Foto: HÉCTOR PIASTRI
El consumo de agua embotellada y la respuesta del mercado
¡Bidones tengo!
Las exoneraciones impositivas al agua embotellada no han impactado de igual forma en todos los comercios capitalinos. En tanto, según datos del Ministerio de Economía, semanas antes de que se efectivizara la medida, se registraron aumentos de precios en algunos supermercados.
Brecha, 7-7-2023
Correspondencia de Prensa, 8-7-2023
En el pequeño comercio ubicado a unas tres cuadras del edificio de OSE (empresa estatal de agua: ndr), desde hace varias semanas que no se encontraban bidones de agua. Sí era posible hallar, en el fondo de una de las heladeras, alguna botella de las más grandes. Pero la presentación de más de 6 litros resultaba esquiva. Eso cambió el martes pasado, cuando temprano en la mañana uno de los camiones de la empresa Salus entregó cerca de 20 bidones. Todavía los estaban descargando en el momento en que un cliente se acercó a comprar los primeros. El problema era que a esa hora el cajero aún no había llegado, y quien lo suplía en la tarea no tenía claro el precio de venta.
—Ochenta y nueve pesos es el precio sugerido –dijo uno de los empleados, que descargaba bidones del camión, al escuchar de rebote la conversación.
El empleado que atendía no estaba seguro de que ese fuera el precio al que estaban vendiendo la unidad. Para despejar la duda, decidió llamar directamente al cajero, que iba en camino.
—Son 110 pesos cada uno –anunció, luego de cortar la llamada.
—Bueno, llevo dos –respondió el cliente, un poco contrariado.
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En la calle, una señora arrastra con esfuerzo un par de bidones. En muchos supermercados las góndolas están semivacías, o con marcas extrañas, que nadie había escuchado nombrar. Y, en la boca de los contenedores, los envases se acumulan comprimidos. Las escenas de este tipo se han vuelto cada vez más frecuentes en la capital del país, a partir de que OSE decidió aumentar, por primera vez, a fines de abril, los niveles de sodio y cloro del agua que provee, para estirar lo máximo posible las reservas disponibles. Desde entonces las ventas de agua embotellada no han parado de crecer. Y seguramente no lo hagan en las próximas semanas, si finalmente se concreta el anuncio de que el agua que sale de las canillas deja de ser bebible en su totalidad. Si es que ya no lo es.
Los datos publicados recientemente por Radar Scanntech, firma que analiza las compras realizadas en los supermercados a través de medios electrónicos, reflejan ese crecimiento. En mayo, el consumo de agua embotellada en Montevideo y Canelones se multiplicó por 3,27, en comparación con mayo del año pasado. En junio, el crecimiento fue aún más ascendente, y las ventas se multiplicaron por 3,63, según el mismo período de 2022. El dato coincide con el consignado al semanario por ID Retail, empresa dedicada a estudios de mercado, que situó en 3,43 veces el aumento en las grandes superficies.
Por su parte, en los autoservicios independientes y los almacenes tradicionales el aumento fue un poco menor (cercano al doble) y también se registró un crecimiento en el interior del país (se multiplicaron por 1,5 las ventas), explicó, al ser consultada, Ana Laura Gudynas, integrante de ID Retail. Preguntada sobre el aumento en las ventas en el interior, Gudynas sostuvo que se asocia a un mayor nivel de consumo y «también puede haber un efecto contagio de precaución, en el caso de que la situación se extendiera». En términos de volumen, y solo considerando las grandes superficies, el aumento significó que se comercializaran en total unos 12 millones de litros de agua en Montevideo y el área metropolitana.
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El aumento en la demanda de agua embotellada ha supuesto una presión para los proveedores y comerciantes. A mediados del mes pasado, por ejemplo, ello derivó en un quiebre en la cadena de abastecimiento. Pero, en este momento, tanto los comerciantes como los proveedores «estamos preparados» y, «además, la gente está comprando más, pero no se está viendo el sobrestock que había antes, cuando llevaban 15 bidones en una compra», dijo a Brecha Daniel Menéndez, gerente general de la Asociación de Supermercados del Uruguay (ASU), organización que nuclea los grandes supermercados. «Podrá, coyunturalmente, faltar alguna presentación, pero en términos generales diría que no falta agua», agregó al ser consultado sobre la situación actual.
