Entrevista a Natalia Mamonova
Commons, 23-5-2024
Viento Sur, 1-6-2024
Traducción de Faustino Eguberri
Correspondencia de Prensa, 1-6-2024
¿Cuál es el estado de la agricultura en tiempos de guerra en Ucrania? ¿Qué efectos tiene la reforma agraria en el futuro del país? ¿Cómo puede ser un enfoque social y ecológicamente justo para la recuperación de la agricultura en la posguerra?
Discutimos estas y otras cuestiones con la doctora Natalia Mamonova -Investigadora sénior en RURALIS, Instituto de Investigación Rural y Regional de Noruega y coautora de un estudio titulado “Ukrainian agriculture in wartime: resilience, reforms, and markets” (La agricultura ucraniana en tiempos de guerra: resiliencia, reformas y mercados) publicado por el Instituto Transnacional (TNI).
En tu trabajo sobre la agricultura ucraniana, argumentas que nuestro país tiene una «estructura agrícola bimodal», en la que las grandes empresas agroalimentarias y las pequeñas explotaciones agrícolas no compiten directamente entre sí por la tierra y los mercados, lo que les permite coexistir desde hace años. ¿Cómo se produjo esto y cómo funciona en la práctica?
Sí, hay dos tipos clave de productores agrícolas en Ucrania. Hay una gran agroindustria alimentaria que se orienta principalmente a la producción de cereales para la exportación. Cultiva alrededor del 50% de todas las tierras y produce la mitad de la producción agrícola nacional bruta. La otra mitad es producida por la agricultura familiar y los hogares rurales que cultivan el 50% restante. La agricultura familiar y los hogares rurales producen el 95% de las patatas, el 85% de las verduras, el 80% de las frutas y las bayas, alrededor del 75% de leche y más del 35% de carne para el consumo personal y la venta en los mercados nacionales. Además de producir alimentos para el mercado ucraniano, los agricultores familiares cada vez están más interesados en la exportación de cereales, pero les resulta difícil competir con la gran agroindustria, que controla todos los cuellos de botella en este apartado.
Esta estructura agrícola bimodal es el resultado de múltiples factores. Uno de ellos es la reforma agraria. Se inició después del colapso de la Unión Soviética y tenía como objetivo distribuir antiguas tierras colectivas a la población rural para la agricultura privada. La reforma fracasó en gran medida, y la tierra se quedó en los colectivos reorganizados, que más tarde se transformaron en modernas empresas industriales y agroholdings. La moratoria de 20 años sobre la venta de tierras aseguró los derechos a la tierra de las y los aldeanos ucranianos, que arrendaron la tierra distribuida a la agroindustria por poco dinero o en especie, mientras continuaban cultivando sus parcelas familiares.
Por lo tanto, hasta el día de hoy no ha habido un acaparamiento de tierras y desposesión directa de las y los pequeños agricultores en Ucrania. Pero hay un acaparamiento del control: el agronegocio controla la cadena de valor agroalimentaria y reciben la mayoría de las subvenciones agrícolas, evitando así que la agricultura familiar y los hogares rurales se desarrollen y se vuelvan más rentables.
Otra razón para la coexistencia de grandes y pequeñas empresas es la creencia común de que big is beautiful/lo grande es hermoso. Esta creencia está en parte arraigada en la historia soviética, en parte impuesta por el orden capitalista neoliberal que favorece a las grandes empresas, tanto estructural como ideológicamente. Esta creencia ha estado en la mente de los responsables políticos ucranianos y ha sido objeto de lobby por las grandes explotaciones agrícolas durante muchos años. Ucrania se convirtió así en el principal país exportador de granos del mundo. Esta creencia también fue compartida por las y los pequeños agricultores que hasta hace poco veían su agricultura doméstica como subsidiaria, insignificante y, por lo tanto, no defendieron sus derechos y reconocimiento como tal.
