La guerra – Una lectura crítica a partir de Simone Weil. [Ana Lúcia Guterres Dias]

Simone Weil

Revista IHU, 15-3-2022

Traducción de Correspondencia de Prensa, 20-3-2022

Al mismo tiempo en que el ser humano evoluciona en su autoconocimiento, al mismo tiempo en que reconoce la humanidad que lo constituye y la importancia de las relaciones basadas en una ética que parte del reconocimiento y el respeto hacia el otro, al mismo tiempo, nos encontramos arbitrariamente con la otra cara de esta realidad, donde la existencia del otro es negada, dominada y diezmada. A pesar de tantos progresos en la historia de la humanidad, actualmente estamos experimentando una trágica regresión. Mientras las heridas de las guerras infligidas a tantos pueblos siguen sangrando, se ha abierto otra herida que deja al mundo en suspenso y a los seres humanos que la viven en la desesperación.  

Ante este escenario catastrófico de la guerra en Ucrania, queremos aportar una lectura crítica del tema de la guerra desde la filósofa Simone Weil (1909-1943). Nacida en París, Simone Weil tuvo una trayectoria vital y filosófica muy intensa, que contrasta con una existencia muy breve. Murió con sólo 34 años, en medio de las barbaridades de la Segunda Guerra Mundial, exiliada de su país, contribuyendo a la resistencia francesa desde Londres, y con un profundo dolor por no poder volver y luchar junto a sus compatriotas. Durante su infancia, la Primera Guerra Mundial también la afectó, ya sea por la implicación que tuvo su padre, médico, o por ella misma, que a una edad muy temprana ya estaba comprometida y conocía realmente el lado oscuro que tiene la guerra.

Aunque no estaba a favor de la guerra, Simone Weil no podía permanecer indiferente, sino que decidió colaborar, comprometerse de alguna manera. En 1936, el año en que estalló la Guerra Civil española, la filósofa consiguió, tras muchos intentos, implicarse e ir al frente. Quería estar en la guerra, ayudar a sus compañeros, luchar por sus ideales republicanos, pero de ninguna manera quería quitarle la vida a alguien. Por eso la experiencia de la guerra la dejó profundamente marcada, pues lo que vio, de crueldad y barbarie, iba más allá de cualquier relato. Estuvo en el frente de batalla, llevando un rifle que, por suerte, no tuvo que utilizar. En su Lettre à Georges Bernanos (1938), publicada en la primera parte de Écrits historiques et politiques, (1960a), Simone Weil se refiere a algunas historias que escuchó y vio durante la guerra, hechos que la impactaron y la hicieron reaccionar de una manera adversa a los que estaban allí con ella, como una historia que le contó un compañero sobre dos sacerdotes que habían sido arrestados, uno de los cuales fue asesinado en presencia del otro, con un disparo de revólver, y el que quedó vivo, después de que le dijeron que se fuera, y habiendo dado unos pasos, también fue disparado. Simone Weil cuenta que quien le contó esta historia se sorprendió mucho al no verla reír. (WEIL, 1960a, p.181).

La filósofa comienza a comprender allí, en el campo de batalla, algo que antes no había podido ver: la crueldad con la que se mataba por el simple hecho de matar. Vio, a través de las actitudes de sus compañeros, la forma vana en la que acabaron con la vida de tantas otras personas, sin escrúpulos, pero movidos por el placer de matar. Así, ve las acciones poco honorables de las que es capaz el ser humano cuando está en juego el hecho de garantizar la apariencia de virilidad, esa coraza que enmascara al ser humano por fuera, pero que también lo agita por dentro, lo que puede llevarlo al exterminio de la vida de los demás. Al mismo tiempo, habla de una intoxicación que se apodera del ser humano, una intoxicación que le quita la conciencia, que parece hacerle perder el sentido de la humanidad, de la racionalidad, y lo arroja a una estupidez brutal.

Simone Weil abordó el tema de la guerra en varios escritos. Como hemos subrayado, además de su propia experiencia en la Guerra Civil española, vivió en el mismo momento histórico en que los dos grandes conflictos mundiales, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, golpearon a la humanidad. Estos hechos influyeron profundamente en sus reflexiones. En 1933 escribió el texto Réflexion sur la guerre, publicado en la segunda parte de Écrits historiques et politiques, (1960b), en el que hace una lectura de la guerra en la que ve la relación de opresión presente de forma aún más intensa que la analizada en las relaciones laborales. En la guerra es la propia vida la que se pierde, y este precio surrealista que pagan aquellos cuyas vidas son diezmadas lo cobra el mecanismo militar vigente, que actúa según las leyes del capitalismo. Es un error, según el texto de la filósofa, pensar que en la guerra moderna las personas que fueron a luchar tienen en sus manos el control de la situación, en el sentido de ser los protagonistas de la batalla. Afirma que en la producción o en la guerra las masas son controladas, ellas, su fuerza, son manipuladas según las decisiones de los que mandan, del mismo modo que en la economía. Simone Weil advierte que es necesario descubrir cómo evitar el control de todo este mecanismo sobre las masas, ya sea en la producción o en la lucha.

