La mayor parte de la izquierda italiana, incluso la izquierda radical, aunque se declara «heredera» de la Resistencia de 1943-45 y de la Constitución de 1948, siempre ha practicado una línea antifascista simbólica y nostálgica, subestimando los aspectos sociales y democráticos del antifascismo, y es muy poco capaz de hablar a las generaciones más jóvenes y a la desesperación de los suburbios.
