Un informe de Think Olga analiza la salud mental de las mujeres brasileñas y advierte de que cuanto más empobrecidas están, más sobrecargadas se encuentran. La ansiedad y la depresión afectan a millones. ¿Empezará el Gobierno a hacer los cambios necesarios?
Outras Palavras, 1-12-2023
Traducción de Correspondencia de Prensa, 3-12-2023
A punto de concluir el primer año del gobierno Lula 3, Brasilia acogerá actos destinados a establecer importantes directrices para la salud y los derechos de las mujeres. Del 6 al 7 de diciembre, el Ministerio de Asuntos de la Mujer promueve el seminario Política Nacional de Cuidados. Del 11 al 14 de diciembre, tendrá lugar la 5ª Conferencia Nacional de Salud Mental.
Según ha documentado Think Olga, una ONG cuyas investigaciones apoyan el desarrollo de políticas de igualdad de género, la crisis social y económica, acentuada por la pandemia de coronavirus, ha castigado con mayor dureza a las mujeres. El informe «Agotadas: empobrecimiento, sobrecarga de cuidados y sufrimiento mental de las mujeres« presenta una serie de datos sobre estas cuestiones y señala que casi el 60% de las mujeres considera que su salud mental no va bien.
«El hecho de que el 45% de las mujeres estén diagnosticadas de ansiedad o depresión es algo que realmente nos impactó. Porque estamos hablando de casi la mitad de las mujeres brasileñas. Hay varios factores que conducen a esta condición. Cuando mapeamos estos datos, vimos que el primer resultado que causa más insatisfacción, o agrava la salud mental de las mujeres, es la situación financiera», explica a Outra Saúde Nana Lima, psicoanalista de Think Olga.
Como señala Nana, no se trata sólo de trastornos personales. Cada vez está más «de moda» tratar la salud mental al margen de las condiciones objetivas de la vida material. Como advirtió el psiquiatra Paulo Amarante en sus análisis publicados en Outra Saúde, no podemos mirar las frustraciones relacionadas con la falta de reconocimiento, dinero, empleo, participación política y acceso a la ciudadanía como si fueran sólo cuestiones psicológicas.
«Es importante entender que el individuo no podrá cambiar las cuestiones estructurales y sistémicas, por lo que es muy positivo que se entienda la importancia [de la atención a la salud mental], pero el sector público tiene que desempeñar su papel, mirar más a la prevención y no sólo al remedio. Debe desarrollar y aplicar políticas que reduzcan las desigualdades de género y raciales en la distribución de la renta, el acceso a un trabajo digno y la lucha contra las disparidades salariales. Estas cifras en Brasil son flagrantes, por lo que el sector público y la administración sanitaria pueden trabajar en ello, especialmente en la cuestión de la prevención», afirma Nana Lima.
En este sentido, una política de cuidados es importante para empezar a hacer cambios en la base que tardan años en afianzarse. Un gobierno progresista, ante la inestabilidad nacional y mundial en la que nos encontramos, no puede dejar pasar la oportunidad de acelerar una agenda en este sentido.
«La desigualdad se acentúa y hay diferencias raciales y de clase social cuando se trata de tareas cotidianas como preparar la comida, limpiar, organizar la casa y cuidar directamente de personas con algún grado de dependencia, como niños o ancianos», defendió la ministra de la Mujer, Cida Gonçalves, en el lanzamiento del Grupo de Trabajo encargado de elaborar la Política Nacional de Cuidados, en mayo.
«Tenemos 11 millones de madres solteras en Brasil, el único ingreso de la casa. Es un ingreso corto, pequeño. Y las mujeres tienen que poder conciliar el trabajo dentro de casa con el trabajo fuera de casa. Incluso para obtener estos ingresos, que ya no son suficientes», prosigue Nana. «Estos factores se acumulan. Luego está el tema de las amenazas constantes, la violencia de género, otro agravante. Está la presión estética, sobre todo en las mujeres más jóvenes, otro factor que señalan. Es una acumulación de muchas cosas, pero lo que realmente destaca es la situación económica unida a la sobrecarga de trabajo de la mujer en el hogar, el cuidado de los hijos, de la familia, el ámbito doméstico, el no poder renunciar a trabajar fuera de casa para obtener estos ingresos.»
No en vano, la Política Nacional de Cuidados pretende debatir la cuestión de la división del trabajo en el país con miembros de movimientos sociales y populares que suelen oponerse de alguna manera a las socialidades impuestas por el capitalismo. Según el informe Agotadas, las mujeres realizan un 100% más de trabajo doméstico que los hombres; 22 horas semanales de este tipo de esfuerzo frente a 11 horas de los hombres. En consecuencia, el gobierno de Lula y sus ministros tendrán que ser asertivos a la hora de impulsar esta agenda, tanto dentro como fuera del ámbito sanitario.
«Tenemos que ampliar la oferta de atención a la salud mental en el SUS (Sistema Único de Salud) y en las redes nacionales de asistencia social, poner en marcha la política nacional de atención, avanzar y salir un poco de la mesa de dibujo también, porque es bastante urgente. Hay que implementar y reforzar las políticas de transferencia de renta centradas en las mujeres, porque hemos visto que no tiene sentido sólo cuidar, tratar y medicar a las mujeres, cuando sabemos que los factores que empeoran la salud mental también tienen que ver con la situación financiera», resumió Nana.