Antoine Larrache
Entrevista a Uraz Aydin – Estanbul, 21-3-2025
Contretemps, 23-3-2025
Traducción de Correspondencia de Prensa, 24-3-2025
En una espiral de radicalización autoritaria, Recep Tayyip Erdoğan decidió hace unos días destituir al alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, acusado de «corrupción» y de «vínculos con el terrorismo». En el poder desde hace once años, Erdoğan considera a este último su competidor más serio en la carrera hacia las próximas elecciones presidenciales, el que podría poner fin a su reinado.
Ante esta situación, se está desarrollando una movilización democrática con iniciativas diarias que ya han desbordado al partido de Imamoğlu, el CHP, movilizando especialmente a la juventud estudiantil. Uraz Aydin le dió a Inprecor algunos elementos de descripción y análisis de la situación política y la movilización en Turquía, que reproducimos aquí.
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¿Puede contar lo que pasó con la detención del alcalde de Estambul?
El 19 de marzo, por la mañana, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, fue puesto bajo custodia junto con otros cien empleados del ayuntamiento por «corrupción» y «vínculos con el terrorismo». El día antes, su título universitario (obtenido hace 30 años) fue anulado arbitrariamente, con el objetivo, por supuesto, de impedir su candidatura a las próximas elecciones presidenciales. Ekrem İmamoğlu, que ha ganado dos veces las elecciones municipales de Estambul, en 2019 y 2024, como candidato del CHP (Partido Republicano del Pueblo, centroizquierda laica), ha ido erigiéndose con el tiempo en el principal adversario de Erdoğan.
Estaba previsto que el CHP celebrara sus «elecciones internas» el 23 de marzo para decidir su candidato de cara a las próximas elecciones, previstas en principio para 2028, pero que muy probablemente tendrán lugar antes, para permitir a Erdoğan presentarse por última vez. A menos que haya un cambio en la Constitución, lo cual también está en discusión. El objetivo de esta operación es, por lo tanto, muy claro: inhabilitar al principal candidato de la oposición, criminalizar su gestión de la alcaldía de Estambul y tal vez incluso nombrar a un administrador en su lugar, como viene sucediendo desde hace varios años en los municipios del Kurdistán, en el suroeste de Turquía.
¿Puede describir la movilización frente a esta situación?
Hoy (21 de marzo) es el tercer día de movilizaciones. El CHP llama todos los días a concentrarse frente al municipio de Estambul. Varias decenas de miles de personas se unen a esta concentración. Por supuesto, además de los miembros y simpatizantes del CHP, todos los sectores de la oposición se movilizan, incluida la izquierda radical, contra lo que ahora se llama «el golpe de Estado del 19 de marzo».
Hay que recordar que el país vive en una atmósfera de represión permanente desde la revuelta de Gezi en 2013. El fin de las negociaciones con el movimiento kurdo, la remilitarización de la cuestión kurda y la reanudación de la guerra, el intento de golpe de Estado llevado a cabo por los antiguos aliados de Erdoğan y el estado de emergencia decretado a raíz de ello, la prohibición de las huelgas y la represión de los movimientos feministas y LGBTI+ son los principales jalones en el desarrollo del autoritarismo articulado en la construcción de un régimen autocrático dirigido por Erdoğan. Por lo tanto, estamos en un país donde las movilizaciones son escasas, donde el reflejo de protestar en la calle se ha vuelto bastante inusual y arriesgado para los ciudadanos comunes y corrientes. Pero a pesar de eso y de la prohibición de las concentraciones en Estambul, hay importantes movilizaciones y, sobre todo, un estado de ánimo contestatario que se percibe en las calles, los lugares de trabajo, el transporte público, etc.
En la tarde de la segunda manifestación, en muchos barrios de Estambul y en decenas de otras ciudades, los ciudadanos salieron a protestar y sus principales consignas fueron «¡Gobierno dimisión!», «¡Abajo la dictadura del AKP!», «¡No a la liberación individual! ¡Todos juntos o ninguno de nosotros!».
¿Y qué nivel de movilización hay entre los jóvenes?
Precisamente, el elemento más importante y el que más sorprende es la movilización de los estudiantes universitarios. Las universidades han sido despolitizadas durante años, los movimientos de la izquierda radical tienen poca presencia en ellas y su capacidad de acción se ha reducido drásticamente. Por lo tanto, la actual generación de estudiantes, aunque probablemente haya crecido con las historias de la revuelta de Gezi contadas por sus padres, no tiene casi ninguna experiencia de organización y movilización. Esto es válido incluso para los jóvenes activistas revolucionarios que tampoco han tenido la oportunidad de «hacer su trabajo» en las universidades.
Pero a pesar de ello, a través de un «sacudón eléctrico», como decía Rosa Luxemburgo, vemos cómo se despierta una radicalidad espontánea en las universidades. Por supuesto, hay muchos factores socioeconómicos (objetivos) y cultural-ideológicos (subjetivos) que confluyen para forjar esta movilización. Tendremos que reflexionar sobre ello más adelante. Pero el hecho de que en un país que se está empobreciendo, donde es difícil encontrar trabajo, que no le brinda ninguna «promesa de felicidad» a la juventud, donde los años de estudio ya casi no significan nada en el mercado laboral, el hecho de que un título pueda ser anulado simplemente a través de una simple presión de la administración pública sobre la universidad es también un elemento que probablemente contribuyó a lograr este impacto, en un sector de la juventud que estaba más o menos predispuesto.
