Refrattario e controcorrente, 13-8-2024
Traducción de Correspondencia de Prensa, 13-8-2024
Como parte del mini dossier dedicado a las condiciones de vida y de trabajo de las trabajadoras y trabajadores chinos y a sus luchas, publicamos a continuación las intervenciones de Julie Liu y Roy Li, dos militantes comprometidos con el apoyo a los trabajadores.
Historia de las luchas entre reformas de mercado, deslocalizaciones y Covid-19
Julie Liu
Hoy presento una síntesis amplia y simplificada de la resistencia obrera en China, en particular de la resistencia obrera en el sector manufacturero de baja gama en la era post-Covid. Pero antes, quiero dar una visión general del desarrollo de las luchas obreras tras las reformas de mercado de China.
Estas reformas de mercado, que comenzaron en 1978, cambiaron radicalmente las relaciones laborales en el país, formando una nueva clase obrera y nuevas formas de resistencia obrera. Antes de las reformas, los trabajadores estatales disfrutaban de un empleo garantizado de por vida, ya que el Estado garantizaba salarios estables y otros niveles de vida básicos. Sin embargo, debido a la privatización generalizada iniciada por las reformas, muchos trabajadores estatales fueron despedidos y los contratos a corto plazo y el trabajo informal sustituyeron al empleo de por vida. Los empleados estatales, muchos de ellos concentrados en el norte de China, terminaron por convertirse en uno de los componentes más importantes de la resistencia laboral en los primeros tiempos del período de reformas.
Por otra parte, se formó un nuevo grupo de trabajadores migrantes en la parte sudoriental de China (alrededor de los deltas de los ríos Yangtsé y Perla), donde se instalaron muchas fábricas nuevas. Fueron creadas zonas económicas especiales a lo largo de la costa sudoriental de China, y el gobierno aplicó políticas para atraer la inversión extranjera.
Como resultado de esto, las industrias manufactureras de bajo nivel del Norte se trasladaron a China y millones de trabajadores emigraron del campo para trabajar en las ciudades, convirtiendo la costa sureste en el principal lugar de resistencia para los trabajadores emigrantes.
Antes de las reformas del mercado, el estricto sistema de registro de hogares (hukou) no permitía a los campesinos abandonar las zonas rurales. Tras las reformas, el sistema, sin ser suprimido, fue más flexible, lo que permitió a millones de ciudadanos rurales desplazarse en busca de trabajo. Sin embargo, aunque se les permitió a los campesinos emigrar a las ciudades, siguen estando excluidos de los servicios públicos y de las prestaciones sociales.
A continuación explicaré las principales vías por las que la resistencia de los trabajadores se ha ido desarrollando a lo largo de las últimas cuatro décadas y por qué los trabajadores adoptaron estas estrategias. Impulsados por la competencia de la producción global y el juego de la «carrera a la baja», los empresarios maximizan la explotación de los trabajadores con salarios relativamente bajos, condiciones de trabajo inaceptables y jornadas laborales extremadamente largas.
El control de los empresarios sobre la vida de los trabajadores se reforzó con el control sobre su reproducción diaria, normalizando una cultura de trabajadores que viven en dormitorios gestionados por las empresas. La expansión de las industrias manufactureras de baja gama en China, que dan prioridad a la producción barata a costa de los derechos de los trabajadores, produjo un sistema brutal de explotación laboral. En la práctica, el régimen laboral chino se basa en la insuficiente protección de los derechos de los trabajadores.
Con frecuencia, el Estado protege al sector capitalista en beneficio de la clase dominante. El sistema hukou legitima aún más la explotación de los trabajadores. La única federación sindical legal, la Federación de Sindicatos de China (ACFTU), funciona más como un brazo burocrático del Estado que como un sindicato que proteja los derechos de los trabajadores. En general, los sindicatos de más bajo nivel están sujetos al control de la dirección y los de más alto nivel a una mayor manipulación por parte del Estado. En ambos casos, el poder de los sindicatos procede del Estado y no de los trabajadores.
Aunque las leyes laborales en China aparenten establecer normas estrictas para garantizar los derechos de los trabajadores, en realidad estas leyes se aplican de forma muy laxa. Además, la promoción de las demandas como medio de lucha por los derechos fundamentales de los trabajadores reduce las cuestiones laborales a un problema individual, en lugar de algo por lo que los trabajadores deben luchar colectivamente. Sin la libertad de asociación fuera de una federación sindical burocrática y verticalista, los trabajadores tienen pocos medios para defender concretamente sus derechos.
