Alexei Rozhkov durante su juicio.
Desafiando el gulag de Putin del siglo XXI: Cómo las y los activistas contra la guerra están usando los tribunales para oponerse a la guerra de Rusia contra Ucrania
A l’encontre, 25-7-2025
Traducción de Faustino Eguberri
Viento Sur, 2-8-2025
Corrrespondencia de Prensa, 3-8-2025
Simon Pirani es un historiador, activista e investigador en el terreno de la energía, que ha escrito extensamente sobre Rusia y Ucrania, en particular en el blog peoplenature.org. Pirani dio el siguiente discurso, en el que habla de su próximo libro, Voices against Putin’s war: Protestants’ defiant speeches in Russian courts, en la conferencia Socialism 2025, celebrada del 3 al 6 de julio en Chicago, Estados Unidos, como parte de la sesión, «Los presos políticos de Putin contra la guerra en Rusia». La transcripción del discurso se ha editado para mayor claridad.
Había estado visitando y escribiendo sobre Rusia y Ucrania durante muchos años cuando estalló la guerra a gran escala en febrero de 2022. Inmediatamente me involucré en los esfuerzos para apoyar a mis camaradas y amigos en Ucrania y Rusia. En el verano de 2022 nos enteramos de un nuevo grupo, Zona de Solidaridad, que se había formado para apoyar a los arrestados por tomar medidas directas contra la guerra, principalmente incendiando centros de reclutamiento militar. Un grupo de nosotros en Gran Bretaña comenzó a traducir sus llamamientos de recaudación de fondos y otro material.
Los incendios se hacen cuando las oficinas están cerradas; están dirigidos a dañar la propiedad, no a las personas. Esto se convirtió en una forma de protesta relativamente común. Hubo más de 100 acciones de este tipo en el primer año después de la invasión de Ucrania. Zona de Solidaridad vio que los detenidos, y sus familias, necesitaban apoyo, y en particular abogados.
Siguiendo estos acontecimientos a distancia, me llamaron especialmente la atención algunas de las valientes declaraciones hechas por estos jóvenes cuando fueron llevados a juicio. Discursos similares también fueron pronunciados en el tribunal por personas que no habían participado en protestas tan espectaculares, sino que simplemente habían denunciado la guerra en voz alta, en un evento político, en línea, etc., y luego fueron arrestadas. Estas personas son víctimas de una represión general contra los derechos democráticos en Rusia.
A principios de este año, con nuestros amigos de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania, decidimos publicar una colección de estos discursos. Estoy editando el libro, pero esa no es la historia. La historia está en los propios discursos.
Oposición a la guerra ante los tribunales
Hay nueve discursos en total, así como dos declaraciones de personas que comparecieron ante el tribunal pero hicieron sus declaraciones en otro lugar: la de Kirill Butylin, quien (hasta donde sabemos) fue la primera persona en llevar a cabo una protesta con la ayuda de una bomba incendiaria y en lanzar un mensaje en las redes sociales; y la de Savely Morozov, un joven del sur de Rusia que era susceptible de ser llamado al servicio militar obligatorio, pero que denunció la guerra en la comisión de reclutamiento.
Lo primero que me llamó la atención de estos discursos fue el tono profundamente moral de muchos de estos manifestantes, que obviamente han estado preparados para sacrificarse enormemente solo para hacer estos discursos. Igor Paskar, por ejemplo, lanzó un cóctel Molotov contra la oficina de los Servicios Federales de Seguridad cerca de donde vivía y luego se quedó allí esperando ser arrestado. Fue detenido y gravemente torturado. Cuando llegó al tribunal dijo: “¿Me arrepiento de lo que ha pasado? Sí, tal vez quería que mi vida fuera diferente, pero actué de acuerdo con mi conciencia, y mi conciencia permanece limpia”.
Ahora está cumpliendo una condena de ocho años y medio de prisión.
