Correspondencia de Prensa, 25-10-2025
Ya antes de ser electo, el gobierno establecía una grieta entre los reclamos de los trabajadores y el pueblo y su voluntad de realizar una “buena gestión” de los intereses de los de arriba. En efecto, el plebiscito en defensa de la seguridad social y la posición de los sectores mayoritarios del progresismo fue la primera gran línea divisoria de aguas y la primera advertencia. [1]
Ahora, ya instalado el gobierno progresista, el “diálogo social” no avanza. (Véase el 1er artículo). Los reclamos desde abajo sobre medidas fiscales tendientes a limitar la concentración de la riqueza no encuentran eco en un gobierno que contesta, a través de su ministro de economía, que “sería extraordinariamente inconveniente avanzar en una iniciativa de este tipo. (Véase el 2do artículo). Los militantes de base que van quedando golpean a la puerta del Frente Amplio [2]; en los movimientos sociales (FUCVAM, PIT-CNT) se sigue discutiendo sobre una fiscalidad capaz de reducir al menos en parte las desigualdades sociales. Las posiciones del gobierno sobre el genocidio en Gaza y el silencio ante las amenazas estadounidenses en el Caribe son también difícilmente aceptables. La grieta sigue abierta, el descontento empieza a manifestarse. (Correspondencia de Prensa)
1- “Plebiscito de la seguridad social: Un millón de convicciones.”
2- Frenteamplistas criticaron el rumbo del gobierno.
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El «Diálogo Social» a tres meses de comenzado: “que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca”
Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social, ATSS, 23-10-2025
Se instaló, en julio pasado, el «Diálogo Social». Lo hizo con gran cobertura mediática y con objetivos muy loables en teoría: la construcción de acuerdos nacionales a través del debate plural entre el gobierno, los partidos políticos, los empresarios y las organizaciones sociales en materia de Seguridad Social. Sin embargo, este diálogo parece desarrollarse en el medio de un silencio atronador en los medios masivos de comunicación e incluso, entre actores políticos.
El pasado 21/10 fue recibida la delegación del Movimiento Nacional en Defensa de la Seguridad Social, quienes presentaron un documento y realizaron una argumentación en la comisión del diálogo social con los postulados y propuestas que se incluían en el documento de ATSS “la seguridad social en el Uruguay del siglo XXI” y las mismas banderas defendidas por toda la clase trabajadora, el PIT-CNT y organizaciones sociales del pasado plebiscito.
Pero exceptuando estas voces y algunas pocas más, hay temas que son expresamente eludidos en el “diálogo”, a pesar de que en los conversatorios siguen surgiendo una y otra vez.
Las deliberaciones, tanto en los conversatorios y seminarios que se han realizado en Montevideo y el interior rara vez traspasan el hermetismo de las salas de reuniones para convertirse en un debate ciudadano genuino. Dos preguntas que surgen son inevitables: ¿por qué los grandes medios de comunicación de Uruguay, supuestos garantes de la información pública, otorgan una cobertura tan escasa, superficial o directamente nula a este proceso? y, ¿por qué tampoco están en la agenda diaria de las mujeres y hombres que conforman nuestro sistema político?
Esta ausencia configura una realidad paralela. Mientras la prensa hegemónica satura sus espacios con la crónica policial y política minuto a minuto –declaraciones, especulaciones, pujas internas–, el contenido sustancial de lo que se discute en nombre de la sociedad brilla por su ausencia.
Para escribir esta nota, relevamos en el sector de Noticias, incluido en el portal del Diálogo Social (1) más de quince noticias que daban cuenta de los planteos que en sus instancias se han realizado. Allí se puede ver claramente que desde la sociedad civil surgen cuestionamientos y planteos tantas veces idénticos a los que hacemos desde hace años en el movimiento sindical y social: la enorme insuficiencia de los montos de las jubilaciones, pensiones y las prestaciones sociales asignadas a la niñez y adolescencia, así como también a la discapacidad; las diferencias entre la realidad y los discursos cuando se habla del sistema de Cuidados, la necesidad de eliminar las AFAPS y con ellas, el lucro en la Seguridad Social en Uruguay, las brechas de género y sus consecuencias tan duras para las mujeres, en especial, las más pobre. En fin, una lista larga, esclarecedora, dolorosa por momentos y muy relevante.
En el mejor de los casos, se informa que “se reunieron”, pero no se habla de los contenidos, de los planteos concretos de la gente, válidos y, la enorme mayoría de ellos, urgentes. Todos estos planteos son el corazón del tan mentado diálogo, y sin embargo, son sistemáticamente invisibilizados. No encuentran un espacio ni importante ni secundario en los titulares de la prensa escrita, ni en los informativos de la televisión, ni en las radios de mayor audiencia. Este silencio tiene consecuencias. La ciudadanía percibe el «Diálogo Social» como un acto abstracto y lejano. “Otro diálogo más, y van”. Se fomenta así la idea de que «todos hablan, y hablan mucho, pero nada cambia», cuando en realidad lo que ocurre es que a la sociedad no se le permite escuchar las alternativas de cambio que se están discutiendo.
