Claudia acorralada y el manifiesto declive de Morena
Manuel Aguilar Mora*, Ciudad de México, 22-7-2025
Correspondencia de Prensa, 22-7-2025
La agresividad trumpiana
“Los cárteles tienen una enorme influencia en México […] Ejercen un control muy fuerte sobre México […] Las autoridades mexicanas están petrificadas. Están petrificadas de presentarse en sus oficinas. Están petrificadas de ir al trabajo porque los cárteles tienen un control tremendo sobre los políticos y sobre las personas que resultan electas”. Fueron palabras pronunciadas en una perorata del presidente Trump que retumbó en el país y que incluía una conclusión intimidatoria: “Tenemos que hacer algo al respecto. No podemos permitir que eso suceda”.
El belicoso y caótico presidente de EUA Donald Trump se refirió con estas provocadoras palabras intervencionistas al gobierno de México y de facto su soberbia imperialista no hace distingos y se lleva entre las patas a la mismísima población mexicana. Hay que retroceder más de un siglo para encontrar un tratamiento tan hostil de un gobernante estadounidense contra el gobierno mexicano. En efecto, sólo hay que recordar el protagonismo criminal del nefasto embajador Henry Lane Wilson en la Decena Trágica durante la Revolución Mexicana, con sus sangrientos resultados, entre los cuales destacó el infame asesinato del presidente Madero y su vicepresidente Pino Suárez, para encontrar una peor experiencia intervencionista. No exageramos, pues en esa perorata en la Casa Blanca el 26 de junio pasado Trump añadió una cuenta más al rosario de dichos y acciones hostiles e intervencionistas que desde su primer gobierno viene haciendo contra México, pero cuya virulencia y peligrosidad se ha potenciado en su actual segundo gobierno. Trump es impredecible y sin medida.
Era de esperarse que los dos países vecinos contiguos del gigante estadounidense en su ciclo actual de evidente decadencia, cuya expresión más nefasta han sido precisamente las presidencias trumpianas, fueran de los más afectados directamente de las consecuencias del impulso tóxico imperialista que se ha desatado durante ellas: considerando que Canadá debía acabar siendo otro estado de la Unión Americana, agregando Groenlandia al territorio estadounidense y con impulsos de intervención directa en México para “pacificarlo” y “librarlo de sus cárteles”.
Estamos viviendo en la era del caos capitalista afectado por una crisis múltiple económica, social, ecológica y militar que la llegada de Trump a la Casa Blanca en su segundo periodo ha convertido en una verdadera mutación planetaria.
El súper negocio de las drogas
El cercamiento de la ofensiva imperialista en estos tiempos de crisis aguda del gobierno de Washington se ha desplegado durante las administraciones tanto con la demócrata de Biden como con las republicanas de Trump. Ciertamente han tenido sus matices específicos a los dos partidos, pero éstos son mínimos y determinados por el común denominador imperialista. Básicamente dichas ofensivas se han desplegados en los escenarios en los que la coyuntura exige más atención ante los conflictos mayores: en los problemas de emigración, en las contradicciones comerciales y las candentes cuestiones de seguridad. En todos ellos las exigencias del coloso del norte han sido, son y empeorarán en detrimento de México. La confrontación que hoy es determinante con mucho es la que se da en materia de seguridad.
El tráfico ilegal de las drogas ha sido siempre un colosal campo de ganancias extraordinarias, no sólo para los grupos hegemónicos de los cárteles mexicanos, los más notorios, sino para sectores poderosos estadounidenses mucho menos visibles que sus colegas del sur. En ambos países los dos gobiernos, el del Zócalo y el de Washington están enredados profundamente, por supuesto en primer lugar para perseguir y controlar a los delincuentes, pero también como protagonistas y beneficiarios: en México son políticos, funcionarios e incluso militares y en EUA agentes de las entidades encargadas de controlar el tráfico y algunas poderosas corporaciones farmacéuticas. Como toda actividad que produce ganancias enormes se trata de un negocio capitalista.
