Mac Osteljied, embajador de EEUU en conferencia de prensa en Asunción. Foto: Norberto Duarte/AFP
La oposición tiene chances de vencer este domingo al Partido Colorado, heredero de la dictadura y en el gobierno por 72 años, solo una vez derrotado en las urnas. La intervención estadounidense ha sido clave para jaquear al imperio del expresidente Cartes.
Andrés Colmán Gutiérrez, desde Asunción
Brecha, 28-4-2023
Correspondencia de Prensa, 29-4-2023
De no haber sido por la abierta intromisión de Estados Unidos en la política paraguaya, el poderoso político y empresario Horacio Cartes investigado por contrabando de cigarrillos, lavado de dinero y conexiones con organizaciones consideradas terroristas, quien fue presidente de la República de 2013 a 2018, hubiera podido regresar sin muchos problemas a ocupar el gobierno, a través de su delfín político, Santiago Peña. Pero una controvertida operación política internacional se propuso, si no a impedirlo, por lo menos a hacerle el retorno más difícil.
Hasta mediados de 2022, la mayoría de los paraguayos hubiera asegurado que la vuelta de Cartes al gobierno en las elecciones de abril de 2023 era imposible de evitar. Aunque la Constitución, en su artículo 229, establece que los presidentes no pueden ser reelectos «en ningún caso», una cláusula que se insertó en la Constituyente de 1992, para evitar que el general que derrocó al dictador tuviera la tentación de eternizarse en el poder, el plan del controvertido empresario era hacerse elegir como presidente del Partido Colorado y ubicar como candidato oficialista a quien fue su ministro de Hacienda, el economista Santiago Peña, a quien podía manejar sin ningún disimulo.
Peña debía enfrentar en las elecciones internas coloradas de diciembre al vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, pero todos daban por descontado que lo derrotaría fácilmente, debido al desprestigio del gobierno del presidente Mario Abdo Benítez… Sin embargo, ocurrió algo que no estaba en los planes.
En la tarde del jueves 22 de julio de 2022, una sugestiva convocatoria a conferencia de prensa hecha por la Embajada de Estados Unidos en Asunción para el día siguiente disparó un mar de conjeturas. El escándalo se desató cuando el embajador Marc Ostfield informó que el gobierno de Estados Unidos declaraba como «significativamente corrupto» a Horacio Cartes y le negaba las visas de entrada a ese país a él y a sus familiares.
Corrupción e impunidad
«El expresidente Cartes obstruyó una importante investigación internacional sobre el crimen transnacional para protegerse a sí mismo y a su asociado criminal de un posible enjuiciamiento y daño político. Estas acciones socavaron la estabilidad de las instituciones democráticas de Paraguay, al contribuir a la percepción pública de corrupción e impunidad dentro de la oficina del presidente de Paraguay. Además, estas acciones permitieron y perpetuaron la participación recientemente documentada de Cartes con organizaciones terroristas extranjeras y otras entidades designadas como criminales por Estados Unidos, lo que socava la seguridad de Estados Unidos contra el crimen y el terrorismo transnacional y amenaza la estabilidad regional», acusó en julio el secretario de Estado estadounidense, Antony J. Blinken.
Aquella primera declaración cayó como un tsunami político en el ambiente preelectoral paraguayo. La situación empeoró cuando, en agosto de 2022, el gobierno norteamericano también declaró como «significativamente corrupto» al entonces vicepresidente y precandidato presidencial oficialista, Hugo Velázquez, quien se vio obligado a renunciar a su candidatura y fue sustituido en ese rol por el ministro de Obras Públicas, Arnoldo Wiens.
A pesar de la condena estadounidense, el delfín de Cartes, Santi Peña, ganó las internas de diciembre y se posicionó como candidato presidencial del Partido Colorado. Pero el gobierno de Joe Biden redobló la apuesta cuando, el 26 de enero de 2023, el Departamento del Tesoro decidió sancionar a las empresas del Grupo Cartes y les impidió operar en el sistema financiero de Estados Unidos.
