Protesta contra las políticas de transporte en Bogotá, Colombia, el 16 de setiembre. AFP, Luis Acosta
Un paro diferente en Colombia. El poder de los informales
Raúl Zibechi
Brecha, 19-9-2025
Correspondencia de Prensa, 19-9-2025
Una masiva protesta de los transportistas evidencia el malestar que se sigue incubando en la sociedad colombiana, en particular entre los jóvenes de los sectores populares.
«La policía no nos quiere dejar trabajar. Todo el tiempo es persecución. Entonces, ya estamos cansados», dijo a los medios uno de los dirigentes de la protesta. El clima que se respiraba entre los más diversos sectores del transporte evidenciaba la bronca acumulada que estalló el martes 16.
Al atardecer la ciudad quedó vacía. Con las primeras sombras, las calles enmudecieron y la gente se refugió en sus casas, en un repliegue insólito en esta bullanguera capital. No fue la primera protesta, por cierto, pero esta nueva jornada de paro por parte del amplio y diverso abanico de trabajadores que se aglomera bajo el término transportistas (desde motociclistas y conductores de taxi, plataformas digitales, transporte escolar y hasta las grúas que retiran coches) fue la mayor protesta contra la gestión de la administración del alcalde del «nuevo liberalismo» Carlos Fernando Galán.
Las demandas son muchas. Desde la demora en gestionar las quejas del sector hasta los abusos, los constantes atascos («trancones» en el preciso lenguaje local) hasta el mal estado de la red vial y la «fotodetección», que pesca las permanentes infracciones de los conductores en el caótico tráfico bogotano. El martes 18 la inusual protesta ganó la central plaza Bolívar, donde los concentrados decidieron levantar el paro, ya que consiguieron una fecha para iniciar diálogos con el alcalde.
El margen de maniobra de la alcaldía se fue estrechando ante la potencia de la movilización, que tuvo nueve puntos de concentración, bloqueos de las principales vías y la denuncia de la arbitrariedad de los operativos y controles policiales, que no consiguen evitar la congestión en los puntos claves de salida e ingreso de vehículos a la ciudad.
Una de las novedades fue el protagonismo de los conductores de grúas, que ese mismo día iniciaron un paro indefinido en Bogotá, reclamando el cese de los controles y de la persecución de las autoridades. Jhon Chicaheme, dirigente del sector, calificó a los retenes policiales como «ilegales». Lo cierto es que más allá de las demandas de cada sector se registra un cansancio con la gestión municipal, al punto que algunas pancartas rezaban: «Bogotá no tiene alcalde. Nos vemos obligados a unirnos en una sola voz de protesta».
También denunciaron obras públicas abandonadas o sin avances en distintos puntos de la ciudad, el olvido de algunos sectores barriales por parte de las autoridades y la ausencia de estrategias eficaces de gestión del tráfico.
La alcaldía de Bogotá es la plaza política más apreciada por quienes pretenden llegar a la presidencia de Colombia. El actual presidente Gustavo Petro fue alcalde municipal entre 2012 y 2015, aunque bajo su gestión se vivió una crisis de la recogida de basura que llevó a su destitución por la Procuraduría General de la Nación. La decisión fue revocada posteriormente.
El actual alcalde es hijo de un importante caudillo del Partido Liberal, asesinado por el narcotráfico en 1989. En 2014 debió imponer un estricto racionamiento de agua por la prolongada sequía, con interrupciones rotativas del servicio de hasta 24 horas.
El paro de los transportistas está enseñando la fuerza que están adquiriendo los sectores informales en la sociedad, integrados básicamente por jóvenes, y su capacidad para intervenir en el escenario político y social a través de la interrupción de los servicios y el bloqueo de las vías de transporte. Una potencia destituyente que ya habían mostrado durante el extenso paro nacional en 2021, cuando millones de personas paralizaron el país durante varias semanas y tres meses en Cali.
Las cuatro grandes manifestaciones del 16 de setiembre, que provocaron un caos circulatorio, son apenas un anuncio del malestar que se continúa incubando entre los jóvenes pese a cambios que Petro prometió y no cumplió.