Cartel electoral del promilitar Partido Unión Solidaridad y Desarrollo, en Lashio (Myanmar) el 20 de diciembre. AFP vía Getty Images
La junta militar de Myanmar celebra elecciones para perpetuarse en plena guerra civil: “No serán libres en absoluto”
Víctor Honorato
elDiario.es, 26-12-2025
Correspondencia de Prensa, 27-12-2025
Los activistas birmanos Harn Yawnghwe y Victor Bian Liak denuncian que la votación se lleve a cabo mientras continúan los bombardeos a civiles casi cinco años después del golpe de Estado
Tras los casi cinco años de guerra civil que han seguido al golpe de Estado de 2021 en Myanmar, el país del sudeste asiático sigue encallado en un conflicto multipolar. La junta militar no acaba de derrotar a las fuerzas de la oposición democrática y a los grupos étnicos alzados en armas, algunos de los cuales controlan territorios importantes.
El general golpista Min Aung Hlaing busca ahora legitimidad internacional con una convocatoria electoral en tres fases —la primera, este domingo— sin garantías de limpieza: continúan los ataques contra la población civil, con millones de desplazados, y con cambios en el formato y dudas sobre el calendario hasta última hora. Si logra el apoyo de las potencias regionales, la junta militar se anotará una victoria diplomática.
Los activistas Harn Yawnghwe (Maymyo, 1948) —hijo del primer presidente de la Birmania independiente tras la Segunda Guerra Mundial— y Victor Biak Lian (Hakha, 1965) representantes de la Euro Burma Office (EBO) y del colectivo Associates to Develop Democratic Burma (ADDB), respectivamente, llevan más de tres décadas mediando desde el exilio para la búsqueda de una solución democrática y federal para un país con una extraordinaria diversidad étnica. Este otoño pasaron por Madrid en una gira para advertir a los gobiernos europeos de lo que ven como una maniobra tramposa del régimen para perpetuarse.
¿Por qué ha convocado elecciones la junta militar y por qué están ustedes en contra?
Harn Yawnghwe: La junta no quiere realmente que las cosas cambien, sino legitimar su gobierno. Celebran las elecciones para que ellos salgan elegidos y todo el mundo los acepte. Y nosotros decimos que esto no es válido porque el ejército controla solo en torno al 50% del país. Además, a los tres partidos más grandes que ganaron en las elecciones anteriores, en 2020, no se les permite presentarse. De ninguna manera serán libres.
Victor Biak Lian: Celebrar elecciones es totalmente inaceptable porque han lanzado una operación militar contra la población, especialmente contra los civiles de lo que llamamos zonas de control étnico. Incluso en el estado Chin [al noroeste], de donde yo provengo, ha habido muchos bombardeos contra poblaciones civiles, niños, mujeres.
Lo mismo ocurre en la frontera oriental, que está en Karén, al este, y también en el norte, en Kachin. Bombardean al mismo tiempo que se preparan para las elecciones. Otra cosa es que millones de personas han huido a los países vecinos en los últimos cuatro años con este conflicto. [La junta anunció el 20 de diciembre que había recibido ya los votos de los residentes en el extranjero]
¿Cuánta gente ha escapado?
Victor Biak Lian: Según lo que hemos sabido por las autoridades tailandesas, solo a Tailandia ya han huido más de tres millones, pero podrían ser muchos más, se habla de hasta ocho millones. Y en el oeste, más cerca de India, probablemente cientos de miles de la zona del estado chin y la región de Sagaing, y quizá los árabes [rohingya], a Bangladés. Además, no aclaran si el sistema electoral será mayoritario o proporcional. La gente está confundida sobre el funcionamiento. [El mecanismo anunciado finalmente contempla un reparto mixto que combina tres métodos de elección].
Harn Yawnghwe: En realidad, están hablando de celebrar las elecciones en dos fases, quizá tres. Ni siquiera lo tienen claro. La primera fase será el 28 de diciembre en algunas zonas controladas por la junta. Y la siguiente será el 11 de enero. Están hablando de una tercera, pero no saben cuándo. ¿Cómo se pueden celebrar, si no hay nada decidido? [La junta anunció el 26 de diciembre que la tercera fase se celebrará el 25 de enero].
¿Temen que los países occidentales reconozcan al Gobierno de Min Aung Hlaing?
Harn Yawnghwe: Podría ser, sí, porque los países vecinos lo reconocerán, ya que no les importa la democracia, sino la estabilidad, que haya alguien que controle la situación.
