Más allá de las fronteras, solidaridad entre los pueblos
Solidaridad con la resistencia de migrantes a Trump
Comité político PRT, 15-6-2025
Correspondencia de Prensa, 21-6-2025
Desde la toma de posesión -en el inicio mismo de su segundo periodo de gobierno- Donald Trump anunció al mundo su brutal programa de extrema derecha. Ese mismo día con la firma de varias «órdenes ejecutivas» empezó a ponerlo en práctica. Las repercusiones nacionales e internacionales de este giro político se empezaron a sentir de inmediato.
En un mundo marcado por la crisis ecológica, al filo del colapso ecosocial, las conflagraciones militares, al filo de la guerra atómica y la llegada de gobiernos de extrema derecha como el de Trump en varias partes del mundo, el énfasis parecía puesto en el reforzamiento y agresividad del imperialismo yanqui bajo el grito de Tump de MAGA (Make America Great Again) en todo el mundo.
En México se sintieron rápidamente las consecuencias con la guerra comercial y los aranceles impuestos por Trump, los cambios en la política de migración impuestas al gobierno mexicano, así como lo que Trump considera la guerra contra los «terroristas» de los cárteles de la droga.
De esta manera, parecía que la salida para enfrentar esta situación era, como ha propuesto el gobierno, la «unidad nacional» para resistir las presiones de Estados Unidos. En realidad, esta lógica nacionalista tiene claras limitaciones en una relación de fuerzas internacional desfavorable y los intereses de clase de la burguesía que desde México comparte con los consorcios imperialistas. No puede frenarse y derrotar la ofensiva de la extrema derecha representada por Trump, si no hay un cambio en la relación de fuerzas a nivel social también desde Estados Unidos. Una fuerza que desde Estados Unidos también se oponga a la oligarquía representada por Trump.
Ésta es la importancia y fuerza de la respuesta masiva en primer lugar de las comunidades migrantes y luego en general del pueblo en el «No Kings Day» ante la aplicación del programa racista y xenófobo de Trump y las redadas masivas para expulsar -ésa es su pretensión- a millones de personas de origen latino, hispano como acostumbran decirle allá, es decir latinoamericanos, pero también de otros orígenes nacionales. Lo que algunos han llamado «la batalla de Los Ángeles» del fin de semana pasado y la movilización nacional del sábado 14 de junio en el «No Kings Day» son la señal de un cambio fundamental en la conciencia y organización populares en Estados Unidos que junto con la solidaridad internacional e internacionalista pueda frenar y derrotar la ofensiva derechista de Trump en Estados Unidos y el mundo.
Las redadas masivas, no sólo en Los Ángeles, son la culminación de toda una campaña de odio y difamación de Trump, desde su campaña electoral, contra las y los migrantes insultándolos como delincuentes, narcotraficantes, criminales e incluso terroristas. Incluso inventando una supuesta invasión de mexicanos y migrantes de otras nacionalidades que llegan porque en sus países se vaciaron las cárceles y manicomios para contaminar el EU WASP (White Anglo Saxon Protestant). Es el odio racista y clasista contra la clase trabajadora migrante.
Con ese clima de odio y racismo previos ahora desata expulsiones masivas de migrantes a México, no solo de mexicanos, así como el encarcelamiento en Guantánamo o en El Salvador de migrantes (algunos ya con residencia en EU) acusados falsamente y sin juicio previo, de terroristas. Todo desde la ilegalidad.
La migración es un derecho humano. Nadie debe ser considerado ilegal. La actual migración es expresión de la crisis del capitalismo. La crisis migratoria es una crisis mundial. Desplazamientos por guerras, por hambruna, por falta de oportunidades obligan a la gente a migrar. En el caso de Estados Unidos y la ofensiva contra los migrantes de origen mexicano es más escandalosa la agresión de Trump al calificarla como una «invasión».
