Foto, Ariel Schalit/AP
A l’encontre, 16-10-2025
Traducción de Correspondencia de Prensa, 19-10-2025
El acuerdo de Trump no destruye a Hamás, pero sí agrava el despojo de los palestinos.
«El mensaje de Washington y Jerusalén es claro: ustedes [los palestinos] no tienen ningún futuro aquí. No es de extrañar que Amit Segal piense que Israel ha ganado».
«Sí, ganamos». Es lo que declaró el influyente comentarista israelí Amit Segal en un artículo publicado en Israel Hayom el 10 de octubre, después de que Israel y Hamás llegaran a un acuerdo de alto el fuego negociado por Estados Unidos la semana pasada.
A primera vista, la certeza de Segal parece extraña. Sí, el acuerdo actual prevé la liberación de la totalidad de los rehenes que aún quedan, un objetivo oficial de la guerra y un logro al que los israelíes otorga una enorme importancia. Pero Israel podría haber recuperado a todos los rehenes mucho antes, cuando la mayoría de ellos aún estaban vivos. «Este acuerdo podría haberse alcanzado hace mucho tiempo», escribió Gershon Baskin, veterano negociador israelí en asuntos de rehenes, en The Times of Israel el 9 de octubre. «Hamás había aceptado todas estas condiciones en septiembre de 2024».
En aquel momento, Israel justificó su negativa a aceptar dicho acuerdo afirmando que Hamás aún no había sido «desmantelado», algo que Netanyahu se había comprometido a hacer después de los ataques del 7 de octubre. Pero si desmantelar Hamás significa destruir su fuerza de combate, ese objetivo sigue sin haberse alcanzado al día de hoy. Israel mató a muchos líderes y combatientes de Hamás. Pero al masacrar a no menos de 100 000 palestinos en Gaza (Haaretz, «100 000 muertos: lo que sabemos sobre la verdadera herramienta de muerte de Gaza», retomado por Nir Hasson de la publicación del Ministerio de Salud de Gaza), provocó que más palestinos en Gaza tomaran las armas. Como sugirió el exsecretario de Estado Antony Blinken el pasado mes de enero, «Hamás ha reclutado casi tantos nuevos militantes como los que ha perdido». Y si bien Israel ha destruido gran parte del arsenal de Hamás, también le ha facilitado las piezas necesarias para reconstruirlo. Un informe publicado en diciembre de 2024 por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores señaló que Hamás «recicla los cohetes, bombas y proyectiles de artillería israelíes sin explotar para utilizarlos como artefactos explosivos improvisados y fabricar nuevos proyectiles». Israel suministró esas municiones a Gaza lanzando más bombas que las que fueron lanzadas sobre Londres, Dresde y Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial. Según el New York Times, el ejército israelí también cree que la red de túneles de Hamás resistió su agresión.
En teoría, Hamás entregará sus armas en la tercera fase del acuerdo de Trump, respondiendo así a las demandas de Israel desde hace mucho tiempo. Pero un alto cargo de Hamás negó la semana pasada que ese punto vaya a suceder (The Jerusalem Post, 5 de octubre). No es difícil entender por qué. Durante décadas, el grupo islamista ha atacado a su rival político, la Autoridad Palestina liderada por Fatah, por abandonar la resistencia armada mientras los palestinos siguen bajo ocupación. Es poco probable que Hamás renuncie a este principio hoy en día, en ausencia de una solución política aceptable. Incluso los expertos israelíes en seguridad consideran que esta perspectiva es poco plausible (The New York Times, 8 de octubre). El propio Segal ha declarado que no hay «ninguna posibilidad» de que Hamás se desarme (Israel National News, 9 de octubre.
Si la victoria no significa que Israel haya rescatado a todos los rehenes posibles y si no significa que Israel haya destruido o desarmado a Hamás, ¿qué quiere decir Segal cuando proclama «hemos ganado»?
Para comprender esta declaración, hay que evaluar la victoria israelí desde otra perspectiva. En su crónica, Segal señala que «durante la guerra de independencia, murió el 1 % de la población israelí, pero todo el mundo entendió que esa guerra había terminado con una victoria, una victoria que se celebra aún hoy. Esta guerra, que todavía no tiene nombre, permanecerá en la memoria de la misma manera».