La situación comenzó a cambiar después de la revolución Euromaidan. Luego, Ucrania rompió con su pasado soviético y la influencia rusa asociada, y puso en marcha su camino independiente hacia el futuro europeo. En uno de mis proyectos, entrevisté a personas rurales dos años antes y dos años después del Euromaidan. Observé cómo una nueva identidad proeuropea y el creciente patriotismo llevaron a la gente a hablar sobre la agricultura familiar como el modelo futuro de la agricultura ucraniana que podría alimentar a Ucrania y Europa con alimentos ecológicos y saludables. En efecto, la agricultura familiar y los hogares rurales en Ucrania son tan productivos en términos de rendimientos como las grandes empresas, pero utilizan métodos más respetuosos con el medio ambiente y redes locales de alimentos, que si se mejoran podrían convertirse en una alternativa sostenible a la agricultura industrial dependiente de productos químicos.
Además, los pequeños agricultores y agricultoras esperaban que la asociación de Ucrania con la UE, seguida de su adhesión como Estado miembro, reduciría la corrupción y debilitaría la influencia oligárquica en la economía nacional, abriera nuevos mercados para los productos agrícolas de las pequeñas explotaciones y apoyaría el desarrollo de la agricultura familiar en Ucrania. En general, unirse a la UE significaba una vida mejor y oportunidades más justas para mucha gente ucraniana, no solo para las y los habitantes de las zonas rurales.
Tu informe argumenta que las pequeñas granjas familiares en Ucrania son esenciales no solo para una producción de alimentos más ecológica y socialmente responsable, sino también para la seguridad y la soberanía alimentaria en Ucrania durante la invasión a gran escala de Rusia. ¿Podrías hablar un poco sobre esto?
La guerra a gran escala ha demostrado la fragilidad sistémica de la agricultura globalizada neoliberal, que se caracteriza por una estrecha especialización en la producción agrícola, la dependencia del comercio internacional de alimentos, combustibles y fertilizantes, y la dependencia extrema de solo unos pocos productos básicos para la mayoría de las dietas humanas.
La agricultura ucraniana orientada a la exportación quedó paralizada en los primeros meses de la guerra. Cuando los puertos del Mar Negro fueron bloqueados por la marina rusa, las montañas de grano crecieron a lo largo de las fronteras ucranianas, y las rutas terrestres eran insuficientes para transportar todo el grano. Además, se detuvieron los suministros de combustible y fertilizantes, ya que anteriormente se habían importado de Rusia y Bielorrusia. Y, por supuesto, Rusia continúa bombardeando campos agrícolas, destruyendo las instalaciones agrícolas y la infraestructura. ¡La lista de destrucciones es interminable! La gran agroindustria no ha podido adaptarse rápidamente a las conmociones y desafíos de la guerra. Su compleja logística, alta tecnología y gran escala pueden ser efectivas en tiempos de paz, pero no en tiempos de guerra. Mientras tanto, la agricultura familiar y los hogares rurales, aquellos que se encuentran fuera de las áreas de hostilidades activas, pudieron adaptarse con relativa rapidez y producir alimentos para alimentarse a sí mismos, a sus comunidades, al ejército y a la gente de Ucrania.
¿Cómo lo hicieron? Los sistemas alimentarios locales son generalmente más resistentes a los choques globales, ya que dependen menos de los recursos externos y del comercio internacional. A medida que los insumos agrícolas escasearon, las pequeñas explotaciones comenzaron a usar más trabajo manual y menos maquinaria, a veces arando campos con caballos. Reemplazaron los fertilizantes químicos por otros orgánicos y, en el caso de las granjas orientadas a la exportación, pudieron reorientarse rápidamente hacia el mercado nacional, produciendo, por ejemplo, trigo sarraceno en lugar de maíz. Pero lo más importante es la solidaridad que ayuda al pueblo ucraniano a sobrevivir en los momentos más difíciles. Muchas comunidades rurales acogen a personas desplazadas internas que han huido de zonas de guerra y de grandes ciudades que con frecuencia son blanco de ataques aéreos rusos. Juntas, las personas cultivan alimentos, comparten recursos y se apoyan mutuamente.
