Imagen, Katya Gritseva, artista ucraniana.
Vitalyi Dudin*, Kyiv, 9-6-2025
Soutien à l’Ukraine Résistante, junio 2025
Traducción, Faustino Eguberri
Correspondencia de Prensa, 29-6-2025
A pesar de algunas esperanzas, la guerra de agresión rusa contra Ucrania continúa y se intensifica. Todos los días veo imágenes espantosas de destrucción masiva en mi ciudad natal, Kyiv, en Kharkiv y en otras hermosas ciudades, unas imágenes que eran difíciles de imaginar. Estas escenas, dignas de una película de catástrofes, forman parte de nuestra vida cotidiana. Los lugares por los que caminábamos se transforman en cenizas negras y ruinas. Mientras tanto, los invasores rusos lanzan nuevos asaltos no solo en el este y el sur, sino también en el norte, en la región de Sumy. Aquí, en Ucrania, el conflicto tiene realmente las características de una guerra popular debido a la magnitud de la participación de la población en el esfuerzo bélico: más de un millón de personas sirven en el ejército, un poco más están implicadas en los sectores de las infraestructuras críticas y muchas otras están implicados en actividades de voluntariado.
Las negociaciones de Estambul ocultan los planes expansionistas de Moscú y difícilmente tendrán éxito (ver más abajo).
Mi existencia incluso como civil y como activista por los derechos laborales ha cambiado radicalmente. Recibo mensajes de trabajadores de los ferrocarriles que necesitan dinero para drones y otros equipos; los familiares de las y los trabajadores muertos como resultado de los ataques con misiles en su lugar de trabajo me informan de sus problemas para obtener asistencia social; las enfermeras cerca de la línea del frente se quejan de no recibir las primas prometidas. A veces logramos superar tales desafíos, pero todos queremos que la guerra termine lo más rápido posible.
Por supuesto, la heroica resistencia de las y los defensores ucranianos y las sorprendentes operaciones especiales en territorio ruso han contribuido en gran medida a debilitar la máquina de guerra del Kremlin. Pero después de perder el apoyo militar estadounidense, las posibilidades de una victoria estratégica de Ucrania se han reducido.
Las negociaciones de Estambul han demostrado claramente que la posición ucraniana es ahora mucho más flexible para tratar de encontrar una solución pacífica (alto el fuego de 30 días, por ejemplo). Por el contrario, las demandas rusas se vuelven más ofensivas y agresivas. Gracias a Donald Trump, Rusia ha retomado la iniciativa en el campo de batalla y esto refleja una realidad objetiva. La imposibilidad de poner fin a la guerra proviene de la debilidad de la posición de Ucrania en las negociaciones y no puede ser superada por una movilización más importante de personal en el frente.
Entonces, ¿cuáles son los factores que hacen más débil a Ucrania?
Problema nº 1 – El pseudo pacifismo que hace estragos entre las fuerzas progresistas occidentales.
Este primer problema es extremadamente doloroso para mí. Muchas personas, en el movimiento socialista tradicionalmente no quieren abordar cuestiones como la violencia, el Estado y la soberanía. Esto las lleva a una mala comprensión de la situación ucraniana. Hay quienes no reconocen la naturaleza decolonial y antiimperialista de la lucha ucraniana. Su análisis se basa en una visión anticuada del sistema internacional en el que Estados Unidos era considerado el único imperialismo y en el que Rusia estaba representada como su víctima. Y aunque Donald Trump diga que «comprende» calurosamente el sentimiento imperialista de Putin, esto no ha cambiado las conclusiones que sacan estas personas que dicen ser intelectuales de izquierda. Los regímenes más reaccionarios de la historia de América y Rusia ejercen una enorme presión sobre Ucrania hoy, mientras que hay quienes buscan argumentos para justificar que una nación atacada no merecería apoyo internacional. Tengo curiosidad por ver cómo las y los protagonistas de la teoría de la “guerra por poderes” se las arreglarán con el hecho de que Ucrania siga luchando sin la ayuda directa de los EEUU e incluso a pesar de las acciones hostiles de ese país.