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Simone Weil en la Guerra Civil española.

Simone Weil analiza la noción de fuerza dentro del tema de la guerra, concretamente en su texto L’Iliade ou le poème de la force (1940-1941). En este texto, en el que a filósofa reflexiona sobre el poema de Homero, La Ilíada, destaca la noción de fuerza, ya desarrollada en textos anteriores. Se trata de una categoría que recorre el desarrollo filosófico de Simone Weil y que va madurando a medida que ella misma experimenta el modo en que la fuerza actúa en la sociedad, y también las consecuencias que existen cuando la fuerza manda, dominando y sometiendo a quienes están bajo sus pies. El ser humano guiado por la fuerza pierde su capacidad racional, y es arrastrado como arrastran las fuerzas de la naturaleza, sin tener en cuenta la vida de los demás, sino sometiéndola, dominándola, y en el apogeo de su acción, convirtiendo al otro en una cosa.

Los que someten a otros están bajo el efecto de una embriaguez que se apodera de su razón. Una embriaguez que ella misma había vivido en la Guerra Civil española. Incluso los soldados, dice, que son libres y están armados, sufren las consecuencias de la fuerza ejercida por sus superiores. La fuerza triunfa en aquellos que someten a los demás sin la más mínima compasión, debido a la embriaguez en la que se encuentran. Han perdido la capacidad de razonar, de decidir lo que es bueno para el otro, y en el caso de la Ilíada (igual que hoy), matan, esclavizan y humillan, como si fuera algo natural. Dice la filósofa que: «Donde el pensamiento no tiene cabida, ni la justicia ni la prudencia la tendrán. Por ello, esos hombres armados actúan con dureza y necedad 1«. Esos hombres, que se creen detentores de una fuerza ilimitada, se equivocan, pues esa fuerza tiene sus límites. Quien gana hoy, puede perder mañana, este es el juego en el que se mueven unos y otros. Ese es precisamente el compás de la Ilíada. Esa es la brújula que hace girar la propia rueda de la vida. Pero el vencedor lo olvida y se siente invencible. Lo que se necesita, dice, es un uso moderado de la fuerza, aunque esto requiera una rara virtud. Lo que dificulta esto es la voluntad del ser humano de querer siempre más.

En la guerra, ¿quién es el ganador? ¿Quién es el héroe? Según Simone Weil, es la fuerza misma. La fuerza que adormece las mentes de quienes usan la violencia, la fuerza que aplasta a quienes sufren el peso de sus golpes… ambas perecen doblegadas por la aniquilación que provoca, cada una a su manera. La noción de fuerza y la idea de violencia en Simone Weil están estrechamente relacionadas. La violencia, lejos de la razón, es la puerta abierta por la que cristalizan todas las formas de injusticia, y adquiere mayores proporciones cuanto más aumenta el desequilibrio de voluntades que nos dirige. Cuando son desproporcionadas, sin tener en cuenta la vida de los demás, entonces la violencia toma forma y se establece.

Las reflexiones de Simone Weil sobre la guerra pueden servir hoy para construir otros escenarios en los que la fuerza pueda equilibrarse, rompiendo así su estela de violencia, injusticia y catástrofes. En su texto de 1937 Ne recommençons pas la guerre de Troie, a pesar del escenario realista y optimista que expone Simone Weil, todavía existe una tenue posibilidad de que se pueda construir la paz. Dice: «Como de hecho no siempre ha habido guerra, no es imposible que haya paz indefinidamente 2«. (WEIL, 1960b, p. 46). 

Referencias

L’iliade ou Le poème de la force. Publicado en los cahiers du sud (Marsella), de diciembre de 1940 a enero de 1941 bajo el nombre de Émile Novis. Éditions du groupe ebooks libres et gratuits, 2004b.

Oeuvres complètes. Tomo II: Écrits historiques et politiques. Vol 1. Première partie: Histoire.  París, Gallimard, 1960a.

Oeuvres Complètes. Tomo II: Écrits historiques et politiques. Vol. 2. Deuxième partie : Politique.  París, Gallimard, 1960b.

Notas

  1. WEIL, Simone. Oeuvres complètes. Tome II: Écrits historiques et politiques. Vol 2. Deuxième partie: Politique. Paris, Gallimard, 1960b, p. 10. Cf. texto original: “Où la pensée n’a pas de place, la justice ni la prudence n’en ont. C’est pourquoi ces hommes armés agissent durement et follement”.
  2. Ibidem, p. 46. Cf. texto original: «Puisque en fait il n’y a pas toujours guerre, il n’y a pas impossibilité à ce qu’il y ait indéfiniment la paix».