquier reivindicación. Para ello, la patronal y sus agentes burgueses difunden un argumento de “amplio espectro”. Su tema: las diferencias salariales entre hombres y mujeres no son tan grandes como se afirma y, si aún existen, no es culpa de los empresarios, sino… de las mujeres o de las “mentalidades”.

Borrar las desigualdades… eliminando a las mujeres…

La profesora de economía de la Universidad de Basilea Conny Wunsch está a la vanguardia de la minimización de las desigualdades salariales. En una contribución publicada en febrero de 2021, 1 anunció que las diferencias salariales “no explicadas” [volveremos a este concepto cuestionable más adelante] entre hombres y mujeres se reducirían “hasta un 50 %” aplicando los métodos del análisis estadístico moderno. Esta “conclusión” aparece repetidamente en los argumentos patronales y burgueses.

Un eje decisivo de la “modernización” propuesta por la Sra. Wunsch se relaciona con la comparabilidad entre hombres y mujeres. De entrada, una evidencia: el empleo de mujeres y hombres está segregado. En pocas palabras: el personal de enfermería en los hogares de ancianos está compuesto casi exclusivamente por mujeres a tiempo parcial; el personal directivo de los departamentos productivos de las empresas industriales es casi todo de hombres a tiempo completo. Esto dificulta la constitución de pares, cada una compuesta por un hombre y una mujer con las mismas características (misma edad, formación, responsabilidad profesional, rama de actividad, etc.), que sirvan para la comparación de salarios.

Ante esta falta de “soporte común”, por usar el término técnico, los instrumentos estadísticos “modelan” los elementos que faltan (el hombre que trabaja en el cuidado de un asilo de ancianos; la mujer cuadro ingeniera). Pero el modelado puede no ser óptimo. Para Conny Wunsch, por lo tanto, solo se deben tomar en consideración las parejas hombre-mujer para las que se ha establecido un “common support”. Es así como, con el uso de métodos estadísticos más “robustos”, se logra reducir en un 50% la brecha salarial “no explicada”. Pero a qué costo: el 80% de las mujeres son eliminadas de la comparación, porque no tienen un equivalente masculino que comparta sus características. Esto afecta particularmente a las mujeres con un salario muy bajo…

Ante lo absurdo de este resultado, que sin embargo le sirve para que se haga viral, la Sra. Wunsch propone limitar el requisito de “soporte común” a las variables más importantes, ampliando así la proporción de mujeres consideradas. La profesora de Basilea llega entonces al resultado de que la diferencia salarial “no explicada” cae del 7,7% al 6% en el sector privado y del 6,4% al 3,2% en el sector público. Pero una de cada cinco mujeres que trabajan en el sector privado y una de cada diez en el sector público siguen siendo eliminadas de la comparación. A pesar de todas las molestias que se toma, la Sra. Wunsch no puede eliminar la diferencia salarial “inexplicada” entre hombres y mujeres. Un informe pericial encargado por el Consejo Federal ya mostró en 2015 que los llamados análisis estadísticos “más sofisticados” no hacían desaparecer esta diferencia, correspondiente al núcleo duro de la discriminación salarial que sufrían las mujeres. 2

… o explicándolas por mujeres

El segundo eje de la afirmación burguesa es éste: los análisis oficiales de las diferencias salariales no tendrían en cuenta suficientes factores explicativos. Por lo tanto, no se podría afirmar que las diferencias “no explicadas” sean sinónimo de discriminación. Este es el sentido del postulado presentado en diciembre de 2022 por el consejero nacional del Partido Radical Marcel Dobler (Saint-Gall). Pide “un estudio relacionado específicamente con la parte no explicada de la brecha salarial entre hombres y mujeres y utilizando los métodos científicos más recientes. Las posibles causas de esta discrepancia, como la maternidad, la interrupción del trabajo, el estado civil o la experiencia profesional, se examinarán para todos los tramos de edad”. Miembro del comité de la cumbre empresarial economiesuisse, cofundador de Digitec-Galaxus que vendió a Migros en 2014, Marcel Dobler es desde 2018 copropietario de las jugueterías Franz Carl Weber, que emplean a cerca de 200 empleados, de los que muy probablemente la mayoría son mujeres… lo que quizás explica su interés en la pregunta.