Por lo tanto, la agricultura familiar y los hogares rurales son quienes alimentan a Ucrania en tiempos de paz y ahora en tiempos de guerra. Esto también influye en la actitud del público hacia la agricultura a pequeña escala. Como dije antes, cada vez más personas creen que el modelo de agricultura familiar debería ser el futuro de Ucrania. Ahora aún hay más personas que piensan así.
En el informe, señalas que la reforma agraria destinada a levantar una moratoria sobre la venta de tierras de cultivo, que había estado en vigor desde 2001, es una de las reformas más controvertidas y políticamente sensibles desde la independencia. ¿Cuáles han sido sus intenciones y consecuencias hasta ahora, y qué consecuencias sociales, ambientales y económicas de la liberalización del mercado de la tierra veremos en un futuro próximo?
Hay muchas voces a favor de la reforma agraria y muchas en contra. Y si no fuera por la guerra, la liberalización del mercado de la tierra se habría convertido en el mayor problema de la política ucraniana. La necesidad de abrir el mercado de la tierra se justificó por el hecho de que esto garantizaría los derechos de los usuarios y usuarias de la tierra, haría que la agricultura fuera más eficiente y aportaría más inversión a la agricultura ucraniana. Quienes se oponen temen el acaparamiento de tierras por parte de la gran agroindustria y la desaparición de la agricultura a pequeña escala.
Se planeó que la liberalización del mercado de la tierra se llevara a cabo en dos etapas. De 2021 a 2024, solo las personas físicas podrían comprar tierras, pero no más de 100 hectáreas por persona. Después de 2024, tanto las personas físicas como las personas jurídicas podrían adquirir hasta 10.000 hectáreas de tierra. La idea era buena: un enfoque gradual destinado a permitir a las y los agricultores familiares y pequeños agricultores comprar primero tierras y luego proporcionar acceso al mercado a las empresas más grandes. Pero este planteamiento no tenía en cuenta el hecho de que la guerra a gran escala comenzó cuando el mercado de la tierra llevaba abierto solo seis meses. Durante los primeros meses de la guerra, la reforma agraria se suspendió, pero luego continuó según lo planeado.
Creo que el mercado de la tierra debería liberalizarse, pero con más apoyo para la agricultura familiar y los hogares rurales en la compra de tierras, de lo contrario se convertirá en algo parecido a lo de América Latina, donde los latifundios controlan la mayor parte de las tierras. Además, la reforma agraria no debería llevarse a cabo durante la guerra. ¿Cómo podemos permitir la venta de tierras cuando el 30% del territorio ucraniano está ocupado, cuando 6,2 millones de personas refugiadas han salido de Ucrania, 5,1 millones están desplazadas internamente y otras muchas, en su mayoría hombres, están luchando en el frente? Estas personas no pueden participar en las transacciones de tierras. Y en general, la guerra creó incertidumbres y dificultades económicas para mucha gente. Esto se traduce en ventas de tierras en una situación de gran necesidad, cuando la gente vende sus parcelas debido a la necesidad de comprar algunas cosas básicas o pagar el tratamiento médico. En tiempos mejores no venderían sus tierras. Además, muchas explotaciones familiares no tienen medios financieros para comprar tierras que actualmente alquilan a sus vecinos. En cambio, las grandes empresas agroalimentarias los tienen.
