Uruguay – Con hambre no se puede pensar. Crece la inseguridad alimentaria entre los adolescentes. [Salvador Neves]

Hambre en adolescentes de la periferia montevideana

Donde ruge

Algunas cosas parecen mejorar consistentemente desde el fin de la pandemia o, incluso, desde poco antes. Pero algunos docentes de la periferia de la capital aseguran que, en realidad, la alimentación de muchos de sus alumnos empeoró.

Brecha, 13-5-2022

Correspondencia de Prensa, 14-5-2022

—Si no hubiese pasado lo que pasó, no habría dicho que estaba pasando hambre –aseguró Pedro,1 docente de Secundaria, en referencia a una alumna de 12 años que se desmayó en clase.

Fue la última: en lo que va del año, los episodios así se vienen repitiendo con una frecuencia que él no había visto antes. Esa familia ni siquiera tenía camas. Dormían en el piso. Pero lo que determinó que la chica se desvaneciera fue que llevaba más de un día sin comer. Sin comer porque no tenía qué. La precisión viene a cuento porque, según el profesor, a veces los adolescentes comen menos de lo necesario por otras razones. Pero lo que tiene alarmados a muchos docentes de la enseñanza media pública del noreste montevideano es el hambre.

—De mañana, todos los días se nos descompone alguno. Algunos se desmayan, a otros les baja la presión o el azúcar. Tenemos un récord de llamadas a la emergencia: tres o cuatro por día. Empezás a hablar con ellos y te dicen: «No desayuné. Hay poco en casa y tengo muchos hermanos». Y cuando un adolescente te dice esto es porque la cosa está complicada. Normalmente les da bastante pudor confesar estas cosas. A veces dicen que les duele la panza. Los sentás en la adscripción, les das un desayuno mínimo y ya ves que arrancan de otra manera –contó María, 2 adscripta de una institución cercana.

—¿La situación se ha agravado, entonces? –preguntamos.

—Totalmente. Hace tres años que trabajo en liceos de contexto. Lo que veo es que las familias que más o menos se mantenían a flote ya no lo están logrando.

Hasta el año pasado, como en muchos otros centros de enseñanza media, los docentes de esa institución gestionaban las donaciones de alimentos, armaban canastas y las distribuían entre las familias que estaban pasando peor.

—Ahora ni donaciones conseguís –manifestó la fuente y mencionó dos conocidas distribuidoras de alimentos y una industrializadora de lácteos que solían colaborar, pero que este año respondieron que han dejado de hacer donaciones directas y que las hacen solo al Instituto Nacional de Alimentación.

Ahora los profesores hacen una colecta entre ellos.

—Con eso compramos leche en polvo y cocoa en Tristán Narvaja (feria popular de los domingos en el centro de Montevideo: ndr) y les hacemos una cocoa. Hablamos con una panadería de la zona, que nos deja los bizcochos del día anterior.

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Históricamente los profesores tramitaban directamente con la escuela más cercana la obtención de viandas para los adolescentes que vivían situaciones más agudas. La escuela solicitaba la autorización de Primaria y, cuando la obtenía, el mecanismo se ponía en marcha. «Siete mil muchachos de la educación media eran atendidos por el Programa de Alimentación Escolar [PAE] en 2019», dijo a Brecha el exdirector del Consejo de Educación Inicial y Primaria Héctor Florit, que en 2020 protagonizó un debate con el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira,  3 quien sostenía que el programa había despilfarrado recursos. «El ministro no sabía, por ejemplo, que en el comedor de la escuela 19 de La Barra de Maldonado, que tenía unos 250 alumnos, comían también 200 muchachos del liceo con el que comparte predio», aseveró. De todos modos, la preocupación ministerial podría haber influido en el descenso de la calidad de la alimentación ofrecida especialmente en aquellas escuelas que tienen tercerizado el servicio. Guillermo Garat describió minuciosamente este punto en un reportaje publicado la primavera pasada por la revista Lento.4

