Tomas Cuesta (Getty Images)
Milei acelera su agenda de reformas tras el triunfo electoral
Javier Lorca desde Buenos Aires
El País, 27-10-2025
Correspondencia de Prensa, 28-10-2025
El presidente argentino posterga la renovación de su gabinete y anuncia que avanzará en cambios de los regímenes impositivo y laboral
“Lo peor ya pasó”, sentenció Javier Milei este lunes, después del amplio triunfo que obtuvo en las elecciones de medio término. Con el respaldo del 40% de los votos cosechados el domingo, el presidente ultra de Argentina postergó el recambio de ministros que preveía definir esta semana para relanzar su Gobierno y anunció su decisión de avanzar en un renovado Congreso con reformas estructurales de los regímenes impositivo y laboral. “Es una consagración histórica de nuestra visión”, celebró un resultado electoral que, admitió, lo sorprendió. Incluso se ilusionó con una posible reelección en 2027: “Tendré dos o seis años más”, dijo.
El Gobierno ultraderechista había llegado a los tumbos a las elecciones legislativas nacionales: políticamente debilitado, asediado por denuncias de corrupción y con su plan económico necesitado de un multimillonario rescate de Estados Unidos. El rotundo voto de confianza que le concedieron las urnas cambió el escenario, literalmente, de un día para el otro.
El triunfo de Milei ratificó también su alianza incondicional con Donald Trump, quien había supeditado su ayuda al resultado electoral. El presidente de EE UU felicitó a su par “por su aplastante victoria” y lo elogió: “¡Está haciendo un trabajo excelente! El pueblo argentino justificó nuestra confianza en él”. Milei le agradeció el apoyo y lo definió como “un gran amigo de la República Argentina”. El respaldo del republicano –encarnado en 40.000 millones de dólares provenientes de un intercambio de monedas y un eventual crédito del sector privado– fue crucial para que el Gobierno ultra enfrentara la volatilidad financiera de las últimas semanas. Este lunes, los mercados acompañaron el cambio de aires. El peso se apreció frente al dólar y subieron marcadamente los bonos y las acciones del país.
El día después de los comicios legislativos, Milei se mostró exultante y convencido de profundizar sus objetivos de desregular la economía. A la vez, insistió en presentarse más moderado y dialoguista que hasta hace algunos meses, cuando tachaba a sus adversarios y también a sus aliados de “ratas” o “mandriles”. Excluyendo al peronismo kirchnerista y a la izquierda, reiteró su convocatoria a gobernadores provinciales y legisladores de la oposición para buscar acuerdos, una iniciativa reclamada por el Gobierno de Trump para darle sostenibilidad al programa ultraderechista.
“Ayer mismo [por el domingo] abrimos el diálogo. Estoy dispuesto a sentarme con los gobernadores”, remarcó el presidente este lunes, en diálogo con el canal A24. “Necesito ahora una contraparte política para avanzar con las reformas. Ya cumplimos el 98% de las promesas de campaña. Con este resultado tengo que ir a buscar las reformas que me faltan”.
En particular, Milei se refirió a lo que llamó “reformas de segunda generación”, una modificación de los regímenes impositivo y del mercado de trabajo. “En lo tributario, tenemos un plan para bajar 20 impuestos ahora, expandir la base imponible, de modo tal que, al bajar las alícuotas, no tenga sentido la evasión”, resumió. La prioridad se la asignó a “una modernización laboral, que no implica una pérdida de derechos”, aseguró. Y envió un mensaje a las centrales sindicales: “Los sindicatos saben que esto no funciona, que si lo piensan como negocio están liquidados”. Sugirió que con sus proyectos ganarán “todos porque habrá más trabajadores registrados”. Hoy el empleo informal supera al 40% en Argentina.
La Libertad Avanza ya presentó en el Congreso un proyecto de reforma laboral y se presume que ahora impulsará muchas de las medidas allí previstas. Principalmente, propone ofrecer incentivos a pequeñas y medianas empresas para la contratación de empleados y flexibilizar las regulaciones estipuladas en los convenios acordados entre sindicatos y empresas, en cuestiones como vacaciones, horario de trabajo y pago de indemnizaciones.