En los análisis oficiales actuales, varias características que se tienen en cuenta para explicar las diferencias salariales entre hombres y mujeres reflejan en sí mismas la discriminación que sufren las mujeres. Por ejemplo, se supone que la posición profesional (ser directiva o no) “explica” parte de esta diferencia. Pero las mujeres a menudo se enfrentan al mecanismo discriminatorio del “techo de cristal”. Considerar que la posición profesional “explica” la diferencia salarial entre hombres y mujeres equivale, por tanto, a actuar como si las diferencias salariales derivadas de la discriminación –el techo de cristal– estuvieran justificadas.

Con el postulado de Dobler iríamos un paso más allá: una diferencia salarial ligada al hecho de que las mujeres hayan vivido la maternidad se consideraría así “explicada” y por tanto justificada. En cierto modo: las mujeres ganan menos que los hombres, porque… son mujeres. En su respuesta negativa al postulado, el Consejo Federal también está obligado a recordar que la Ley de Igualdad establece que cualquier discriminación “basada en el estado civil o la situación familiar está prohibida”.

Sin embargo, se necesitaría más para frenar la maquinaria de propaganda burguesa. Para eludir esta objeción bastante elemental, desarrolla un doble argumento: las diferencias de características entre hombres y mujeres no son de hecho consecuencia de la discriminación que sufren las mujeres (desfavorecidas para hacer carrera, por ejemplo), sino de su “libre elección”, o bien de las “mentalidades” dominantes, “conservadoras”. En cualquier caso, los empresarios no tendrían nada que ver.

Las mujeres ganan menos… porque quieren

Comencemos con la “libre elección”. Una ilustración de ello la ofrecen las palabras de la economista Conny Wunsch, de nuevo ella, entrevistada por la NZZ (30.01.2023). Cuando se la pregunta si todavía hay empleadores que pagan sistemáticamente menos a las mujeres que a los hombres, responde que esto no está excluido, pero que, en su opinión, ello es bastante raro. Luego continúa: “[…] Lo que probablemente es más frecuente es que una pequeña empresa tenga poco dinero disponible. Ella anuncia un concurso para un puesto, por el cual uno ganaría mucho más en una gran empresa. Lo más probable es que las mujeres se postulen, porque los viajes más cortos o una mayor flexibilidad son más importantes para ellas que un salario alto. ¿Es esto discriminación salarial? […] Si una empresa tiene pocos recursos y son en su mayoría mujeres quienes se postulan, no puede culparla por contratar mujeres. Si un hombre se hubiera postulado, también habría ganado menos. Pero el hombre accede a hacer un viaje más largo, porque quiere más salario. A esto se suma el hecho de que las mujeres tienden a negociar menos su salario que los hombres, especialmente en el momento de la contratación. Recomiendo a cualquier mujer que haga esto y reclame su salario. Pero las mujeres prefieren evitar los riesgos con más frecuencia que los hombres”.

Aquí estamos: las mujeres ganan menos porque quieren, siguiendo sus “preferencias”… por desplazamientos cortos, horarios flexibles y aversión al riesgo. Obviamente, dos “detalles” escapan a la atención de la economista Wunsch.

En primer lugar, la supuesta “preferencia” de las mujeres por la flexibilidad puede tener algo que ver con el hecho de que la gran mayoría del trabajo doméstico y educativo recae sobre ellas. ¿Dónde están las medidas para desarrollar servicios públicos de atención a la infancia, que garantice una plaza para cualquier progenitor que lo solicite y accesible sin trabas económicas? ¿Dónde está el permiso parental suficiente para pasar el primer año con un recién nacido sin tener que interrumpir o reducir drásticamente la actividad profesional? ¿Dónde están las duras sanciones para los empresarios que siguen despidiendo a las mujeres que han dado a luz, a pesar de que eso está prohibido? ¿Cuándo se exigirá a los patrones que concedan trabajo a tiempo parcial a los hombres que lo soliciten y aumenten el tiempo de trabajo de las mujeres que han reducido temporalmente su tasa de actividad? ¿Cuándo se producirá la reducción del tiempo de trabajo, necesaria para compatibilizar la actividad profesional y las responsabilidades familiares?