Daniel Fernández, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), también habló sobre la falta de algunas prestaciones: «Indudablemente la primerísima marca [Salus] no da abasto y, al no poder cumplir con la totalidad de la demanda, han ingresado muchas marcas del interior». Según Fernández, los comercios asociados a Cambadu actualmente reciben un cuarto del agua que comercializaban de la principal marca. «Al que vendía unos 500 bidones en la semana, hoy le están entregando entre 100 y 200, y los vende esa misma mañana. Entonces, se queda cuatro o cinco días sin producto», explicó al semanario. En ese sentido, agregó que con las nuevas marcas se logra cumplir con la demanda, pero sin tener preferencia de marca. «Llevás lo que hay», resumió.
El aumento registrado en el consumo de agua embotellada se dio en paralelo al empeoramiento de la calidad de la que suministra OSE. Ahora, las estimaciones de que próximamente se terminen las reservas disponibles en el embalse de Paso Severino suponen que el agua que sale de las canillas ya no será consumible en ningún término, al menos por algún tiempo. Ante esa situación, es de esperar que el consumo de agua embotellada tenga un nuevo aumento. Respecto a si ello determina una preparación diferente de los comerciantes, Menéndez sostuvo que no se prevé un cambio: «Capaz que, si no llueve, se tenga que pedir un poco más de agua, pero entiendo que va a seguir igual». Según el gerente general de ASU, el problema puede surgir «si de golpe» se triplican las ventas, como pasó en mayo, porque «nadie puede estar preparado para eso». Por su parte, Fernández aseguró que los pedidos se hacen teniendo en cuenta que en los hogares hay dos o tres bidones en stock. Aunque estimó que, si el agua pasa a ser completamente inconsumible, «va a haber más demanda y, posiblemente, en algunos puntos, falte».
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«Detectamos un repunte adicional en las ventas, entre el 21 y el 22 de junio, y eso se sostiene hasta el 2 de julio, que es el último día que tenemos procesado. Veníamos con un promedio elevado, de poco más del triple de ventas de promedio diario –en comparación con lo que sería una venta en junio del año pasado–, y a partir de esa fecha se produce un aumento adicional del 15 por ciento.» Lo analizado por Gudynas coincide con el momento en el cual se comenzó a aplicar la exoneración del IVA y del IMESI para las aguas embotelladas, anunciada por el gobierno. La exoneración tenía como objetivo reducir el precio del producto para los consumidores. Pero nada sucede completamente como se prevé, porque su concreción no parece haber sido homogénea en los supermercados, ni su traslado, total. Además de que se efectúa luego de que se procesaran aumentos en los precios, durante los días previos.
El 23 de junio, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), a través de la Unidad de Defensa del Consumidor, publicó un informe sobre la variación de los precios de las aguas embotelladas en los establecimientos de la zona metropolitana, entre la semana del 25 al 31 de mayo y la del 15 al 21 de junio (previo a la aprobación de la exoneración de impuestos). A partir del análisis de los precios medios informados por unos 1.200 establecimientos, el reporte detalló que el precio de algunas marcas registró aumentos durante este último período. La que más varió fue el agua Vitale sin gas de 2,5 litros, que aumentó en 5,7 por ciento su precio medio en el período analizado (de 58,4 pesos a 61,7 pesos). Le siguió el agua Nativa, en su presentación de bidón de 6 litros. Esta tuvo un aumento de cuatro puntos: luego de 15 días, pasó de tener un valor medio de 114,4 pesos a 115,9. Finalmente, el bidón de 6,25 litros de Salus también registró un aumento en ese período. En su caso, fue únicamente un 0,2 por ciento.
El informe del 23 de junio permite dar cuenta del aumento genérico en algunas presentaciones de agua en la zona metropolitana, en los días previos a la rebaja impositiva, pero no permite conocer cuáles fueron los establecimientos donde esto ocurrió. Sin embargo, a partir del nuevo reporte publicado el pasado lunes, es posible hacer una estimación.
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El nuevo reporte publicado por el MEF el pasado lunes hace dos mediciones. Por un lado, recoge el porcentaje de variación de los precios del agua de forma acumulada en las principales cadenas de supermercados, desde el 25 de mayo al 28 de junio (la caída de precio en un período largo). Y, por el otro, analiza la variación porcentual específica entre la semana anterior a la exoneración (del 15 al 21 de junio) y la posterior (del 22 al 28 de junio), analizando la caída de precio en un período de dos semanas.