La segunda cosa que me llamó la atención es que estaban dirigidos a la población, no al gobierno. Alexei Rozhkov lanzó un cóctel Molotov a un centro de reclutamiento militar cerca de donde vive. Fue liberado después de una audiencia inicial, un inusual resultado del buen trabajo de sus abogados. Rozhkov luego huyó a Kirguistán, pero fue secuestrado, presumiblemente por las fuerzas de seguridad, y fue llevado a Rusia para ser juzgado. Él dijo: “Tampoco tengo ninguna duda de que millones de mis compañeros rusos, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, también se oponen a la guerra y, como yo, están convencidos de que la guerra no es una solución, sino un callejón sin salida. Pero no tienen forma, sin arriesgarse a terminar tras las rejas, de hacer nada para ser escuchados, de asegurarse de que su opinión sea escuchada”.
El artista ucraniano Bohdan Ziza salpicó pintura azul y amarilla, los colores de la bandera ucraniana, en las oficinas del gobierno en Crimea, que ha estado ocupada desde 2014. Se filmó a sí mismo haciéndolo y diciendo: «Me dirijo sobre todo a los habitantes de Crimea y a los rusos».
Ante el tribunal dijo que su acción «fue un grito desde el corazón, desde mi conciencia, a aquellos que tenían y tienen miedo, al igual que yo tenía miedo, pero que tampoco querían, y no quieren, esta guerra”.
Del pacifismo al derrotismo
La tercera cosa que me llamó la atención de estas declaraciones fueron sus puntos de partida muy diferentes. Sobre el tema central de la guerra, sus puntos de vista van desde el pacifismo hasta el derrotismo. Sasha Skochilenko, una artista encarcelada en San Petersburgo por escribir mensajes contra la guerra en las etiquetas de un supermercado, afortunadamente fue liberada como resultado de un intercambio de prisioneros. Cuando estaba ante el tribunal, no sabía que iba a ser liberada. Allí declaró: “Soy pacifista. Los pacifistas siempre han existido. Es una cierta creencia de personas que valoran la vida. Creemos que todo conflicto se puede resolver pacíficamente. No soporto matar ni siquiera una araña, me asusta la idea misma de acabar con una vida”.
Alexei Gorinov, un preso político muy prominente, también se expresó ante el tribunal en términos muy pacifistas y citó a Lev Tolstoi.
En sentido opuesto, tenemos la actitud de Darya Kozyreva, una estudiante de San Petersburgo encarcelada por poner flores en la estatua de Taras Shevchenko, poeta nacional ucraniano. Ante el tribunal dejó claro que, para ella, el tema central es el derecho de Ucrania a la autodeterminación y que justificaba claramente el que los ucranianos reivindiquen ese derecho por la fuerza de las armas. Declaro que la guerra es una intrusión criminal en la soberanía de Ucrania, que Ucrania no necesita un hermano mayor y que luchará contra cualquiera que intente invadirla.
Otro ejemplo es Ruslan Siddiqi, un anarquista que intentó infligir daños tangibles a las fuerzas armadas rusas haciendo estallar bombas que descarrilaron un tren que llevaba municiones al frente. Justificó esto como una acción militar por parte de Ucrania, diciendo que se considera a sí mismo como un partisano que debería ser clasificado como prisionero de guerra.
El último ejemplo, que también expresó muy claramente su esperanza de ver la derrota de Rusia, fue Alexander Skobov, de 68 años. Fue detenido por primera vez en 1978, en la época soviética, juzgado por actividades en el movimiento disidente y sometido a un tratamiento psiquiátrico forzoso. Este año, 47 años después, volvió a verse ante los tribunales por cargos relacionados con lo que dijo sobre la guerra.
Ante el tribunal, detalló tres principios de su organización política, el Foro por una Rusia Libre: la devolución incondicional a Ucrania de todos sus territorios internacionalmente reconocidos ocupados por Rusia, incluida Crimea; el apoyo a todos los que luchan por este objetivo, incluidos los ciudadanos rusos que se unieron a las Fuerzas Armadas de Ucrania; y el apoyo a la «resistencia armada a esta agresión en el campo de batalla y en la retaguardia del agresor», pero excluyendo los ataques terroristas contra civiles.