Históricamente la clase trabajadora mexicana se encuentra en los dos países. Como se sabe, Los Ángeles es la segunda ciudad del mundo, después de la CDMX, con el mayor número de mexicanos. La agresión contra la migración de origen mexicana en Estados Unidos es una agresión contra la clase trabajadora mexicana. No podemos permanecer indiferentes en esta guerra de clases que ha desatado Trump. Es una guerra de clases, como claramente el movimiento amplio de resistencia a Trump denuncia en el «No Kings Day» al decir que es no sólo contra la pretensión dictatorial y autoritaria de una persona, sino de la oligarquía, su corte de millonarios.
La ofensiva imperialista de la extrema derecha de Estados Unidos tiene por supuesto su expresión y continuación interna. Es toda la ofensiva de Trump contra los derechos y conquistas sociales obtenidos por el movimiento previamente, lo que Trump llama la lucha contra la ideología «Woke», pero que en realidad es un ataque contra derechos democráticos y constitucionales, así como a conquistas del movimiento de mujeres y del feminismo, y de la diversidad sexual. En estos meses, ya lo hemos visto eliminando algunos de estos derechos e incluso promoviendo la revisión de la historia, no solo en el sistema escolarizado, sino al nivel social. Ejemplo reciente de estos ataques han sido las agresiones a Universidades para reprimir el histórico derecho del movimiento estudiantil de protestar y organizarse. No olvidamos ejemplos históricos de la resistencia del movimiento estudiantil y de la juventud contra la guerra en Vietnam en movilizaciones, huelgas y ocupaciones de las instalaciones universitarias. Ahora se criminaliza, sanciona e incluso se quiere expulsar del país a activistas estudiantiles que se expresan en solidaridad con Palestina en el campus universitario.
Aunque ha habido respuesta y resistencia a esas agresiones por parte del movimiento estudiantil, de mujeres y del feminismo, al empezar las redadas ha explotado un movimiento y resistencia de masas y a nivel nacional que puede cambiar la relación de fuerzas. Ahora, además, sin que se pueda circunscribir a los niveles institucionales y electorales. En las protestas en Los Ángeles y en la movilización nacional del sábado 14 de junio, destaca el carácter independiente y autoorganizado de la resistencia. Aunque la crisis detonada con las provocaciones de Trump puede conducir a una crisis interinstitucional como lo muestran los conflictos con el Gobernador de California y la Alcaldesa de Los Ángeles, ambos del Partido Demócrata, el actual movimiento no parece dispuesto a limitarse nuevamente a las ilusiones en los Demócratas y han puesto por delante su confianza en la movilización en las calles. En el clima de odio y violencia impuesto por Trump, el mismo día de la jornada de lucha contra el «No Kings Day», han balaceado a dos legisladores demócratas en Minnesota (la mujer, junto con su esposo fueron asesinados en su casa y después el otro legislador y su esposa, que siguen heridos, a corta distancia del primer atentado). Con ese motivo, las autoridades llamaron a la gente a no manifestarse por los riesgos que significaban estos atentados. Sin embargo en las Twin Cities, las principales de Minnesota, la gente no se quedó en la casa y la movilización también fue extraordinaria. La experiencia con gobiernos locales del Partido Demócrata e incluso con Biden-Harris y antes Obama en la Presidencia, permiten que la lucha y resistencia contra Trump no se aplace para la siguiente elección (como siempre quiere la oposición institucional) sino que, correctamente, empiece ya en las calles. En varias ciudades, el sábado 14 fue coreada por miles la consigna de «Trump must go now».
Nuestra solidaridad con el movimiento y la resistencia de las comunidades de migrantes debe ser completa. Y debemos organizar en México y fuera de México, la más amplia solidaridad internacional. El triunfo y resistencia del movimiento contra Trump en Estados Unidos es del interés y necesidad de todo el movimiento antiimperialista en el mundo.