Se refieren principalmente a China y Tailandia.
Harn Yawnghwe: Y a India, sí. Todos temen que los disturbios y la violencia en el país tengan repercusiones en sus propios países. Mucha gente huye de los combates, así que hay muchos refugiados y desplazados internos. No quieren que eso continúe, sino un gobierno estable con el que comerciar e invertir.
¿Cuál fue la razón principal del golpe de Estado?
Harn Yawnghwe: El régimen introdujo un nuevo sistema en 2010 que garantizaba automáticamente a los militares el 25% de los escaños en las cámaras baja y alta. Así que esperaban que, si ganaban otro 20% o 25%, podrían permanecer en el gobierno. Pero la gente ni siquiera les dio ese 25%. Obtuvieron menos del 20%. El partido que ganó en 2015 volvió a ganar en 2020 y obtuvo alrededor del 80% de los escaños. Y los militares querían más.
Después de cuatro años de guerra, ahora parece haber una especie de estancamiento. ¿Creen que el elemento popular de la revolución ha quedado relegado a un segundo plano y se ha convertido en un conflicto meramente étnico?
Harn Yawnghwe: No, en realidad no. Myanmar es independiente desde hace casi 80 años y, en el pasado, todos los conflictos han sido de carácter étnico. Las minorías quieren sus derechos, como los vascos o los catalanes aquí. Pero ahora, la mayoría está implicada en la lucha por la democracia, especialmente la generación más joven.
Pero hay facciones étnicas poderosas, como la de Rakáin, al oeste.
Harn Yawnghwe: Yo diría que todas las zonas fronterizas están controladas por los diferentes grupos étnicos, que llevan mucho tiempo luchando, mientras que la mayoría étnica bamar se encuentra principalmente en el centro [del país]. Pero ahora los jóvenes, cuando huyen de las ciudades, van a las zonas [de las minorías étnicas], se unen a ellas o forman sus propios ejércitos.
¿Cómo es viable tener un Estado con todas esas tensiones?
Harn Yawnghwe: La solución militar es mantener la represión. Pero lo que realmente hay que hacer es hablar con los diferentes grupos y preguntarles qué tipo de futuro quieren para volver a negociar. En 2011 hubo negociaciones, a las que ayudamos y en las que logramos algunos avances. Con las elecciones de 2015, que ganaron los demócratas, teníamos esperanzas de avanzar más, pero no lo logramos.
¿Cómo se puede articular un proceso para que las diferentes facciones negocien? Tal y como están las cosas, no parece que haya ningún incentivo para que se sienten a negociar.
Harn Yawnghwe: En teoría, todo el mundo está de acuerdo en que debería haber un sistema democrático federal para que todos puedan opinar. El ejército también estuvo de acuerdo en las negociaciones. Pero, en la práctica, no ha sucedido. Y ahora mismo los militares nos dicen que están abiertos a las conversaciones, que podemos acudir en cualquier momento. Pero dicen que los grupos étnicos tienen que entregar las armas primero [ríe].
Harn Yawnghwe: [Por otra parte], puede que los jóvenes no estén preparados para las negociaciones. En primer lugar, porque los están matando. En segundo lugar, desconfían de los militares porque se supone que no debían haber dado el golpe, ya que la Constitución fue redactada por los militares precisamente para evitar nuevos golpes. Si ni siquiera pueden cumplir las reglas que ellos mismos han establecido, ¿cómo pueden estar seguros de que, cuando negocien, obtendrán algo válido? Por eso, la generación más joven no está preparada. Solo quieren que el ejército se vaya.
Pero las minorías étnicas que llevan luchando mucho tiempo también tienen influencia en los jóvenes. Si sus líderes apuestan por la negociación, podría haber una oportunidad.
Para que eso ocurra, se necesita presión internacional. ¿Qué papel tienen los países más grandes de la zona, por ejemplo, China y Tailandia?
Harn Yawnghwe: Gran parte del entrenamiento de las tropas de la junta provino de Rusia. Y luego China ha suministrado drones y armas pequeñas. Para Rusia no es un gran gasto y le viene bien para su estrategia de aguijonear a EEUU y Occidente.
En cuanto a China, lo que quiere es un régimen estable, porque han invertido mucho en el oleoducto hasta el Índico. Durante un tiempo estuvieron observando si la oposición se iba a hacer con el poder. Pero desde 2024, han decidido que apoyarán al ejército y reconocerán las elecciones.