La rendición de cuentas del año pasado resolvió un problema legal al establecer, en su artículo 272, que el impuesto de Primaria, con el que se sostiene el PAE, puede utilizarse también para alimentar a los adolescentes que cursan la enseñanza media si asisten a modalidades educativas de jornada ampliada. «El problema es que el artículo determina también que toda recaudación que exceda en términos reales la de 2020 puede utilizarse para el rubro 0, es decir, los sueldos. Entonces, por una parte, resulta que aumenta el número de comensales que el programa puede atender, pero, por otra, sus recursos quedan congelados», dijo Florit. Este año, al iniciarse los cursos, los docentes procedieron según el mecanismo habitual. Pero la respuesta se demoró y finalmente se les comunicó que, de acuerdo a una resolución del PAE y la Inspección Nacional y Departamental de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria, la solicitud debe presentarse ahora ante la dirección de Secundaria para que esta la tramite ante la de Primaria. A dos meses del inicio de las clases varios centros de enseñanza media no han logrado que su lista sea aprobada.

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Cuando este semanario dialogó con Pablo, docente de una escuela técnica de la zona, este se declaró «derrotado». Acababa de llegar de la escuela cercana, donde, como sus colegas, había presentado la lista de alumnos que necesitaban almuerzo y recién se había enterado de los cambios en el trámite. Un rato antes había conversado con la madre de un alumno que, después de un período sin estudiar, había vuelto a inscribirse.

—Es una familia que vive de requechear. Le pregunté cómo estaban comiendo. La mujer me respondió: «Algunas noches cocino, no todas».

Como no saben cuánto demorará en autorizarse la lista del comedor escolar, Pablo y sus compañeros seguirán haciendo lo que hacían, aprovechando que en el centro hay heladera y microondas: traer dos tuppers, uno para el almuerzo propio y otro para alguno de los alumnos que más lo necesitan.

Uno de los liceos cuya lista sí fue aprobada consiguió duplicar el número de viandas entregadas por las escuelas cercanas. Pasaron de 15 a 30.

—Pero últimamente tenemos todos los días 60 chiquilines esperando a ver si faltó alguno y sobra alguna vianda para llevarse a casa. Y son viandas pensadas para niños, de 330 gramos, no para adolescentes que están creciendo, estudiando, haciendo educación física –dijo a Brecha una adscripta de una de esas instituciones.

Hasta el año pasado, en Secundaria funcionaba un programa de tutorías: los alumnos rezagados eran atendidos en grupos reducidos por un docente a contrahorario, por lo que la jornada se hacía más larga. Por este motivo el programa incluía una pequeña partida (150 mil pesos por año para un liceo de 800 alumnos, por ejemplo) para materiales, vestimenta y alimentación que permitía adquirir en la cantina liceal una modesta merienda. «Una barrita de cereales y un juguito», fue el ejemplo reiterado. Pero el programa ya no existe.

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Cabe preguntarse si el empeoramiento de la situación alimenticia que observan los docentes del noreste se percibe también en otras zonas periféricas. Un profesor del liceo 70, de Cerro Norte, manifestó que también la nota, pero no con la misma agudeza que sus colegas del otro extremo de la ciudad.

—No podría decir que los desvanecimientos por hambre hayan aumentado. Siempre los tuvimos y no noto un cambio en esto. Pero ya desde fines del año pasado, en las últimas horas del turno, los estudiantes plantean que tienen hambre. Y a veces cuentan que no han comido en todo el día. Pero, como el liceo tiene una buena cocina, nosotros desarrollamos un proyecto de centro que apunta a la alimentación y siempre tenemos algo de comer para darles a los muchachos.

Probablemente esa sea la explicación. La olla popular de Cerro Norte es una de las que la semana pasada llegaron a una cantidad récord de platos servidos, aseguró al semanario Brenda Bogliaccini, integrante de la Coordinadora Popular y Solidaria. Otra de las que lo hicieron tampoco está lejos: la del Tobogán, un asentamiento ubicado a la altura del puente de la ruta 1, sobre el arroyo Pantanoso.

—Las referentes de las ollas, que llevan dos años haciendo este trabajo, no salían del asombro por la cantidad de platos servidos –contó.