Entonces, ¿cómo manifestaron los trabajadores chinos sus reivindicaciones y su resistencia? En primer lugar, muchos de ellos simplemente se marchan y buscan otro trabajo, lo que da lugar a una elevada tasa de rotación. En segundo lugar, los trabajadores recurren a demandas individuales para proteger sus derechos legales. Pero para los trabajadores, las acciones legales suelen traducirse en un aumento del tiempo y de los costos monetarios. En tercer lugar, los trabajadores organizan huelgas generalizadas.
En las décadas transcurridas desde las reformas orientadas al mercado, China ha sido testigo de oleadas de huelgas en el sector manufacturero. Basándome en las investigaciones de otros estudiosos y activistas, dividiría a grandes rasgos estas huelgas en tres fases:
–Antes de 2010, muchos trabajadores exigían salarios mínimos y atrasos salariales.
–Entre 2010 y 15, un mayor número de trabajadores empezó a plantear reivindicaciones que iban más allá de lo que exigía la ley, como salarios más elevados, más margen para la negociación y reformas de la ACFTU.
–Desde la década de 2010, el aumento de los costos laborales y las políticas gubernamentales de reconversión industrial empujaron a las fábricas a trasladarse de la zona costera al interior de China o a otros países en busca de mano de obra más barata. La reubicación de las fábricas provocó una oleada de huelgas para exigir indemnizaciones legales por despido y seguros sociales.
Después de 2015, las huelgas disminuyeron drásticamente. Empezaron a desplazarse del sector manufacturero en la región del delta del río Perla al sector d servicios en otras partes del país. En 2023, la cantidad de huelgas volvió a aumentar drásticamente (aunque todavía por debajo de los niveles de 2016) y asistimos a un retorno de la militancia obrera en los sectores manufactureros de la región de Guangdong.
Según mi análisis de los datos del China Labor Bulletin -una organización que realiza un seguimiento de la acción colectiva de los trabajadores en China-, más del 50% de las huelgas en el sector manufacturero fueron provocadas por el traslado o el cierre de una fábrica.
Hay varias razones para ello. En primer lugar, es una continuación de la oleada de deslocalizaciones de fábricas que comenzó a finales de la década de 2000, promovida por el aumento de los costos laborales y la estrategia estatal de desarrollo. En segundo lugar, el Covid-19 también tuvo un impacto significativo en los pequeños proveedores situados al final de las cadenas de suministro globales. Las empresas trasladaron a los trabajadores los costos derivados de la cancelación de pedidos, provocando despidos masivos sin indemnización. En tercer lugar, la desaceleración general del crecimiento económico y la reestructuración de las cadenas mundiales de suministro desencadenaron nuevos despidos, que se vieron agravados por las iniciativas de «reconversión industrial» lanzadas por los gobiernos locales, en las que se intensificó la intervención del capital y que provocaron el cierre de pequeños talleres y fábricas.
En esta oleada de deslocalizaciones de fábricas, los empresarios disponen de una serie de tácticas para explotar a los trabajadores. La presión ejercida por la desaceleración económica de la era pandémica, en particular, alienta a los patronos a repercutir los costos sobre los trabajadores: atrasos salariales, negativa a pagar indemnizaciones por despido (n+1 mes según la ley china) y la seguridad social y recortes salariales.
Algunos patrones simplemente se esfuman y se esconden para eludir responsabilidades. También hay tácticas más sutiles. Algunos niegan el traslado de las plantas,pero, en realidad; trasladan grandes máquinas y partes importantes de la fábrica. Además, obligan a los trabajadores a renunciar voluntariamente de diversas formas, como trasladándolos a otras regiones que los trabajadores no desean, recortándoles los salarios o concediéndoles «vacaciones» prolongadas. Una táctica común que puede parecer contraintuitiva es reducir el horario de los trabajadores a cinco días y ocho horas. Puede parecer una buena idea, pero en China esto significa que los salarios de los trabajadores se reducen y ya no podrán mantenerse a sí mismos.
Entonces, ¿cómo han resistido los trabajadores chinos a esta oleada de deslocalizaciones y cierres de fábricas en la China post-Covid? Los trabajadores adoptaron diversas estrategias acumuladas durante huelgas anteriores.
