El mundo entero se conduele, se habla de él como de un santo o, por lo menos, un Nelson Mandela. Simon Peres, que acaba de morir a los 93 años, ha ocupado la escena política hasta el final. Esta su obstinación de mantenerse contra viento y marea, ha sido la quintaesencia del antiguo presidente del Estado de Israel. Contra viento y marea porque durante medio siglo, Peres ha sido el mal querido de la política israelí. “¿Cómo ha llegado el rastrero a la cumbre?” se cantaba ya en los años sesenta, expresando el desprecio de las élites israelíes hacia quien no formaba parte del serrallo: no había crecido en un kibbutz, ni participado en las aventuras guerreras de los comandos del Palmach...