Por lo que se refiere a Tailandia e India, comparten con Myanmar 1.000 kilómetros de frontera, así que están muy preocupados por lo que ocurre. El tráfico de drogas, de personas, las estafas. Temen que todo esto desborde la frontera y por eso también quieren estabilidad. Y, por el momento, creen que las elecciones resolverán el problema. Nosotros les decimos que no lo harán, porque los jóvenes seguirán luchando. Tienen que ayudarnos a presionar al ejército para que dialogue.
¿Creen que existe el riesgo de que esas zonas fronterizas lleguen a ser independientes de facto? El ‘Estado wa’ en el este ya está en una situación de independencia práctica.
Harn Yawnghwe: Sí, existe. Lo curioso es que los militares siempre acusan a los estados étnicos de querer la independencia, pero cuando hablas con los líderes, lo que dicen es que quieren un sistema federal democrático. Como no se encuentre una solución, todo el mundo creará su propio Estado. Así que los militares están creando [la situación] en lugar de evitarla, lo cual es paradójico.
¿Qué opinan de la situación del pueblo rohingya? Hay informaciones que indican que la situación es incluso peor ahora, bajo control de la etnia rakáin, que bajo el control de la junta.
Harn Yawnghwe: Este genocidio lleva muchos años produciéndose. Al analizar la situación, lo primero que hay que señalar es que el ejército cambió la historia para decir que los rohingya son extranjeros. Que no pertenecen a Myanmar, que llegaron después, así que tenemos que expulsarlos. Y mucha gente se lo cree. También el ejército de Rakáin. Pero la realidad es que los rohingya y los arakaneses budistas han convivido durante siglos.
Tras las expulsiones, hoy la mayoría ya se encuentra en Bangladés y otros países; solo quedan unos 500.000. Pero ahora están en grave peligro. Tanto el Tatmadaw [el ejército estatal] como las fuerzas armadas de Rakáin están tratando de deshacerse de ellos. E incluso ambas partes los reclutan y los ponen a luchar.
¿Y qué hay de EEUU? Donald Trump levantó algunas de las sanciones a personas ligadas al régimen militar.
Harn Yawnghwe: EEUU ha sido muy errático. Nadie sabe ya qué significa esta medida. Pero la suspensión de la ayuda humanitaria tuvo un gran efecto en el movimiento democrático, porque financiaba a los refugiados, a los desplazados, a la sociedad civil, a los medios de comunicación para mantener la democracia. Todo eso ha desaparecido y nos preocupa que deje un vacío. Mucha gente esperaba que la UE interviniera, pero Suecia va a retirar [su presencia en el país] el año que viene, y Finlandia o Países Bajos también planean cerrar su embajada. Hemos venido aquí para concienciar al Gobierno español de que hay que apoyar de alguna manera. De lo contrario, ¿adónde irán los ciudadanos de Myanmar que quieren la democracia?
¿Qué consecuencias ha tenido el terremoto de marzo? ¿Ha agravado el conflicto?
Victor Biak Lian: Ocurrió en la capital, Naipyidó, que sufrió una gran de destrucción. Está llegando mucha ayuda a Naipyidó, pero la población que realmente ha sufrido se encuentra en la zona de Sagaing y Mandalay, que no recibe mucho apoyo.
Harn Yawnghwe: Lo malo es que el general se ha tomado la respuesta humanitaria como un reconocimiento de su gobierno.
¿Qué papel tienen sus organizaciones? ¿Sienten que pueden generar desconfianza en los habitantes en el terreno, tras tantos años en el extranjero?
Harn Yawnghwe: Llevamos 35 años denunciando los abusos contra los derechos humanos no solo en el exilio, sino también dentro del país. Una de nuestras principales ventajas hoy en día es que podemos convocar reuniones [entre las diferentes facciones y el gobierno militar]. Porque mucha gente no se reúne ni habla con ellos. Si hay algún problema, les ayudamos a ver qué se puede hacer. Nuestro trabajo es facilitar, mediar y coordinar a los diferentes grupos, ayudándoles a reunirse.
¿Tienen alguna noticia sobre la situación de la expresidenta Aang Sang Suu kyi?
Harn Yawnghwe: Nadie lo sabe porque ya no está en la cárcel. Se supone que está bajo arresto domiciliario, pero no está en su casa. Nadie sabe cómo se encuentra, ni siquiera su familia. Antes, los abogados o los médicos la visitaban en la cárcel. Pero ahora nadie sabe realmente.
