Imagen: Bloomberg
Alternatives économiques, 27-12-2024
Traducción de Correspondencia de Prensa, 1-1-2025
El menor crecimiento de China revela los defectos de un modelo económico que favorece la oferta a expensas de la demanda interna y del desarrollo de un Estado de bienestar.
¿Se puede comparar la China actual con el Japón de principios de los 90, que conoció un auge antes de sumergirse en una larga crisis económica? Una pregunta extraña a primera vista. Pero las similitudes entre la economía china en 2024 y la japonesa en 1990 plantean interrogantes. ¿Seguirá China el mismo camino? En cualquier caso, su modelo económico tiene muchas brechas que debe resolver.
La brecha -o más bien la falla- más importante es la sobrecapacidad de producción. Con una mano de obra abundante, China produce cada vez más. Pero ni el consumo de los hogares chinos ni la demanda mundial pueden absorber toda la oferta china.
«Esta sobrecapacidad es inherente al modelo económico chino basado en la oferta. El Partido Comunista Chino (PCC) ya no ve su economía como un fin en sí mismo, sino como un medio para alcanzar sus objetivos geoestratégicos, principalmente la soberanía tecnológica y el dominio chino en determinados sectores con fuertes implicaciones en materia de defensa», explica François Chimits, economista del Instituto Mercator de Estudios sobre China (Merics). En la sociedad iliberal china, este modelo conduce a un relativo desinterés por las cuestiones de demanda y, por lo tanto, a desequilibrios».
Estos desequilibrios plantean hoy interrogantes sobre la perennidad del modelo de desarrollo chino.
La carrera de las inversiones
Desde la década de 1980, Pekín se embarcó en un frenesí inversor que se ha traducido en un endeudamiento excesivo tanto de las empresas como de las administraciones locales y los hogares. Pero también ha dado lugar a inversiones ineficaces, principalmente en infraestructuras y en el sector inmobiliario. Estas últimas salieron a la luz hace unos años con la quiebra de la promotora inmobiliaria Evergrande.
Incluso hoy en día, los gobiernos locales siguen aplicando una política de apoyo a sus actores industriales en una lógica de competición para superarse unos a otros. Aunque ello signifique agravar el exceso de capacidad del país.
«Mientras al más alto nivel las autoridades no aborden las políticas aplicadas por los gobiernos locales de apoyo a los actores industriales estratégicos, persistirá el carácter sistémico de estas sobrecapacidades», estima François Chimits.
El banco central de China anunció recientemente medidas de apoyo a la economía y, según Reuters, Pekín prepara un paquete de estímulo fiscal de 10 billones de yuanes (1,4 billones de dólares). El objetivo es doble.
Por un lado, para refinanciar a las autoridades locales, fuertemente endeudadas, y para rescatar al sector bancario, debilitado por los stocks de créditos incobrables. Varias decenas de bancos rurales y locales han quebrado desde principios de 2024.
Por otro lado, el plan se propone impulsar el consumo de los hogares. Desde 2005, el gasto de los hogares ha representado menos del 40% del producto interior bruto (PIB), muy por debajo de la media mundial (55%). Sin embargo, el plan no convence.
«La reactivación del consumo interno es un tema rebatido y poco creíble en China. Pekín sólo podrá dar un giro real si su crecimiento se queda sin aliento», opina Anthony Morlet-Lavidalie, economista de Rexecode. Sin embargo, el crecimiento chino sigue siendo muy fuerte en relación con su nivel de desarrollo. El único país que ha registrado mejores resultados después de haber superado la barrera de los 10.000 dólares de PBI per cápita (lo que hizo en 2019) es Corea del Sur».
El crecimiento chino debería alcanzar el 4,8% en 2024, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una cifra que sería el sueño de muchos países desarrollados, pero que para China supone un enlentecimiento.
Aunque el aumento del consumo de los hogares aparezca ahora como una prioridad, el modelo chino sigue estando en gran medida basado en la oferta.
Por el momento, esta aspiración choca con la debilidad del sistema de protección social del país, que incita a los hogares a ahorrar en previsión de riesgos como el desempleo o la enfermedad, en lugar de consumir. Por ello, muchos economistas recomiendan desarrollar el Estado de bienestar e invertir en la educación y la salud.
«Pero la creación de un Estado de bienestar eficaz no parece formar parte de los planes del gobierno chino», señala Alicia García Herrero, responsable de economía de Asia-Pacífico en Natixis e investigadora del Instituto Bruegel, en un artículo publicado por Asia Times.
Dependencia de las exportaciones
La economista critica también la pasividad de las autoridades ante el crecimiento de la capacidad de producción en un momento en que Estados Unidos, Europa, México, India y Sudáfrica buscan reducir su dependencia de China.
La Unión Europea acaba de aprobar un aumento de los derechos de aduana a los vehículos eléctricos chinos. Este sector ilustra las dificultades del modelo: entre enero y agosto, los fabricantes chinos sufrieron una pérdida récord de 20.000 millones de dólares debido a la debilidad de la demanda interna y a unas exportaciones menos dinámicas de lo previsto.

La estrategia de Pekín funcionó «mientras el mundo exterior aceptaba ser el consumidor de último recurso», resumen los economistas Isabelle Bensidoun y Thomas Grjebine en la última edición de L’économie mondiale publicada por Cépii.
«Sin embargo, la caída había comenzado antes de la introducción de medidas proteccionistas, porque los productos chinos se habían vuelto menos competitivos en comparación con los de sus vecinos (Bangladesh, Vietnam, etc.)», señala Mylène Gaulard, profesora de economía en la Universidad de Grenoble Alpes y especialista en China.
La causa: un aumento significativo de los salarios, que se han multiplicado por diez desde principios de la década de 2000, y un aumento insuficiente de la productividad para compensarlo.
El desafío del envejecimiento de la población
En las próximas décadas, el envejecimiento de la población será también un desafío importante. Por primera vez desde los años 60 y la hambruna del Gran Salto Adelante, la población habrá disminuido en 2022 (850.000 personas menos que el año anterior).
Los mayores de 65 años representan actualmente el 15% de la población, pero podrían llegar a ser un tercio en 2050, según datos de la Comisión nacional de la salud de China.
Como resultado, China, que durante mucho tiempo se basó en su mano de obra para impulsar el crecimiento, ahora está viendo cómo disminuye la cantidad de trabajadores.
«Desde el punto de vista demográfico, China está en la cima de la montaña rusa: la caída va a ser brutal», advierte Anthony Morlet-Lavidalie. Para limitar los efectos, el gobierno está aplicando una política favorable a la natalidad y ha empezado la robotización de su industria.
«También podrá -más fácilmente que en Francia o en otras democracias- impulsar reformas de las jubilaciones, retrasar la edad de jubilación, como lo hizo en septiembre», prosigue el economista de Rexecode.
Sin embargo, estas medidas no bastan por sí solas para provocar el cambio de modelo económico que necesita el país.