Así como el espaldarazo electoral llevó a Milei a reflotar sus propuestas, también le puso un freno a la renovación que había anunciado para su Ejecutivo. Fue una consecuencia directa de lo inesperados, aún para el Gobierno, que fueron los resultados. “¿Quién pensaba que podíamos ganar la provincia de Buenos Aires? Lo vamos a tener en cuenta para los cambios”, dijo.
La mayor sorpresa de los comicios, el fundamento del triunfo nacional de Milei, se registró en la provincia más grande y poblada de Argentina, donde reside casi el 38% de la nómina de votantes del país. Allí, hace 50 días, La Libertad Avanza había perdido por casi 14 puntos ante el peronismo, en los comicios locales. Este domingo, la ultraderecha revirtió la derrota en Buenos Aires y se impuso con el 42,45% de los votos frente al 40,91% de Fuerza Patria, la lista peronista.
“Esto reconfigura la estructura política que debo armar para negociar y aprobar las leyes que prometí a los argentinos”, dijo Milei. “El gabinete se diseña de acuerdo con las alianzas que tenga que ir a buscar. Se va a construir a la luz del nuevo Congreso”, señaló. Lo que no se va a modificar, aseguró, es lo que él llama “el triángulo de hierro”, la estructura que concentra el poder de decisión a su alrededor y que completan su hermana, Karina Milei, y su asesor Santiago Caputo. Los enfrentamientos y las tensiones entre los sectores que ambos representan han marcado el devenir del Gobierno en sus casi dos años de gestión.
Algunas bajas en el Ejecutivo ya están confirmadas. La semana pasada renunció el ministro de Relaciones Exteriores Gerardo Werthein, cuestionado internamente por fallos en la negociación con Trump. Será reemplazado por Pablo Quirno, secretario de Finanzas saliente. También había anunciado su dimisión desde este lunes el titular de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, pero aún no formalizó su salida. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su par de Defensa, Luis Petri, así como el portavoz presidencial, Manuel Adorni, fueron electos legisladores y dejarán sus cargos cuando asuman sus bancas, el 10 de diciembre.
Con su 40% de votos a nivel nacional, La Libertad Avanza alcanzará, sumando aliados, 107 bancas de la Cámara de Diputados, sobre un total de 257. Ese número le permitirá sostener los decretos y los vetos presidenciales, y la dejará cerca de conseguir aprobar leyes por mayoría simple. En el Senado, tendrá 24 escaños, un tercio del cuerpo compuesto por 72 legisladores.
Por su parte, con el 31% de los sufragios que recibió en estas elecciones, el peronismo retendrá 98 bancas en Diputados y un tercio del Senado. Verá menguado su poder de fuego en el Congreso, pero seguirá siendo la principal oposición. Al resto de las bancadas –provinciales, de izquierda y de centro– les tocará el rol de árbitros en un Parlamento polarizado.
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El mercado espera una baja del dólar, fuerte suba de bonos y acciones, repunte económico y reformas liberalizadoras
Alejandro Rebossio
elDiarioAr, 27-10-2025
La sorpresiva y contundente victoria de La Libertad Avanza (LLA) sobre el peronismo y la fragmentada oposición ya ha provocado un festejo de los mercados la noche de este domingo y continuará este lunes. Así como el dólar minorista había cerrado a $1.515 el viernes, este domingo el cripto bajaba hasta $1.453, un 4%

“Creo que el peso va a estar más barato de lo que hemos visto la semana pasada y sobre la economía vamos a ver un boost (empuje) en noviembre y diciembre”, vaticina Mauricio Monge, analista de Oxford Economics, que el martes último había pintado un panorama crítico para los dos últimos años de gobierno de Javier Milei y ahora ha debido corregir sus pronósticos, al igual que los demás analistas que imaginaban un escenario electoral no tan positivo para LLA.
Pero los desencantados con este gobierno en parte no fueron a votar (un tercio faltó a las urnas, el mayor nivel de 42 años de democracia) y la oposición que totalizó un 60% no consiguió que alguien la liderara, no el peronismo que representa el pasado, ni tampoco sus múltiples opciones minimizadas.
