Venezuela – El protagonismo de Petro para desbloquear la lucha política. [Humberto Márquez]

El presidente colombiano Gustavo Petro en la apertura de la conferencia internacional sobre el proceso político en Venezuela, el 25 de abril, en Bogotá. AFP, JUAN BARRETO

Petro desbloquea la lucha política. Protagonista inesperado

El presidente colombiano consiguió que 20 gobiernos, entre ellos Estados Unidos y varios miembros de la UE (Unión Europea), se comprometieran a desmontar las sanciones sobre Caracas a medida  que se avance en organizar elecciones libres y transparentes.

Humberto Márquez, desde Caracas

Brecha, 28-4-2023

Correspondencia de Prensa, 28-4-2023

Los reflectores políticos y mediáticos se habían apartado de la larga crisis venezolana, marcada por dos décadas de aguda y repetitiva polarización política, el desplome de su economía y la migración de millones de sus habitantes a países vecinos. Pero he aquí que ahora han vuelto, guiados por una de las figuras de la nueva oleada de izquierda y centroizquierda que accede al poder en América Latina, el presidente de la vecina Colombia, Gustavo Petro.

Los contendores, el oficialismo del presidente Nicolás Maduro y los principales partidos de oposición nucleados en la Plataforma Unitaria (PU), se comprometieron a un diálogo en 2021 y apenas celebraron dos reuniones. La última, el pasado noviembre en México, acordó trabajar por traer al país 3.000 millones de dólares represados en bancos de países que han sancionado al gobierno venezolano (acusándolo de ilegítimo y alegando que viola derechos humanos y dinamita la democracia).

Esos recursos, para programas sociales bajo el manto de las Naciones Unidas, permanecen retenidos y el oficialismo ha rehusado volver a la mesa de negociación -diseñada para buscar acuerdos tanto en materia social como política- en tanto no se concrete su liberación y entrega.

Bloqueados como estaban el diálogo y la negociación, el Partido Socialista Unido, en cuyas manos están todos los poderes en Venezuela, incluido el electoral, mantiene la incógnita de cuándo se hará la elección presidencial para el sexenio enero 2025-enero 2031. Y los disminuidos partidos opositores –varios proscritos, suplantadas sus autoridades por orden judicial, exiliados varios de sus líderes e inhabilitados otros para optar a cargos públicos– se desgastan en armar una elección primaria para escoger a un abanderado unitario.

El entorno internacional mostraba hasta ahora posiciones mineralizadas, con Estados Unidos, Canadá y parte de Europa rechazando a Caracas, la izquierda latinoamericana, en cambio, reconociendo a Maduro y Venezuela tejiendo alianzas con actores que confrontan a Washington: Rusia, China, Irán, Cuba y Turquía.

Entra Petro

Apenas asumió, el pasado 7 de agosto, Petro rompió con el simbólico «gobierno interino» que sostenía parte de la oposición venezolana con el joven dirigente Juan Guaidó como cabeza y viajó cuatro veces a Caracas para dialogar con Maduro, abriendo las fronteras que estuvieron cerradas al comercio y a las personas desde 2019 y procurando entendimientos rápidos en todos los temas de interés bilateral.

Como parte de esa ofensiva política, diplomática y económica, convocó una conferencia internacional sobre la situación política de Venezuela para el 25 de abril, a la que asistieron las cancillerías de 20 países: Alemania, Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Honduras, Italia, México, Noruega -facilitador de las negociaciones en México-, Portugal, Reino Unido, San Vicente y las Granadinas, Sudáfrica, Turquía, y el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell.

Mientras Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Chile e Italia son críticos con Maduro, otros gobiernos son sus aliados, como Bolivia, Honduras, San Vicente y Turquía, y lo apoyan con matices Argentina, Brasil y México.

Petro claramente se abstuvo de invitar a gobiernos sudamericanos escorados hacia la derecha: Ecuador –pese a que alberga a medio millón de migrantes venezolanos-, Paraguay, Perú –sus relaciones han estado a punto de la ruptura- y Uruguay, a pesar de que su capital albergó en 2019 otra conferencia internacional para consultas sobre Venezuela, en lo que se llamó Mecanismo de Montevideo, ya olvidado.