Pararon el trabajo, organizaron protestas y sentadas, bloquearon las entradas de las fábricas y vigilaron la maquinaria. En algunos casos, los trabajadores también amenazaron con suicidios masivos desde lo alto de las fábricas para atraer la atención pública, presionar a los empresarios para que respondieran a sus demandas y obligar a los organismos laborales estatales a intervenir en su favor. Los trabajadores también iniciaron acciones legales y presentaron denuncias contra sus empleadores, recurriendo a organismos estatales como la ACFTU, la Oficina de Trabajo, la Oficina de la seguridad social o el gobierno municipal.
En esta ola de huelgas, los trabajadores demostraron su capacidad de resistencia utilizando diversas estrategias para presionar a los empleadores y a los gobiernos para que respondieran a sus demandas. Sin embargo, debido a la contracción de la producción y al fortalecimiento del autoritarismo en la China post-Covid, la acción colectiva de los trabajadores se enfrenta a nuevos desafíos:
-A medida que más y más empresas se vieron obligadas a trasladarse al interior, las acciones de los trabajadores se hicieron más pequeñas y con menos poder.
-La producción contractual significa que las amenazas de paros laborales son cada vez menos efectivas.
-Desde 2015 ha habido una represión sin precedentes contra el activismo sindical y una regresión de las normas laborales. Lo que llama la atención en las recientes luchas laborales es la ausencia de participación de las ONG y de los militantes sindicales, y la escasa o nula cobertura de los medios de comunicación. Los trabajadores confían principalmente en la publicación de imágenes de huelgas en plataformas como TikTok, pero a menudo son rápidamente censuradas o eliminadas por las autoridades.
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Sindicatos estatales, ONG y activismo independiente
Roy Li
Vengo de una familia de clase trabajadora de un pueblo costero del sureste y mis padres trabajaban como agricultores y pescadores. Mis abuelos también eran agricultores. Me impliqué en el mundo laboral durante mis años universitarios, alrededor de 2010, y participé activamente en la organización de los trabajadores de la industria de servicios y saneamiento en el sur de China.
Cofundé un grupo de trabajo con otros activistas, que finalmente fue clausurado. Con otros compañeros, pasamos cierto tiempo en la cárcel por nuestras actividades de organización. En este sentido, comienzo mi presentación de hoy con fotografías de otros muchos militantes sindicales chinos que se enfrentaron a la represión por haberse organizado. Algunos siguen en la cárcel o a la espera de sentencia, otros fueron puestos en libertad.
Julie ya explicó cómo las reformas del mercado en China condujeron en los últimos años a la creación de un enorme ejército de reserva de trabajadores formado por muchos trabajadores despedidos de empresas estatales y trabajadores inmigrantes. Unas palabras más sobre la mano de obra migrante: la mayoría de los trabajadores migrantes chinos siguen sin estar protegidos por contratos laborales. Esto significa que muchos de ellos no cuentan con protecciones laborales básicas y les resulta muy difícil oponerse a los abusos laborales a través de mecanismos legales.
Las escasas protecciones laborales, unidas a las pocas herramientas de organización legalmente protegidas, significan que los trabajadores militantes y los activistas laborales tienen que pensar de forma creativa sobre cómo organizarse. Las ONG de los trabajadores han sido un componente clave de la infraestructura de organización desde la década de 1990 hasta hace poco. Estas ONG laborales son, en China, organizaciones sindicales no asociados, equivalentes a lo que en Estados Unidos se denominan centros de trabajadores, workers’ centers.
Además, están fundados principalmente por activistas de los trabajadores inmigrantes. Surgieron porque el único instrumento legal de organización de los trabajadores -la ACFTU- es muy disfuncional y a menudo favorable a los empresarios. A los trabajadores también les resulta difícil presentar denuncias legales ante los tribunales, que, generalmente, laudan a favor de los empresarios. Los trabajadores no pueden organizar sindicatos independientes en China. Todo nuevo sindicato debe registrarse en la ACFTU.
La ACFTU no significa mucho para la mayoría de los trabajadores. De hecho, la mayoría de los trabajadores apenas saben lo que hace la ACFTU, incluidos aquellos que están afiliados a la misma. A muchos trabajadores, cuando entran por primera vez a un lugar de trabajo, los empresarios les hacen firmar documentos sin explicarles lo que significan. Las cuotas sindicales se deducen automáticamente del salario de muchos trabajadores, y el sindicato estatal y los empresarios raramente explican este procedimiento.
