Jóvenes nepalíes antes de partir, aeropuerto de Katmandú. Foto The Kathmand Post.
A l’encontre, 19-12-2022
Traducción de Correspondencia de Prensa, 21-12-2022
Desde hace casi 12 años, los preparativos de la Copa del Mundo de la FIFA 2022 en Qatar permitieron ver claramente la utilización y la explotación de los trabajadores migrantes en la economía mundial actual. Cientos de miles de trabajadores se endeudaron con los contratantes para conseguir un empleo; muchos nunca recibieron lo que les habían prometido y miles de ellos regresaron ya fallecidos. Hoy, el espectáculo está a punto de terminar. El dolor, tan bien descrito, prácticamente ha terminado.
Entonces, para los trabajadores inmigrantes que sobrevivieron, la cuestión es adónde ir después.
Adonde sea, menos volver a casa
Fuera de su choza en las llanuras del sur de Nepal, Ramesh (*) raja bambú para hacer un canasto para usar en casa. Desde que volvió de Qatar, donde trabajó en la construcción de un depósito de autobuses, hace tareas como ésta, trabajos domésticos por los que no recibe remuneración.
«Mi trabajo en Qatar no era fácil. Era mucho más difícil que tejer el bambú. Pero al menos, allí ganaba algo de dinero», dice el joven de 27 años. «Esperaba poder pagar los préstamos y empezar a ahorrar dinero para el futuro. Pero no fue así».
En Qatar, su salario mensual era de 1000 riyales (275 dólares). Para él, es un ingreso «mínimo» para un trabajo tan agotador, pero dice que ganar «algo» allí era mejor que no tener «nada» en su empobrecida ciudad natal. Ahora está de vuelta, endeudado, lo mandaron a su casa después de menos de un año de trabajo. Como muchos trabajadores inmigrantes, Ramesh había recurrido a préstamos para cubrir el gasto del contratista. Pagó 155.000 rupias (1.170 dólares) a un interés anual del 36% para llegar a Qatar, dice. Con el dinero que ganó durante su estadía, sólo podrá devolver 120.000 rupias. Para él, la única manera de saldar su deuda es encontrar otro trabajo en el extranjero.
En Nepal son muchos los trabajadores emigrantes que regresan y que, como Ramesh, se encuentran ahora en situaciones aún más acuciantes que cuando se fueron. Según el Ministerio de Trabajo de Nepal, más de 116.000 trabajadores migrantes nepaleses han vuelto de Qatar en los diez primeros meses de 2022. Cada mes llegan más. En cambio, el número de trabajadores que viajan a Qatar ha bajado casi un 45% en el mismo período.
En realidad, no es cierto que los trabajadores inmigrantes hayan «regresado». Qatar ya no es el destino preferido, pero no se van a quedar ahí por mucho tiempo. «Algunos de mis amigos ya se han ido al extranjero», dice Ramesh, «yo también estoy intentando irme. Todo lo que queremos es trabajo y un salario. Nosotros, los pobres, no podemos quedarnos en casa sin trabajo».
El precio del trabajo
El sureste de Nepal, donde vive Ramesh, envía más trabajadores emigrantes al extranjero que cualquier otra parte del país. Aparte de algunos trabajos agrícolas, irregulares y mal pagados, no existen muchos empleos locales en los que se gane lo suficiente para vivir.
En el extranjero se encuentran empleos, pero tienen un precio. Es casi imposible obtener un visado sin pagar elevadas comisiones a los intermediarios. Y sin recursos propios, los trabajadores pobres no tienen más remedio que pedir dinero prestado y esperar que el trabajo en el extranjero les permita compensar a largo plazo.
Un trabajador nepalí que se encuentra actualmente en Kuala Lumpur, la capital de Malasia, dijo que había pagado 300.000 rupias (2.270 dólares) para ir allí después de haber sido expulsado de Qatar. Dice que un trabajo como carpintero en Malasia es más ventajoso que la agricultura de subsistencia en su país. «En mi pueblo, trabajar en el extranjero es la única opción que queda para ganarse la vida», dijo. «Muchos jóvenes como yo buscan trabajo en el extranjero. Puede ser en Malasia, en Qatar, o en cualquier lugar del Golfo».
La desesperación de los trabajadores es visible en el aeropuerto internacional de Katmandú, la capital de Nepal. Más de 2.100 trabajadores salen cada día, según los registros del Departamento de Empleo en el Extranjero [Department of Foreign Employment]. El mismo aeropuerto recibe diariamente un promedio de 3 a 4 cadáveres de trabajadores, procedentes principalmente de los países del Golfo y de Malasia.
