A la perspectiva de un gobierno consensuado, que no cuestiona la institucionalidad convencional, se le añade una dosis de “realismo político” y de ortodoxia macroeconómica.
A la perspectiva de un gobierno consensuado, que no cuestiona la institucionalidad convencional, se le añade una dosis de “realismo político” y de ortodoxia macroeconómica.