Por eso, los trabajadores «se quedan» en el sindicato aunque sepan que éste no hace gran cosa por ellos. Como mucho, la ACFTU propone algunos programas de asistencia social, sobre todo durante las vacaciones. Sin embargo, durante los conflictos laborales, la ACFTU, generalmente, no toma partido por los trabajadores.
La mayoría de los trabajadores ven al sindicato como parte del gobierno y durante la mayoría de las sesiones de negociación, la ACFTU está del lado de los empresarios y en contra de los trabajadores.
Todos estos desafíos para la organización de los trabajadores surgen también en el contexto de la intensificación de las condiciones laborales en las fábricas y de la explotación en el contexto de la globalización. La idea de las ONG laborales también se vio influida por los debates de la Cuarta Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, que tuvo lugar en 1995.
Tras la represión del movimiento estudiantil y obrero de Tiananmen, el Estado chino reprimió la mayoría de las vías independientes de defensa de los intereses de los trabajadores. Las ONG laborales se convirtieron en un medio informal clave de movilización y defensa de los trabajadores, a falta de otros medios legales eficaces de organización.
¿Cuáles son las estrategias de organización aplicadas por las ONG laborales chinas? Al igual que los worker’s centers, prestan servicios a la comunidad para ayudar a los trabajadores inmigrantes y a sus familias, como facilitar a los trabajadores los conocimientos jurídicos necesarios para iniciar acciones y presentar denuncias.
Antes de 2015, las ONG laborales trataban de fomentar la negociación colectiva y las huelgas de trabajadores para presionar a los empresarios. Naturalmente, el gobierno no veía con buenos ojos que las ONG laborales y los trabajadores adoptaran medidas colectivas, por lo que las medidas enérgicas contra estas organizaciones son frecuentes.
Por desgracia, cuando los trabajadores van a la huelga, suele ser una victoria por un escaso margen o una terrible derrota. Si los trabajadores ganan sus reivindicaciones, los empresarios y los funcionarios del gobierno suelen identificar y despedir a los responsables de los trabajadores en el lugar de trabajo. Y si los trabajadores pierden, sobre todo si cuentan con poco apoyo de la sociedad civil, el gobierno puede detener y agredir físicamente a los trabajadores con la policía, sin ceder a las reivindicaciones y obligando a los trabajadores a volver a la cadena de montaje.
Hubo tres fases crudas de represión estatal de las organizaciones sindicales. Desde su creación en la década de 1990, muchas organizaciones sindicales se enfrentaron a los intentos administrativos y burocráticos del Estado para dificultar su existencia y funcionamiento. A muchas, ni siquiera se les permitió registrarse como organizaciones sin fines de lucro, y algunas tuvieron que recurrir a registrarse como organizaciones empresariales para poder existir.
Un fenómeno similar ocurrió con otras organizaciones comunitarias, en particular las implicadas en el feminismo y otras formas de defensa de las cuestiones de género.
En la segunda fase, entre finales de la década de 2000 y principios de 2010, los organizadores sindicales se enfrentaron a un acoso mayor, directo e indirecto, por parte de la policía local. Por ejemplo, la policía podía presionar a los propietarios para que dejaran de alquilar locales a los sindicatos.
Después de 2015, los sindicatos se enfrentaron a un nuevo nivel de criminalización generalizada. Por ejemplo, en diciembre de 2015, una docena de activistas sindicales del sur de China fueron detenidos y cuatro de ellos fueron condenados a penas de varios años de cárcel. En 2016, el gobierno aprobó dos leyes que intensificaron aún más la represión de las organizaciones de la sociedad civil, en particular de los grupos de trabajadores.
Una de ellas es la Ley de Beneficencia, que hace aún más difícil que las organizaciones sindicales puedan intentar recaudar fondos a nivel nacional, ya que para ello se requiere la autorización del gobierno local y la afiliación a la fundación benéfica estatal. La mayoría de los activistas sindicales no tienen buenas relaciones con los funcionarios locales para su trabajo de organización, por lo que el Estado rara vez les otorga autorización.
Otra ley, la Ley de Gestión de ONG Extranjeras, hace más restrictiva la financiación de las organizaciones sindicales por parte de organizaciones extranjeras.
