Rusia – Informe de Amnistía Internacional documenta deportación y adopción forzada de niños ucranianos. [Faustine Vincent]

Foto: Daniel LEAL / AFP, 3-3-2022

Un informe de Amnistía Internacional documenta la deportación y la adopción forzada de niños ucranianos

Las autoridades rusas afirman que estos menores son huérfanos, pero la ONG lo desmiente.

Faustine Vincent

Le Monde, 10-11-2022

Traducción de Correspondencia de Prensa, 13-11-2022

Desde el momento en que comenzó la invasión rusa, el 24 de febrero, miles de civiles ucranianos han sido trasladados por la fuerza a Rusia o a las zonas ocupadas. Un informe publicado el jueves por Amnistía Internacional hace hincapié en lo que sucede con los niños no acompañados, separados y huérfanos, algo que se considera «especialmente preocupante». Al igual que los ancianos o los discapacitados, corren «más riesgo de ser trasladados por la fuerza», afirma la ONG de derechos humanos, que denuncia un «crimen de guerra, incluso un crimen contra la humanidad». Estos niños, incapaces de escapar por sí mismos, quedan atrapados en manos rusas, privados de su nacionalidad y adoptados por la fuerza.

Las cifras son difíciles de establecer. «Desgraciadamente, nadie conoce el número exacto, pero hasta la fecha Ucrania ha identificado a 10.764 niños [separados de sus familias] en Rusia y en los territorios ocupados», explica a Le Monde Aksana Filipichyna, experta independiente en la protección de los derechos de los niños y que fuera representante (2012-2022) del Defensor del pueblo ucraniano para los derechos de la infancia y la familia. Esta cifra procede a su vez de las llamadas de los padres que buscan a sus hijos, especialmente de las regiones de Mariúpol, Zaporiyia y Kherson (Jersón).

Amnistía Internacional, que fue expulsada de Rusia, no pudo visitar el territorio ruso para entrevistar a los menores trasladados a la fuerza, pero se basó en el testimonio de los que pudieron marcharse, o de sus familiares. Según la ONG, los niños trasladados a la región de Donetsk -ocupada en parte por el ejército ruso- parecen haber sido internados inicialmente en varios hospitales y otras instalaciones de la región. «Por lo general, declararon que habían recibido una alimentación adecuada y algunas actividades diarias estructuradas», dice el documento. Los niños mayores informaron que se les ofrecía la oportunidad de participar en programas educativos -cursos de «educación patriótica»- y que habían permanecido en campamentos de vacaciones u otros alojamientos temporales en Rusia.

Carácter sistemático

La legislación rusa prohíbe la adopción de niños extranjeros. Sin embargo, en mayo, Rusia simplificó el procedimiento para que los huérfanos adquieran la ciudadanía rusa. «Esta ley puede facilitar la absorción de los niños (…) en la sociedad rusa de una manera que niega fundamentalmente sus derechos a elegir y a conservar su nacionalidad», dijo Amnistía Internacional. También refleja «una política estatal por parte de las autoridades rusas de deportar a ciertos niños ucranianos», dijo la ONG.

Moscú, por su parte, no trata de ocultar el carácter sistemático de estas deportaciones y adopciones forzadas. Todo lo contrario, lo reivindica y afirma que es una manera de salvar a estos niños. Ya en mayo, la comisaria rusa para los derechos de los niños, Maria Lvova-Belova, declaró que los menores de las instituciones de Donetsk habían sido ubicados en familias de acogida en la región de Moscú y que estaba trabajando para ampliar el programa y unificar los procedimientos de tutela y adopción con las autoridades de Donetsk y Lugansk.

En julio, el representante ruso anunció que 108 niños, presentados como «huérfanos del Dombás» y a los que se les había concedido la ciudadanía rusa, serían entregados a nuevos padres en seis regiones de Rusia en los próximos días. Maria Lvova-Belova dijo que ella misma había adoptado a un chico de 16 años procedente de Mariúpol.

«Rusia afirma que estos niños son huérfanos, pero no es así», dijo Laura Mills, autora del informe de Amnistía Internacional. Los niños pueden haber sido separados de sus familias durante su paso por los campos de filtración hacia Rusia, entre otros. En el caos de la guerra, los padres también pueden haberlos perdido la pista y no saber dónde están.

Ante esta falta de transparencia, las familias y las ONG tienen dificultades para localizar a los menores. Sobre todo, porque durante el proceso de adopción, «el nombre, la fecha y el lugar de nacimiento del niño pueden ser cambiados mediante una orden judicial», dice Aksana Filipichyna. Si el niño es pequeño, nunca conocerá su pasado y su identidad. Y le será muy difícil encontrar a los padres.»

«Genocidio»

Esto es, precisamente, lo que quiere Rusia. «Se trata de privar a esos niños de su ciudadanía y de asimilarlos a la sociedad rusa», explica Laura Mills. Con estas adopciones forzadas y la «reeducación» de los niños ucranianos, Rusia persigue su objetivo político de erradicar la identidad ucraniana. «A través de los niños, Moscú está cometiendo un genocidio del pueblo ucraniano, ya que les lava el cerebro con propaganda, redefine su país natal y borra todo lo que sea ucraniano de su memoria», afirma Aksana Filipichyna. El artículo 2 de la Convención de 1946 sobre este delito incluye expresamente en la definición de genocidio «el traslado forzoso de niños de un grupo a otro grupo» cuando este acto se comete «con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal».

El traslado y la adopción forzada de ucranianos no es una práctica nueva en Rusia. Incluso antes del inicio de la invasión de Ucrania, las autoridades de las provincias separatistas de Donetsk y Lugansk, respaldadas por Moscú, habían transferido niños hacia orfelinatos en Rusia, según Amnistía Internacional.

No existe ningún mecanismo oficial que permita devolver a los niños deportados a Ucrania o que facilite su reunificación con sus tutores o con su familia. Es algo que debe ser hecho por estos últimos con la ayuda, a veces, de las autoridades ucranianas, las ONG y personas voluntarias.

Algunas familias inician una peligrosa odisea para encontrar a sus hijos. El tutor ucraniano de dos menores trasladados a Donetsk recorrió 4.000 kilómetros a través de Polonia, Lituania y Letonia, cruzando la frontera rusa a pie, antes de tomar un autobús hasta Donetsk y traerlos de vuelta. «Todo tenía que ser lo más discreto posible, dijo a Amnistía Internacional. No fue un viaje fácil. El billete de ida para una persona cuesta 350 euros… Las ONG me prestaron dinero, por eso pude hacerlo». Hasta ahora, 96 niños han sido repatriados a Ucrania, según Kiev. Otros crecen en tierras de sus enemigos, con sus nuevas familias.