Los asesinatos de niños y jóvenes en las favelas de Río de Janeiro son moneda corriente. La policía asesina a sangre fría a muchachos acusándolos de delincuentes. Las madres se han levantado para decir basta. Pero la política pro-armas de Bolsonaro y el fortalecimiento del régimen represivo no se han detenido.
