Susiya, 22 junio 2022. Foto: Yotam Ronen/Activestills
Las milicias de colonos-soldados amenazan a las comunidades rurales. Buscan expulsarlas
Hamdan Mohammed Al-Huraini
A l´encontre, 31-10-2023
Traducción de Correspondencia de Prensa, 1-11-2023
El acoso y la intimidación por parte de colonos israelíes, a menudo acompañados de escolta militar, no son un fenómeno nuevo para los palestinos de Susiya, un pequeño pueblo de la región de Masafer Yatta [al sureste del distrito de Hebrón, cuya población vive de la agricultura y la ganadería], en la Cisjordania ocupada. Sin embargo, desde el comienzo de la guerra, el 7 de octubre, asistimos a una alarmante intensificación. Y cada vez es más difícil distinguir entre colonos y soldados.
En las últimas tres semanas, las milicias de colonos y soldados han irrumpido en comunidades rurales de Cisjordania, agredido a residentes palestinos y amenazado con represalias si no abandonaban sus hogares. Mientras el mundo observa la ofensiva militar israelí contra Gaza, los colonos han optado por intensificar sus ataques con el objetivo de desplazar sistemáticamente por la fuerza a cientos, si no miles, de palestinos.
El 16 de octubre, los colonos israelíes y el ejército bloquearon con grandes bloques de piedra todas las entradas a Susiya, así como las carreteras que conducen a la cercana localidad de Yatta, donde los habitantes acuden a comprar alimentos y suministros. Unos días después, la administración civil -brazo burocrático de la ocupación israelí- vino a abrir la carretera, pero los colonos se lo impidieron y les obligaron a marcharse. Los colonos empezaron entonces a vestirse con uniformes militares y a atacar más que nunca a los habitantes de Susiya.
Ahmad Jaber Nawajah vive en Susiya con su mujer y sus dos hijas, de 7 y 8 años. A las 20.00 horas del 28 de octubre, dos colonos enmascarados y con uniforme militar irrumpieron en su casa y empezaron a destrozar sus pertenencias y a hacer fotos de todo. Cuando la familia protestó, los colonos los acallaron con insultos y amenazas, que duraron 30 minutos.
A las 11 de la noche, un coche civil con matrícula amarilla israelí llegó a la entrada de la casa y cinco hombres uniformados -dos de ellos enmascarados- se apearon. Comenzaron a inspeccionar los alrededores de la casa. Finalmente, volvieron a entrar en la casa de la familia. La familia se levantó cuando los colonos empezaron a arrojar objetos y a hacer más fotos. Las hijas de Nawajah empezaron a llorar y a gritar. Presas del pánico y el miedo, una de ellas empezó a vomitar y a la otra le sangraba la nariz.
Finalmente, los hombres dejaron de hacer fotos y agarraron a Nawajah y a su hermano Muhammad, obligándoles a salir de la casa y ordenándoles que se sentaran en el suelo a unos 40 metros de distancia. Nawajah, que no entiende hebreo, se sentó en una roca en lugar de en el suelo. Entonces uno de los colonos empezó a golpearle, le agarró por la nuca y le hundió la cara en el suelo. Cuando empezó a protestar, los colonos le propinaron patadas y puñetazos por todo el cuerpo.
Uno de los colonos amenazó entonces a los dos hermanos, diciéndoles que tenían 24 horas para abandonar su casa o volvería, les dispararía y destruiría su casa.
En ese momento llegaron al lugar vehículos militares israelíes y los soldados ordenaron a Nawajah que mostrara su documento de identidad. Éste fue a su casa a recogerlo, mientras Muhammad explicaba a los soldados que los colonos les habían golpeado y amenazado de muerte. Los soldados dijeron a Muhammad que se callara y que se fueran a casa. Mientras Nawajah y Muhammad obedecían, los colonos repitieron sus amenazas, a la vista de los soldados.
Esa misma noche, la milicia de colonos irrumpió en otras casas y amenazó a más familias. Los colonos aún no han regresado desde aquella aterradora noche, pero los aldeanos temen que vuelvan a irrumpir en el pueblo en cualquier momento.
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Desde que los colonos bloquearon las carreteras que rodean Susiya, los aldeanos no tienen forma de llegar a Yatta para comprar alimentos, forraje para su ganado o medicinas para los ancianos. Los ancianos con problemas médicos como la diabetes no pueden ir al hospital. La gente vive con miedo de lo que pueda pasar si alguien necesita atención urgente.
Dado que la ganadería es el principal medio de vida del pueblo, la imposibilidad de comprar alimentos para los rebaños supone un grave peligro. Además, esta situación se produce después de la temporada de pastoreo, durante la cual colonos y soldados colaboraron durante meses para bloquear el acceso a la mayoría de los pastos que rodean la aldea. Cuanto más tiempo permanezcan cerradas las carreteras, mayores serán las pérdidas económicas y más se verán obligados los palestinos a abandonar su modo de vida.
«La economía del pueblo depende de las ovejas», explica Yousef Nawajah, pastor del pueblo. «Cuando no podemos obtener alimentos de Yatta, perdemos nuestro medio de vida y nos vemos obligados a vender nuestros rebaños. Cuando perdemos nuestras ovejas, no puedo alimentar a mi familia, no tengo trabajo. Mi familia no encuentra qué comer.
Además, los colonos y el ejército han destruido sistemáticamente los pozos de la zona, que proporcionan alrededor del 60% del suministro de agua del pueblo. Se trata de un intento deliberado de expulsar a la gente de sus tierras. Esto, unido al hecho de que los habitantes no pueden llevar agua a la aldea por carretera, está provocando una gran escasez de agua y aumentando el riesgo de propagación de enfermedades, sobre todo entre los niños.
Lo mismo está ocurriendo en muchos pueblos de Masafer Yatta desde que empezó la guerra. Al menos 13 comunidades palestinas ya han sido desplazadas por la fuerza desde el 7 de octubre. El lunes por la noche, los colonos incendiaron varias casas en el pueblo de Sfai.
Si los cierres de carreteras, los ataques y amenazas de los soldados colonos y la falta de acceso al agua y alimentos para los animales continúan durante mucho más tiempo, la situación se convertirá en un crimen contra la humanidad.
* Hamdan Mohammed Al-Huraini es un activista de derechos humanos de Susiya. Documenta los abusos de la ocupación contra los palestinos en Masafer Yatta. También trabaja como investigador voluntario para la ONG israelí B’Tselem.
(Artículo publicado originalmente en el sitio +972 Magazine, 31-10-2023)