En segundo lugar, en la vida real, hay algo más que las absurdas “preferencias” de las mujeres: la “relación de fuerzas” social. ¿Apenas hay cuidadores a tiempo completo en atención domiciliaria o en las EMS, ni hay vendedoras a tiempo completo, principalmente por sus “preferencias”? ¿O porque el trabajo a tiempo parcial obligatorio es ideal para garantizar la máxima flexibilidad a los empresarios en la gestión de los “recursos humanos”? ¿Son los salarios de la mayoría de las mujeres en el cuidado, reconocidos como insuficientes, por sus “preferencias” por la flexibilidad, a su demasiado baja “productividad” (¿medida cómo?)? ¿O las destructivas restricciones presupuestarias impuestas a los servicios de salud en nombre de “combatir la explosión de los costos de salud”, limitaciones encabezadas por los partidos de derecha y las asociaciones patronales? ¿Los salarios son tan bajos en la gran distribución, o en los servicios de limpieza, donde las mujeres son mayoría, porque son empresas de “poco recursos”? ¿O porque Migros, Coop, Manor y otras ISS están en una posición de fuerza para imponer sus condiciones laborales y salariales? Y todos estos bajos salarios, impuestos en ramas donde las mujeres son mayoritarias, ¿no son considerados “normales” porque afectan sobre todo a las mujeres, cuyos ingresos siguen siendo considerados como “de apoyo”?

De lo contrario, es culpa de las “mentalidades”…

El argumento de las “mentalidades” completa el anterior. Aquí hay una ilustración. Para dar respaldo “científico” a su postulado, el radical Dobler invoca un “análisis reciente” de la Oficina de Economía y Trabajo del Cantón de Zúrich (Wirtschaftsmonitoring, diciembre de 2022, p. 17). El autor principal de este “análisis” es el jefe del departamento de economía de la oficina mencionada, Luc Zobrist, elegido por el Partido Radical en la ciudad de Zofingen (AG) y ex asistente de investigación en Avenir Suisse, la oficina productora de propaganda patronal. Un experto. Afirma que si persiste una brecha salarial entre hombres y mujeres, no tiene nada que ver con la discriminación: “el mayor factor que contribuye a la diferencia salarial [es que] tan pronto como las mujeres tienen hijos, reducen su tasa de actividad. Esto no sólo se traduce en una caída de sus ingresos, sino, a medio plazo, de su experiencia profesional y de sus posibilidades de carrera”. Sin embargo, esta situación resulta de “la influencia decisiva de las representaciones en términos de valores, de reparto de roles y de preferencias”, representaciones que son “bastante conservadoras en Suiza en comparación con Europa”. Entonces los patrones no pueden hacer nada al respecto, lo que habría que demostrar. Pero esta supuesta “explicación” es doblemente cuestionable.

En primer lugar, es engañoso creer que solo las mujeres que han tenido hijos se ven afectadas por las desigualdades salariales. Según el análisis detallado de las diferencias salariales en 2020 publicado por la FSO, 3 la diferencia de salarios entre hombres y mujeres entre personas casadas (Zobrist basa su “demostración” en el estado civil) asciende ciertamente al 25%, del cual dos quintos (10%) se consideran “inexplicadas”. Pero la diferencia salarial no es inexistente entre los solteros: asciende al 4,6%, de los cuales dos tercios (3,1%) se consideran inexplicadas. Estos resultados convergen con los del estudio publicado en 2019 por Betina Combet y Daniel Oesch. 4 Usando datos de dos cohortes generacionales para rastrear los comienzos de una carrera profesional, los dos autores muestran que “las mujeres jóvenes ganan salarios más bajos que los hombres jóvenes con habilidades comparables y que trabajan en trabajos comparables mucho antes de tener hijos” [subrayado por los autores]. Estiman esta diferencia “inexplicada” entre un 3% y un 6%.