Este verdadero apagón informático contrasta de manera cruda con algunas realidades materiales del Uruguay, con diferentes caras de la desigualdad de nuestro país, inmerso en el subcontinente más desigual del planeta. No el más pobre, el más desigual, en el que las distancias entre los hiperricos y los hiperpobres es la más grande.
Nos muestra a una clase política que, inmersa en sus largos, prolongados debates, no sufre carencias. Lo queremos decir en voz alta y con responsabilidad: no hay gobernantes ni parlamentarios, nacionales o departamentales, que postulen para algún plan social de emergencia, para alguna ayuda social.
Quienes se dedican a la política en forma rentada, quienes tienen en ella su medio de vida, parecen haber olvidado que son en primerísimo lugar, servidores públicos, que están allí, con sus salarios importantes, con sus derechos garantizados, para asegurar que la gente viva dignamente, que pueda alimentarse, educarse, cuidar su salud, trabajar en forma digna y con ingresos que mínimamente garanticen la vida cotidiana.
Dialogan y discuten el Presupuesto Nacional en el Parlamento en un plano de abstracción tan enorme, cobrándose un día sí y otro también facturas viejas, lo que muy poco tiene que ver con la urgencia que se vive en los barrios más humildes, en los hogares monoparentales, en las casas precarias y de piso de barro, en las residencias para ancianos o en los hogares donde un jubilado debe elegir entre comer o comprar medicamentos.
Mientras “dialogan”, y algunos de ellas y ellos se enfrascan en interminables, inútiles y muchas veces muy agresivos debates en redes sociales, la gente, mucha gente malvive y espera. Espera en las colas de ollas populares como la que aún funciona en ATSS y en tantos barrios de Montevideo, espera en las salas de espera de los hospitales públicos, espera una respuesta a su solicitud de vivienda, espera que su jubilación o pensión le alcance para llegar a fin de mes.
La espera no es sencilla; es una espera cargada de angustia y de desgaste. Cada día que pasa sin que las propuestas de la sociedad civil se traduzcan en respuestas y soluciones tangibles y sin que la prensa las visibilice, es un día más de postergación. Se construye así un círculo vicioso perfecto: el diálogo no llega a la gente porque los medios no lo muestran, y la gente no puede exigir los frutos de ese diálogo porque desconoce su contenido.
Las mujeres y hombres que viven de la política siguen en su ritmo pausado, la gran prensa en su cobertura selectiva, y los más pobres –niños, madres, jubilados, ancianos, discapacitados– continúan en la antesala de la historia, condenados a la eterna espera de un mañana mejor que, en los hechos, siempre parece postergarse. Ha vuelto, incluso, el paradigma de “primero tiene que crecer la torta, y luego distribuir”.
El verdadero «diálogo» se ahoga en el silencio, mientras las necesidades y las angustias de nuestra ciudadanía emergen, dolorosa, duramente, sin micrófonos que las amplifiquen. Forman parte, con suerte de la crónica policial, de la “crónica roja”, que llena horas de informativos. Como si fueran hechos fortuitos, “cosas que pasan”, a cuál peor, cada día. Nuestra dirigencia política no parece comprender que no son hechos aislados: nuestra sociedad está rota. Es tiempo de comprender algo muy básico: la democracia se consolida, se cuida, crece, cuando los tiempos de la política y los políticos son los mismos tiempos que los de la gente. Cuando, por fin, se combaten privilegios, con hechos y no con lindas palabras o fotitos en redes sociales.
Nota
En https://dialogosocial.uy/noticias se puede acceder a un detalle muy contundente de estos planteos, que ciudad por ciudad, la gente sencilla, las organizaciones sociales van planteando. Es impactante comprobar la sintonía que tienen muchas veces con los planteos que hacemos desde ATSS y el PIT-CNT.
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“El contexto es otro” pero “hay ideas que siguen instaladas”: se lanzó una nueva edición de Los de arriba: estudios sobre la riqueza en Uruguay
La Diaria, 23-10-2025
El presidente de Fucvam, Enrique Cal, anunció que “en breve” se presentará un documento elaborado por la comisión técnica del PIT-CNT con la propuesta para gravar al 1% más rico de la sociedad.

“Nos falta conocer más sobre la riqueza, sobre la acumulación de la riqueza, sobre las causas de que haya tanta acumulación en algunos sectores”, afirmó este jueves Enrique Cal, presidente de la Federación Uruguay de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam), en la presentación de la nueva y cuarta edición del libro Los de arriba. Estudios sobre la riqueza en Uruguay, que coordinó el magíster en Historia Económica Juan Geymonat, quien forma parte de la comisión técnica del PIT-CNT para trabajar en la propuesta del impuesto al 1% más rico de la sociedad.
Cal dijo que “hacía falta” darle “difusión, unicidad y un espaldarazo” al trabajo realizado en el libro sobre la riqueza, para que las organizaciones sociales puedan incorporar los elementos de estudio en los debates y las conversaciones. “Ese ha sido el objetivo de Fucvam: poner la temática de la riqueza en Uruguay, la acumulación, la distribución desigual arriba de la mesa, y poder aportar a las organizaciones sociales un elemento más para el debate y la discusión”.
