The Lancet, mayo 2022
Viento Sur, 2-5-2022
Correspondencia de Prensa, 3-5-2022
Dos años después de que el SARS-COV-2 fuera declarado emergencia de salud pública, las estimaciones mundiales de exceso de muertes del Instituto de Métrica y Evaluación Sanitaria 1 indican que entre 18,2 millones de personas habían muerto a causa de la pandemia a 31 de diciembre de 2021, tres veces más de lo que sugieren los registros oficiales. Según las estimaciones del Banco Mundial, 100 millones de personas se han visto sumidas en la pobreza extrema a causa de la pandemia. Mientras se desvela la verdadera carga del COVID-19, ¿está saliendo a la luz una crisis de salud mental? La pandemia ha puesto de manifiesto la existencia de antiguas lagunas y una falta de inversión mundial en la atención y prevención de la salud mental, que afecta de forma desproporcionada a los jóvenes y a las mujeres. Según el Atlas de Salud Mental de la OMS 2, el gasto medio mundial en salud mental sigue rondando el 2% del gasto sanitario público. Sin embargo, los casos de trastornos de ansiedad 3 aumentaron un 25,6% y los casos de trastorno depresivo mayor aumentaron un 27,6% a nivel mundial en 2020. Es necesario tomar medidas inmediatas para reforzar los servicios de salud mental a fin de hacer frente a este fuerte aumento de la demanda y cubrir las necesidades de las personas.
Se han documentado resultados adversos para la salud mental y la morbilidad psiquiátrica en pacientes con COVID-19, y se mantiene la preocupación por los efectos de la COVID-19 a largo plazo sobre la salud. La afección posterior a la COVID-19 o COVID prolongada y sus secuelas psicológicas, potencialmente considerables, siguen siendo poco conocidas. Alrededor de 1,7 millones de personas en el Reino Unido habían autodeclarado padecer COVID prolongada, a 5 de marzo de 2022, según las últimas cifras de la Oficina de Estadísticas Nacionales. En este número de The Lancet Public Health, Ingibjörg Magnúsdóttir y sus colegas 4 informan de que la gravedad de la enfermedad COVID-19 aguda (indicada por el número de días postrados en cama) se asocia con el impacto a largo plazo en la salud mental. Los individuos postrados en cama durante 7 días o más tenían un 50-60% más de probabilidades de experimentar síntomas de depresión y ansiedad.
Las intervenciones no farmacéuticas, el distanciamiento físico y las medidas de confinamiento han sido importantes herramientas de salud pública para suprimir la transmisión del COVID-19, pero también perturbaron la vida cotidiana de la gente. El cierre de las escuelas y el confinamiento afectaron al bienestar de los niños y adolescentes, que mostraron mayores niveles de estrés, ansiedad y síntomas depresivos, según UNICEF 5. La pérdida de la escolarización y los efectos que puede tener en la salud mental -directamente, porque la pérdida de la educación podría suponer un déficit permanente de capital humano, e indirectamente, por la fractura de las redes sociales entre los niños y los jóvenes- deberían ser motivo de preocupación.
En un esfuerzo por desligar el impacto sobre la salud mental de los cierres y de los efectos directos de la pandemia, Peter Butterworth y sus colegas 6 utilizaron un enfoque cuasi experimental, posibilitado por el cierre localizado en el estado de Victoria, Australia, y descubrieron que los cierres tenían un efecto pequeño, pero independiente, sobre la salud mental de la población. Sin embargo, el estudio también sugirió que las repercusiones en la salud mental podrían ser peores para algunos grupos y, por tanto, ampliar las desigualdades existentes.
Los países han utilizado diferentes niveles de rigor político para frenar la propagación de la COVID-19. Lara Aknin y sus colegas 7 informan de la asociación entre las restricciones políticas del COVID-19 y la salud mental durante la pandemia. Las políticas más estrictas sobre la COVID-19 se asociaron con una peor salud mental, con un mayor malestar psicológico y una menor satisfacción vital. Estos hallazgos deberían ser importantes para informar sobre las futuras estrategias de respuesta a la pandemia, y el mayor apoyo que se necesita para equilibrar los posibles efectos negativos de las necesarias medidas de salud pública.
El contenido de este número de The Lancet Public Health y las investigaciones publicadas en otros sitios han supuesto un comienzo en la documentación de las repercusiones en la salud mental de la pandemia de COVID-19 y sus respuestas políticas asociadas, pero el conjunto de las implicaciones de la pandemia para la salud pública son amplias y queda mucho por comprender. La pandemia ha afectado a todos los ámbitos de la salud y el bienestar y no es sólo una crisis de salud pública, sino también social, económica y política. Hay que aprender las lecciones para garantizar que las futuras crisis de salud pública se afronten con resiliencia, unidad y equidad. Invitamos a presentar propuestas (puntos de vista o ensayos) que reflexionen sobre los retos y las oportunidades de la salud pública en la era posterior a la crisis de la COVID-19. Animamos a los autores a ser críticos y visionarios. Son bienvenidos los envíos de investigadores en fase de formación, trabajadores de salud pública de primera línea, académicos y responsables políticos. La fecha límite de presentación es el 1 de julio de 2022.
Notas
- COVID-19 Excess Mortality Collaborators. Estimating excess mortality due to the COVID-19 pandemic: a systematic analysis of COVID-19-related mortality, 2020–21 ↩
- WHO. Mental Health ATLAS 2020 ↩
- COVID-19 Mental Disorders Collaborators. Global prevalence and burden of depressive and anxiety disorders in 204 countries and territories in 2020 due to the COVID-19 pandemic. ↩
- Acute COVID-19 severity and mental health morbidity trajectories in patient populations of six nations: an observational study. ↩
- Life in lockdown: Child and adolescent mental health and well-being in the time of COVID-1. ↩
- Effect of lockdown on mental health in Australia: evidence from a natural experiment analysing a longitudinal probability sample survey. ↩
- Policy stringency and mental health during the COVID-19 pandemic: a longitudinal analysis of data from 15 countries. ↩