El profundo cinismo de los gobernantes estadounidenses es notorio cuando es evidente que la gran mayoría de los colosales montos de dinero que produce el tráfico de droga se queda allá. La DEA y el FBI no detienen a traficantes estadounidenses. Las cárceles están llenas de mexicanos o colombianos y centroamericanos muchos de ellos negros pero la ausencia de estadounidenses blancos es notoria.
En estos tiempos de exacerbación de la competencia, de las guerras comerciales también se ha exacerbado la lucha por la súper ganancias del tráfico de drogas. ¿De qué otra manera se explicaría la cohabitación durante décadas del poderoso Mayo Zambada como el zar de las drogas con los gobiernos priistas y panistas? ¿Por qué hasta los gobiernos de Biden y Trump, Washington se decidió a detener e incluso a secuestrar y a encarcelar al Chapo Guzmán, a los chapitos y a otros más?
El antiimperialismo del siglo XXI
Ante el tremendo desafío que enfrentan los trabajadores y los sectores populares de México, el gobierno de la Cuarta Transformación (4t) ha respondido careciendo por completo de la contundencia y estrategia adecuada. Como jefa del estado capitalista mexicano, la presidenta Claudia Sheinbaum como representante del gobierno de la 4t se ha mantenido en el plano diplomático más moderado posible, haciendo declaraciones casi ridículas (“es bueno para el pueblo que la presidenta de México y el presidente Trump mantienen una relación muy cordial”) características de una política pequeña burguesa, muy lejos de la enjundia clasista y revolucionaria con la que hay que hablar a nombre de los trabajadores y el pueblo mexicano confrontados ante el peligro que encarna el terrible y agresivo líder imperialista que es Trump.
Trump le ha tomado la medida a una presidenta que de por sí encabeza un país con muy poco margen de maniobra ante el poderoso vecino, del cual es ya el principal socio comercial al que van más del 80 por ciento de sus exportaciones. Muy diferente al otro vecino del norte, Canadá que con su economía también imperialista puede maniobrar con más independencia ante las exigencias trumpianas o inclusive un Lula que como presidente de Brasil, un país no imperialista, tiene los suficientes recursos que le permiten gozar de un espacio de maniobra.
La lucha antiimperialista que la historia está abriendo en la próxima etapa de la agenda del pueblo de México sólo podrá tener éxito bajo una dirección encabezada por un gobierno de los trabajadores y el conjunto de sus aliados explotados y oprimidos del campo y las ciudades, en una lucha internacionalista que los una con sus aliados naturales los trabajadores de los países de América Latina y, vitalmente, a sus lógicos y naturales aliados que son los trabajadores y sectores populares de la nación pluriétnica que es la de EUA.
El nacionalismo revolucionario que fue la ideología heredada por la Revolución Mexicana al estado que surgió como su principal consecuencia, dominó prácticamente la política mexicana durante el siglo XX. La planetarización de la economía, de la sociedad, de las guerras y de los desafíos ecológicos une la lucha de todos los pueblos del mundo en una sola contra el capitalismo-imperialista que con sus múltiples crisis tiene a la humanidad en la actual sombría situación.
El Consejo Nacional de Morena
La necesidad imperiosa de una nueva etapa política e ideológica del curso histórico del pueblo de México lo exige la decadencia capitalista que atravesamos. El gran riesgo que corremos los trabajadores y sus aliados con la defectuosa y demagógica dirección morenista, como ya vimos durante su primera época presidida por AMLO, ahora es evidente bajo su segunda etapa encabezada por Claudia Sheinbaum, en lo que la presidenta ha definido como “el segundo piso” de la 4t. Se trata de una dirección nacional que está demostrando ser a todas luces incapaz de enfrentar con éxito al energúmeno de la Casa Blanca.
Esto se palpó claramente en la realización del VIII Consejo Nacional de Morena el pasado 20 de julio en la Ciudad de México. Dos temas fueron centrales: las elecciones intermedias de 2027 y la crisis producida ante la denuncia, proveniente de las propias filas obradoristas, de que el jefe de la bancada obradorista en el Senado Adán Augusto López durante su periodo en la gubernatura de Tabasco hace seis años había puesto como jefe de seguridad del estado a Hernán Bermúdez Requena quien fue jefe de la banda de delincuentes, conocida como “La Barredora”, que asesinaron, extorsionaron y traficaron droga en niveles altísimos en la entidad. El tal personaje huyó de inmediato y al parecer se encuentra en Brasil.
