Una escena de la estupenda ‘Un simple accidente’. (LES FILMS PELLEAS)
Entrevista a Jafar Panahi
Jaime Iglesias
Viento Sur, 21-10-2025
Correspondencia de Prensa, 23-10-2025
Hay películas que, más allá de sus calidades cinematográficas, han de valorarse por el mero hecho de existir. Un simple accidente, largometraje con el que Jafar Panahi ganó este año la Palma de Oro en Cannes (galardón que se suma al León de Oro en Venecia que obtuvo por El círculo en 2000 y al Oso de Oro en Berlín de 2015, por Taxi Teherán), más que una simple película es un ejemplo de resistencia.
Panahi lleva más de diez años vetado por las autoridades políticas de su país, obligado a rodar en condiciones de clandestinidad, algo que el propio realizador acepta con resignación: “Rodar en condiciones de clandestinidad no corresponde a una elección por mi parte. Como tal no es algo improvisado. Llevo quince años sin poder trabajar en una situación de normalidad. En todo este tiempo he tenido que aprender a explorar otras opciones para poder seguir haciendo cine con pocos medios. La primera vez que probé a rodar en estas condiciones me acuerdo que, junto a un amigo, hicimos un cortometraje que transcurría enteramente dentro de mi domicilio. Pero aquello no era cine. Desde ese momento todos mis esfuerzos estuvieron enfocados a poner en pie experiencias cinematográficas con muy pocos recursos”.
“La primera vez que quedé moderadamente satisfecho con el resultado fue con Taxi Teherán -añade-. Aquella experiencia me proporcionó los conocimientos para poder rodar en condiciones de clandestinidad”.
Quizá por eso, más allá del enorme prestigio que supone un galardón como la Palma de Oro, lo que más honrado le hace sentirse a Panahi es el reconocimiento de sus colegas de profesión, especialmente el de aquellos que, como él, entienden el cine como un acto de resistencia: “No hay pena más grande que sentirse en soledad, por eso valoro mucho el apoyo que he venido recibiendo de la comunidad cinematográfica internacional, especialmente de aquellos directores que, como yo, conciben el cine como un acto de resistencia, como un modo de estar en el mundo y de intentar revertir las injusticias sociales que nos rodean. Por eso me siento confortado cuando veo la obra de directores que, a través de sus películas, luchan por mejorar el día a día de sus semejantes”.
‘Un simple accidente’ narra una serie de episodios rocambolescos que acontecen a raíz de la avería de un vehículo. Cuando el conductor acude a un taller para que reparen su coche, uno de los mecánicos cree reconocer su voz identificándola con la de uno de sus torturadores durante el tiempo que pasó detenido acusado de resistencia a la autoridad. Esta revelación hace que el mecánico decida secuestrar a su cliente incitado por un sentimiento de venganza. Sin embargo, como no está del todo seguro acerca de su identidad, a través de una red clandestina de antiguos presos políticos se pone en contacto con otros represaliados con la esperanza de identificarle.
Esos encuentros generan un crescendo de momentos absurdos donde el inicial deseo de venganza va dejando paso a una sensación de hartazgo generalizado entre quienes prefieren dejar atrás su pasado concentrando sus energías en mirar hacia el futuro.
Preguntado acerca de si ese espíritu de reconciliación nacional se ajusta a su propio sentir, Jafar Panahi ofrece una lectura muy precisa sobre su último largometraje: “Un simple accidente no es una película ni sobre el deseo de venganza ni sobre la idea de perdón. Esas solo son las primeras capas del relato, pero bajo esas capas subyace una reflexión sobre el modelo de sociedad que queremos construir con vistas al futuro. En este sentido, creo que se trata de una película guiada por un sentimiento de profundo humanismo. Te pongo un ejemplo: hace unos meses Israel atacó a Irán. Teherán sufrió algunos importantes bombardeos y uno de los misiles alcanzó el principal centro penitenciario de la ciudad. La bomba hirió por igual a reclusos que a funcionarios de prisiones y derribó varios muros, por lo que dejó a muchos presos vía libre para fugarse. Pero el primer impulso de estos, antes de huir, fue socorrer a sus carceleros. ¿Ese gesto implica un sentimiento de perdón? Yo creo que no, que se trató simple y llanamente de un gesto de humanidad y eso es lo que trato de reflejar en una película como Un simple accidente”.
Lo que sí admite Panahi es que su relato está salpicado de momentos de humor absurdo que, en cierto modo, reflejan ese espíritu humanista que ha pretendido impregnar a su película, si bien el cineasta se apresura a señalar que dicho humor no es algo que él considere una seña de identidad de su cine: “El sentido del humor que hay en mis películas no creo que sea algo que me defina a mí como cineasta, sino como ciudadano iraní. Es un humor que nace casi como un mecanismo de defensa ante la adversidad y eso es algo que está en nuestro ADN. Los iraníes somos gente con mucha retranca que tendemos a dar la vuelta a las situaciones más trágicas buscando el lado absurdo que atesoran. Un día podemos estar rotos por el dolor y al día siguiente haciendo chistes sobre nuestra aflicción”.
Quizá sea ese el secreto para mantener una actitud positiva. Pese a tratarse de un director silenciado por el régimen de su país, Jafar Panahi está convencido de que el tiempo juega a su favor: “Cuando un cineasta rueda una película, su objetivo es que esta sea disfrutada por el público. Ahora mismo, las circunstancias hacen inviables que mis largometrajes lleguen a los espectadores iraníes. Pero no hay que desesperar. El tiempo es algo que no está escrito, como tal, estoy seguro de que llegará un día en que mis películas se verán en Irán”.
Por si acaso, el director iraní reconoce que toda su obra fílmica está a buen recaudo esperando el día en que pueda verse en su país: “Mis películas están en manos de compañías de distribución internacionales. Confío en ellas a la hora de salvaguardar mi legado cinematográfico y, cuando llegue el día en que mis películas puedan verse en mi país, serán estas distribuidoras las que las pongan a disposición del público”.
-Publicado en Naiz, 19-10-2025