Siria – ¿La impunidad de Assad se extenderá también al tráfico de drogas? [Jean-Pierre Filiu]

Foto: AFP

Le Monde, 9-4-2023

Traducción de Correspondencia de Prensa, 11-4-2023

El régimen de Assad lidera la producción y el tráfico de Captagón 1 a Arabia Saudita, pese a que este país está dispuesto a normalizar las relaciones con Damasco.

Bashar Al-Assad nunca tuvo que rendir cuentas por ninguno de sus crímenes, aunque la lista es larga, desde crímenes contra la humanidad hasta masacres organizadas, campañas sistemáticas de violaciones y desapariciones forzadas. De hecho, el dictador sirio ha logrado eludir las sanciones internacionales desarrollando metódicamente la producción industrial y la comercialización agresiva de Captagón.

Esta anfetamina altamente adictiva se ha convertido ahora en la principal fuente de divisas del régimen de Assad, con ingresos anuales de miles de millones de dólares. Y aunque la droga se destina principalmente a Arabia Saudita, donde ya constituye un grave problema de salud pública, Riad parece dispuesta a normalizar sus relaciones con Damasco, rotas desde 2012 debido a la feroz represión del levantamiento popular en Siria.

La droga de moda en la península arábiga

El captagón, un dopante sintético, basado inicialmente en la fenetilina, es tiene un bajo costo de fabricación en Siria, un país que, además e históricamente, cuenta con una industria farmacéutica de buena calidad. Por ello, el régimen de Assad se ha contentado con convertir a los farmacólogos arruinados por la guerra en fabricantes de anfetaminas y crear así una sólida red de talleres clandestinos.

La protección de estos talleres, situados con frecuencia en zonas militares de acceso restringido, es responsabilidad de la cuarta división del general Maher Al-Assad, hermano menor del presidente sirio. Son las mismas tropas de choque que garantizan la protección de los convoyes cargados de anfetaminas con destino al Líbano, donde el relevo lo toman socios vinculados a Hezbolá, o a Jordania (la apertura de la frontera terrestre en agosto de 2021 fue acompañada muy rápidamente de enfrentamientos entre los traficantes sirios y la seguridad jordana).

Aunque una parte cada vez más preocupante del Captagón infiltrado en Líbano y Jordania se consume en ambos países, el destino final de estos cargamentos de droga sigue siendo Arabia Saudita y su mercado solvente y aparentemente inagotable. El Captagón, tiene una reputación de droga «activa» y goza de una popularidad innegable entre la clase media de las ciudades saudíes, donde el alcohol está reservado a una élite más o menos protegida.

En una jerarquía más que sorprendente, el Captagón más cargado de anfetaminas, y por lo tanto el más caro, es llamado «Mohamed Ben Salman», en referencia al primer ministro y príncipe heredero del reino, verdadero hombre fuerte del país debido al deterioro de la salud de su padre, el rey Salman. Riad había impuesto incluso un embargo a las importaciones agrícolas procedentes del Líbano en la primavera de 2021, tras el descubrimiento repetido de envíos de frutas o verduras «rellenas» de Captagón.

Grandes maniobras diplomáticas

Washington, que acusa a la dictadura siria de controlar el 80% del tráfico mundial de Captagón, promulgó en diciembre de 2022 una «ley contra la proliferación, el tráfico y el almacenamiento de drogas por parte de Assad».

Y en el marco de la aplicación de esta ley, acaba de adoptar un primer conjunto de sanciones. Bashar y Maher Al-Assad están en el punto de mira, así como dos de sus primos, Samer y Badi Al-Assad, y uno de los parientes de Maher, Khaled Kaddour, encargado de la gestión y el blanqueo de la enorme cantidad de dinero generada por el Captagón.

También han sido sancionados dos narcotraficantes libaneses, vinculados a Hezbolá, Nouh Zeaïter y Hassan Dekko (apodado el «Rey del Captagón», Dekko seguiría operando desde la prisión donde está encarcelado por narcotráfico desde 2021). Londres se ha sumado a esta campaña de sanciones contra el régimen de Assad, sospechoso de generar beneficios «equivalentes a casi tres veces el tráfico combinado de los cárteles mexicanos«. La lista del Reino Unido incluye a varios ciudadanos sirios más, entre ellos dos líderes de milicias pro-Assad del sur de Siria, de los que se sabe que están implicados en el tráfico de Captagón a Jordania.

La administración Biden no oculta su intención de obstaculizar, con este paquete de sanciones, la dinámica de normalización que Pekín lanzó recientemente con su exitosa mediación entre Irán y Arabia Saudita. Mohammed Ben Salman está ahora dispuesto a llegar a una forma de reconciliación con Bashar Al-Assad, que el mes pasado realizó su segunda visita en un año a los Emiratos Árabes Unidos. El dirigente saudita espera seguramente aparecer como el líder de un mundo árabe reunificado por iniciativa suya en la próxima cumbre de la Liga Árabe, que tendrá lugar en Riad en mayo, mientras que Assad había sido excluido de la anterior cumbre árabe de Argel.

Además, los funcionarios saudíes apuestan a que, para frenar el tráfico de Captagón, es mejor hablar con el régimen de Assad que condenarlo al ostracismo. Es una apuesta que va exactamente en contra del enfoque de sanciones promovido por Washington y por Londres. Bashar Al-Assad no puede más que alegrarse de estas contradicciones y cuenta, sin renunciar nunca a nada, con la erosión del «cordón sanitario» en su contra.

Él, que ya había alentado el terrorismo para situarse mejor como el único baluarte contra ese mismo terrorismo, puede pretender ahora ser quien contenga un narcotráfico del que es el principal jefe de orquesta. En esta lógica probada de bombero pirómano, sólo hay una certeza: para Assad, el crimen paga.

*Jean-Pierre Filiu, profesor universitario, especializado en historia del Medio Oriente en Sciences Po, París.

Nota de Correspondencia de Prensa

  1. Se trata de la fenetilina, molécula psicoestimulante, utilizada desde 1963 para tratar la narcolepsia o formas de depresión. Se ha convertido en una de las drogas más populares en Medio Oriente. Es conocida como «la droga de los yihadistas» debido a su utilización por los miembros del Estado Islámico, o como «la cocaína de los pobres». Dados los peligrosos efectos secundarios, ha sido prohibida en la mayoría de los países. Según informaba ya la BBC el 27-4-2022, «Personas cercanas al presidente sirio –incluido su hermano menor, Maher al-Assad, comandante del ejército– están detrás de este negocio que se ha convertido en el principal producto de exportación de Siria».