1948, expulsión de las mujeres y los niños de Tantura a Furaydis.
De cómo el estalinismo ayudó a engendrar el monstruo genocida israelí (Parte II)
Román Munguía Huato
Correspondencia de Prensa, 4-6-2025
Stalin prosionista
Es conocido el hecho de que la mayoría de los partidos comunistas en el mundo, sino es que todos, a partir del dominio de Stalin en la URSS, especialmente a partir de la década de los 30 hasta el colapso de 1991, eran correas directas de trasmisión de Moscú. Obedecían ciegamente las órdenes del Kremlin. Un ejemplo, entre muchos, es del Partido Comunista Italiano (PCI). Si Stalin era prosionista, todos o casi todos los partidos también. En la portada del diario L’Unità, del PCI, del 21 de mayo de 1948, se puede leer como los comunistas italianos están firmemente del lado de Israel en la guerra contra los estados árabes vecinos y acusan a la Inglaterra imperialista de orquestar la invasión de Palestina. Las acusaciones vienen del delegado ucraniano ante las Naciones Unidas (Ucrania era parte de la URSS entonces, pero todavía tenía su propio asiento en la ONU). Palmiro Togliatti, secretario general del Partido Comunista Italiano desde 1927 hasta su muerte en 1964, era uno de los dirigentes favoritos en vida de Stalin. A su vez, L´Humanité, el diario del Partido Comunista Francés (PCF) elogia al mismo tiempo “los Komsomol de la Unión Soviética, los Vietminh de Vietnam y los combatientes de la Hagana”.
Es una constatación histórica desde finales del siglo antepasado y durante la mitad del siglo anterior, que los marxistas, incluidos los judíos filomarxistas, rechazaban claramente la ideología y la política sionista, pues la consideraban reaccionaria por sus premisas nacionalistas extremistas burguesas y racistas. Al menos esa era la posición de los bolcheviques revolucionarios. Entonces, la pregunta salta de inmediato: ¿Por qué Stalin renegó en la práctica de esos principios y dio un viraje radical hacia al sionismo? ¿Por qué apoyo al sionismo más violento, criminal y terrorista asentado en Palestina?
Lenin –en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista en 1920, en la Tesis sobre la Cuestión Nacional y Colonial– sostenía claramente: “Como un ejemplo flagrante de los engaños practicados con la clase trabajadora en los países sometidos por los esfuerzos combinados del imperialismo de los Aliados y de la burguesía de tal o cual nación, podemos citar el asunto de los sionistas en Palestina, país en el que so pretexto de crear un estado judío, allí donde los judíos son una minoría insignificante, el sionismo ha entregado a la población autóctona de los trabajadores árabes a la explotación de Inglaterra.”
Stalin, 28 años después, contrariaba absolutamente las tesis leninistas. Era una traición flagrante al leninismo. De Lenin él se ufanaba grandilocuente seguidor, pero solamente en la retórica propagandística. En la cuestión Palestina, Stalin ni siquiera tuvo en cuenta su propio escrito El Marxismo y la cuestión Nacional, de 1913. De hecho, el texto era esencialmente un escrito de Lenin. El artículo contaría con la aprobación de diferentes bolcheviques de la época, incluyendo al propio Lenin. Sin embargo, hasta en una cuestión teórica y política tan fundamental para el marxismo como es el asunto del problema de las nacionalidades, el mismo Stalin botaría a la basura sus “propias” ideas. El derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino fue totalmente anulado por la política estalinista.
Stalin, el Padrino de Israel
En 1941, el embajador soviético en Londres, Ivan Maisky, fue el primero en ponerse en contacto con un dirigente sionista: “En la década de 1920, sólo podíamos considerar al sionismo como una agencia del imperialismo, escribió. Ahora, sin embargo, toda la situación ha cambiado […] Si la Rusia soviética quiere interesarse por el futuro de Oriente Medio, es obvio que los judíos avanzados y progresistas de Palestina representan una mayor promesa para nosotros que los árabes atrasados, controlados por camarillas feudales”. Dominique Vidal señala: “Los primeros contactos soviéticos y movimiento sionista se remontan a 1941 cuando la URSS era aún una aliada de la Alemania nazi (el pacto germano–soviético fue firmado el 28/09/1939). La invasión nazi a la URSS se produjo en junio de 1941). El presidente de la Organización Sionista Mundial, Haim Weizmann, se reunió con el embajador soviético en Londres Ivan Maisky. La discusión prosiguió con Ben Gurión, presidente de la Agencia Judía”. 1
Como bien apunta Vidal, el apoyo político «comenzó con el discurso de Gromyko en la Asamblea General de la ONU del 14 de mayo de 1947, que contribuyó a la decisión de la partición. El joven viceministro de asuntos exteriores soviético comenzó por saludar “las desgracias y sufrimientos extraordinarios” del pueblo judío. “La experiencia del pasado y sobre todo de la Segunda Guerra Mundial”, prosigue, “ha probado que ninguno de los países de Europa Occidental ha sido capaz de dar al pueblo judío la ayuda necesaria para la defensa de sus derechos y ni siquiera para la protección de su existencia”. Y concluía: “Esto explica la aspiración de los judíos a la creación de un Estado para ellos”. En consecuencia, anunció que la URSS es favorable a “la creación de un Estado judeo-árabe unificado”. Pero, añadió, “si se viera que las relaciones entre los judíos y los árabes de Palestina son tan tensas que es imposible asegurar la coexistencia pacífica” entre ellos, entonces Moscú apoyaría la “partición de Palestina en dos Estados, un Estado judío y un Estado árabe”.