Esta vez, el impacto negativo se sintió con mucha mayor fuerza. Compañías internacionales asociadas a Cartes, como el Grupo Luksic, uno de los conglomerados económicos más poderosos de Chile, anunciaron su desvinculación con respecto al exmandatario paraguayo. Cartes tuvo que desprenderse de varias de sus empresas y anticipar la herencia a sus hijos, y el Partido Colorado enfrentó desde entonces serios problemas para acceder a préstamos bancarios que le permitan financiar la campaña electoral.
El final menos pensado
«Son peculiares estas elecciones. Despertaron poco entusiasmo, no tuvieron debate presidencial, las campañas fueron más austeras, nadie cree en las encuestas –así como no se creerá en las bocas de urna– y hay poca propaganda institucional, vale decir, de los partidos. […] Pese a ello, esta semana final promete ser electrizante, pues a diferencia de las dos últimas elecciones presidenciales, el resultado es impredecible», escribió el sábado en su columna del diario Última Hora el sardónico analista Alfredo Boccia Paz.
El articulista resume el sentimiento de muchos electores en vísperas de los comicios. Lo que parecía un final cantado y aburrido, con una nueva victoria del candidato colorado, con la previsible continuidad de un ámbito mafioso y corrupto, tuvo, sin embargo, unas sorpresivas variaciones, a partir de las unilaterales condenas impartidas por el gobierno de Estados Unidos.
«Gracias, Tío Sam, por castigar a los corruptos de mi país», dice un grafiti en el barrio Kuwait de Ciudad del Este, en la Triple Frontera. La intervención estadounidense colocó una espada de Damocles sobre el hasta entonces poderoso e intocable Horacio Cartes, a quien la Fiscalía y los jueces paraguayos venían encubriendo, en lugar de investigarlo, a pesar de que existen contra él denuncias por contrabando de cigarrillos y lavado de dinero en la Justicia y el Congreso de Brasil desde los años noventa.
En enero de 2010, cables diplomáticos de Estados Unidos filtrados por Wikileaks hablaban de la operación Corazón de piedra, protagonizada por la DEA (Administración de Control de Drogas) y otros organismos que investigaban una red de tráfico de drogas y lavado de dinero que operaba en Argentina, Brasil y Paraguay.
«Agentes se infiltraron en la empresa de lavado de dinero de Cartes, una organización que se cree lava grandes cantidades de la moneda estadounidense, generadas a través de medios ilícitos, incluyendo la venta de narcóticos desde la TBA [Triple Frontera] a Estados Unidos», se sostenía en la filtración. La Fiscalía paraguaya, que permanecía bajo el control del cartismo, nunca avanzó en las investigaciones. Recién el nuevo fiscal general del Estado, Emiliano Rolón, quien asumió en marzo de 2023, decidió formar un equipo que indague las denuncias contra Cartes.
Todo este clima llevó a una debilitación del cartismo, y permitió que la Concertación Nacional por un Nuevo Paraguay, una suma de 14 organizaciones políticas lideradas por el Partido Liberal Radical Auténtico, principal fuerza opositora, crezca en las posibilidades de enfrentar en igualdad de condiciones e incluso de derrotar al Partido Colorado, que ha manejado el gobierno durante los últimos 76 años, incluidos los 35 años de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), habiendo perdido una sola vez las elecciones, en 2008, ante el exobispo Fernando Lugo, que fue derrocado por un golpe parlamentario en 2012.
Entre las pocas encuestas creíbles, aparece la realizada por la encuestadora brasileña Atlas, de entre el 10 y el 13 de marzo, que plantea un empate técnico entre el opositor Efraín Alegre (38 por ciento) y Santiago Peña (36 por ciento).
Los principales candidatos
«Santiago Peña y [su compañero de fórmula] Pedro Alliana son los representantes del statu quo. No hace falta extenderse mucho, porque ellos representan al Partido Colorado y a la estructura económica empresarial-política e incluso social que maneja este país hace décadas. O sea que tratarán de seguir manteniendo el país sin cambios de ningún tipo», dijo a Brecha Boccia Paz.
