El desplazamiento masivo de venezolanas, que ya supera los ocho millones, expone una doble vulnerabilidad marcada por el género y la migración. Entre la crisis, las políticas restrictivas, la violencia en las rutas y los estigmas culturales e imaginarios hipersexualizados, las mujeres enfrentan un riesgo estructural permanente que refuerza la discriminación y la explotación en los países de tránsito y destino.