En el momento actual no constatamos una transformación significativa en la propiedad de la tierra en Ucrania. Las transacciones de tierras que se están llevando a cabo ahora se realizaron en su mayoría hace mucho tiempo, y ahora solo están siendo legalizadas. Sin embargo, si las explotaciones familiares y los hogares rurales no reciben suficiente apoyo para comprar tierra, podremos ver algunos cambios en el uso de la tierra. Y no se trata solo de los acaparamientos de tierras por las grandes explotaciones agrícolas. Sin duda, estas tratarán de asegurar el control sobre las tierras que cultivan. Pero hay otros actores, como especuladores, magnates de negocios e inversores no agrícolas, que podrían comprar algunas tierras de cultivo ucranianas en tiempos de incertidumbre.
Todo esto hará la vida aún más difícil para las explotaciones familiares y los hogares rurales. Esto afectará al futuro de la agricultura ucraniana; puede volverse aún más industrial y orientada a la exportación. Esto, a su vez, comprometerá la seguridad alimentaria nacional, ya que son las explotaciones familiares y los hogares rurales quienes alimentan a Ucrania, tanto en tiempos de guerra como de paz. También afectará a la vida social en los pueblos, ya que la agricultura familiar y los hogares rurales son la columna vertebral de cada pueblo. Y, por supuesto, el medio ambiente puede sufrir, ya que la agricultura industrial utiliza métodos menos respetuosos con el medio ambiente. Pero esto no es nada en comparación con el impacto de la guerra en la agricultura, el medio ambiente y la vida de la gente.
Me interesan las consecuencias de la dependencia de las exportaciones de alimentos de Ucrania para las y los agricultores y productores de productos alimenticios en Europa Oriental y Central, así como en los países africanos, como resultado de la guerra a gran escala. ¿Quién se vio afectado por estas turbulencias y cómo? ¿Cómo afectaron las turbulencias en la agricultura ucraniana causadas por la guerra a otras regiones del mundo, a las que consumen productos ucranianos y a las que compiten con ellos?
Antes de la invasión rusa en 2022, Ucrania era el mayor exportador mundial de semillas de girasol (utilizado para producir aceite de girasol y piensos), el cuarto mayor exportador de cebada y maíz y el séptimo mayor exportador de trigo. Los cereales de Ucrania son expedidos a todo el mundo. Pero los principales receptores del grano ucraniano eran los países con inseguridad alimentaria en Asia, África y Oriente Medio, los que más sufrieron el bloqueo de Rusia de los puertos ucranianos del Mar Negro, a través del cual se envía al extranjero el 95% de cereales. Allí, las tasas de inseguridad alimentaria y desnutrición aumentaron significativamente. La ONU afirmó que la guerra había exacerbado la hambruna en el Sur Global. Sin embargo, debo señalar que esto no solo se debe a la guerra, sino también al cambio climático, la pandemia covid-19 y los conflictos internos.
La guerra no solo causó interrupciones físicas en el comercio de alimentos, sino que también condujo a un aumento en los precios mundiales de los alimentos. Por lo tanto, los precios mundiales de los granos, incluidos el trigo, la cebada y otros cultivos, casi se han duplicado a medida que Ucrania y Rusia, los principales países exportadores de granos, se han quedado fuera del comercio internacional. Los precios también aumentaron debido a factores no relacionados con la producción y la distribución, como la especulación en los mercados mundiales de alimentos, las fluctuaciones de los tipos de cambio y las restricciones a la exportación impuestas por algunos otros países para mantener su seguridad alimentaria. Hoy, 16 países han introducido 22 prohibiciones de exportación de alimentos y 8 han introducido 15 medidas de restricción de exportaciones.
Los países que no dependen directamente de la importación de alimentos ucranianos también sintieron las graves consecuencias de la guerra. La guerra no solo interrumpió el comercio de alimentos, sino también el comercio de combustible y fertilizantes: Rusia y Bielorrusia solían ser los principales exportadores de fertilizantes y combustible a muchos países. Esto causó un fuerte aumento en los precios mundiales de los combustibles y los fertilizantes, lo que a su vez afectó a la producción de alimentos de todo el mundo. La producción agrícola industrial ha sido la más afectada, porque depende críticamente de los combustibles y los insumos químicos. Esto, junto con la inflación y la disminución del poder adquisitivo de la gente, ha llevado a muchos agricultores y agricultoras al borde de la bancarrota.
