Ziad Medoukh el 17 de octubre. Al fondo, los bombardeos sobre Gaza. © Fotomontaje Mediapart con AFP
Ziad no se irá. Se quedará hasta el final, defendiendo el orgullo de una población que no quiere vivir otro exilio. Relata la terrible situación del enclave, que intenta sobrevivir bajo una alfombra de bombas.
Mathieu Magnaudeix
Mediapart, 17-10-2023
Traducción de Correspondencia de Prensa, 18-10-2023
Ziad Medoukh es profesor de francés en varias universidades de Gaza y vive en el norte de la Franja. Si bien su familia se fue al sur del enclave, es seguro que él no se marchará. Rechaza una segunda Nakba (catástrofe), es decir el exilio forzoso experimentado por los palestinos en 1948 durante la creación del Estado de Israel. Pudimos hablar con él el martes 17 de octubre por la mañana, para una entrevista en vídeo que se retransmitirá esta tarde en el programa “À l’air libre”. Publicamos fragmentos en los que nos cuenta su vida diaria y nos explica por qué se niega a irse.
-¿Cómo es su vida diaria?
Durante los últimos once días, he vivido un horror absoluto. Como habitante de Gaza, he vivido cuatro ofensivas, en 2009, 2012, 2014 y 2021. Pero es la primera vez que vivo una situación como ésta. La diferencia con las ofensivas anteriores es, en primer lugar, su escala: casi 8.000 bombardeos hasta ahora, uno cada dos o tres minutos en toda la Franja de Gaza.
La destrucción masiva está acabando con todas las infraestructuras civiles y cortando las carreteras entre ciudades, pueblos y, sobre todo, barrios. Vivimos una crisis humanitaria sin precedentes. No tenemos electricidad, agua, alimentos ni medicamentos. Durante las ofensivas anteriores, a veces había una tregua al cabo de dos o tres días y una apertura de los pasos. Ahora no es así. Incluso las organizaciones internacionales están desbordadas. La vida cotidiana es muy difícil.
Hasta el sábado estuve con mi familia, pero me sentía impotente para proteger a mis hijos y a mi mujer. Así que tuve que evacuarlos con gran dificultad. Fue una decisión muy difícil, pero no me siento solo. Estoy con las 900.000 personas que aún viven en el norte.
¿Por qué decidí quedarme solo y soportar el horror, la angustia y la preocupación? Porque no quiero vivir una segunda Nakba, una segunda catástrofe. Si hoy dejo mi casa, mi ciudad, Gaza, me iré de Palestina y volveré a ser un refugiado.
750.000 palestinos han abandonado el norte de la Franja de Gaza, 900.000 han decidido quedarse, como yo. La mayoría son miembros de la sociedad civil, académicos e intelectuales. Resistimos a través de nuestro apego a la tierra, la educación y la no violencia. Por eso, quedarme aquí forma parte de mi manera de resistir a la atrocidad de la ocupación.
Decidimos quedarnos a pesar de la muerte de muchos compañeros y amigos. Nadie es inmune. Si salgo de mi casa, me sentiré humillado por dentro por el resto de mi vida. Entonces prefiero morirme parado en casa y me arriesgué. Pero, de momento, sobrevivo con pocos recursos, con una batería recargable porque no tenemos luz, no tenemos agua. Cada dos días voy a comprar algo de comer y sobre todo voy a cargar la batería porque me contactan medios francófonos. Mi vida diaria es muy difícil.
Los 750.000 desplazados que se encuentran actualmente en hospitales, centros de acogida y escuelas también se encuentran en una situación dramática porque tienen que dormir en el suelo. No tienen colchones ni mantas, las organizaciones internacionales están desbordadas, sus depósitos han sido bombardeados, y nadie se ocupa de estos desplazados, aparte de algunas iniciativas de la sociedad civil para distribuir alimentos y agua.
La comunidad internacional no ha reaccionado. Esta comunidad internacional avala los crímenes israelíes. No sólo están asesinando a los niños de Gaza, sino también la paz y la estabilidad en la hermosa región de Palestina y del Medio Oriente. Por el momento, nos mantenemos firmes con nuestra voluntad y nuestra determinación. La pregunta es: ¿cuánto tiempo aguantarán los palestinos de Gaza en este contexto tan difícil?
-¿Qué quiere decir cuando explica que no quieres revivir otra «Nakba»?
El objetivo de Israel no es sólo atacar a partidos políticos o facciones militares. Está atacando la voluntad del pueblo palestino. Llevamos dieciséis años bajo bloqueo, con dramáticas consecuencias psicológicas, económicas y sociales… Pero, aunque hemos sufrido cuatro ofensivas, seguimos en pie. La población de Gaza sigue en pie, junto a las ruinas de sus hogares.
El objetivo de Israel es presionar, sembrar el terror, empujar a los palestinos de Gaza hacia Egipto, hacia el Sinaí. El objetivo es vaciar la Franja de Gaza y crear una nueva cárcel. Personalmente, prefiero morir de pie en mi propia casa. No es un gesto heroico ni un suicidio. No soy un héroe ni un líder. Soy un simple ciudadano palestino, pero me siento portavoz de los jóvenes y de la sociedad civil. Por eso decidí quedarme, a pesar de los riesgos. Ésta es mi tierra, mi ciudad y mi patria. No voy a ceder ante la propaganda ni las amenazas israelíes.
