La estructura policial sigue siendo la misma que durante la dictadura y perpetúa los privilegios de las élites.
CSP-Conlutas, 18-7-2025
Traducción de Correspondencia de Prensa, 22-7-2025
Es la permanencia de una doctrina violenta y del control de las masas.
Ni siquiera la implantación de cámaras corporales ha cambiado el comportamiento brutal de la policía en Brasil. Los policías tienen libertad para apagar el equipo, lo que permite acciones violentas y el borrado de pruebas.
En mayo de 2025, São Paulo registró el mes más mortífero de los últimos cinco años. Hubo un aumento del 61% de asesinatos policiales. Entre enero y octubre de 2024, el estado de São Paulo registró 676 muertes como resultado de operaciones y agresiones de la Policía Militar. Semejante violencia es injustificable.
La misma estructura de la dictadura militar
En Brasil de Fato, el investigador Adilson Paes de Souza, ex miembro de la Policía Militar, sostiene que el aumento de la letalidad está directamente relacionado con la aplicación de la doctrina de seguridad nacional, utilizada durante la dictadura para eliminar a los «enemigos internos». También subraya que, hoy en día, este enemigo tiene color y clase social: pobres, morenos y negros.
Adilson señala que una parte de la población es receptiva a esta violencia. «En Brasil tenemos el tipo criminal de sospechoso. Se lo puede matar con una pseudo aplicación de justicia instantánea para decirle a la población que la policía está en acción.»
A pesar de los vestigios de la dictadura en el comportamiento policial, el policía retirado afirma que tanto los gobiernos de derecha como los de izquierda avalan las prácticas violentas. «Ambos tienen la misma práctica, la misma política, el mismo discurso. Ambos están a favor de la letalidad policial. Bahía, un estado gobernado por el PT durante mucho tiempo, es ahora el estado cuya policía mata a más personas en Brasil», subraya.
De hecho, en términos absolutos, la policía de Bahía mata más que la de São Paulo. En el mismo periodo, de enero a octubre de 2024, asesinó a 1.344 civiles. Poco antes de que se dieran a conocer las cifras, el gobernador del PT, Jerônimo Rodrigues, llegó a elogiar el trabajo de las fuerzas de seguridad del estado de Bahía, indicando que se trataba de un esfuerzo incansable en la lucha contra el crimen.
Una forma de control sobre las masas
Israel Luz, investigador del Ilaese (Instituto Latinoamericano de Estudios Socioeconómicos) coincide con Adilson Paes. «De hecho, la estructura actual de la seguridad pública es un legado directo de la dictadura. Evidentemente, si remontamos la historia brasileña, hay raíces más profundas, pero desde el punto de vista de esta división entre una policía que hace el trabajo de calle, la Policía Militar, y la policía que investiga, la Policía Civil, se trata del resultado directo de los cambios legislativos durante el periodo militar», afirma Israel.
También señala que la Rota de São Paulo (Rondas Ostensivas Tobias de Aguiar), por ejemplo, creada en la década de 1970 con el objetivo de combatir las acciones armadas de la izquierda durante la dictadura militar, cuenta actualmente con unos 800 miembros, conocidos como boinas negras, y es la fuerza de policía militar más letal de São Paulo. Es considerada la tropa de élite de la PM paulista.
Israel también critica la actuación de las instituciones de control, por actuar a menudo en connivencia con la impunidad. «Desgraciadamente, el sistema de justicia penal, que va más allá de las acciones de la policía, es un sistema que permite que la letalidad prevalezca y crezca en nuestro país. Necesitamos un Ministerio Público verdaderamente independiente que actúe en el control externo efectivo de las corporaciones policiales. Y no lo tenemos», dijo.
Israel corrobora esa perspectiva. «Si miramos los datos sobre la resolución de crímenes cometidos por la policía contra la vida en Brasil, son muy bajos, lo que significa que las investigaciones realizadas por la Policía Civil, por ejemplo, están muy por debajo de lo que la población trabajadora desearía, en un tipo de crimen que es muy grave. Así que esto sirve para demostrar, por no hablar del poder judicial, por no hablar de las condenas sin pruebas y otras situaciones, que la maquinaria policial forma parte de una maquinaria genocida superior, de hecho, contra la población trabajadora en general y en particular, desde hace décadas, contra los no blancos, los indígenas, los negros y las negras, los trabajadores pobres, incluso los blancos de las periferias», afirma.
El investigador del Ilaese señala que la recurrencia de esta política de Estado en diferentes gobiernos es un reflejo de la élite brasileña. «Dentro y fuera del gobierno, en diversas instancias, esto es algo que no cambia, está relacionado con una preocupación de la élite brasileña, una preocupación secular, que es cómo controlar a una población profundamente explotada y oprimida», dice.
Relaciona también esta preocupación constante de la burguesía brasileña con los motivos de indignación de la población más pobre, como la falta de educación y salud de calidad, las pésimas condiciones de vivienda, saneamiento y transporte. «Esta falta de políticas públicas que puede convertirse en una olla a punto de estallar, es tratada por el Estado, a través de la policía, imponiendo cada día una dosis de miedo, ya sea a través de un operativo violento, una detención injusta o, en un caso más grave, incluso un asesinato, que tiene la función política de decirle a la población lo siguiente: – mira, no se te ocurra unir fuerzas para protestar contra nada, porque no va a funcionar», señala.
Israel explica que, ante esta realidad, en su calidad de miembro del Comité Brasilândia, siempre explican a los habitantes que cuando, por ejemplo, se organizan con sus vecinos y llevan a cabo una protesta para que se les vuelva a conectar la luz, no es Enel (Compañía eléctrica brasileña controlada por el grupo italiano Enel) la que aparece primero sino la policía, que llega para reprimir la protesta. «Por supuesto, la Policía Militar, que obviamente no tiene nada que ver con el restablecimiento de la electricidad, pero cuyo trabajo consiste en mantener el orden para silenciar a la población, para acallar la indignación, para impedir que la clase trabajadora proteste por cosas pequeñas, por así decirlo, pero también por cosas grandes, por cambios importantes en la estructura de nuestro país, aplica una dosis de terror, una dosis de intimidación a la población, desalentando la organización colectiva. Entonces, esa política de seguridad está directamente vinculada con el mantenimiento del orden capitalista, que es el orden de una minoría rica y poderosa», explica.
(Con informaciones de Brasil de Fato)