Estos días somos testigos de las mayores protestas de agricultores y agricultoras en la historia de la Unión Europea. Las protestas son causadas por múltiples factores, pero la causa clave es su deplorable situación económica. En Europa Oriental y Central, las y los agricultores están protestando contra la afluencia de productos alimenticios ucranianos, principalmente cereales. Como mencioné anteriormente, el bloqueo de Rusia a los puertos del Mar Negro llevó a que el grano ucraniano quedara bloqueado en el país. Para resolver este problema, el gobierno ucraniano, junto con sus aliados europeos, inició pasillos de solidaridad para transferir el grano ucraniano a través de rutas terrestres y fluviales a Europa para su envío a países de Oriente Medio o África. Sin embargo, una parte significativa de los cereales y oleaginosas ucranianos se vendieron a la UE. Esto se debió a los cuellos de botella logísticos, el aumento de los costos de transporte fuera de la UE, los contratos rotos con los compradores originales y, en algunos casos, a las prácticas dudosas que permitieron a algunos actores locales en Polonia, Bulgaria, Hungría, Rumania y Eslovaquia beneficiarse de la venta de grano ucraniano en los mercados locales. El flujo de grano ucraniano relativamente barato hacia Europa Oriental y Central deprimió los precios locales e impidió a los agricultores y agricultoras locales vender sus cosechas.
En la UE, la y los agricultores y políticos que se oponen al aumento de las importaciones de productos agrícolas ucranianos subrayan dos puntos: la naturaleza industrial de la producción en Ucrania, que la hace más competitiva desde el punto de vista económico, y los peligros para el medio ambiente y la salud. ¿Esta crítica solo se aplica a las grandes explotaciones oligárquicas que dominan las exportaciones y no se relaciona con las pequeñas empresas?
Sí, tienes razón. Las críticas a los productos de exportación de Ucrania están relacionadas con su precio y métodos de producción. Esto se aplica no solo a los cereales de Ucrania, sino también a otros alimentos. En Francia, por ejemplo, las y los agricultores están protestando contra la miel de Ucrania. Los productos ucranianos son más baratos que los producidos en la UE por varias razones. Son los métodos de producción industrial y economías de escala que hacen que los productos ucranianos sean más competitivos desde el punto de vista económico. Las y los productores de alimentos ucranianos no tienen que cumplir con estrictos requisitos ambientales, como en la UE. Además, la tierra y la mano de obra también son más baratas en Ucrania. Y, sobre todo, la UE introdujo una suspensión temporal de los derechos de exportación y los contingentes arancelarios sobre los productos agroalimentarios ucranianos para apoyar a Ucrania durante la guerra. Todo esto afecta al precio de los productos alimenticios ucranianos en los mercados europeos.
No diría que las los agricultores y políticos que protestan en Europa crean seriamente que los productos ucranianos representan un peligro para el medio ambiente y la salud. Las exportaciones de alimentos de Ucrania no son peligrosas, aunque Eslovaquia encontró rastros de un pesticida prohibido en la UE en el trigo de Ucrania el año pasado. También hubo precedentes cuando el grano ucraniano para pienso se vendió en algunos países de Europa Oriental y Central como grano para panadería. Mis colegas en Polonia revelaron tales casos. Pero ahí debemos culpar a la corrupción en Polonia, no al grano ucraniano.