En 1948, la victoria de Israel provocó la expulsión de unos 750 000 palestinos de sus tierras para crear un Estado con una fuerte mayoría judía. Desde entonces, ese ha sido el modelo seguido por Israel: controlar la mayor cantidad de territorio posible con la menor cantidad de palestinos posible. Segal considera la actual victoria de Israel desde ese punto de vista. Es posible que el acuerdo alcanzado por Trump no destruya a Hamás ni lo desarme, pero es probable que ocasione la fragmentación de Gaza, lo que obligará a los palestinos que allí residen a agruparse en enclaves más pequeños y menos habitables, y que deje más territorio en manos de Israel. Para Israel, esto es algo que supone un avance considerable.
En los últimos dos años, Israel ha manifestado en numerosas ocasiones su intención de presionar a los palestinos de Gaza para que se vayan. Según el Washington Post (21.12.2023), pocos días después del 7 de octubre de 2023, Benyamin Netanyahu instó a Joe Biden a presionar a Egipto para que abriera sus fronteras y permitiera la entrada masiva de refugiados procedentes de Gaza. Ese mismo mes, el Ministerio de Inteligencia israelí elaboró un documento en el que se sugería que los palestinos de Gaza fueran evacuados al desierto del Sinaí, en Egipto. Cuando Donald Trump propuso, el pasado mes de febrero, que los palestinos abandonaran Gaza para que la Franja pudiera transformarse en un complejo turístico, Netanyahu saludó la idea con entusiasmo y su Gobierno inició conversaciones con Libia, Sudán del Sur y Siria para ver si podían recibir a los palestinos.
Si bien el nuevo acuerdo de Trump no propone una expulsión masiva de Gaza, favorece este objetivo al ratificar el control de Israel sobre gran parte de la Franja de Gaza. El otoño pasado, Segal, una persona allegada a Netanyahu, predijo que si Trump ganaba, Israel podría «modificar las fronteras de Gaza como medida de represalia por los acontecimientos del 7 de octubre». Este objetivo parece ahora estar al alcance de la mano. En la primera fase del acuerdo, Israel conserva alrededor del 53 % de Gaza. (Algunos medios de comunicación estiman que esta cifra es del 58 %). En la segunda fase, Israel debería retirarse de alrededor del 40 % de la Franja de Gaza, una vez que una fuerza de estabilización dirigida por los árabes se haya instalado en el territorio. Incluso en la tercera y última fase, Israel mantendrá el control directo del 15 % del territorio. Pero es probable que la retirada final no se produzca. Como explicó la semana pasada el embajador israelí en Estados Unidos, Yechiel Leiter, esto depende del «desarme de Hamás y la desmilitarización de Gaza. Si esto no ocurre, este plan de paz no prosperará». Dado que los propios expertos en seguridad de Israel consideran improbable el desarme y que el plan de Trump no prevé hasta ahora ningún mecanismo para obligar a Israel a retirarse, Israel parece dispuesto a ocupar al menos el 40 % de la Franja de Gaza.
Es poco probable que en el 40 % controlado directamente por Israel queden muchos palestinos. El clan Abu Shabab, que Israel apoya como alternativa a Hamás, tiene previsto permanecer en Rafah, que actualmente se encuentra detrás de las líneas israelíes. Otra fuerza anti-Hamás, con base en Jan Yunis, también se encontraría en la zona controlada por Israel. Muhammad Shehada, analista político nacido en Gaza e investigador invitado del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, estima que también viven allí varios miles de civiles palestinos. Pero Khalil Sayegh, otro analista nacido en Gaza, me dijo que los palestinos han sido desplazados de la mayor parte del territorio que Israel va a controlar a partir de ahora. Y Shehada considera poco probable que Israel les permita regresar, ya que los consideraría una amenaza para la seguridad. La parte de Gaza que Israel conserva podría convertirse así en el equivalente a la zona C de Cisjordania, un territorio en el que pocos palestinos tienen permitido vivir. No se sabe si Donald Trump, u otro futuro presidente estadounidense, permitirá a Israel construir colonias allí. Pero dado que Estados Unidos no ha logrado, durante décadas, impedir la construcción y expansión de colonias en Cisjordania, es una posibilidad real.