En las ollas de San Miguel y Nuevo Comienzo, en el norte de Santa Catalina, se sirven cada vez más platos. Lourdes, educadora de la vecina escuela técnica, dijo que el número de cupos otorgados por el comedor de Primaria es «totalmente insuficiente», que la necesidad de alimentación se nota en el hecho de que los inscriptos muy rara vez dejan de ir al comedor, algo mucho más frecuente antes de la pandemia, aunque no han aumentado las descompensaciones por hambre.

El domingo Carolina Delisa y Ramiro Pisabarro publicaron una nota en El Observador en la que relatan una recorrida bastante exhaustiva por las ollas de Montevideo y el área metropolitana. Su trabajo fue objeto de alguna polémica: hubo quien juzgó de impertinente la pregunta de si hay quienes comen en las ollas sin necesitarlo realmente. Sin embargo, quien la lea sin prejuicios y hasta el final verá que los autores concluyen que ese comportamiento es raro y que lo que se percibe claramente es la necesidad.

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En julio de 2020 el Instituto de Formación Profesional suspendió el sistema de becas Uruguay Estudia, con el que asistía a 10 mil alumnos de la educación pública. Sobreviven las que otorga el Ministerio de Educación y Cultura para estudiantes de la enseñanza media que más lo necesitan, lo que desde 2016 se juzga empleando el índice de carencia crítica, elaborado por el Instituto de Economía de la Universidad de la República (Udelar) y adoptado por el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) como criterio para focalizar sus prestaciones. Son 9 mil pesos por año (25 pesos por día) y por becario, que se abonan en tres cuotas (en mayo, agosto y octubre).

—Este año se anotaron muchas familias que nunca antes la habían pedido –contó María, la adscripta.

En tanto, en el liceo donde trabaja Pedro la cantidad de becas otorgadas se duplicó. La forma de obtenerla depende del índice referido. El docente consultado sospecha que puede ser una confirmación estadística de la realidad singular con las que trata todos los días. Pablo, el docente de la UTU, cree que las diferencias entre el oeste y el noreste se deben a que en esta última zona la población de niños y adolescentes es mayor. Pero no hay investigaciones académicas recientes sobre la situación alimentaria.

Un trabajo publicado por la Unicef que analiza datos relevados entre el 1 de setiembre y el 5 de octubre de 2020 encontró que un 17,4 por ciento de los hogares habían padecido inseguridad alimentaria (12,9, leve; 4,5, grave). 5 El Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional, publicado por la FAO, asegura que 800 mil habitantes de Uruguay padecieron inseguridad alimentaria ese año y que 200 mil la sufrieron en su forma más grave (la que implica no haber comido todos los días). 6 La FAO también contribuyó con la financiación de una encuesta sobre alimentación en hogares de niños y adolescentes escolarizados del departamento de Montevideo solicitada por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) al núcleo interdisciplinario Alimentación y Bienestar, de la Udelar, que recientemente fue recibido por la Dirección de Derechos Humanos de la ANEP. Así lo confirmó al semanario la politóloga Gloria Canclini, directora de esa oficina, quien dijo que no podía dar a conocer el informe sin la autorización del profesor Robert Silva, presidente de la ANEP, y que intentaría obtenerla. Al cierre de esta edición, sin embargo, no había novedades al respecto.

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Podría aducirse que el empeoramiento denunciado es improbable cuando el país exhibe un porcentaje de desocupación bastante bajo (7,7 por ciento).

—Yo no sé, ese relato… Lo que sé es que las madres me llaman para preguntarme si sé de algo: una changa, una beca, comida, un curso que les pueda dar una salida, algo. Ya te digo: loquesea punto com –respondió María cuando se le dio ese argumento–. En esta zona mucha gente trabaja en la feria y se le está complicando mucho. A veces los padres quedan desempleados y las familias intentan arreglarse con las limpiezas que consigue la madre, que antes eran un Complemento. Pero con los sueldos congelados, si ibas a pagar una limpieza, ahora la hacés vos, y si ibas a hacer una reparación, ya no la hacés. Entonces, toda esta gente, que vive muy al día, ya no logra sostenerse. Esto es así, una cadena.