En segundo lugar, los patronos desempeñan un papel activo en la ampliación de la brecha salarial en detrimento de las mujeres con hijos. Otro estudio 5 en la que también participó Daniel Oesch así lo demuestra. Por un lado, muestra que a igualdad de características, tener un hijo reduce el salario de las mujeres en cuestión entre un 4% y un 8%. Por otro lado, una experiencia realizada con responsables de selección en departamentos de personal da como resultado que ofrecen a las mujeres con hijos y que solicitan un puesto de asistente de recursos humanos un salario del 2% al 3% más bajo que para los candidatos sin hijos, aunque todas las demás características de los candidatos sean idénticas. La brecha es más pronunciada para las madres jóvenes, para quienes alcanza el 6%. Por lo tanto, son muchas elecciones a priori de los empleadores las que amplían la brecha salarial en detrimento de las madres, y no la pretendida “falta de experiencia profesional”.

En cuanto a invocar la “mentalidad conservadora” suiza para desreponsabilizar a la patronal, es la típica hipocresía por parte de un representante del Partido Radical, pilar durante siglo y medio del poder burgués y fiel relevo de las reivindicaciones patronales. ¿Qué hizo el Partido Radical para que Suiza no fuera uno de los últimos países del mundo en conceder el derecho al voto a las mujeres, en 1971? ¿Quién frenó, tanto como hizo falta, la primera huelga de mujeres en 1991 para que finalmente entrara en vigor una ley de igualdad en 1996? ¿Quién luchó ferozmente contra la licencia de maternidad, que solo existe en Suiza desde 2005? ¿Quién bloquea todavía y siempre la instauración de los permisos parentales? ¿Quién frena la financiación de las guarderías públicas durante décadas?

En los orígenes de un encarnizamiento

La “flexibilidad del mercado de trabajo”, es decir, la ausencia de derechos colectivos y la debilidad de las normas que protegen a los y las asalariados, siempre ha sido un activo decisivo de la patronal suiza. La lucha de las mujeres por la igualdad salarial amenaza esta “ventaja competitiva”: postula que las reglas definidas por la sociedad -la igualdad entre hombres y mujeres y, por lo tanto, el principio de que el trabajo de igual valor debe ser remunerado de forma igual- pueden poner límites a la libertad de los empleadores, que a estos últimos les gustaría mantener ilimitada. Y esta exigencia ha adquirido una legitimidad social incomparable a la de otras demandas sociales, como la del salario mínimo por ejemplo. Es este progreso el que los círculos burgueses y empresariales están decididos a romper, disparando a toda máquina. Ello subraya el sentido del compromiso sindical a su favor.

* Jean-François Marquis es miembro del Sindicato de Servicios Públicos (SSP)

Notas

  1. Anthony Strittmatter, Conny Wunsch (2021), “The Gender Pay Gap Revisited with Big Data: Do Methodological Choices Matter?”, WWZ Working Paper 2021/05.
  2. Christina Felfe, Judith Trageser, Rolf Iten (2015), “Etude des analyses appliquées par la Confédération pour évaluer l’égalité des salaires entre femmes et homme. Rapport final”.
  3. Kaiser, B. & Möhr, T. (2023). “Analyse des différences salariales entre femmes et hommes sur la base de l’enquête suisse sur la structure des salaires (ESS) 2020”. BSS Volkswirtschaftliche Beratung. Etude sur mandat de l’Office fédéral de la statistique (OFS), tableau 118
  4. Betina Combet et Daniel Oesch (2019), “The Gender Wage Gap Opens Long Before Motherhood. Panel Evidence on Early Careers in Switzerland”, European Sociological Review.
  5. Daniel Oesch, Oliver Lipps, Patrick McDonald (2017), “The wage penalty for motherhood: Evidence on discrimination from panel data and a survey experiment for Switzerland”, Demographic Research, vol 37, article 56, pp. 1793-1824.