Denys Bondar/Zakhar Popovych
Traducción de Viento Sur, 22-12-2022
Correspondencia de Prensa, 23-12-2022
Recientemente, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, declaró que toda negociación sobre el final de la guerra tiene que ser pública. Ante esto, el secretario de prensa de Putin no pudo más que mascullar que ni siquiera podía imaginar tal cosa porque, en su opinión, las negociaciones públicas no existen. Es un precioso reconocimiento de que una negociación, tal como la concibe el gobierno ruso actual, solo puede producirse como continuación de la acumulación de mentiras sucesivas, lo que parece ser el fundamento de la estrategia de comunicación pública del régimen de Putin.
Un buen ejemplo de esta actividad fue la elaboración durante varios años de numerosas versiones inverosímiles pero impresionantes del asesinato de las 298 personas que viajaban en un avión (vuelo MH17) que se estrelló en suelo ucraniano el 17 de julio de 2014. Sobre la base de los resultados públicos de la instrucción, el tribunal neerlandés declaró que el crimen se había cometido con el sistema antiaéreo Buk, que los rusos habían introducido ilegalmente en Ucrania. Claro que los portavoces rusos ya han rechazado este veredicto judicial. Los propagandistas rusos se disponen a introducir confusión y ofrecer la oportunidad para la autojustificación para quienes desean seguir sumidos en el engaño.
-¿Qué ofrece en realidad el régimen de Putin?
La guerra abrió de modo muy convincente los ojos del pueblo ucraniano sobre la idiosincrasia del Estado ruso moderno y destruyó toda confianza en él. Todas las guerras, por supuesto, terminan mediante una negociación. Ucrania siempre ha subrayado claramente que no tiene intención de avanzar hacia Moscú y exigir la rendición total e incondicional de Rusia. Es más, la retirada voluntaria de las tropas rusas preservará la vida de los soldados ucranianos y de la poblaciòn civil. ¿Es posible que sea esto justamente lo que desea negociar Putin? En tal caso, ¿por qué no anunciarlo públicamente?
Lo más probable es que las autoridades rusas tratan de nuevo de aparecer con otra combinación de mentiras y manipulaciones para ganar tiempo y calmar a la población despolitizada de su país, agitada por la movilización parcial. Sin embargo, a pesar de ello cabe especular con que ciertos compromisos podrían favorecer a Ucrania en determinadas circunstancias, pero cualquier compromiso solo es posible si hay motivos para creer que el acuerdo se cumplirá.
No se confía en las elites dirigentes de la Federación Rusa. Las mismas personas ya han firmado pactos de este tipo, incluido el Memorándum de Budapest de 1994. Incluso durante el último año hicieron promesas que se rompieron al poco tiempo: en febrero, Putin prometió que no habría invasión de Ucrania. En septiembre declaró que no habría movilización en la Federación Rusa. Hace poco, Putin prometió que “Rusia está en Jersón para siempre”. Las mentiras de Putin solo pueden justificarse, en este último caso, en virtud de circunstancias ajenas a su voluntad como son las fuerzas armadas ucranianas.
-¿Qué quiere el pueblo ucraniano?
Actualmente, el pueblo ucraniano confía en su Estado. Según los resultados de una encuesta realizada por el grupo sociológico Rating, desde que comenzó durante la guerra abierta, la proporción de la población que considera que el país avanza en la dirección correcta ha aumentado al 70-80 %, cuando a lo largo de la última década solía ser del 10-20 %. Este resultado solo superó el 30 % durante el Euromaidan y por poco tiempo después de la elección de Zelensky, cuando parecía tener éxito su esfuerzo por lograr un final estable de la guerra en Dombás. En estos momentos, en la sociedad ucraniana hay consenso en que para lograr la paz, es preciso expulsar las tropas rusas del país (destruyendo su ejército, a ser posible) y desmilitarizar la Federación Rusa (al menos hasta el punto de que no pueda seguir bombardeando ciudades ucranianas pacíficas y chantajearnos con la privación de electricidad, agua y calefacción. Esto es lo que el pueblo ucraniano considera que es avanzar en la dirección correcta. Todo lo demás se percibe como una desviación del rumbo adecuado.