En ese sentido, dijo que espera que el Parlamento “empiece a debatir seriamente sobre el impuesto a la riqueza” y “sobre este aporte que tienen que hacer quienes tienen más en la sociedad”. “Este es un debate necesario porque le pega al capital donde más le duele que es en la concentración y en la acumulación de esas pocas familias que conforman ese 1% del Uruguay”, afirmó.
El dirigente destacó que con un impuesto de solamente un 1% al 1% más rico de la sociedad, “las políticas sociales de nuestro país van a tener un reforzamiento que no van a depender solamente de la asignación presupuestal”.
Cal adelantó que “en breve” estará finalizado el documento elaborado por técnicos que integran la comisión creada por el PIT-CNT que contiene la propuesta del impuesto. “Es una propuesta política que necesita de esa fundamentación para que el Poder Legislativo lo transforme en un proyecto de ley para que se discuta en el Parlamento”, apuntó.
“El contexto es otro” pero “hay ideas que siguen instaladas”
En su intervención, Geymonat señaló que la primera edición del libro salió en 2021, cuando había un escenario político distinto con “una coalición de derecha recién asumida”.
Si bien dijo que a cuatro años de eso “el contexto es otro”, puntualizó que de todas formas “hay ideas que siguen instaladas”. “Nos encontramos de vuelta con esa idea, que pasa a ser una idea dominante que atraviesa a varios sectores políticos y permea al conjunto de la población, que dice que si vos tocás a las personas de altos ingresos vas a tener efectos adversos para el conjunto de la economía”, sostuvo.
En ese marco consideró que el libro “todavía es válido” ya que “invita a discutir”, y “la idea es que ayude y sea parte de un ejercicio didáctico para dar esa discusión”. “En muchos lugares del mundo este tipo de cosas se están discutiendo, el tema de la desigualdad ha vuelto a estar en agenda”, aseguró.
Geymonat dijo que la concentración de la riqueza tiene tres problemas. En primer lugar, se refirió a que “todos hemos escuchado que no crecemos lo suficiente” y también que, si hubiese un crecimiento económico, “casi que automáticamente los niveles de pobreza descienden, porque hay más bienes y servicios”.
Sin embargo, señaló que “el problema” con esa premisa es que “sucesivos estudios” han demostrado que “el crecimiento no es garantía de derrame” y que “lo que se ha mostrado en los últimos 30 años es que buena parte de ese crecimiento no derrama, sino que queda concentrado en una pequeña parte de la población”. “Hemos crecido un montón y seguimos teniendo este problema” de la desigualdad, acotó.
En segundo lugar, se refirió a que “los actores que tienen concentración ubican en un lugar de muchísimo poder fáctico a un conjunto muy pequeño de personas”, lo cual consideró como un problema “a la hora de pensar cuestiones como la democracia, la convivencia a nivel global”. Indicó que hay vertientes de estudio que expresan que existe “una élite superpoderosa con un poder de decisión y de veto gigantesco incluso más grande que muchos Estados”, lo cual “puede ser un problema”.
En tercer lugar, dijo que hay trabajos académicos que han enfatizado en lo ambiental, lo cual tiene vínculo con la desigualdad en el sentido de que “crecer de la forma que venimos creciendo, claramente, tiene consecuencias”. “Hay muchas corrientes que han empezado a plantear que la forma de organización social que tenemos, que implica altos niveles de desigualdad, hace que necesitemos niveles excesivos de crecimiento; ese crecimiento no es sustentable, deja al borde de una crisis al ecosistema”, expresó.
Por otro lado, el académico planteó que uno de los problemas para estudiar estos temas es el acceso a la información, ya que “los datos que existen son bastante dispersos”.
La disminución de la desigualdad “no puede basarse en una sola medida”
Para cerrar, la economista Andrea Vigorito destacó que le parece “muy oportuna” la nueva publicación del libro, no sólo por la discusión de un impuesto a los sectores más ricos, sino también porque “desde hace más o menos diez años en América Latina y Uruguay se está fortaleciendo más la idea de que las personas son pobres porque quieren y también las opiniones con respecto [a] que no es relevante que el Estado intervenga en la economía”.
De esa forma, señaló que el libro “es una muy buena agenda para pensar en un amplio conjunto de políticas que en el largo plazo deberían contribuir a una reducción realmente sustantiva y duradera de la desigualdad”.
Vigorito consideró que la disminución de la desigualdad “no puede basarse en una sola medida”, y señaló que, si bien la discusión del impuesto a los más ricos “es buena porque está concitando apoyos” y porque “se ve como una posibilidad de transformar algo”, el impuesto en sí mismo “no va a solucionar los problemas de la pobreza infantil ni va a solucionar los problemas de la desigualdad”.
“Sí nos va a dar una orientación, un camino a seguir y es importante”, dijo, y resaltó que “el sistema tributario uruguayo requiere una reforma mucho más profunda que también abarque el impuesto a la renta y las herencias”.