En la «batalla de Los Ángeles» vimos cómo la autoorganización y autodefensa de Barrios y la comunidad lograron en varios casos frenar las redadas y agresiones de los policías de ICE, ya respaldados por la Guardia Nacional. Hay quienes aquí y allá, en EU y en México, incluso la Presidenta Sheinbaum, llaman a rechazar la violencia «venga de donde venga». No es posible equiparar la violencia desatada por Trump, con ICE (la Migra), Guardia Nacional, FBI e infinidad de policías e incluso de Marines con la resistencia de las comunidades de migrantes en Los Ángeles y cualquier otra ciudad. La provocación viene de Trump al desatar la violencia contra las comunidades. Es la acción de policías y fuerzas armadas aprehendiendo y deportando migrantes, hiriendo (y por lo menos un migrante muerto llevado a la cárcel) a mucha gente lo que provoca la violencia. Pero también es la detención de trabajadores, supuestamente indocumentados, en campos, fábricas, o afuera de centros comerciales o negocios como Home Depot, donde afuera hay trabajadores ofreciendo sus servicios para trabajos en las casas. Llevarse a esos trabajadores y deportarlos sin el debido proceso legal implica no solo que no se pueden defender sino que abandonan a sus familias, incluso menores de edad, en sus casas. Enfrentarse a estas agresiones y violaciones de derechos, resistir a estas agresiones, no puede equipararse y decir que estamos contra la violencia de «ambos lados». Resistir frente a la Guardia Nacional y eventualmente los Marines (entrenados para matar) implica resistir frente a las mayores y peligrosas fuerzas armadas del mundo, como orgullosamente lo ha dicho Trump en su discurso en el desfile militar del día 14. Apoyamos la resistencia con sus propias formas de autoorganización y autodefensa de las comunidades frente a las agresiones de Trump y sus redadas. Las banderas mexicanas (y de otros pueblos) en las movilizaciones no son solamente señal de identidad de las comunidades (calumniadas y despreciadas por el racismo), sino símbolo antiimperialista en estas jornadas. No damos consejos sobre «buen comportamiento y prudencia». Suficientes calumnias y difamaciones sufre hoy la población migrante para agregarle estos «consejos».
El antecedente de esta vergonzosa opinión es la declaración de la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, expresada en conferencia de prensa junto a Trump, acusando a Claudia Sheinbaum de alentar y llamar a las movilizaciones «violentas» de Los Ángeles. Obviamente, Sheinbaum no dijo eso y sacaron de contexto alguna declaración donde previamente había dicho la posibilidad de movilizarse por los aranceles o impuestos a las remesas, pero ni siquiera en Los Ángeles, sino seguramente en el Zócalo de la CDMX. Pero no era necesario agregar al desmentido el consejo a nuestros paisanos migrantes a manifestarse pacíficamente, cayendo en el juego de acusarles o suponerlos proclives a la violencia.
Es inadmisible que el gobierno mexicano siga aceptando las presiones de Trump para sujetarse a su política migratoria. Ya lo hicieron cuando calificaron de triunfo las pausas en la aplicación de los aranceles a cambio de militarizar la frontera y aceptar a los deportados bajo el criterio de «quédate en México» (ver nuestra declaración anterior: «Ante las amenazas de Trump, la prioridad es apoyar a los migrantes y su resistencia» en «Bandera Socialista» 24 en el mes de marzo).
El momento es muy importante y grave. Hay que reforzar la solidaridad internacionalista con la comunidad migrante en EU, la clase trabajadora mexicana residente allá, así como con todos los movimientos de resistencia a Trump y los movimientos antiimperialistas en todo el mundo. Agravada la situación por la pretensión de Trump de adueñarse de Gaza después de realizar una «limpieza étnica» y de la agresión de Israel a Irán. La experiencia de estas semanas con las luchas y resistencia populares en Estados Unidos confirma que la prioridad, más allá de las fronteras e intereses de los gobiernos y partidos del poder, reside en la solidaridad y coordinación entre los pueblos y la defensa de los intereses y derechos de la clase trabajadora toda.