David Ben Gurión, entendió la importancia de la declaración: “Una toma de posición así constituye para nosotros un regalo inesperado… La Unión Soviética es ahora la única potencia que apoya nuestra causa”.» El 29 de noviembre de 1947, la ONU adoptó la Resolución 181 (también conocida como la Resolución de Partición) que dividiría el antiguo mandato palestino de Gran Bretaña en estados judío y árabe en mayo de 1948, cuando estaba previsto que finalizara el mandato británico. La decisión para aprobar la partición de Palestina en dos entidades fue determinante la votación de la URSS y sus satélites.
Más aún, Gromyko insistió en el Consejo de Seguridad de la ONU: “El único medio de reducir el baño de sangre, es la creación rápida y efectiva de dos Estados en Palestina” y hasta la proclamación de la independencia de Israel, el 14 de mayo, la URSS se mantendrá en esta posición. 77 años después se exacerbó monstruosamente el baño de sangre y además nunca se hizo efectiva la resolución de los dos Estados. “Oriente próximo, con sus enormes reservas de petróleo, fue con mucho el premio más importante para todos los imperialismos de la segunda mitad del siglo XX […] El siglo XX vio una vez más la trasmutación de la riqueza, en esta ocasión la riqueza petrolera, en sangre.” 2 Por supuesto, Gromyko nunca jamás consideró la voluntad de la propia población árabe–palestina nativa, siguiendo el ejemplo de Stalin con su propia población en la URSS.
No obstante que Estados Unidos apoyó la Declaración Balfour de 1917 de Gran Bretaña, que favorecía el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina, el presidente Franklin D. Roosevelt había asegurado a los árabes en 1945 que Estados Unidos no intervendría sin consultar tanto a los judíos como a los árabes de la región, pero también debía arreglárselas con Inglaterra, que, aunque debilitada como imperio, todavía jugaba un papel importante en la región para proteger sus intereses económicos, políticos y necesitaba mantener buenas relaciones con los árabes. Ya con la retirada de las tropas británicas en mayo de 1948, los Estados Unidos se convirtió en la primera potencia en reconocer de hecho al Estado de Israel. 11 minutos después de que Israel se declarara una nación “independiente” el 14 de mayo de 1948, el presidente Harry S. Truman lo reconoció ipso facto; después lo formalizaría. Stalin, tardo tres días en hacerlo formalmente. Pero la URSS fue mucho más allá que los Estados Unidos. Stalin no solamente apoyó diplomáticamente a Israel sino, algo más importante, militarmente. Tal ayuda ya se había iniciado desde 1947.
Stalin armó hasta los dientes al terrorismo sionista
Rescatando al soldado Ben Gurion. La URSS apoyó con bastantes pertrechos militares a Israel antes de su creación como Estado. A partir de mayo de 1947, la necesidad de armamento era vital para Israel. Checoslovaquia, presionada por Moscú, se convirtió en el principal abastecedor de armas para el ejército sionista. Los primeros contactos de compraventa de armamento fueron en Praga. Los checos habían comenzado a suministrar armas a las tropas árabes, pero recibieron de Moscú la contraorden de enviarlas a las fuerzas judías de Palestina. Según Dominique Vidal: “Fue la entrega clandestina antes de la independencia de Israel; después, se estableció un puente aéreo oficial hacia Israel, con base en Zatec, con varios vuelos diarios. En total, en un año, Checoslovaquia entregará 60 millones de cartuchos, 25.000 fusiles Máuser, 10.000 bayonetas, 5.000 ametralladoras ligeras, 880 ametralladoras pesadas, 250 pistolas, 22 tanques, 1 millón de cartuchos anticarro, 84 aviones de combate y cerca de 10.000 bombas… En total, en 1948 el monto de contratos con Praga se cifra en 22 millones de dólares de aquella época, que en dólares actuales habría que multiplicar por más de mil. Sin contar la formación en el manejo de las armas garantizada por instructores checos, al inicio en Checoslovaquia y luego en el propio Israel.