¿Qué impacto tiene esta radicalización estudiantil en las protestas?
Creo que está trastocando todo y esto obliga al CHP a salir de sus esquemas preconcebidos de oposición. El presidente del CHP, Özgür Özel, convocó, como he dicho, a una concentración frente al ayuntamiento de Estambul. Pero hay que reconocer que no se había hecho ninguna preparación seria para la llegada de decenas de miles de personas. El objetivo principal era llamar a los ciudadanos a votar en las elecciones preliminares del 23 de marzo y demostrar así la legitimidad de Imamoğlu frente al régimen, pero también continuar la «lucha» a nivel judicial, a través de apelaciones judiciales, etc.
Ante esto, las consignas más coreadas por la juventud (que constituía la mayoría de los manifestantes frente a la alcaldía) fueron «la liberación está en la calle, no en las urnas» o «la resistencia está en la calle, no en las urnas». Ante esta presión de la juventud, que ha logrado romper varias veces las barreras policiales frente a las facultades, que ha marchado masivamente en Ankara a la universidad de ODTÜ y se ha debido hacerle frente a la policía, que ha obligado a la policía a desplegar vehículos antidisturbios en las universidades (especialmente en Izmir), que no quiso dispersarse al final de las concentraciones oficiales del CHP y quiso marchar hacia Taksim (lugar simbólico e histórico de la resistencia desde la masacre del 1 de mayo de 1977 hasta la revuelta de Gezi), la dirección del CHP tuvo que ceder. Özgür Özel llamó al pueblo a «desbordar las plazas». «Si se nos ponen obstáculos basados en una orden contraria a la ley, derríbenlos sin herir a la policía», añadió. Lo cual es bastante excepcional. Özel también tuvo que aceptar la instalación una segunda tribuna en Saraçhane, para los estudiantes.
¿Cómo se puede relacionar esta situación con lo que está sucediendo en el Kurdistán, con el «proceso» de paz?
Es un proceso muy contradictorio, pero que ya hemos vivido. No nos olvidemos que durante la revuelta de Gezi en 2013, cuando el oeste del país estaba al rojo vivo, se mantenían negociaciones con Abdullah Öcalan, líder del PKK. Y, por supuesto, aunque la oposición radical al régimen solía provenir de las regiones kurdas o de la propia comunidad kurda, esta vez su participación es, naturalmente, más limitada. Sin embargo, hemos visto que esas dos dinámicas de protesta convergieron en la candidatura de Selahattin Demirtaş, del partido pro kurdo de izquierda HDP, en las elecciones de 2015.
Hoy, cuando una vez más hay un proceso de «paz» según los kurdos, de «desarme» según el régimen (del que también se ve una faceta en los acuerdos iniciados entre Rojava y el nuevo régimen sirio), el Estado turco está llevando a cabo una campaña de represión violenta contra la oposición burguesa laica, los periodistas… pero también contra elementos del movimiento kurdo. Para los kurdos, el régimen quiere demostrar (sobre todo a su propia base social y electoral) que siempre tiene una mano de hierro y que no se trata de negociar, sino de «poner fin al terrorismo». En cuanto a la encarcelación de Imamoglu y otros alcaldes del CHP, si una de las acusaciones es la corrupción, la otra es la vinculación o el apoyo al terrorismo, ya que el CHP había establecido una alianza informal con el partido del movimiento kurdo durante las elecciones municipales de 2024 bajo el nombre de «consenso urbano».
Otro hecho sorprendente es que han sido prohibidas todas las manifestaciones y concentraciones en Estambul, excepto el Newroz, la fiesta que celebra la llegada de la primavera en el Medio Oriente y el Cáucaso, pero que ha adquirido una importancia político-nacional para el movimiento kurdo desde hace varias décadas. Así, se podría decir que el régimen de Erdoğan está intentando dar un paso más, decisivo, en la construcción de su régimen, para reforzar su carácter neofascista sometiendo a los dos «trozos más grandes», la oposición burguesa laica representada por el CHP/Imamoglu y el movimiento kurdo.
En cuanto a lo primero, a través de la criminalización, la encarcelación de sus representantes, tal vez obligándolos a cambiar su dirección y su candidato y, finalmente, destruyendo toda legitimidad de las elecciones. En cuanto a la causa kurda, el régimen probablemente intente «desradicalizarla», convertirla en un aliado a nivel nacional y regional (Siria, Irak) con la esperanza de que, a cambio de algunas concesiones (de las que por ahora no se conocen detalles), la causa abandone su lucha por la democratización de todo el país y garantice una existencia más pacífica con el régimen. Por el momento, el Partido Demócrata (anteriormente HDP) ha anunciado que se opone firmemente a este «golpe civil» contra Imamoglu y los demás representantes electos, y que llama a las fuerzas de la oposición a protestar todos juntos aprovechando la concentración para el Newroz el 23 de marzo.
Por supuesto, no podemos anticipar el resultado de esta doble estrategia de Erdoğan, pero, como decía el marxista italiano Antonio Gramsci, sólo podemos prever que habrá lucha.