Muchos activistas de izquierda se oponen al apoyo militar debido a su ética antimilitarista. Y aportan una excusa filosófica sofisticada para no enviar armas a un país invadido, causando más sufrimiento entre las y los inocentes. La contradicción de tal postura se vuelve particularmente absurda cuando es presentada por quienes afirman ser revolucionarios o radicales… Para mí, es obvio que tales soñadores quieren tener una vida tranquila dentro de un sistema capitalista sin intentar realmente derrocarlo. Estar en contra de las armas equivale a reconciliarse con el flagelo de la esclavitud.
Vivir bajo la protección de la OTAN y tener miedo de una “militarización excesiva” de Ucrania parece hipocresía.
Por el contrario: si los trabajadores ucranianos ganan la guerra, se verán animados a continuar una lucha emancipadora por la justicia social. Su energía fortalecerá el movimiento obrero internacional. Experiencia de la resistencia armada y de la acción colectiva: este es un requisito previo clave para el surgimiento de verdaderos movimientos sociales que desafían el sistema.
Problema n° 2 – La incapacidad del Estado ucraniano para situar los intereses públicos por encima de los intereses del mercado
Las élites dirigentes en Ucrania impulsan el libre mercado y el sistema basado en el beneficio como único medio posible de organización de la economía. Cualquier idea de planificación estatal o nacionalización de empresas debe, en su opinión, ser rechazada porque forma parte del patrimonio soviético. El problema es que la versión ucraniana del capitalismo es totalmente periférica e incompatible con la movilización de los recursos necesarios para el esfuerzo bélico.
El dogmatismo ideológico dominante coloca a Ucrania en la trampa de una economía primitiva y que depende en gran medida de la ayuda extranjera.
Vivimos en un país de estadistas ricos y un Estado pobre. El gobierno intenta limitar su responsabilidad en la gestión del proceso económico y evitar imponer un alto impuesto progresivo a los ricos y las empresas. Esto lleva a una situación en la que la carga de la guerra es soportada por gente común que paga impuestos sobre sus pequeños salarios, que sirve en el ejército, que pierde sus casas…
Es imposible imaginar que haya desempleo durante la guerra a gran escala. Pero en Ucrania esto existe con un nivel extremadamente alto de inactividad económica de la población, así como una increíble escasez de mano de obra. Estas deficiencias pueden explicarse por la reticencia del Estado a crear puestos de trabajo y la falta de una estrategia para involucrar masivamente a las personas en la economía en los centros de empleo. ¡Nuestros políticos creen que las disfunciones históricas del mercado laboral pueden resolverse sin la interferencia activa del Estado! Por desgracia, las reformas en el sentido de la desregulación en tiempos de guerra han creado una multitud de contraincentivos que desmotivan a las y los ucranianos a la hora de buscar un trabajo asalariado. Esa es la razón por la que la calidad del empleo debería mejorarse aumentando los salarios, con verdaderas inspecciones de trabajo y verdaderos espacios de democracia en el lugar de trabajo.
Solo una política socialista democrática puede abrir el camino a un futuro sostenible para Ucrania, en el que todas las fuerzas productivas trabajarían por la defensa nacional y una protección social justa.
Y ahora podemos ir directo al grano
Sin un apoyo militar y humanitario a la altura, Ucrania no podrá proteger su democracia y su derrota afectará a las libertades políticas en todo el mundo. Además, debemos seguir siendo críticos con los responsables gubernamentales ucranianos y su negativa a acabar con el consenso neoliberal que socava el esfuerzo de guerra. Será particularmente difícil ganar una guerra contra un invasor extranjero si tenemos muchos problemas internos, debido a una economía capitalista disfuncional.
*Vitalyi Dudin es jurista y miembro de la dirección de Sotsialnyi Rukh (Movimiento social).