Al mismo tiempo, de acuerdo con el Instituto der Sociología de Kyiv, el porcentaje de la población que entiende que Ucrania pueda aceptar algunas concesiones territoriales para lograr la paz ha descendido del 10 % al 7 % en los últimos cinco meses. Según los datos más recientes de que se dispone, el 87 % de la población no desea que se realice una concesión territorial a la Federación Rusa. El aspecto crucial es que la gran mayoría de personas encuestadas de todas las regiones de Ucrania, incluidas las del oeste, el este y el sur, rechaza la posibilidad de realizar concesiones territoriales para lograr la paz.
Además, representantes de todos los principales grupos étnicos y lingüísticos comparten esta opinión. Incluso entre la gente ucraniana que se identifica como rusa y rusoparlante, el 57 % se opone a toda concesión territorial al régimen de Putin. El comienzo de los ataques generalizados con misiles contra las centrales eléctricas y los consiguientes apagones solo parecen contribuir a reforzar la opinión de la población ucraniana de que las negociaciones con Rusia siguen sin tener sentido. Aunque las encuestas sociológicas en tiempos de guerra pueden ser imprecisas, no dejan de reflejar suficientemente las principales tendencias de los cambios de la opinión pública.
-¿Cuándo aceptará el pueblo ucraniano una negociación?
Las personas de EE UU, de los países europeos y del resto del mundo que propugnan el comienzo de negociaciones de paz deberían lograr cuando menos que se ponga fin a la destrucción de infraestructuras críticas ucranianas por los misiles rusos y el restablecimiento del suministro regular de electricidad y calefacción a la población. Esto requiere la imposición de sanciones más severas a Rusia, que reduzcan su capacidad de producción de tales misiles, así como el suministro a Ucrania de sistemas efectivos de defensa antiaérea y antimisiles, reduciendo la eficacia de los ataques rusos.
Valdría la pena convencer a los gobiernos del mundo de que dejen de comprar petróleo y gas rusos, de que suministren sistemas de defensa antimisiles y por lo menos varios miles de transformadores eléctricos industriales para restablecer el suministro regular de electricidad, agua y calefacción (preferiblemente con los equipos técnicos para su instalación), en vez de perder el tiempo hablando de cómo el mundo debería convencer a Zelensky de algo. Es la única manera en que cabría esperar, al menos hipotéticamente, que aumentara el interés del pueblo ucraniano por emprender negociaciones de paz.
Zelensky y su partido pueden tener muchos defectos, pero está claro que dependen de la opinión pública y siguen de cerca su evolución. Al margen de lo que ocurra, solo así las autoridades ucranianas podrán aceptar la negociación y la paz, que una mayoría convincente del pueblo ucraniano aceptará. Para convencer a Zelensky de que entable negociaciones de paz con los rusos es preciso convencer primero a la mayoría de la población ucraniana de que tales negociaciones tienen sentido. La mejor manera de lograrlo pasa por ofrecer públicamente al menos algunas propuestas de cara a las mismas. ¿Está Rusia dispuesta a anular la decisión de anexionarse los territorios ucranianos? ¿Desean hablar de la retirada de sus tropas? Si no, será difícil explicar al pueblo ucraniano qué otra cosa se puede negociar que no sea el intercambio de prisioneros de guerra (cosa que ya ocurre regularmente).
Si las negociaciones de paz son posibles, solo podrán contar con el apoyo de la población si se realizan públicamente. No se puede descartar que si Rusia ofrece públicamente conversar sobre un plan de paz y este incluyera la retirada de las tropas rusas de Ucrania y la perspectiva de restaurar la integridad territorial del país, el pueblo ucraniano aceptará esta negociación. Pero hoy por hoy no se ha anunciado ninguna propuesta que incluya la retirada de las tropas rusas. De hecho, Rusia solo ofrece negociaciones a fin de retrasar la contraofensiva ucraniana hasta que logre reconstruir sus fuerzas, de modo que no está claro qué cosa puede instigar el interés de Ucrania.