Incluso antes de la independencia, Myanmar tuvo que luchar ferozmente contra los británicos y luego contra los japoneses. Así que está en un estado de guerra casi constante. No sé si eso influye en el espíritu de la gente, según su experiencia.
Harn Yawnghwe: En la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de la población de minorías étnicas se mantuvo leal a los británicos. De hecho, fueron ellos los que lucharon contra los japoneses en la retaguardia. Fue la etnia mayoritaria bamar la que se unió a los japoneses. Así que ya durante la guerra hay una división. Un lado está con los aliados y el otro con los japoneses. Y cuando el grupo mayoritario cambió de bando para unirse a los aliados, se convirtieron en los favoritos de los aliados en lugar de su propio pueblo, que había estado trabajando con ellos. Así que esa es la primera traición, en cierto modo.
Victor Biak Lian: Desde la independencia hasta ahora, nunca hemos tenido un sistema federal, sino un gobierno unitario, o un gobierno de partido único o una dictadura militar. Hoy en día, todo el mundo está luchando para deshacerse de los militares, pero la oposición tiene que ser capaz de mostrar lo que quiere y cómo conseguirlo. Educar sobre qué es el federalismo es un reto en el que también estamos involucrados.
Harn Yawnghwe: Y lo que les estamos diciendo [a todos los grupos que controlan territorios] es que empiecen a construir su propia democracia, formar un gobierno civil y proporcionar los servicios de una administración. Para que al menos haya unidades que funcionen y vayamos construyendo de abajo a arriba.
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La ONU y organizaciones prodemocracia piden no reconocer las elecciones “fraudulentas” en Myanmar
Alejandra Agudo
El País, 27-12-2025
La junta militar que gobierna desde el golpe de Estado de 2021 convoca unos comicios este domingo con la mayoría de la oposición encarcelada o apartada
Este 28 de diciembre se celebran elecciones generales en Myanmar, donde gobierna una junta militar desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021. Organizaciones defensoras de la democracia en ese país y expertos de la ONU han instado a la comunidad internacional a no reconocer los resultados que salgan de las urnas este domingo. El principal motivo que alegan es que no se trata de un proceso democrático real, sino de una maniobra “fraudulenta” para legitimar el poder de los golpistas, que se han garantizado la victoria al impedir concurrir a los principales partidos.
Myanmar vive sumido en una guerra civil desde hace casi cinco años. Pese a que la Constitución de 2008 garantizaba al ejército un 25% de los escaños en el parlamento, las urnas no les dieron en 2015 ni 2020 suficientes representantes para alcanzar una mayoría de Gobierno. “La frustración desembocó en el golpe militar de 2021”, analiza Harn Yawnghwe, director ejecutivo de Euro-Burma Office, una organización que trabaja desde el exilio para promover la democracia en Myanmar.
“Desde que [los militares] tomaron el poder, el país se levantó en armas contra ellos. Y la mayoría de los países occidentales no reconocieron al Gobierno”, agrega Yawnghwe en una entrevista en Madrid a finales de noviembre, donde se reunió con representantes de diferentes formaciones y del Ministerio de Exteriores para instarles a que no reconozcan los resultados de las elecciones, que ya anticipan que ganarán los militares.
Según avanza el calendario hacia la cita electoral, la junta militar gobernante ha intensificado sus habituales ataques violentos en las zonas que todavía no controla, en torno al 50% del territorio. En el Estado de Rakáin, un ataque aéreo destruyó el pasado 11 de diciembre el hospital general de Mrauk-U, y mató al menos a 31 personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con este ascienden a 67 las ofensivas contra el sistema sanitario en el país en 2025. “Ningún lugar ni ninguna persona está a salvo de la violencia de las fuerzas armadas de Myanmar, que están extendiendo la represión antes de unas elecciones este mes marcadas por abusos contra los derechos humanos”, subrayó Joe Freeman, investigador de Amnistía Internacional sobre ese país.
Además de la creciente violencia y la dificultad de validar el censo elaborado en 2024, pues el Gobierno no controla todo el país, la Euro-Burma Office denuncia que estas elecciones no cuentan con las condiciones mínimas para ser consideradas como tales. “Los tres partidos que obtuvieron más votos en las elecciones de 2020 no tienen permitido presentarse en esta elección, lo que supone excluir cerca del 80% del electorado”, advierte Yawnghwe. De las 55 formaciones que concurren, solo nueve lo hacen a nivel nacional, ninguna de ellas ha ganado jamás un solo escaño y una treintena son cercanas al ejército, abunda el experto.
