Estados Unidos
«El mandato» de Trump y la “oposición” de los demócratas (1)
Lance Selfa *
A l’encontre, 10-11-2016 http://alencontre.org/
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Para analizar el desastre que tuvo lugar el 8 de noviembre de 2016, es útil examinar algunos de los principales elementos relativos a la elección de Donald Trump.
La primera cosa a tener en cuenta es que Hillary Clinton realidad obtuvo más votos que Donald Trump, aproximadamente 200.000, según los datos disponibles (miércoles 9 de noviembre en la noche). Cuando se incluyen los votos para el candidato Gary Johnson (libertario) y Jill Stein (verdes), está claro que más personas votaron en contra de Trump que a fu favor.
Pero, por supuesto, el Colegio Electoral -esa reliquia del poder esclavista del siglo XVIII (2)- instala a Trump en la Casa Blanca (con 279 votos electorales contra 228 de Clinton). Por segunda vez en las últimas cinco elecciones nacionales, el candidato que recibió el mayor número de votos no se convirtió en presidente. ¡Esa es la «mayor democracia del mundo»!
A pesar de que no está el conteo total de votos (jueves 10 de noviembre) es evidente que la tasa global de participación disminuyó en comparación con 2012; entonces fueron alrededor de 129 millones de personas las que votaron. En 2016, el total puede llegar a 123 millones. De hecho, parece que Clinton y Trump finalmente conseguirán casi el mismo número de votos que obtuvieron los perdedores de las elecciones presidenciales de 2008 y 2012.
Aunque estas cifras no eliminan el efecto del golpe el 8 de noviembre, ellas ilustran los límites del dicho «mandato» popular que Trump puede reclamar. No sólo él perdió el voto popular, sino que ni él ni Clinton lograron movilizar a los votantes a acudir a las urnas en comparación con las últimas elecciones pasadas.
En las 24 horas siguientes a la caracterización de Trump como racista, misógino y admirador de los dictadores, los líderes demócratas -el presidente Obama, Bernie Sanders, entre otros- ya estaban haciendo declaraciones en el sentido de su disposición a colaborar con Trump, porque como afirmó Obama: «todos somos parte del mismo equipo.»
Si alguien necesitaba una prueba más de la inutilidad del Partido Demócrata como oposición, tenemos aquí una ilustración.
En 2009, después de dos ondas electorales que le permitieron a los demócratas el control de ambas cámaras de la legislatura y el gobierno, los republicanos se habían reducido a 178 miembros en la Cámara de Representantes y a 41 senadores. Pero el Grand Old Party (GOP) se negó a votar a favor de cualquier iniciativa de Obama. En cambio, los republicanos tomaron rápidamente la ofensiva, sobre todo en la oposición a la legislación de Obama sobre el seguro de salud.
En el nuevo Congreso de 2017, la minoría demócrata tendrá 194 diputados y 48 senadores con dos independientes que forman parte de su fracción en el Senado. Así que si los demócratas quieren oponerse a la agenda política de Trump, están en mejores condiciones que los republicanos en 2009.
Hay que tener en cuenta este espíritu cuando se ve a los políticos demócratas llorar sobre su suerte, y decir que lo único que hay que hacer es elegir a más congresistas de ellos (para cuando las elecciones de mitad de período).
* Lance Selfa es autor entre otros libros de The Democrats. Critical History (Los demócratas. Una historia crítica), Haymarket Books, 2008.
Notas de A l´encontre
1) Artículo publicado en Socialist Worker, Chicago, 10-11-2016: https://socialistworker.org/
2) El colegio electoral -que ha evolucionado- se refiere a los electores que son determinados de acuerdo a las leyes definidas por cada estado de los Estados Unidos. La elección presidencial es una elección indirecta. Hoy en día, todos los estados utilizan el voto popular para elegir a los electores. Así que incluso si las papeletas tienen los nombres de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia, los votantes elegirán los votos efectivamente electorales. Una vez identificados, estos electores votan para la elección del presidente y el vicepresidente. Un candidato debe recibir una mayoría absoluta de votos del colegio electoral (270 votos desde 1964, la mitad más uno de los 538 votos electorales) para ser elegidos