Cuba reduce el déficit fiscal, pero ¿quién lo está pagando?
Redacción de La Joven Cuba, 6-12-2024
Correspondencia de Prensa, 7-12-2024
La noticia es que el gobierno cubano ha anunciado avances significativos en la reducción del déficit fiscal como parte de las Proyecciones de Gobierno para 2024. En la más reciente reunión del Consejo de Ministros, el ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro Ale, presentó los resultados presupuestarios hasta octubre, destacando un déficit de 29,717 millones de pesos. Este monto representa el 20% del déficit planificado para el presente año y el 39.6% de lo previsto hasta la fecha. Regueiro Ale aseguró que esta reducción es fruto de diversas medidas implementadas para contrarrestar las distorsiones económicas y reimpulsar la economía nacional.
«El déficit fiscal ha tenido un comportamiento sostenido en el transcurso de todo el año», afirmó Regueiro Ale, como argumento de efectividad de las estrategias adoptadas. Entre las acciones prioritarias, destacó la importancia de incrementar los ingresos al Presupuesto municipal mediante la explotación de reservas territoriales y la disminución de gastos innecesarios. Además, mencionó un saldo positivo de 19 mil millones de pesos en cuenta corriente al cierre de octubre, atribuyéndolo a una recuperación sostenida de indicadores financieros en meses anteriores.
Por su parte, Mildrey Granadillo de la Torre, viceministra primera de Economía y Planificación, detalló que de las 101 proyecciones económicas aprobadas para el año, 73 ya han sido implementadas, lo que equivale al 72%. Asimismo, de las 253 acciones específicas, 148 han sido cumplidas, alcanzando un cumplimiento del 58.5%. Granadillo enfatizó que, a pesar de los desafíos presentados por eventos naturales como huracanes y sismos, las medidas adoptadas han permitido mantener el rumbo en la implementación de las Proyecciones de Gobierno.
Hasta el momento no hay claridad sobre en qué consisten esas proyecciones y acciones, sin embargo, la nota oficial destacó que entre ellas se encuentran el monitoreo constante de la bancarización y los precios máximos para productos de alta demanda, y subsidiar personas y no productos.
El ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez declaró que «estamos viendo una tendencia al decrecimiento de la inflación tanto mensual como interanual, lo que, sumado a la reducción del déficit fiscal, indica que estamos avanzando hacia los resultados macroeconómicos esperados».
La nota publicada afirma que «detalló varios indicadores cuyos resultados ratifican las complejidades que enfrenta en estos momentos el país, como son las importaciones de bienes, los ingresos en divisas por exportaciones, los portadores energéticos, y la transportación de cargas y de pasajeros», sin embargo, estos no fueron transparentados a la ciudadanía.
«Continuaremos con la contracción de gastos y la potenciación de ingresos para asegurar que el déficit fiscal siga disminuyendo», concluyó el ministro.
En principio este anuncio pudiera significar una buena noticia para la depauperada economía cubana, en un año para el que ya se ha pronosticado una contracción del Producto Interno Bruto. Sin embargo, los datos presentados han sido tomados con escepticismo por parte de algunos expertos.
La explicación simple del déficit fiscal es que ocurre cuando el gobierno gasta más de lo que ingresa. Para reducir esta distorsión hay generalmente tres caminos: incrementar ingresos, reducir gastos, o una combinación de ambas. Según lo declarado por el titular de Economía, el Estado cubano apuesta por la tercera vía, sin embargo, hay varios aspectos de la estrategia que no han quedado claras.
El economista Pedro Monreal en su blog El Estado como tal, criticó las afirmaciones de Joaquín Alonso Vázquez, señalando que «la combinación de una contracción del PIB en 2024 y una inflación de dos dígitos es cualquier cosa menos un indicio de “ordenamiento” macroeconómico».
Monreal argumenta que, aunque la inflación ha disminuido en comparación con el año anterior, sigue siendo extremadamente alta, situándose entre el 25% y el 30%, lo que caracteriza un escenario de estanflación (estancamiento del crecimiento económico, sumado a la inflación). Por otro lado, señala que «cuando informa una reducción notable del déficit presupuestario sin ofrecer datos concretos de gastos e ingresos, el Ministerio de Finanzas de Cuba escamotea el análisis de lo que parece ser la aplicación de una dura política de austeridad fiscal».
El economista destaca que la reducción del déficit fiscal de 147 mil millones de pesos previstos inicialmente para 2024 a 29,7 mil millones al cierre de octubre probablemente se ha logrado mediante una drástica reducción de gastos, especialmente en un contexto de dos años consecutivos de decrecimiento del PIB. «Es una política de austeridad fiscal “de manual”, donde la contracción de los gastos públicos y la reducción brutal de la remuneración del trabajo han llevado inevitablemente al empobrecimiento generalizado de los hogares cubanos», señaló.
Esta estrategia de reducir el déficit fiscal, no aumentando los ingresos por parte de sectores productivos, sino congelando los salarios de los trabajadores estatales, ya había sido alertada por el economista Omar Everleny. Según su análisis de las Cuentas Nacionales de 2023 —publicadas con rezago en septiembre de 2024— esta táctica venía ocurriendo desde el año pasado.
«Lejos de equilibrarse, hay decrecimiento, alta inflación y una política de contracción de la demanda agregada a costa de mermar el ingreso real del trabajo y de reducir bienes y servicios públicos», declaró Everleny. Además, destacó que la remuneración del trabajo ha disminuido drásticamente, pasando del 46.3% del PIB en 2020 a casi el 18% en 2023. «Esta baja demuestra cómo el Estado ha utilizado la comprensión o congelamiento de la remuneración como un instrumento para evitar el incremento del déficit fiscal del país, sacrificando el bienestar de los trabajadores».
Nuestra opinión es que aunque las cifras oficiales del gobierno cubano muestran una reducción del déficit fiscal como un avance positivo, los análisis críticos de economistas como Pedro Monreal y Omar Everleny indican que esta reducción ha sido alcanzada a costa de políticas de austeridad que perjudican significativamente el bienestar social y económico de la población. Asimismo, el constante aumento de las multas al sector privado también podría tener que ver con los ingresos, pero su efecto como desincentivo económico aún están por ver.
Por otro lado, los efectos de una política de austeridad y recortes son notables en la sociedad cubana: salarios incapaces de cubrir la canasta básica alimentaria, una libreta de abastecimiento con cada vez menos productos, aumento de la mendicidad, desnutrición infantil, por solo citar algunos ejemplos.
La realidad económica cubana, marcada por una alta inflación y una disminución de los ingresos reales de los trabajadores, sugiere que el desafío para el país va más allá de simples ajustes fiscales.
Para alcanzar una verdadera estabilidad económica es necesario que la dirección del país considere estrategias que no solo se enfoquen en la reducción del déficit fiscal, sino que también promuevan el crecimiento económico inclusivo y el bienestar social. Para ello es necesario, más que medidas aisladas —que por demás no se conocen claramente—, una reforma integral de la economía que brinde incentivos a la producción tanto en el sector estatal como el privado y que promueva encadenamientos que permitan abastecer el mercado nacional.
Mientras esto no ocurra, por más que se intente maquillar con triunfalismos y cifras incompletas la realidad, los problemas de la economía y la sociedad cubana no harán más que crecer. Un déficit fiscal que no se reduce sobre la base de más ingresos por producción, sino por más restricciones en el bienestar de los cubanos, no es para nada una buena noticia.