La Rusia de Putin: El gulag del siglo XXI
En cuanto a la amplitud de la represión en Rusia, propongo que usemos la expresión «gulag del siglo XXI», que creo que está totalmente justificada. Memorial: Political Prisoners Support, una de las principales organizaciones no gubernamentales que apoyan a los presos políticos, tiene una lista con más de 3000 nombres. La última vez que hubo un número comparable de presos políticos fue a mediados de la década de 1970 bajo Leonid Brezhnev [Secretario general del PCUS de octubre de 1964 a noviembre de 1982].
Además de las personas detenidas en Rusia, hay muchos prisioneros originarios de los territorios ocupados de Ucrania. En este caso, hay mucha incertidumbre sobre los números. El Grupo de Protección de los Derechos Humanos de Jarkiv, en un informe ante la Corte Penal Internacional, identificó a más de 5000 víctimas civiles de «desapariciones forzadas» en los territorios ocupados. Estas personas pueden estar detenidas o muertas. En la mayoría de los casos, sus familias no lo saben.
En 2023, dos grupos ucranianos de derechos humanos, Zmina y el Centro de Libertades Civiles, compilaron una lista de 585 civiles arrestados que estaban detenidos o desaparecidos debido a su actividad política y cívica en los territorios ocupados. Esta lista incluía representantes del gobierno local, ex personal militar, voluntarios, activistas y periodistas.
Los casos de presos políticos de Crimea son más conocidos debido a la fuerza de las organizaciones de la sociedad civil allí. El Grupo de Derechos Humanos de Crimea tiene actualmente un registro de 265 de estos prisioneros, muchos de ellos pertenecientes la comunidad tártara de Crimea. Luego, también hay miles de prisioneros civiles que han sido trasladados desde las pretendidas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Los juzgaron bajo sistemas legales arbitrarios muy locales y luego fueron transferidos al sistema penitenciario ruso.
Solidaridad con los prisioneros políticos anti-guerra
En el mundo en el que vivimos, con el militarismo y el autoritarismo en aumento, las protestas contra la guerra en Rusia tienen una importancia internacional.
Vale la pena hacer una comparación: en Gran Bretaña, que está muy lejos de enfrentarse al tipo de dictadura que gobierna a Rusia, o incluso a las amenazas a la democracia que vemos ahora en los Estados Unidos, la criminalización de los manifestantes contra la guerra sigue una lógica ideológica kafkiana muy similar a lo que vemos en Rusia. Palestine Action, que organiza protestas de acción directa contra las entregas de armas a Israel, está amenazada de ilegalización en virtud de la legislación antiterrorista. Cantantes que han denunciado el genocidio en Gaza están siendo investigados por la policía. Los paralelismos con algunos casos rusos son sorprendentes.
¿Qué se puede hacer en los países occidentales con respecto a estos presos políticos? En primer lugar, podemos crear conciencia, particularmente en los círculos de izquierda, donde la influencia del campismo sigue siendo fuerte. Por campismo, me refiero a la idea de que Rusia no es realmente una potencia imperialista y no merece la misma condena que Estados Unidos o Israel.
Otra cosa es escribir cartas. Es muy difícil escribir cartas desde los países occidentales, lo que es una forma estándar de apoyo a los presos políticos. Es posible para los hablantes de ruso, pero en la práctica no para otros. Pero podemos enviar dinero a las personas que organizan el envío de paquetes y cartas. Memorial es la organización más grande y conocida. También está OVD-info, que ha estado haciendo un trabajo fantástico durante los últimos tres años. Y también he mencionado ya la Solidarity Zone, el Crimea Human Rights Group et le Kharkiv Human Rights Protection Group, que tiene sus raíces en Memorial. Todas estas son organizaciones que merecen plenamente nuestro apoyo.
-Artículo original en inglés publicado en Links, 25-7-2025