La fumigación de fertilizantes agrícolas fue la causa de picos recientes de contaminación en la región francesa Ile-de-France [París y alrededores] y el Gran Este (región administrativa limítrofe con Bélgica, Luxemburgo, Alemania y Suiza] este fin de semana. Un colectivo pide al Estado que las “limite drásticamente”.
Le Monde, 30-3-2020
Traducción de R. Navarro – Correspondencia de Prensa, 31-3-2020
Este fin de semana se observó un primer episodio de contaminación primaveral en varios puntos del territorio francés, en particular en Ile-de-France y en el Gran Este, las dos regiones administrativas más afectadas por la propagación de la epidemia de Covid-19. Si bien las medidas de contención han reducido la contaminación resultante del tráfico de vehículos, con una disminución espectacular de las emisiones de óxido de nitrógeno, éstas no han tenido ningún efecto en los niveles de partículas finas, que son las más peligrosas para la salud, ya que penetran profundamente en las vías respiratorias. Estos niveles han aumentado incluso durante la semana debido a las condiciones meteorológicas (tiempo soleado y ausencia de viento), superando el sábado 28 de marzo, los límites legales en la metrópolis parisina, y en los departamentos de Bas-Rhin y de Haut-Rhin [Gran Este].
Además de la utilización de leña para la calefacción residencial, este episodio de contaminación se caracteriza por “una proporción importante de partículas secundarias compuestas a partir de amoníaco y óxidos de nitrógeno. El amoníaco proviene principalmente de la aplicación de fertilizantes”, recuerda Atmo Grand-Est, la organización encargada de vigilar la calidad del aire en la región. El proceso químico es bien conocido: durante las aplicaciones agrícolas, el gas amoníaco (NH3), al pasar por la atmósfera, reacciona con los óxidos de nitrógeno (NOx) – procedentes del tráfico o de la actividad industrial – para formar partículas de nitrato de amonio y sulfato de amonio. Estas partículas pueden desplazarse varios kilómetros, ocasionando así los picos de contaminación observados en grandes aglomeraciones urbanas como París, Estrasburgo o Mulhouse.
Las zonas afectadas por estos picos de contaminación son también las más afectadas por el coronavirus. En una nota publicada el viernes 27 de marzo, Atmo France, que nuclea a todos los organismos de control de la calidad del aire, ha llegado a la conclusión de que “la exposición crónica a la contaminación atmosférica es un factor agravante del contagio del Covid-19”.
La semana anterior, varios doctores e investigadores, todos especialistas en contaminación del aire, habían lanzado la alarma. En una carta enviada el 21 de marzo a todos los prefectos [representantes del Estado en los departamentos franceses], el colectivo Aire-Salud-Clima interpeló al Estado sobre “la necesidad de limitar drásticamente las fumigaciones agrícolas con el objetivo de hacer todo lo posible para limitar la propagación del virus”.
Isabella Annesi-Maesano, integrante del colectivo y directora del departamento de epidemiología de enfermedades alérgicas y respiratorias del Inserm [Instituto Nacional de Salud y de Investigaciones Médicas], detalló el funcionamiento del mecanismo: “La contaminación daña las membranas mucosas del tracto respiratorio y los pulmones, lo que facilita la penetración de los virus y mediante el fenómeno de agregación, las partículas finas y ultra finas transportan los virus al fondo de las vías respiratorias”. En 2003, un estudio publicado en la revista científica de salud pública Environmental Health analizó la relación entre la contaminación atmosférica y los casos mortales de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS, causado por el SRAS-CoV) en China. El estudio demostró que los pacientes que vivían en zonas moderadamente contaminadas tenían un 84% más de probabilidades de morir que los pacientes que vivían en zonas poco contaminadas. Del mismo modo, los pacientes que vivían en zonas muy contaminadas tenían el doble de probabilidades de morir a causa del SRAS que los que vivían en zonas poco contaminadas.
La hipótesis de que el virus sea transportado por el aire por las partículas
Un estudio italiano, publicado el 17 de marzo por la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental, va incluso más lejos. Basándose en la correlación entre los altos niveles de contaminación en Lombardía y el elevado número de víctimas de coronavirus, sugiere que las partículas finas también podrían contribuir a la propagación del Covid-19 al transportarlo por el aire. Los especialistas italianos en aerosoles tomaron distancias con respecto a esos resultados, estimando que “el vínculo causal aún no había sido demostrado por medio de investigaciones exhaustivas”.
Otro estudio, también publicado el 17 de marzo en el New England Journal of Medicine , demuestra que el coronavirus podría perdurar en el aire hasta tres horas. Pero el artículo no menciona el papel de las partículas finas o la carga viral, es decir, a partir de qué dosis podría el virus infectar gracias a los aerosoles. En un informe emitido el mismo día, el Consejo Superior de Salud Pública (HCSP) recuerda que “la presencia de un virus en el aire no significa que sea infeccioso ni que se produzca transmisión respiratoria por el aire”. Para el HCSP, “no hay estudios que prueben la transmisión del virus de humano a humano por medio de aerosoles a largas distancias. Pero, en el caso de que existiera, no es el modo de transmisión predominante”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se muestra también prudente. El hecho de que las partículas finas puedan servir como vector de propagación del coronavirus sigue siendo una hipótesis”, dice Maria Neira, Directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente. Y llevará varios meses confirmarlo o desmentirlo, ya que la propagación del virus depende de una multitud de parámetros, como las condiciones meteorológicas, la demografía o las medidas de contención adoptadas por los diferentes países. “Varios equipos están comenzando a trabajar sobre el tema, en la OMS, en Copernicus, el programa europeo de vigilancia atmosférica, y también epidemiólogos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. “Queremos ampliar nuestra red de colaboración con equipos de investigación médica que quieran verificar las hipótesis sobre el transporte y la supervivencia del virus en el aire”, dijo Vincent-Henri Peuch, el director de Copernicus.
Principio de precaución
Mientras tanto, el colectivo Aire-Salud-Clima pide que se aplique “el principio de precaución” para limitar las emisiones de partículas finas ligadas a la aplicación en tierra, cuya temporada acaba de comenzar. “Si no limitamos rápidamente las fumigaciones de fertilizantes [naturales o sintéticos], se corre el riesgo de neutralizar el efecto que las medidas de contención han producido con una disminución de la contaminación proveniente del tráfico”, advierte Thomas Bourdrel, radiólogo de Estrasburgo y fundador del colectivo. También recuerda que las soluciones técnicas para enterrar los residuos en el suelo pueden reducir considerablemente las emisiones de amoníaco en el aire.
Entre los pocos prefectos que contestaron a la carta de los médicos, el de Vendée [en la costa atlántica de Francia] dijo que la “alerta” había sido “transmitida a la región y a nivel nacional”, “y que era necesaria una posición nacional sobre un tema tan importante”.
Por su parte, el Sindicato de agricultores del departamento bretón de Finistère [departamento en el que la contaminación ocasionada por la agricultura intensiva provoca graves crisis medioambientales], considera en un comunicado de prensa que “es difícil aceptar, habida cuenta del contexto particular del Covid-19, que los agricultores, los mismos que reciben el apoyo del conjunto de la población ya que aseguran el abastecimiento alimentario, sean estigmatizados e impedidos de realizar las labores agrícolas necesarias para la producción”.