Así, mientras todos los medios legales de que disponen los trabajadores para expresar sus quejas siguen siendo ineficaces, el Estado también dificulta cada vez más la existencia de los activistas laborales. Para dar una idea de la represión desde 2015, en 2010 había unas 100 ONG laborales; hoy probablemente queden menos de diez. Incluso estas organizaciones no se declaran ONG laborales por miedo a la represión, y las pocas que quedan están cambiando de una organización agitativa a otra orientada a los servicios como forma de mantenerse activas.
En 2018, más de un centenar de estudiantes maoístas que apoyaban a los trabajadores de la fábrica JASIC fueron detenidos y enviados a la fuerza a «centros de reeducación». Otros activistas sindicales independientes, entre los que me incluyo, siguen expuestos a estas amenazas.
Quiero terminar con la historia de Meng Han, para dar una idea de la represión que sufren los activistas laborales chinos. Meng es un trabajador, desde hace mucho tiempo, de una empresa estatal (SOE) en la provincia interior de Hubei.
Antes de las reformas económicas de los años 80, tenía un trabajo estable y asistencia social. Pero en la década de 1990, fue despedido como muchos otros trabajadores del SOE y se convirtió en un trabajador migrante que tuvo que trasladarse a trabajar a la provincia de Guangdong. Lo conocí por primera vez en 2013, cuando era trabajador de seguridad en un hospital público de Guangzhou, cuando él y sus compañeros no tenían contrato de trabajo ni seguridad social y habían sido víctimas de robo en sus salarios durante diez años.
Meng dirigió una huelga de casi 90 días junto con otros doscientos trabajadores del hospital, incluidas otras auxiliares (mujeres). Al cabo de 90 días, la administración seguía negándose a negociar y algunos trabajadores amenazaron colectivamente con suicidarse desde lo alto del edificio para presionarla. Trece trabajadores fueron detenidos, entre ellos Meng, que fue condenado a nueve meses de prisión, la pena más dura.
Después de su puesta en libertad en 2014, Meng se convirtió en activista sindical para apoyar a los trabajadores de la industria manufacturera. Durante 2014 y 2015, apoyó a un grupo de más de dos mil trabajadores de una fábrica de calzado en una acción militante y los condujo a una gran victoria, que les costó al gobierno local y a la empresa más de 17 millones de dólares.
Esto le valió una segunda detención en diciembre de 2015, y esta vez fue encarcelado durante un año y nueve meses. A partir de entonces, a Meng le resultó cada vez más difícil seguir trabajando y organizándo. Incluso después de su liberación, cada vez que escribía en las redes sociales sobre asuntos relacionados con el trabajo, su cuenta era censurada y eliminada.
Las autoridades iban a su casa a presionarlo para que guardara silencio y en 2019 fue detenido de nuevo durante unas semanas. Desde entonces ha seguido siendo vigilado con regularidad. Un video de 2017 muestra que las autoridades locales llegaron a enviar matones enmascarados a la casa de sus padres para intimidarlos y presionarlo para que confesara.
A Meng se le ha vuelto demasiado difícil seguir organizando a los trabajadores y quiso volver a buscar un trabajo normal, pero el gobierno local y las empresas lo rechazaron repetidamente por miedo a su influencia sobre otros trabajadores. Hoy, Meng sigue en el seguro de paro y sufre una fuerte depresión, se siente tan enfermo y frustrado que no puede implicarse en el movimiento y tampoco puede encontrar trabajo.
No tengo muchas soluciones para el futuro, pero concluiré con algunas observaciones.
Las luchas laborales «salvajes» durante la pandemia se han intensificado, pero siguen siendo invisibles e insostenibles debido al aumento de la censura y de la represión.
Con el declive de las organizaciones sindicales tradicionales, están surgiendo nuevas tendencias de activismo sindical en China. Hay más formas de resistencia digital, como el movimiento 996.ICU de trabajadores del sector tecnológico. Otros sectores, además del manufacturero, llevan a cabo acciones obreras, desde los profesores hasta los funcionarios. Cada vez hay más personas, sobre todo jóvenes, que critican el capitalismo (el hashtag 996.ICU se refiere a las larguísimas jornadas laborales de 9 a 21 horas, seis días por semana, que ponen en riesgo a los trabajadores y pueden llevarlos a la UCI, es decir, la Unidad de Cuidados Intensivos).
Al mismo tiempo, la represión y la vigilancia del gobierno se han intensificado hasta niveles sin precedentes. Los activistas más jóvenes están sometidos a una estricta vigilancia y muchos de ellos han sido excluidos rápidamente de otras organizaciones.