Monge considera que después de la recesión del segundo y tercer trimestre del año, la actividad rebotará. “Habrá que ver qué decidirá el Gobierno sobre la política cambiaria, pero veo improbable que cambien las bandas ahora que tienen asegurados los US$20.000 millones de Estados Unidos”, pronostica Monge. El dólar mayorista había cerrado el viernes a $1.485, cerca del tope de la banda de $1.492.
“El CCL (contado con liquidación) baja 10%, las acciones suben 15% en dólares y bonos largos en dólares, 10%”, prevé Christian Reos, analista de Allaria Ledesma. El CCL había terminado el viernes en $1.567. Si retrocede 10%, este lunes cotizará a $1.411. Es el tipo de cambio que rige para las empresas que traen y sacan divisas del exterior.
En un banco, en cambio, mantienen la prudencia en la predicción: “Es muy pronto. Primero supongo que habrá activos para arriba y dólar fuerte para abajo”. La pregunta es si eso implicará volver al peso fuerte de comienzos del año. “Más o menos. La corrección (depreciación) se va a dar, pero gradualmente. Lo cual es hasta sano. Esta velocidad de corrección que había en los últimos meses era excesiva”, contestan en la entidad financiera, donde prefieren guardar el anonimato. En una sociedad bursátil coinciden: “Apreciación de activos, pero creo ya está pasando: acciones, dólar cripto”.
Aldo Abram, director ejecutivo en la Fundación Libertad y Progreso, festejó el resultado electoral: “Claramente, este resultado lo que muestra es que hay un gran apoyo a este cambio de rumbo que está liderando el Gobierno: un rumbo a la normalidad. Por supuesto, si uno piensa que en los últimos meses había una apuesta sobre una fuerte incertidumbre acerca de qué iba a votar la gente, estuvieron vendiendo los activos de la Argentina, sacando sus ahorros de la economía y transformándolos en dólares. Por lo tanto, lo que pasó fue que cayeron los valores de nuestros activos, de nuestros bonos; subió el riesgo país, el dólar, la tasa de interés, porque, claramente, esa salida de capitales desfinanciaba la economía. Ahora todo eso se va a revertir, seguramente a partir del lunes. Tendremos un dólar en baja, activos de la Argentina subiendo, los ahorros que se fueron volviendo, lo cual va a hacer caer el valor del tipo de cambio. Y nos vamos a olvidar de hablar de si el techo es sostenible o no, para empezar a ver una economía que, como vuelve a tener financiamiento, baja la tasa de interés y vuelve a dinamizarse”.
Quien acertó y mucho con el resultado de los comicios es el banco norteamericano Citi, que está armando con JP Morgan y Bank of America un préstamo adicional de US$20.000 millones para que el Gobierno recompre deuda que vence en 2026. Sus economistas Ricardo Dessy, Felipe Juncal y Ernesto Revilla lo pronosticaron hace tres días: “A pesar de la compleja e intrincada dinámica imperante, identificamos una oportunidad convincente para una mejora estructural a mediano plazo, impulsada por una confluencia de factores endógenos y exógenos. Estos incluyen eventos imprevistos sin precedentes, como un superávit fiscal, cambios geopolíticos arriesgados pero propicios, y una dinámica de demanda global relativamente favorable. Además, un respaldo internacional sin precedentes, sumado al agotamiento social derivado de la inestabilidad e incertidumbre crónicas, está catalizando una amplia demanda de reformas impulsadas por el liderazgo. Esta aspiración colectiva busca establecer una trayectoria perceptible hacia una posible prosperidad en el futuro previsible. Quizás el aspecto más crucial es que aquellos con quienes se deben alcanzar acuerdos son los principales beneficiarios de las reformas propuestas, lo que aumenta su probabilidad de éxito a mediano plazo”.
El establishment, que estaba resignado a que no se hicieran las reformas de flexibilización laboral, rebaja tributaria y cambios jubilatorios, vuelve a recuperar la esperanza de que se concretarán. Habrá que ver cómo se articula el Congreso porque hace ocho años se preveía lo mismo tras la victoria de Cambiemos en las elecciones legislativas de medio término y no se concretó. Se sabrá pronto si con Milei es diferente.