En el caso hipotético de que no hubiera habido cambios de precios antes de la exoneración, ambos porcentajes deberían coincidir. Esto, efectivamente, sucedió en los casos de Ta-Ta, Macro y Red Expres, para el agua en bidones de 6 y 6,25 litros. Pero no en Tienda Inglesa, Disco y Devoto. Allí, se observó que la caída acumulada del precio de los bidones fue menor a la registrada luego de la exoneración; entre 0,3 y 3 puntos de diferencia. A su vez, estas diferencias también se registraron para las aguas de 2,5 y 2,25 litros en los supermercados Devoto, Disco, El Clon y Red Expres. Las diferencias en esos casos oscilaron entre los 8,5 y los 13,9 puntos. Es decir, si consideramos que algunos comercios subieron algunos precios antes de la exoneración, los efectos de la rebaja impositiva no fueron tan pronunciados.
Que haya supermercados que, antes de las exoneraciones, subieran sus precios es una parte de la cuestión. La otra es saber qué ha ocurrido luego. Sobre ello, el último informe del MEF señaló que se comenzaba a reflejar el efecto, «pero aún hay establecimientos que no han realizado modificación de precios». Los datos recientes de la consultora Radar Scanntech aportaron este sentido: el 14 por ciento de los comercios aún no había bajado sus precios.
¿De cuánto debería ser la baja? Según las estimaciones de la cartera, luego de aplicado el descuento, el bidón de agua Salus, por ejemplo, debía pasar a costar 93,3 pesos (38,3 pesos menos de su valor medio anterior). Pero en el reporte oficial se observó que en la primera semana luego de que se firmara la exoneración eso no se cumplió totalmente, ya que el valor medio de venta en los establecimientos analizados se ubicaba tres pesos por encima de ese guarismo. Y bastante más lejos de lo sugerido por la propia empresa (89 pesos).
Sin embargo, consultado sobre cómo se ha procesado la baja de los precios en las grandes superficies, Menéndez sostuvo que se trasladó «inmediatamente». Y agregó que ello no implica que no existan diferencias en los precios de venta en los comercios, porque aquellos que tenían el agua más cara, después de la quita, «mantienen esa diferencia». Por su parte, Fernández aseguró que la rebaja también se trasladó a los precios en los comercios asociados a Cambadu, aunque consideró que «muchos terminan comprando a un revendedor ante la falta de opciones y ya no pagan el bidón a 75 pesos, sino que lo pagan a 85 pesos». Lo que determina que «a 90 pesos no lo puedas vender; lo vas a vender a 100 pesos». Eso es «inevitable», concluyó.
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Hace algunas semanas, Brecha estimó que, para cubrir sus necesidades, los hogares tienen que consumir, mensualmente, entre 211 litros de agua (los más pobres) y 113, los más ricos (véase «Tradiciones incólumes», Brecha, 25-5-23). Situando el valor del litro de agua embotellada en 23,55 pesos, el costo ascendía a 4.969 pesos por mes para los hogares de los quintiles de menores ingresos y a 2.671 pesos para los del quintil más rico. Algo así como el 8,88 por ciento y el 0,92 por ciento de sus ingresos, respectivamente.
Continuando con el mismo cálculo, la rebaja en los valores del agua, actualmente, sitúa el precio del litro en 17 pesos (según estimación de ID Retail), por lo que el costo para las familias ha bajado. Aun así, representa unos 3.587 pesos para las familias más pobres, contra unos 1.921 pesos para las más ricas. Un 6,4 por ciento de los ingresos de las primeras, frente a un 0,6 por ciento para las segundas.
Este cálculo es una estimación del gasto ideal para alcanzar los valores óptimos de consumo de agua diario, con base en la composición promedio de los hogares en los distintos quintiles, pero podría estar lejos de ser la realidad. Según la estimación realizada por ID Retail, a partir de la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares y de la estructura de ventas de agua embotellada en cada barrio del último mes, los hogares del quintil uno, los más pobres, en situaciones normales destinan el 0,74 por ciento de sus ingresos a la compra de agua embotellada, pero hoy en día están destinando el 3 por ciento.