Mientras tanto, el 60 % de Gaza que no está ocupado por las tropas israelíes probablemente seguirá siendo un lugar sumamente inhóspito. Estas zonas están casi totalmente destruidas: Israel arrasó el 90 % de las viviendas y el 80 % de las tierras agrícolas de Gaza. La Franja de Gaza cuenta ahora con 17 000 niños sin atención. Las Naciones Unidas estiman que los dos últimos años han «retrocedido 69 años el desarrollo humano en Gaza». Incluso con ayuda adicional, podría ser difícil abastecerlos de alimentos suficientes. Como señala Eyal Weizman, director del grupo de investigación sobre derechos humanos Forensic Architecture, en el marco del acuerdo de Trump, la mayor parte de las tierras agrícolas de Gaza quedarán en manos de Israel.
La ONU estima que para que Gaza vuelva a ser habitable se necesitarán 50 000 millones de dólares y al menos 15 años. Si las casas de Gaza se reconstruyen al ritmo que seguido tras los conflictos anteriores, el proceso podría prolongarse hasta el siglo XXII. Pero, en el marco del plan Trump, Israel sigue controlando todos los puntos de acceso a Gaza, incluido el paso fronterizo de Rafah con Egipto, lo que significa que decidirá qué entra y qué sale. Segal predice que Israel seguirá un principio sencillo: «La reconstrucción, afirma, solo se llevará a cabo a cambio de la desmilitarización». Dado que esto último es poco probable, lo primero también lo es.
Los defensores de Israel podrían argumentar que las fuerzas israelíes estarían dispuestas a abandonar gran parte de Gaza si Hamás depusiera las armas. Pero las organizaciones de resistencia rara vez se desarman antes de obtener garantías de que la opresión de su pueblo llegará a su fin. Tanto el Congreso Nacional Africano como el Ejército Republicano Irlandés insistieron en que solo entregarían las armas cuando hubiera perspectivas de un nuevo sistema político. Y las acciones de Israel en Cisjordania —donde la Autoridad Palestina ha abandonado en gran medida la resistencia armada durante las dos últimas décadas— indican que el desarme palestino no impide nuevas expropiaciones. El año pasado, Israel expropió más tierras palestinas en Cisjordania que en cualquier otro año desde su conquista del territorio en 1967. La ONU estima que, desde el 7 de octubre de 2023, Israel ha expulsado de sus tierras a más de 10 000 palestinos de Cisjordania.
Así, aunque pueda resultar tentador creer que el desarme de Hamás pondría fin al control de Gaza por parte de Israel, es más plausible que las confiscaciones de tierras por parte de Israel formen parte de un patrón histórico de expoliación que comenzó mucho antes del nacimiento de Hamás. Antes de 1948, los judíos poseían alrededor del 7 % de las tierras del Mandato Británico de Palestina. Durante su guerra de independencia, que los palestinos denominan la Nakba, o catástrofe, Israel creó un Estado sobre el 78 % de la antigua colonia británica. Designó la mayor parte del territorio de este nuevo país, gran parte del cual fue confiscado a los palestinos, como «tierras de Estado», que distribuyó en su mayor parte entre los judíos. Desde la ocupación de Cisjordania en 1967, Israel también ha designado al menos una cuarta parte de este territorio como «tierras demaniales» (de dominio público) y lo ha desarrollado en beneficio de los colonos judíos.
El plan de Trump ratifica algo similar en Gaza. 1 La Franja de Gaza, que representa menos del 2 % del territorio entre el Jordán y el mar Mediterráneo, alberga aproximadamente al 30 % de la población palestina, en gran parte porque muchos palestinos se refugiaron allí cuando fueron expulsados de sus hogares en 1948. Sus descendientes probablemente vivirán ahora en un enclave que no solo ha quedado reducido a ruinas, sino que, tras el acuerdo alcanzado la semana pasada, habrá perdido casi la mitad de su tamaño original. El mensaje de Washington y Jerusalén es claro: no tienen futuro aquí. No es de extrañar que Amit Segal piense que Israel ha ganado.
– Artículo original en inglés publicado en Jewish Currents, 14-10-2025
Nota de A l’encontre
- En la página web Le Grand Continent, el 15 de octubre de 2025, Hakim El Karoui escribe: «El plan de Trump refleja una visión de la paz emanada de la derecha israelí, que considera que la paz solo llegará cuando Israel sea lo suficientemente fuerte como para imponer sus condiciones. Esta propuesta, al igual que el plan Blair, dice lo mismo: Gaza será un protectorado estadounidense-israelí-gólfico (Estados del Golfo) con Tony Blair como ejecutor y un gobierno local transformado en consejo de administración de Gaza Inc.». ↩