Una gravísima acusación hecha la misma semana de la perorata intervencionista trumpiana que venía en cierto modo a justificarla. Los delegados del Consejo, incluida la capa dirigente, en lugar de exigir su renuncia y la aclaración de su situación, lo apoyaron. De esta forma se mostró como una falacia que las pomposas declaraciones de que Morena, como jactanciosamente presumen sus líderes “no es como los partidos conservadores anteriores” son pura demagogia. En realidad, Morena no es muy diferente a ellos, aunque con el agravante que para millones de mexicanos que sí lo creyeron, una decepción muy grande los frustrará. Pero Adán Augusto no la tiene fácil, puede caer, lo que sería una estrepitosa derrota para el oficialismo obradorista. Caería una figura que viene del PRI, fue gobernador de Tabasco, fue secretario de Gobernación del gobierno de AMLO, fue precandidato presidencial de Morena, presumía ser “un hermano” de su paisano AMLO y es hoy el jefe de los senadores obradoristas.
El otro tema principal tratado en el Consejo fue la preparación de los trabajos para las elecciones intermedias de 2027. ¿Y la siniestra perspectiva que representan los tres años y medio que restan del cuatrienio trumpiano? ¿Cómo preparar y organizar a los trabajadores y a sus aliados para enfrentarlos? De ello nada se dijo.
Realizado en medio de un clima tan pesado este Consejo mostró el enorme deterioro del obradorismo en el poder. Por ejemplo, el secretario general de Morena Andrés Manuel López Beltrán, el hijo de AMLO no se presentó al acto, como tampoco lo hizo Ricardo Monreal, jefe de los diputados obradoristas que hace unos días en una entrevista declaró que después de más de 40 años de ejercer el oficio de político, se retira del mismo.
Conclusión
Días antes de los acontecimientos narrados, del alud de piezas que se acumula en EUA para hacer una verdadera carambola política con el gobierno mexicano, preludio de hechos aún peores cuya cima sería esa intervención directa varias veces referida por Trump, son dos hechos cuyas consecuencias son muy importantes. El primero es que el testigo colaborador en que se convirtió uno de los hijos del Chapo Guzmán, el chapito Ovidio Guzmán preso en una cárcel de EUA, le ha dado a Washington una palanca para conocer una veta de información colosal sobre el mundo del narco y sus relaciones con el gobierno mexicano. La situación del otro de los chapitos pero sobre todo del Mayo Zambada, también presos en EUA, es una cantera de información en poder de Washington para sus chantajes al Palacio Nacional mexicano. Una de las premisas de la política revolucionaria debe ser comprender que el fracaso de la estrategia de los gobiernos mexicanos en el combate al tráfico de drogas resultó del todo fallido, en especial en su última etapa obradorista con la consigna de “abrazos y no balazos”.
Finalmente, Washington también en los primeros días de julio lanzó otra bomba que estremeció al mundo burgués mexicano, en particular a sus sectores financieros, al publicar la Red de Control de delitos financieros del Departamento del Tesoro una denuncia de las presuntas relaciones con los cárteles de dos bancos mexicano (CI Banc e Intercan) y la Casa de Bolsa Vector, esta última cuyo dueño es Alfonso Romo, destacado promotor de la campaña electoral de AMLO y después jefe de su gabinete de conexión con los (los grandes) capitalistas mexicanos durante tres años de su gobierno. (Véase en este mismo boletín el artículo de Álvaro Vázquez sobre el particular.)
Son tiempos que anuncian grandes jornadas ante las cuales no es posible eludir nuestra responsabilidad para que sean el fundamento de cambios y transformaciones verdaderamente democráticas, libertarias, feministas, cuidadoras del medio ambiente y, ante todo, internacionalistas.
*Manuel Aguilar Mora, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS), profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968 integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas. Autor de numerosos libros sobre la historia política, económica y social de México.