A veces el riesgo merece la pena. Hay trabajadores en Nepal que han mejorado su situación financiera trabajando en el extranjero. Pero para muchos, llevar una vida decente en su país después de haber trabajado durante largos periodos en el extranjero sigue siendo un sueño lejano.
Kamal, de 37 años, pasó 14 años trabajando en obras de construcción en Qatar. Se enfermó varias veces durante su estadía. Empezó a tener hipertensión y fue testigo de la muerte y las heridas de sus colegas. Tuvo que enfrentar innumerables atrasos en sus salarios. Se trasladó a Al Dafna, Al Khor, Al Wakhra y a la ciudad de Lusail para trabajar durante jornadas interminables en las obras de construcción de oleoductos y carreteras. Volvió a Nepal en abril de 2022.
Lo más importante que tiene para mostrar después de todo este trabajo es una casa de una planta con paredes de ladrillo en el sureste de Nepal. Gastó todos sus ahorros para construirla. Ahora, para seguir pagando las facturas, está pensando en volver al extranjero. «Tengo que pagar la educación de mis hijas. Tengo que pagar las facturas médicas», dice. «Quiero trabajar otros cinco años. Si para entonces puedo ahorrar algo, el resto de mi vida será más sencillo».
Kamal se siente humillado por el trato que reciben los trabajadores en Qatar, pero afirma que, si pudiera, volvería: «Ya trabajé bastante allá. Me gustaría quedarme en casa», dice. «Pero aquí no puedo ganar dinero. ¿Qué puedo hacer?»
La costumbre nepalí de la dote, que fue declarada ilegal pero que aún se practica con frecuencia, implica más presión para que Kamal siga trabajando. «Tengo que tener dinero ahorrado para las bodas de mis tres hijas», dice. «En esta región, el matrimonio de cada hija cuesta al menos 500.000 rupias».

¿Cuál es el precio que hay que pagar?
Este tipo de presiones económicas influyen en la decisión de los trabajadores inmigrantes de pasar varios años de su vida en el extranjero, lejos de sus familias. En 12 años de vida matrimonial, Upendra pasó solamente cuatro años con su esposa. Atrapado entre la pobreza y las deudas, trabajó anteriormente en India y Arabia Saudita. Ahora se encuentra en Qatar porque los ingresos obtenidos en sus empleos anteriores no le alcanzaron para saldar los préstamos. «Echo mucho de menos a mi familia. Si mi situación financiera fuera buena, nunca habría pensado en venir aquí», dijo Upendra. «La gente ve rascacielos en Qatar. Ha visto estadios preciosos. Pero, ¿quién puede entender lo que soportan aquí los trabajadores? No se puede describir con palabras».
Como decenas de miles de otros trabajadores inmigrantes nepaleses en Qatar, Upendra trabajó con la pala, acarreando cargas y limpiando en las obras de construcción de estadios y otras infraestructuras. Incluso bajo el calor extremo del verano, siguió trabajando con un acceso limitado al agua y al descanso. Dormía en un colchón que encontró en un montón de basura en un campo de trabajo confinado. Se sintió siempre engañado y explotado por su patrón. Pero dice que tenía pocas posibilidades de influir en sus condiciones de trabajo y de vida allí, y que, en Nepal, las opciones no eran mejores.
«Nosotros, que somos trabajadores sin formación ni calificación, no podemos conseguir mejores empleos», dijo. «Así es la vida de los trabajadores inmigrantes. Sabemos que nos explotan. Pero a pesar de todo, no podemos bajar los brazos».
Es una perspectiva que Prem conoce bien. Se laceró la pierna con una amoladora mientras trabajaba en un complejo de apartamentos construido para los visitantes de la Copa del Mundo. No pudo trabajar durante cinco meses y tenía que moverse en silla de ruedas. La empresa lo mandó de vuelta a su país, pero él optó por regresar a Qatar en cuanto se recuperó.
«Sinceramente, no quiero trabajar aquí. Pero tampoco quiero ver sufrir a mi familia», dijo por teléfono desde un campo de trabajo en Qatar. «¿Qué puedo hacer? ¿Quién se va a ocupar de mi familia si no gano dinero?».
Una y otra vez, al informar sobre estas historias para openDemocracy, he oído a trabajadores inmigrantes describir su trabajo en el extranjero como algo que están forzados a hacer. Sin embargo, y casi al mismo tiempo, me decían también que querían seguir trabajando en el extranjero para ganarse la vida. Se trata de un dilema insoluble e inevitable al que se enfrentan muchos trabajadores inmigrantes. Y significa que, aunque muchos trabajadores que siguen trabajando en Qatar detestan sus empleos, tienen miedo de perderlos. Y se preguntan dónde irán después.
* Los nombres de los trabajadores fueron modificados.
(Publicado en openDemocracy, 19-12-2022)