Por suerte, Walter Benjamin es mucho más que una rocola de citas con aire poético o un bohemio melancólico y soñador. Fue, en primer lugar, un crítico de arte; en segundo lugar, un historiador de la cultura, y por último, seguramente sin proponérselo, un filósofo de la historia, posiblemente uno de los más audaces y lúcidos de todo el siglo XX.