Hasta ahora, la dirección de la Federación Rusa solo ha proferido públicamente una retórica beligerante y prometido “alcanzar los objetivos de la operación especial” cueste lo que cueste. Lo último que hemos oído decir al vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Dmiti Medvédev, ha sido una reivindicación territorial de la “ciudad rusa de Kiev”. Al mismo tiempo, tachó a la ciudadanía de Kyiv que rechaza esa demanda de “cucarachas” (que sugiere asociaciones con la retórica de los perpetradores del genocidio de Ruanda).
[La ideología del genocidio del pueblo ucraniano, que se elabora activamente y se institucionaliza en la Federación Rusa como ideología oficial, así como la rápida caída en el fascismo del país en general, merecen un artículo aparte.]
-¿Por qué no hay negociaciones de paz en estos momentos?
Para concluir, la responsabilidad por la ausencia de negociaciones de paz en estos momentos recae enteramente en la Federación Rusa, que no formula, al menos públicamente, ninguna propuesta que la mayoría de la población ucraniana pudiera aceptar siquiera como hipótesis. Ucrania sí ha planteado tales propuestas. Antes de los ataques masivos contra la infraestructura civil ucraniana, Ucrania avanzó propuestas en la reunión de Estambul del 29 de marzo, que incluían la retirada de las tropas rusas a la línea del 23 de febrero y el aplazamiento de la discusión sobre Crimea y el Dombás. Al mismo tiempo, la parte ucraniana insistió en que todas las disputas se dirimieran por medio de referendos transparentes celebrados bajo supervisión de observadores internacionales y después del retorno de todas las personas desplazadas a la fuerza.
La respuesta pública del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lávrov, fue que el “status neutral” de Ucrania le parece “conceptualmente apropiado” y al mismo tiempo no dijo ni una palabra con respecto a su disposición a retirar las tropas. Parece que el Kremlin no considera que unos referendos difíciles de manipular son una opción de cara a una posible solución. Siguen sin percibir al pueblo ucraniano como la entidad que tomará la decisión final: esto simplemente no les cabe en la cabeza. Este es el principal problema de la perspectiva de entablar negociaciones de paz. No existe la certeza de que tenga sentido emprenderlas con la dirección rusa actual. No existe la certeza de que las autoridades rusas siquiera entienden que Zelensky no puede firmar lo que le dé la gana y que tampoco Biden puede obligar a Zelensky a firmar un acuerdo que la mayoría del pueblo ucraniano no apruebe.
En octubre-noviembre, algunos países mediadores avanzaron propuestas de cara a un posible acuerdo de paz con la condición de que Rusia retire sus tropas del sur y del este de Ucrania, incluido el Dombás, pero posponiendo la cuestión del estatuto de Crimea durante siete años. Si Moscú estaba interesado, debía dar prueba de la seriedad de sus intenciones deteniendo el lanzamiento de misiles contra infraestructuras críticas de Ucrania. Rusia respondió con un ataque masivo con misiles durante la cumbre del G20.
Después de que Zelensky avanzara un posible plan para las negociaciones en forma de 10 puntos en su discurso ante la cumbre del G20 (y volviera a hacerlo cuando anunció la exigencia de que las negociaciones fueran púbicas), todas las declaraciones de diplomáticos rusos sobre el deseo de entablar negociaciones, no acompañadas de propuestas públicas, pueden calificarse claramente de mentiras y manipulaciones.
El pueblo ucraniano desea la paz, no otro alto el fuego más, que durará hasta la próxima invasión. De hecho, incluso en los grandes medios ucranianos está desarrollándose una campaña a favor de la paz, pero toda confianza en unas negociaciones de paz es imposible sin un debate público sobre sus términos. En particular, la editora jefa de Ukrayinska Pravda, Sevgil Musayeva, ucraniana de origen tártaro de Crimea, no rechaza una negociación. A pesar de que el aplazamiento de la decisión sobre Crimea le afecta personalmente, reclama la formulación pública de una propuesta de paz justa porque “si la sociedad ucraniana no siente la justicia, todo acuerdo está condenado de antemano”.
Nosotros y nosotras, socialistas de Ucrania, hemos de vigilar ahora de cerca para que nadie olvide que las negociaciones de paz han de ser públicas, exclusivamente públicas, y acordadas en términos aceptables para el pueblo ucraniano. Esta es la única manera de que podamos lograr una paz justa y duradera.
(Publicado en Sotsialny Ruj, 12-12-2022)