Respecto a tu pregunta sobre si la crítica se aplica solo a las grandes explotaciones oligárquicas o también a la pequeña producción agrícola, no estoy segura de que todo el mundo en Europa entienda que la agricultura ucraniana es fundamentalmente diferente de la agricultura europea y consiste en dos tipos diferentes de productores. En el discurso europeo más extendido se utiliza una expresión muy general «exportaciones de alimentos desde Ucrania». Solo en Polonia, el vecino más cercano de Ucrania, las y los agricultores que protestan han comenzado a afirmar que estaban protestando no contra los agricultores y agricultoras ucranianas, sino contra las corporaciones transnacionales que operan en Ucrania. Esto es en gran medida cierto, ya que la agroindustria, los exportadores clave de cereales ucranianos, a menudo pertenece a holdings internacionales o a grupos de inversión extranjeros. Sin embargo, la miel, por ejemplo, es producida por explotaciones familiares ucranianas y hogares rurales de orientación comercial que venden sus productos en el extranjero. Sin embargo, desafortunadamente, el resentimiento de las y los agricultores europeos contra las exportaciones ucranianas más baratas es el mismo.
Hay múltiples discusiones sobre la reconstrucción de Ucrania tras la guerra. En el marco del Consejo Nacional de Recuperación, el grupo «Nueva Política Agraria» está desarrollando actualmente propuestas para la recuperación de la agricultura. Los borradores existentes parecen proponer volver a la producción anterior a la guerra y al modelo económico de la agricultura globalizada orientada a la exportación, en lugar de repensar la producción de alimentos desde la perspectiva del bien público y la salud ecológica. Han sido criticados por la sociedad civil y la comunidad académica. ¿Cómo sería una recuperación agrícola más justa en la posguerra? ¿Cómo apoyar una producción sana de alimentos, culturalmente apropiada y producida respetando la tierra?
No creo que debamos tratar de eliminar la agricultura industrial a gran escala en Ucrania. Es demasiado extremo y poco realista. En primer lugar, la agroindustria genera ingresos presupuestarios necesarios para reconstruir el país después de la guerra (antes de la guerra, el sector agrícola representaba el 45% de los ingresos de exportación). Ciertamente, hay suficientes casos de evasión fiscal a gran escala por parte de las agroindustrias, pero no debemos subestimar el papel de las grandes empresas en la economía de Ucrania. En segundo lugar, el mundo depende del grano de Ucrania y nuestro país tiene la tierra, el clima adecuado y los recursos para seguir siendo el granero del mundo. Sin embargo, creo que es importante imponer más restricciones a las grandes empresas, incluidas las restricciones ambientales, y hacer que la agroindustria sea más transparente. También es importante que el gobierno ucraniano cambie las prioridades de su política agrícola de un enfoque del big is beautiful al apoyo a la agricultura familiar y a los hogares rurales. Por supuesto, esto es más fácil decirlo que hacerlo, ya que la estructura agrícola bimodal, que es muy injusta hacia las pequeñas explotaciones, está profundamente arraigada en el sistema institucional ucraniano. Esto es evidente en la Nueva Política Agrícola, que tiene como objetivo recrear en gran medida el modelo anterior a la guerra de la agricultura globalizada y orientada a la exportación.
Y, sí, hay una fuerte crítica por parte de la sociedad civil, las organizaciones de agricultores y la comunidad académica hacia los planes gubernamentales para recrear el sistema agrícola anterior. Las críticas se refieren a que la agricultura industrial orientada a la exportación ha demostrado su fragilidad e insostenibilidad y que es hora de dar prioridad a la agricultura familiar, que es ambiental y socialmente sostenible, económicamente viable y resistente en tiempos de crisis. El año pasado, activistas y académicos elaboraron una Resolución dirigida al Gobierno de Ucrania con recomendaciones concretas dirigidas a diferentes autoridades estatales sobre cómo reconstruir la agricultura ucraniana para que sea más justa y sostenible. Las recomendaciones incluyen la adopción de las Directrices de las Naciones Unidas para la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques, los Principios de la FAO para la inversión responsable en la agricultura y los sistemas alimentarios y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de las y los campesinos. Las y los autores también sugieren ciertos mecanismos para apoyar a los agricultores y agricultoras en la compra de tierras agrícolas, y piden una cuota del 10% para los productores agrícolas a pequeña escala en el comercio internacional de cereales como parte del Programa Humanitario Grano de Ucrania.