“Las armas checas han salvado al país […] Constituyeron la ayuda más importante que hayamos obtenido. Dudo mucho que sin ellas hubiéramos podido sobrevivir los primeros meses”, reconoció 20 años más tarde David Ben Gurion. Es cierto que la llegada de armas fue crucial en abril-mayo de 1948. En la primera fase ayudaron a las fuerzas judías a ejecutar el plan Dalet, que les permitirá apoderarse de la mayor parte de las ciudades grandes de Palestina. En la segunda fase, ayudarán al joven Israel a hacer frente, simultáneamente, a cinco contingentes árabes (Egipto, Siria, Iraq, Transjordania y Líbano) en un período en que su ejército no estaba aún bien equipado. Si la correlación de fuerzas militares [a favor de las fuerzas judías] se volvió aplastante a partir del verano de 1948 (en particular gracias a las armas del campo comunista), durante las primeras semanas la situación permanecía equilibrada. Hay que tener en cuenta que Estados Unidos decretó el embargo de armas a Palestina en diciembre de 1947.”
Más aún, no solamente llegarían armas sino además una brigada de judíos checos comunistas para adiestrar y reforzar a los heroicos “combatientes de Hagana”, diría L`Humanité. 3 La URSS apoyará luego de forma permanente al Estado judío en el seno de la ONU, hasta que fue admitida en la ONU el 12 de mayo de 1949. Cierto que, para obtener la entrada de su país en la nueva organización internacional, la delegación israelí en la Conferencia de Paz de Lausana tuvo que firmar con los árabes el protocolo de acuerdo en el que Israel reconocía la resolución 181 de 29 de noviembre de 1947, y por tanto el derecho de los árabes palestinos a un Estado, y la resolución 194, y por tanto el derecho al retorno de los refugiados de la guerra o a obtener una compensación. Y, sin embargo, incluso sobre la cuestión de los refugiados, Moscú defendió a Israel: ¡votó contra la resolución 194 del 11 de diciembre de 1948 que planteaba el derecho de los refugiados palestinos al retorno o a una compensación. La historia trágica continúa con la Nakba actual recrudecida.
El apoyo migratorio de la URSS a Israel
Como dice Michel Réal: “La batalla demográfica fue vital para el éxito del proyecto de los líderes sionistas. La población judía de Palestina en 1946 era de 600, 000 personas, un tercio del total. Era necesario inclinar la balanza a su favor, y la URSS realizó una contribución decisiva. Antes de 1948, la URSS apoyó directa o indirectamente las operaciones secretas de inmigración organizadas por la Agencia Judía de Israel, enviando judíos de Europa del Estae, especialmente de Rumanía y Bulgaria (el 66% de los judíos que llegaron a Palestina entre 1946 y 1948 provenían de allí).” Muchos de estos inmigrantes se incorporaron a las fuerzas terroristas sionistas.
“Compromiso demográfico también, quizá aún más fundamental que el militar –Según Vidal, aunque discutible la premisa, pues el apoyo militar fue vital para el sionismo; el mismo Ben Gurión lo reconoce– La población judía de Palestina representaba entonces unas 600.000 personas, es decir, un tercio del total de la población palestina. Los dirigentes sionistas debían modificar la correlación de fuerzas a su favor. La URSS va a contribuir de forma decisiva: durante 1946, deja partir a más de 150.000 judíos polacos hacia zonas de ocupación americana y británica en Alemania, donde ingresan en los campos de personas desplazadas. Las personas provenientes de los campos nazis casi no tienen otra opción que ir a Palestina. EEUU no quiere acoger a estos refugiados en su país, y no les concede visados. En estas condiciones, los campos de personas desplazadas se transformaron en un vivero para las organizaciones sionistas.”
