Su voz áspera, cargada siempre de palabras indecibles, fue durante varias décadas el sonido que se escuchaba muy al fondo, ahí donde yacen las verdades incómodas, esas que nadie más se anima de decir.
Su voz áspera, cargada siempre de palabras indecibles, fue durante varias décadas el sonido que se escuchaba muy al fondo, ahí donde yacen las verdades incómodas, esas que nadie más se anima de decir.