Además, también hay presión de la UE. El gobierno de Ucrania tiene la obligación de armonizar la legislación y las políticas ucranianas con las normas internacionales y de la UE, lo que debería requerir esfuerzos adicionales para mejorar la sostenibilidad de la agricultura ucraniana, mejorar la diversidad de los modelos agrícolas (especialmente la agricultura familiar) y promover el desarrollo rural.
En comparación con los oligarcas industriales, que están perdiendo su influencia, la oligarquia agraria parece estar haciéndolo mucho mejor. Muchas de estas personas parecen estar consolidando su poder y control sobre la tierra en Ucrania. ¿Qué opinas del estado actual de la oligarquía agrícola ucraniana?
El sistema oligárquico ucraniano es bastante dinámico, y los oligarcas individuales cambian sus prioridades políticas y entran en alianzas dependiendo del gobierno que esté en el poder. La agricultura es un área de inversión clave para los oligarcas ucranianos. La producción de monocultivo industrial a gran escala genera ganancias rápidas, requiere menos inversión y millones de dinero público se han estado invirtiendo en ella durante décadas. Muchos oligarcas establecieron estrechos vínculos con las autoridades estatales, lo que les permitió influir en la política agrícola y negociar mejores condiciones para sus empresas. El ejemplo más claro de la fusión de los intereses estatales y oligárquicos es la presidencia de Petro Poroshenko. El oligarca Poroshenko, anteriormente conocido como el Rey del Chocolate, era el propietario de una gran empresa agrícola, Agroprodinvest, cuya superficie se triplicó durante su presidencia.
El actual presidente Volodymyr Zelensky ha tomado una serie de iniciativas para desoligarquizar la economía ucraniana y limitar la influencia política de los oligarcas. La guerra de Rusia en Ucrania le ayudó en estos esfuerzos. En primer lugar, muchas grandes corporaciones experimentan graves dificultades debido a la agresión y ocupación de Rusia. Esto se aplica en gran medida a los negocios industriales, como la metalurgia, la minería en el este y el sur de Ucrania, o el negocio de tuberías y ferrocarriles. La agricultura a gran escala orientada a la exportación también está experimentando problemas estructurales debido a la guerra (como ya he dicho). En segundo lugar, Zelensky ya no necesita el respaldo político y financiero de los oligarcas, y es probable que la dura experiencia de defender el país contra la agresión rusa haga que las y los ucranianos estén menos dispuestos a volver a inclinarse ante los megaricos. En tercer lugar, reducir la corrupción y fortalecer el estado de derecho también es una condición para que gran parte de la ayuda llegue a Ucrania.
No creo que la guerra haya puesto fin a los oligarcas ucranianos, siguen siendo demasiado poderosos. Sin embargo, es posible que tengan que buscar formas creativas de reorganizar sus negocios para adaptarse a los nuevos requisitos y condiciones que Ucrania debe cumplir si quiere unirse a la UE. Como vemos ahora, los oligarcas ucranianos y las grandes corporaciones están tratando de influir en los programas de recuperación de la posguerra para mantener el marco del «big is beautiful».
Por lo tanto, el gobierno ucraniano se enfrenta ahora a un grave dilema: ¿debería seguir apoyando el modelo de agricultura orientado a la exportación a gran escala por el que las grandes empresas y los oligarcas están presionando, y seguir siendo el granero del mundo, o debería centrarse en la agricultura familiar, que es social, ambiental y económicamente sostenible y más resistente en tiempos de crisis? La respuesta política a esta incómoda pregunta determinará el futuro de la agricultura y las zonas rurales ucranianas en los próximos años.