Conclusiones
Hay varias respuestas hipotéticas sobre el porqué del apoyo de Stalin al sionismo. Una de ellas es que Israel podría convertirse en una nación socialista y aliado estratégico para la URSS. Si así fuese, sería una presunción totalmente ilusoria de la burocracia soviética. Para la mayoría de los historiadores, como Laurent Rucker, era sobre todo la voluntad de jugar con la contradicción entre los intereses imperialistas de Gran Bretaña y los de Estados Unidos para debilitar la posición de la primera en Oriente Medio; además, los soviéticos esperaban ganarse la simpatía de la comunidad judía estadounidense, que nunca sucedió. La consigna estalinista del socialismo en un solo país –nada que ver con el internacionalismo proletario del marxismo revolucionario–también era usada como política exterior para reforzar internamente los intereses políticos y económicos de la privilegiada casta burocrática, y eso implicaba la búsqueda del control de regiones estratégicas de influencia política.
Stalin encarnaba la burocratización absoluta del Estado soviético y su totalitarismo. Nunca fue consecuente con la política socialista y el internacionalismo proletario. Palestina fue y es un ejemplo trágico del desastre de una política sin principios revolucionarios. Como bien señala Fred Weston: “Los actuales partidarios de Stalin prefieren que enterremos y olvidemos estos hechos. Les gustaría mantener el mito de que ellos, los estalinistas, siempre se han opuesto al sionismo. Otros han intentado encontrar justificaciones para la traición de Stalin a los principios básicos que se establecieron durante los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista […] En 1943, Stalin había disuelto la Internacional Comunista, ya que no le servía para nada, pues hacía tiempo que había abandonado la perspectiva de la revolución mundial. También fue un gesto para complacer a sus entonces aliados en Occidente, Churchill y Roosevelt, en medio de la Segunda Guerra Mundial.” En los hechos, sobre todo a partir del socialismo en un solo país, poco después de la muerte de Lenin, Stalin nunca tuvo ninguna perspectiva revolucionaria mundial. En Palestina, siempre actuó a espaldas de los Partidos Comunistas árabes. “Stalin –afirma Weston– no se guiaba por los intereses de la clase obrera mundial. Sus decisiones no estaban determinadas por por una perspectiva revolucionaria para el derrocamiento del sistema capitalista”. 4 Todo era consecuencia de un proceso de degeneración burocrática del Estado obrero soviético. Eso explica, dice Weston, del alineamiento estalinista con el imperialismo estadounidense como con los sionistas en 1947.
En la solidaridad mundial con la lucha heroica de resistencia palestina hay jóvenes de organizaciones comunistas de tendencia estalinista. Reconocemos que su solidaridad es admirable y bienvenida, aunque muchos de ellos desconocen el papel infame de la traición de Stalin hace 77 años con el pueblo palestino. Otros, muy pocos si reconocen esa vileza política, pero tratan de justificarla; no importa, hoy día, se trata de mostrar un espíritu unitario solidario con la causa palestina que es un bastión contra el imperialismo capitalista.
Este genocidio es una manifestación brutal de la barbarie social imperante. Es un desgarramiento histórico similar al Holocausto de una profunda crisis civilizatoria de un capitalismo salvaje. Aquí reivindicamos el lucido ensayo de Gaza ante la historia, de Enzo Traverso, quien dice en su capítulo final From the river to the sea: “… se es muy consciente de que la guerra puede detenerse en Estados Unidos, el país donde proceden las armas del genocidio […] Lo que está en juego hoy no es la existencia de Israel, sino la supervivencia del pueblo palestino”. 5
Hoy día, el futuro inmediato de la condición humana se define en Gaza. Hay que detener el genocidio. Es necesario retomar la filosofía del Principio Esperanza (Ernst Bloch dixit) y la política del Internacionalismo Proletario.
Notas
- Vidal, Dominique. ¿Por qué la URSS apoyó al joven Estado de Israel? VientoSur, 18 de junio de 2019. ↩
- La otra historia del mundo. Op. Cit. ↩
- Dominique Vidal menciona en su artículo a Laurent Rucker, cuyo libro es fundamental: Staline, Israël et les Juifs (Stalin, Israel y los Judíos), Presses Universitaires de France (PUF), Paris, 2001. Hay una buena sintesis de este libro por Françoise Thom: https://doi.org/10.4000/monderusse.4059 También debemos citar: “La responsabilidad de Stalin en la creación de Israel y sus desastrosas consecuencias”, de Fred Wston. 26 de julio de 2024. https://marxist.com/la-responsabilidad-de-stalin-en-la-creacion-de-israel-y-sus-desastrosas-consecuencias.htm ↩
- “Cuando la Unión Soviética apadrinaba a Israel”, de Michel Réal. Le Monde Diplomatique. Septiembre de 2014. ↩
- Traverso, Enzo. Gaza ante la historia. Ediciones Akal ↩