Y aunque las principales formaciones pudieran concurrir, no lo harían con normalidad democrática. Entre 22.000 y 23.000 opositores están en prisión, según las estimaciones de las organizaciones Civicus o Parlamentarios para los Derechos Humanos del Sudeste Asiático (APHR por sus siglas en inglés).
Preocupación sobre Aung San Suu Kyi
Entre los detenidos está la carismática líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, de 80 años, quien permanece bajo arresto domiciliario, aunque se desconoce su paradero. “No está en su residencia habitual y no hay información sobre sus condiciones. La preocupación es creciente”, informa Yawnghwe. La fundadora de la Liga Nacional para la Democracia y premio Nobel de la Paz en 1991 por su lucha en favor de la democracia fue sentenciada a 33 años de reclusión en 2021, una pena que quedó después reducida a 27 años en 2022.
“La discriminación también es un factor importante en el proceso electoral, con rohinyás, tamiles, gurkhas y chinos, entre otros, excluidos del voto”, alerta James Rodehaver, responsable del equipo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Myanmar. “La sociedad civil y los medios de comunicación independientes tienen poca o ninguna voz. El ejército ha intensificado la vigilancia electrónica masiva para identificar a los disidentes, y se teme que esta se utilice en los colegios electorales”, agrega.
Lejos de ser un proceso que pueda impulsar una transición política de la crisis a la estabilidad y la restauración de un gobierno democrático y civil, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, afirma que este proceso profundizará la inseguridad, el miedo y la polarización en todo el país.
“Un rechazo firme y coordinado a estas elecciones fraudulentas es esencial para impedir que la junta fabrique credibilidad y legitimidad”, afirmó Tom Andrews, relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Myanmar, al término de su visita el 12 de diciembre al Reino Unido, que manifestó su rechazo al plan electoral de la junta. “Insto al Gobierno británico a que se acerque proactivamente a otros Gobiernos, especialmente en Asia, para garantizar que hagan lo mismo”, solicitó.
Sin embargo, China, Rusia e India respaldan la celebración de las elecciones. En opinión de Yawnghwe, esos países no apadrinan una dictadura militar, pero temen que, si no intervienen ahora, el país colapse. “Confían en que las elecciones otorguen reconocimiento al régimen y eso permita encauzar la crisis. Pero creemos que no funcionará. Celebrarán elecciones, dirán que han ganado, que hay un nuevo gobierno, pero los ciudadanos no lo aceptarán y no se detendrá la contienda”, apunta el experto.
“Algunos sostienen que los comicios representan un nuevo comienzo que, quizá, nos dé una oportunidad de negociar con el nuevo gobierno civil. Pero mientras él [Min Aung Hlaing] siga al mando del ejército, ningún gobierno se atreverá a hacer nada contra lo que el general quiera. Así que no es un nuevo comienzo, solo se limitarán a seguirle”, continúa su alegato Yawnghwe para convencer a los líderes europeos de que no acepten los resultados. “Hasta ahora no reconocen a la Junta, pero tememos que, si cambian su posición, dejarán al movimiento democrático en Myanmar al borde del abismo. Abogamos para que la comunidad internacional no legitime elecciones. Sería un error que, por ser prácticos, los países reconozcan los resultados. Si se reconoce este proceso, la gente perderá la fe en las elecciones”, añade.
“El pueblo de Myanmar ha demostrado un valor extraordinario. Merece una respuesta internacional que esté a la altura de su determinación”, ha pedido Andrews. “El Reino Unido puede desempeñar un papel decisivo, y ahora es el momento de actuar”. El relator especial de la ONU para los derechos humanos en Mayanmar también llama a los líderes de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) a “rechazar firmemente” los planes de la junta militar de Myanmar de celebrar unas elecciones que califica de “ilegítimas” al estar “diseñadas para consolidar el régimen militar y aliviar la presión internacional”.
“Reconocer las elecciones fraudulentas de la junta equivaldría a hacer retroceder a Myanmar y defender lo indefendible”, declaró Andrews. “Los líderes de la ASEAN deben abstenerse de hacer cualquier cosa que legitime la farsa de la junta, incluyendo el envío de observadores para supervisar los comicios”. Y zanjó: “Las elecciones no pueden ser libres, justas ni creíbles si se celebran en medio de la violencia militar y la represión, con líderes políticos detenidos y libertades fundamentales aniquiladas”.