-¿Tiene noticia de su familia?
Por supuesto. Están en casa de mis hermanos. Había 250 personas en el barrio, treinta de las cuales se quedaron, como yo. Los demás están en el sur y en el centro de la Franja de Gaza. Llamo a mi familia regularmente. Es difícil. Cuando llamo a mi mujer, los niños lloran.
-¿Cómo hace para tener electricidad?
Tengo una batería recargable que me permite disponer de dos o tres horas de electricidad al día. Antes de la ofensiva, sólo teníamos seis horas de electricidad al día: el 40% de esta electricidad viene de Israel y el 60% de la única central eléctrica de Gaza, que funcionaba al 25% de su capacidad porque había sido bombardeada varias veces. Esta era la vida cotidiana de todos los hogares palestinos. Como profesor de francés, tengo una batería recargable, lo que significa que puedo dar clases en línea o con Zoom, como hice durante la pandemia, o comunicarme con el mundo de habla francesa.
Pero desde hace una semana, todo está paralizado. No hay combustible para la central eléctrica, así que nos hemos quedado sin electricidad. Como consecuencia, no tenemos agua, porque las cisternas funcionan con electricidad. Compro agua mineral para beber y lavarme. Para la electricidad, voy todos los días a la casa de uos vecinos que tienen un panel solar y recargo la batería entre las 11 y las 2 de la tarde.
-¿Qué ha pasado en los últimos días en su entorno?
Alrededor de mi casa, a unos 50 metros, tres edificios fueron destruidos en los primeros días. Cruzamos los dedos, pero fueron destruidos y el objetivo era una escuela de la UNRWA. El ruido es terrible. Nos sentimos impotentes porque no podemos hacer nada. Antes, cuando había un bombardeo, podías ir a llevar ayuda a tus vecinos. Pero ahora, incluso las ambulancias son bombardeadas. Quince conductores de ambulancias han muerto. También han muerto dieciséis periodistas. Ya no pueden ser testigos. Cuando bombardean un lugar, pueden volver al cabo de tres o cinco minutos, o incluso al día siguiente. Incluso los muertos mueren varias veces en Gaza.
-Entonces, ¿está completamente aislado en su edificio?
Sí, aunque tengo vecinos y un primo. Compartimos las comidas. Cada tres días salimos a comprar lo necesario. Antes, había comercios en el barrio a 200 metros, ahora están a 900 metros. Tratamos de comprar pan -las panaderías están llenas- de procurarnos algunas reservas, sobre todo de pasta.
-¿Qué mensajes querría enviar al mundo?
Tengo cuatro mensajes muy concretos. En primer lugar, un mensaje muy firme a los dirigentes internacionales: no sigan tolerando los crímenes israelíes. Lo que está ocurriendo hoy son crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Lo dicen organizaciones como Amnistía Internacional. Así que hay muertes.
Es necesario intervenir urgentemente para salvar la vida de los niños de Gaza, de los bebés, de las madres que no encuentran medicamentos o de los jóvenes que no encuentran mantas para dormir, que duermen en la calle. Hay que intentar salvar un proceso de paz, intentar salvar la paz y la estabilidad en la región. Es necesario intervenir urgentemente para presionar al gobierno israelí para que permita el acceso de la ayuda internacional.
Sobre todo, (el gobierno israelí) debe detener estos ataques, que han dejado casi tres mil muertos y once mil heridos en once días, algo inaudito. Se trata de una situación catastrófica a nivel humanitario y de seguridad.
Segundo mensaje a los medios extranjeros. No le estoy pidiendo a nadie que sea pro palestino, pero quiero que estemos a favor de la justicia, de mirar la realidad. Lamentablemente, muchos medios de comunicación, incluidos los franceses, le dan la palabra al portavoz del ejército de ocupación, pero rara vez a los palestinos. Tratamos de que nuestro testimonio sea objetivo pero los medios de comunicación, lamentablemente, están tomando posición. Les pido que miren la realidad, aunque sea muy dura.
Tercer mensaje muy importante a todos los amigos solidarios: gracias por su apoyo, por esta magnífica solidaridad.
Para terminar, un último mensaje para todos: Gaza no es Hamás. Hamás forma parte de Gaza, pero Gaza es también la sociedad civil, los intelectuales y las mujeres. Así que, por favor, dejen de poner a Hamás y al ejército en un pie de igualdad.
Nunca habrá una solución militar a este conflicto, la única solución es la paz, la justicia y el respeto al derecho internacional y la aplicación de todas las resoluciones internacionales. Hoy, los palestinos no exigen la luna sino la creación de un Estado palestino. También llevamos dieciocho años reclamando elecciones. Fueron los israelíes quienes rechazaron el llamado del presidente palestino Mahmoud Abbas en 2021 para celebrar elecciones en Jerusalén. Sólo a través de elecciones los palestinos podrán elegir a nuevos representantes que puedan defenderlos, que puedan hablar en nuestro nombre. Así que no olviden Gaza, no abandonen Gaza.