Brasil – “30 millones con hambre no es algo sencillo de resolver”. [Michela Calaça – Entrevista]

Michela Calaça, del Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC), enumera los retos a los que se enfrenta el gobierno de Lula en la lucha contra el hambre.

Helena Dias, desde Recife, Pernambuco

Brasil de Fato, 22-12-2022

Traducción de Correspondencia de Prensa, 23-12-2022

En vísperas de la toma de posesión del Presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, crecen las proyecciones sobre las prioridades del nuevo gobierno, especialmente en las áreas de lucha contra el hambre y fomento de la agricultura familiar, temas que guiaron las elecciones de 2022.

La líder nacional del Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC), Michela Calaça, habla sobre los retos de la lucha contra el hambre combinada con políticas de fomento de la agroecología, los desafíos del desarrollo regional y cómo el Nordeste ha abordado la cuestión.

– Uno de los principales problemas de la situación actual en Brasil, especialmente en las regiones Norte y Nordeste, que presentan los índices más graves de inseguridad alimentaria, es la lucha contra el hambre. ¿Qué cambios cabe esperar en este sentido en el próximo periodo?

Se trata de una cuestión muy compleja porque implica producción, distribución, transformación del campo y acceso a la tierra. Pero creo que estamos en un momento muy feliz de nuestra coyuntura, a pesar de la persistente crisis económica y medioambiental. Es un momento en el que hemos elegido a un presidente que dice que el hambre en Brasil es absurda y que combatirá el hambre como prioridad de su gobierno.

Tener más de 30 millones de hambrientos no es algo sencillo de resolver, no se solucionará en los primeros 100 días del próximo gobierno. Pero estamos en un momento de esperanza y las experiencias que tengamos en el Nordeste serán fundamentales para hacer frente al hambre en todo el país.

-El debate sobre nuestro sistema alimentario se ha ido perfilando a lo largo de las tres últimas décadas. Y la expansión de la agroecología es una agenda que está ganando impulso en un contexto de hambre en Brasil. ¿Es posible pensar hoy en la expansión de este modo de vida, de agricultura y de trabajo?

Creemos que es posible transformar porque va más allá del sistema de producción. La agroecología es una forma de vida, ciencia y movimiento en acción. Entonces, enfrentar el hambre descartando la agroecología no es hacer acciones estructurantes, sino acciones que pueden ser derrocadas por golpes de Estado, por ejemplo. La agroecología cambiará nuestra lógica con la producción y también esta relación entre los que necesitan y los que producen alimentos.

Queremos producir alimentos sanos, sin veneno, sin violencia contra las mujeres y sin racismo. Creo que es muy importante que pensemos que la Agroecología viene de la mirada de la Academia para varias experiencias, especialmente indígenas y quilombolas (población de comunidades negras, originarias de los asentamientos de negros que se rebelaron y escaparon de la esclavitud en el siglo XIX: ndt) . Tenemos que transformar esto en nuestra forma de producir alimentos sanos.

-Hablamos de una inseguridad alimentaria que se ha agravado con la pandemia del covid-19. Las mujeres, en su mayoría negras y del noreste, son las principales afectadas por esta situación, por el desempleo y la pobreza y, al mismo tiempo, por la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados. ¿Cuáles son sus principales reivindicaciones, tanto en el campo como en la ciudad?

No nos organizamos para tener derecho a trabajar, sino para que se reconozca el trabajo que ya hacemos. Este trabajo es históricamente responsable de la preservación de la biodiversidad, de una forma más diversa de producir alimentos, pero ha sido invisibilizado. Esto tiene un impacto en la vida de las mujeres campesinas, que es la falta de autonomía económica, como si todo lo producido en su unidad de producción perteneciera al hombre.

Y también hay una relación campo-ciudad entre las mujeres porque lo que venimos construyendo en el MMC desde hace algunos años es que necesitamos ser un movimiento de mujeres campesinas unido al movimiento de mujeres feministas de la ciudad.

-En 2020 se creó el Consorcio del Nordeste, una articulación política y de gestión compuesta por los estados de la región. ¿Cómo valora la importancia del consorcio para el desarrollo del Nordeste y para estos temas de los que estamos hablando?

Tenemos hasta el 31 de diciembre un presidente enemigo de nuestra región. Antes del golpe de 2016, manteníamos un debate sobre el desarrollo territorial más allá de las regiones. Intentábamos considerar lo que siempre hemos llamado desarrollo regional como desarrollo territorial e intentábamos avanzar. El Nordeste es una región diversa y presenta muchas diferencias en cuanto a clima, suelo, bioma, población y cultura. Y estábamos en este proceso y sufrimos un golpe que capturó el Estado para acabar con las políticas sociales y sólo dar dinero al capital. Desgraciadamente, tenemos unas elecciones que eliminan al principal candidato y quien gana es un fascista, genocida o como queramos llamarlo.

El Consorcio del Nordeste es una solución concreta de personas comprometidas para que nuestra región no se detenga, porque si dependiera del actual gobierno federal, sería muy difícil que tuviéramos políticas públicas de salud, educación, asistencia social y muchas otras con las que el Consorcio del Nordeste dialoga e intercambia experiencias en la región.