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Después de las elecciones: la resurrección de Milei
José Natanson
La Diaria, 27-10-2025

La resonante victoria de Javier Milei se explica por motivos circunstanciales, como la activación del voto antiperonista luego de las elecciones bonaerenses o la “última oportunidad” concedida al plan económico, pero también permanentes: la realidad sociológica de un pueblo mileísta dispuesto a apoyar a su líder.
Javier Milei construyó las elecciones del domingo como un plebiscito, casi un test existencial sobre su gobierno y, contra todo pronóstico, las ganó, con un resultado que resultó tanto más contundente por cuanto fue nacional, fue sorpresivo y se dio en sus propios términos, es decir, sin alianzas ni concesiones.
Una vez más, Milei demostró que no se puede gobernar Argentina desde el centro; como Menem y Kirchner, confirmó que para ejercer el poder hay que pararse en un borde.
La primera explicación es la vigencia del voto antiperonista. Como desde hace 80 años, el antiperonismo sigue siendo la identidad política más intensa de Argentina, y la secuencia electoral de este año parece haberla activado.
En efecto, por su peso electoral y por lo inesperado de su resultado, las elecciones bonaerenses del 7 de setiembre funcionaron como una primera vuelta que despertó al pueblo antiperonista dormido, un silencioso 17 de octubre al revés.
Esta tendencia se verificó en el fracaso de las terceras fuerzas tipo Provincias Unidas y sobre todo en la evolución electoral en la provincia de Buenos Aires, donde los libertarios obtuvieron casi 700 mil votos más que en septiembre, repitiendo la parábola de Mauricio Macri en 2019, cuando, agitando el mismo fantasma, logró reducir la distancia con el Frente de Todos de los 14 puntos de las PASO a los 7 finales.
Si la primera explicación es el “voto estratégico”, la segunda es el “voto económico”. Pero la afirmación implica reconocer una sutileza. Una de las teorías más recurridas de la ciencia política es aquella que propone que el comportamiento electoral está guiado sobre todo por la percepción económica, en particular de los meses previos a los comicios.
En este caso, sin embargo, tanto las encuestas de satisfacción individual como los datos duros de consumo venían registrando una caída (desde marzo) y un desplome (en los últimos dos meses). ¿Y entonces? Por un lado, evidentemente, la estabilidad económica, la baja de la inflación y el dólar barato (tres cosas que son la misma cosa) siguen teniendo una enorme importancia para la vida cotidiana de las personas.
Por otro, pareciera que entre los votantes libertarios primó la voluntad de otorgarle más tiempo al gobierno, una inesperada paciencia en la era de la ansiedad y las redes. Las encuestas cualitativas entre los votantes de Milei recogían la idea de que todavía se merecía una oportunidad. El gobierno, que las conocía, acertó con su eslogan de no tirar el esfuerzo por la borda.
Una intuición social profunda completa la idea. A diferencia de otros países de América Latina (en Perú acaba de jurar el duodécimo presidente en dos décadas, sin que el sol se devalúe ni la inflación se dispare), en Argentina la debilidad política y la inestabilidad económica son, como los matrimonios de antes, indisolubles.
La hiperinflación de 1989, el estallido de la convertibilidad en 2001 y los meses finales del gobierno de Macri, con el dólar desbocado y el gobierno obligado a reperfilar la deuda, fueron sedimentando una memoria social que asocia las derrotas electorales con el caos económico (por suerte ya no con el estallido social).
La ayuda condicionada de Estados Unidos reforzó esta percepción a niveles casi extorsivos. “No me gusta Milei, pero tengo miedo a lo que puede pasar el lunes”, habrán pensado muchos. No es la primera vez que sucede: en 1995, Menem obtuvo su reelección con el 50% de los votos en medio de la primera crisis económica de la convertibilidad, con la recesión instalada y un aumento explosivo del desempleo, que justo antes de las elecciones marcó el récord de 18,4%.