El historiador y sociólogo Claudio José Fuentes Armadans sostuvo, por su parte, que «Peña y Alliana no solo representan al partido gobernante durante la mayor parte de la historia actual paraguaya, sino a una apuesta conservadora de una clase empresarial oligarca. También representan a un grupo político interno del coloradismo, en crisis tras las sanciones internacionales a su liderazgo. En caso de ganar esta dupla, puede tener problemas en definir un proyecto propio, más allá de los grupos empresariales y fácticos que buscarán ser los nuevos padrastros de la criatura».
Con respecto a sus principales contendientes, destaca Boccia Paz: «Efraín Alegre y [su compañera de fórmula] Sole Núñez, si bien no representan un cambio ideológico o estructuralmente distinto en lo económico e incluso en muchos aspectos sociales, sí representan la alternancia, que es una suerte de oxigenación en la historia reciente del Paraguay y la posibilidad de que con ellos, o en el futuro, sea posible hacer algún cambio, que haga de este país un territorio menos asfixiantemente hegemónico del Partido Colorado. Creo que abren perspectivas, no extraordinariamente amplias, como las que creíamos se iban a abrir con Lugo en 2008, pero sí algo distinto a la opacidad de 70 años de coloradismo».
Fuentes Armadans complementa: «Si bien es cierto que se presenta como la única posibilidad real de alternancia a este continuismo colorado que desde hace décadas afecta al país, la dupla no consigue articular una propuesta superadora de la realidad actual que sea factible y que entusiasme. Sin embargo, la alternancia es necesaria y urgente. En caso de ganar, sus mayores retos van a ser componer una agenda nacional que logre poner de forma urgente en tratamiento los problemas más importantes a nivel social y económico, teniendo en cuenta que no van a tener posiblemente una mayoría parlamentaria. Otro de los posibles temas es ver cómo dos candidatos con personalidades fuertes y que comparten chapa pueden trabajar coordinadamente».
Un fenómeno llamativo en estas elecciones es la emergencia de un candidato que se sitúa en el tercer lugar de las preferencias, el abogado Paraguayo Payo Cubas. La encuesta Atlas lo ubica en el 14 por ciento de las preferencias. Es considerado un émulo de candidatos de la nueva derecha, como el salvadoreño Nayib Bukele, el argentino Javier Milei o el brasileño Jair Bolsonaro. Así lo caracteriza Boccia Paz: «Como todas estas figuras, no solo en Paraguay sino en toda Latinoamérica, incluso en Europa, de repente se constituyen en sorpresas electorales, pero en el caso de Payo Cubas es demasiado inestable y ojalá que no se establezca como una fuerza política importante en el Paraguay, porque sería completamente improductiva, dado su alto nivel de esquizofrenia política».
Fuentes Armadans opina que Cubas «tiene un pie metido en el autoritarismo tradicional y otro en el fenómeno de las nuevas derechas, incentivado por el uso de las redes sociales. No va a ganar las elecciones, probablemente. Sin embargo, puede, bajo las premisas de las nuevas derechas, construir un nuevo tercer espacio que responda al escepticismo creciente en el sistema democrático. El crecimiento de este tipo de tendencia es preocupante. En ese sentido, esta es la candidatura que sale de la norma de las anteriores. Otra de las cuestiones es si esta candidatura va a restar más votos a la dupla oficialista o a la de la concertación».
El izquierdista Frente Guasú, liderado por el expresidente Fernando Lugo, que hasta ahora venía siendo considerado la tercera fuerza política, acude a las urnas con una traumática división. Parte de sus organizaciones, lideradas por la senadora Esperanza Martínez, permanecen en la Concertación, mientras otros referentes, como los senadores Jorge Querey, Sixto Pereira y Kencho Rodríguez, forman parte del Movimiento Nueva República, del excanciller Euclides Acevedo, que no logró despegar en las preferencias. El exobispo Lugo sufrió un ACV en agosto de 2022 y permanece fuera de la escena política por su delicado estado de salud, pero los dos grupos se disputan su respaldo político.
Un detalle importante es que este domingo, por primera vez, el partido Paraguay Pyahura, brazo político de la poderosa Federación Nacional Campesina, participará de unas elecciones. Lo hace precisamente dentro de la Concertación, a la que agrega así un perfil de izquierda que difiere de algunas propuestas de centroderecha que también forman parte de la principal coalición opositora, como el Partido Patria Querida.