Ante el peligro mortal de la extrema derecha, alimentado por Macron y por 40 años de retroceso social, construyamos una respuesta social y antifascista
L’Anticapitaliste, Redacción, 14-4-2022
Traducción de Correspondencia de Prensa, 14-4-2022
Al igual que en 2017, Macron y Le Pen se clasificaron para la segunda vuelta al final de una no campaña y con una abstención en fuerte ascenso (26,31%).
La elección presidencial ya es en sí particularmente antidemocrática y esta campaña fue una caricatura de la misma, con la derecha y la extrema derecha confiscando la palabra, particularmente por Macron que, en esta etapa, gana su apuesta con 27,85%.
Una campaña lamentable
En ningún momento de la campaña el presidente y candidato quiso rendir cuentas de las políticas que llevó a cabo en los últimos cinco años, que fueron particularmente antisociales y autoritarias.
Lamentablemente, la desaprobación de este quinquenio de gobierno beneficia a la extrema derecha, ante la cual Macron no fue para nada un baluarte. Y lo que es peor, su política la alimenta cuando ataca las condiciones de vida de los asalariados y de los desempleados, cuando persigue a los migrantes e indocumentados con [su ministro del interior] Darmanin, cuando estigmatiza a los musulmanes con la ley de “separatismo” o la campaña contra el “islamo-izquierdismo”, cuando reprime violentamente las manifestaciones, como las del movimiento de los Chalecos Amarillos…
Es un eufemismo decir que el clima político de los últimos meses incidió en las urnas. Las cuestiones sociales prevalecen, como la necesidad de aumentar los salarios y todos los ingresos ante el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría. Pero fueron los temas de la extrema derecha los que se impusieron, en particular bajo la presión de Zemmour [otro candidato de ultraderecha, con un discurso aún más radical que M. Le Pen. ndt]. Prefigurando un proyecto fascista, Zemmour destiló sus ideas repugnantes a lo largo de toda la campaña de la derecha y de la extrema derecha. El hecho de que los tres candidatos de extrema derecha representen casi un tercio de los votos (32,28%) es dramático.
El peligro Le Pen
Le Pen no estuvo nunca antes tan cerca del poder. Es un auténtico veneno: busca fomentar el odio contra la población inmigrante y las personas de origen inmigrante, así como la división, con el objetivo de sobreexplotarlas y de hacer que los trabajadores se olviden de los verdaderos responsables de las crisis, el desempleo y la miseria.
El alto porcentaje obtenido por Le Pen (23,15%) y la crisis política, que confirma el rechazo a los partidos tradicionales de izquierda y derecha, nos demuestran la urgencia de tomar la iniciativa, de movilizarnos. No enecesitamos un “frente republicano” liderado por Macron, sino que necesitamos construir una amplia movilización contra Le Pen, Zemmour y sus aliados.
El próximo fin de semana [16 y 17 de abril] debe estar marcado por manifestaciones lo más masivas posibles contra la extrema derecha y las políticas liberales y autoritarias que la alimentan. En París, por ejemplo, tendrá lugar este sábado una manifestación antirracista y antifascista, convocada, en particular, por la Marcha de la Solidaridad. Esa movilización debe también construirse día a día en los barrios obreros, en los lugares de trabajo, entre los jóvenes, allí donde sea posible.
¿Cambio de dirección en la izquierda?
Sumando todas las tendencias, la izquierda mantiene, como en 2017, un nivel muy bajo (casi el 32% en conjunto). En este contexto, agradecemos a los electores que eligieron votar a Philippe Poutou, un trabajador despedido, alguien que se parece a ellos. También sabemos que otros muchos, pese a identificarse con nuestro candidato, prefirieron optaron por introducir otra papeleta en la urna, confiando en el “voto útil”.
En este contexto hay que apreciar el avance político de Jean-Luc Mélenchon (21,95%) quien, para muchos, podría evitar que la extrema derecha llegara a la segunda vuelta. Contrariamente a lo dicho en algunas declaraciones, no fueron los otros candidatos los que le quitaron votos a Mélenchon, privándolo de una segunda vuelta, sino que fue él quien se benefició plenamente de ese “voto útil” aspirando los votos a los demás candidatos [de izquierda: PC, NPA, en particular. ndt]. Mélenchon paga también el precio de una trayectoria en solitario que no aglutinó a todas las corrientes que están cerca de él (empezando por el PCF que lo había apoyado en las dos elecciones presidenciales anteriores).
La izquierda de gestión del sistema (liderada por el PS) está en el fondo del pozo, y nadie lo lamenta. La Unión Popular de Mélenchon tiene ahora las cartas en la mano: saber qué iniciativas va a tomar en los próximos meses, tanto en el ámbito de las movilizaciones como en la organización de nuestro campo social, es una de los desafíos para el futuro.
Unidad para contraatacar y construir
Los próximos meses van a ser difíciles, ya lo sabemos, y más que nunca tenemos que unir nuestro campo social y sus organizaciones para hacerle frente. El conjunto de la izquierda social y política -sindicatos, asociaciones, grupos ecologistas, antirracistas, feministas, LGBTI y fuerzas políticas- debe reunirse para debatir las posibles iniciativas que permitan cambiar esta situación.
Es urgente construir un frente común y sostenible contra la extrema derecha. Un frente unido antifascista que articule movilizaciones en la calle y batallas ideológicas.
También tenemos que organizar la cooperación y la coordinación, encontrar formas de accción en torno a un programa de emergencia común para las luchas. Esto comienza con una respuesta unida a la ofensiva anunciada de Macron sobre las pensiones y jubilaciones, para movilizarse a favor de los salarios y de otra distribución diferente de la riqueza…
Por último, como pudimos valorarlo durante esta campaña, muchas personas son “huérfanas” de una izquierda combativa. Necesitamos reconstruir una fuerza política anticapitalista, antifascista, feminista, ecologista, antimilitarista, anticolonialista e internacionalista para la transformación revolucionaria de esta sociedad. Esto requiere un debate en el conjunto del movimiento social, del movimiento obrero, con todas las corrientes y fuerzas que aspiran a ese proyecto. Es necesario y urgente.