En agosto de 2023, cuando Milei ganó las PASO, publiqué en la web del Dipló un artículo en el que trataba, igual que hoy, de entender las razones del batacazo. Decía allí que la victoria expresaba dos cosas.
La primera, más obvia, era el hartazgo de buena parte de la sociedad con el desempeño de los últimos tres gobiernos (el segundo de Cristina, el de Macri y el de Alberto), el rechazo profundo a una economía que no lograba crecer ni distribuir desde hacía una década y el repudio a una configuración política –la grieta– que no le servía a nadie –salvo a sus protagonistas–.
La segunda, más difícil de definir, era la parte del voto que no miraba al pasado, sino al futuro. Milei como expresión de una voluntad social de reseteo profundo luego de años de parálisis gubernamental e impotencia gestionaria. En otras palabras, Milei no era sólo un instrumento de venganza –un puñal–, sino también una expectativa: el deseo de un shock. Ese shock se produjo, y la sociedad este domingo lo reconoció con su voto.
Estas explicaciones más circunstanciales se sobreimprimen sobre un paisaje social permanente, que corresponde analizar. El ascenso y la consolidación política de Milei se explican también por el proceso, lento pero progresivo, de conformación de un nuevo tipo de sociedad, astillada y rota luego de quince años de persistente estancamiento económico, pandemias y sequías.
Sepultada bajo los escombros de mil crisis, esta sociedad parcialmente lumpenizada, que vive desenganchada del Estado, alberga la nueva subjetividad de un pueblo mileísta cuya adscripción al capitalismo no es resultado de una reflexión ideológica, sino de una experiencia vital determinada por el lugar que ocupa en la economía y el mercado laboral, algo que en su momento captaron bien los sociólogos, acostumbrados a mirar abajo, y los antropólogos, habituados a lidiar con lo ajeno.
Como toda realidad sociológica, se trata de un rasgo permanente que hay que considerar al lado de las explicaciones más contingentes, como la que mencioné al principio sobre el adelantamiento de las elecciones bonaerenses como catalizador del voto antiperonista.
Pablo Semán y Cristina Kirchner: ayer los dos tuvieron razón.
El fracaso de la oposición fue tan importante como el triunfo del gobierno.
El intento de Provincias Unidas de crear una fuerza capaz de terciar entre Milei y el kirchnerismo fracasó, con las resonantes derrotas de Córdoba y Santa Fe, alejando el sueño de una opción económicamente sensata y políticamente moderada.
Pero el principal interrogante es el que enfrenta el peronismo, herido por la debacle nacional y la derrota en la provincia de Buenos Aires, donde Santilli se impuso… ¡Con la boleta de Espert! Ayer no sólo ganó el gobierno; también perdieron el peronismo y su estrategia de llevar adelante una no campaña con un no candidato, lo que nos lleva a lo de siempre: como venimos insistiendo desde hace tiempo, el peronismo debe producir una renovación programática urgente, porque de otro modo puede quedar condenado a un futuro de irrelevancia similar al que enfrenta el radicalismo.
Y esto, independientemente de lo que pase: incluso si el plan económico de Milei termina hundido en su propia inconsistencia, si el dólar se desboca y la inflación rebota, en ningún lugar está escrito que lo que viene después será necesariamente el peronismo. A Milei lo puede suceder un líder de derecha clásica, un cocinero, Agustín Laje, un policía, otro Milei.
Un último comentario, casi epistemológico. El exceso de microclima nubla los análisis. Los cambios sociales y las mutaciones políticas existen, pero son más lentos y persistentes de lo que muchas veces se acepta.
Así como la llegada al poder de Milei en 2023 no implicó el advenimiento del fascismo (hipótesis que había quedado suspendida con los resultados bonaerenses, como si una derrota provincial pudiera ser suficiente para frenar a los camisas pardas negras), tampoco ahora ha consolidado un dominio absoluto del poder libertario, ni una hegemonía total de sus propuestas y sensibilidades.
Luego del previsible rebote de los mercados, la fragilidad del plan económico seguirá ahí, al acecho de una sociedad cansada que, sin embargo, le dio al gobierno una nueva oportunidad, quizás la última.