«Los datos que recibimos de las ollas indican que están funcionando como una compensación de los bajos salarios», dijo Bogliaccini. La deducción surge de los relatos recogidos, pero también de la forma en que crece la curva de platos servidos a medida que se aleja de los primeros días del mes, cuando los trabajadores cobran. Bogliaccini coincidió en que los cuentapropistas son de los más afectados por la situación económica: «Una mujer que hoy encabeza una olla era panchera. No le iba mal, pero, a medida que la pandemia avanzaba, su situación fue empeorando y al final tuvo que vender el carro. Otra, una textil que trabajaba a fasón, ahora está de doméstica con cama tres días a la semana. Cobra 6 mil pesos por mes. Me dice que le sirve para pagarse los boletos».

Por otra parte, el MIDES ha restringido el alcance de algunas prestaciones. El 31 de marzo suspendió la entrega de canastas de alimentos que se hacía por la emergencia sanitaria. Solo una parte reducidísima de los beneficiarios puede acceder a ellas (personas con menores a cargo que no cobran asignación familiar y que ya estuvieron registradas). Los trabajadores del ministerio dijeron al semanario que hay muchas dudas acerca de otras prestaciones, que no se están otorgando sin que haya habido una cancelación formal.

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—Que comprendan una consigna y entiendan por qué están haciendo lo que están haciendo siempre es complicado, pero en estos casos lo es mucho más. Tenés que volver continuamente a bases muy elementales para edificar desde ahí. Y se refleja en todos los aspectos: en la expresión, la graficación, la interpretación de un mapa. El poder de abstracción queda cercenado. Son gurises que están en lo concreto y anímicamente tampoco están en la mejor disposición, por supuesto –dijo Pedro sobre el efecto de la alimentación insuficiente en sus alumnos.

—Produce violencia. Se quitan cosas entre ellos, se pelean. Desaparecen celulares. Todo el tiempo. A partir de julio del año pasado trabajamos normalmente, con presencialidad plena. Pero las cosas que están pasando ahora no pasaban. Ojalá pudiera decirte otra cosa –expresó María.

«Hay etapas de la vida que son claves para la nutrición: la etapa fetal, los primeros dos años. La siguiente etapa en cuanto a importancia es la adolescencia. Es una etapa de alta demanda de alimentos, en la que no pueden faltar determinados nutrientes críticos. Es una ventana de oportunidades importante si se tiene una alimentación digna, saludable, que incorpora determinados nutrientes críticos, como el hierro y el zinc, que se ubican en el cerebro. Hablo de la primera parte de la adolescencia, entre los 10 y los 13 años. Hoy está rotundamente demostrado que es en la nutrición donde más se debería invertir para mejorar la calidad de vida en esos períodos claves de la vida. Por supuesto que también importan otras cosas, como las condiciones de vivienda y la violencia. Todo está interconectado. Pero en esas fases la nutrición es tan importante que me atrevería a pronosticar cuántos años estudiará un chiquilín o qué tipo de trabajo tendrá de acuerdo a cómo se haya resuelto ese problema. Por eso la adolescencia necesita un acompañamiento mucho mayor», respondió Alejandra Girona, nutricionista y docente de la Escuela de Nutrición de la Udelar.

«El hambre es una cosa estúpida, que oscurece la visión, que duele», declaró poco antes de morir la cantante brasileña Elza Soarez, quien sabía de qué hablaba.

Notas

  1. Este nombre no es el real. Varios docentes pidieron no ser identificados, pues sus declaraciones podrían exponerlos a sanciones.
  2. Este nombre tampoco es el real.
  3. Véase, por ejemplo, «El ministro en el laberinto», Brecha, 12-VI-20.
  4. «Maestra, tengo hambre», 2-X-21.
  5. La alimentación de niños, niñas, adolescentes durante la pandemia de covid-19 en Uruguay, Montevideo, Unicef, junio de 2021.
  6. Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional, Santiago de Chile, FAO, 2021.