La conferencia de Bogotá adoptó un texto de apenas 250 palabras para decir que «se identificaron posiciones comunes» en torno a tres temas: necesidad de un cronograma electoral «que permita la celebración de elecciones libres, transparentes y con plenas garantías para todos los actores venezolanos», que los pasos acordados entre el gobierno y la plataforma opositora «vayan en paralelo con el levantamiento de las distintas sanciones» y que con el proceso de negociación que facilita Noruega se acelere la implementación del fondo previsto para inversión social en Venezuela.

Los participantes también decidieron reunirse de nuevo para examinar el seguimiento de sus propuestas, lo que se interpretó como que los 20 conferenciantes pueden constituir un nuevo grupo de amigos del proceso.

Lo que busca Petro

El mandatario colombiano se muestra como un líder regional y no solo colombiano, que busca más consensos que disensos y que promueve la democracia y los derechos humanos. Aboga por el retorno de Venezuela al sistema interamericano de derechos humanos y a la Organización de los Estados Americanos, instancias de las que se separó hace varios años. También querría ser una pieza clave ante iniciativas políticas o estratégicas de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en la región, mientras regionalmente plantea unidad en defensa de temas ambientales y climáticos.

Pero, muy importante, con la reciente conferencia atiende a un vecino que es socio estratégico obligado en temas comerciales, de migración –a Colombia han ido 2,5 millones de venezolanos– y en la paz que Petro busca con los grupos armados –desde guerrilleros hasta narcotraficantes– que son particularmente beligerantes en las zonas de frontera.

Lo que quiere Maduro

Básicamente, lo que busca el presidente venezolano es que se levanten las sanciones sobre los entes del Estado, en primer lugar, la industria petrolera y el sistema financiero, y sobre decenas de autoridades militares y civiles –comenzando por él mismo– y sus asociados. Quiere, además, que se desbloqueen recursos de oro y dinero retenido en bancos del Norte y que se active el fondo social pactado en México para aliviar las cargas del Estado. Reclama también la liberación de Alex Saab, un empresario de origen colombiano, gestor de importaciones y otros negocios, a quien Caracas acredita como diplomático venezolano y está procesado por lavado de activos en Estados Unidos. El presidente del parlamento, Jorge Rodríguez, negociador jefe del gobierno, llegó a incluir en la lista de condiciones para proseguir el diálogo que la Corte Penal Internacional de La Haya suspenda la investigación que adelanta por alegados crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela.

Entretanto la oposición

Los opositores buscan elegir a un candidato presidencial único el próximo octubre para enfrentar a Maduro, quien buscaría un tercer mandato consecutivo. La PU quiere que los nombres, los símbolos y las sedes se devuelvan a los partidos intervenidos por decisiones del Tribunal Supremo. Que se rehabilite a los dirigentes sancionados con inhabilitación política, entre ellos varios aspirantes presidenciales. Que sean liberados los más de 260 presos políticos (civiles y militares). Que se actualice el registro electoral, se adopten medidas contra el ventajismo en las campañas… y un largo etcétera. La PU saludó que la conferencia en Bogotá planteara seguir las recomendaciones que hizo la misión electoral de la UE.

A contrarreloj

Mientras el tiempo va a favor del oficialismo, corre en contra de la decaída oposición. Tras la jugada de Petro, uno y otra deberán mover piezas y talentos para conseguir en negociaciones –si finalmente las hay– los mayores logros posibles, entregando a cambio las menores concesiones. El gobierno parte con ventaja porque está en una posición de fuerza, con muchas cartas en la mano, mientras que la oposición tiene muy poco para ofrecer y presionar. Pero, también al calor del debate, la población –que mayoritariamente se ha enfrascado durante los últimos tres años en resistir o sobrevivir a la crisis económica– puede regresar a la política con nuevas expectativas y modificar el abúlico escenario, en el que ha aparecido Petro como actor inesperado.