E. Cousin, en Jartum
A l’encontre, 2-2-2022
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa, 5-2-2022
El levantamiento popular de Sudán comenzó hace más de tres años. En abril de 2019, tras varios meses de protestas, terminó el reino de 30 años del presidente Omar al-Bashir, que dirigía una dictadura islamo-militar. En su lugar, se instaló un gobierno de transición dirigido por el primer ministro Abdallah Hamdok para llevar a cabo reformas y allanar el camino hacia las elecciones.
El Consejo Soberano, compuesto por jefes militares y representantes de las fuerzas civiles, fue creado para supervisar el gobierno. El jefe del ejército, el general Abdel Fattah al-Burhan, encabeza el consejo. Las tensiones entre las facciones militar y civiles persistieron, culminando en un golpe militar organizado por al-Burhan en octubre de 2021.
Desde entonces, las protestas volvieron con fuerza. Un nuevo acuerdo de reparto del poder firmado el 21 de noviembre entre Hamdok y el ejército fue acogido con satisfacción por la comunidad internacional, pero rechazado enérgicamente por el movimiento de protesta, lo que llevó a la dimisión de Hamdok el 3 de enero. Los manifestantes exigen que el ejército se retire completamente de la escena política.
Al menos dos veces por semana, las manifestaciones tienen lugar en la capital, Jartum, y en varias ciudades del país, son reprimidas violentamente por las fuerzas de seguridad. Setenta y dos manifestantes (hasta el 19 de enero de 2022) han muerto desde el golpe de octubre, según las cifras del Comité central de médicos sudaneses; [1] algunos fueron alcanzados en la cabeza por granadas de gas lacrimógeno, otros por balas reales.
Manifestar hasta que caiga el régimen
Qantara.de fue testigo de dos manifestaciones de este tipo en Jartum. En general, los manifestantes se dirigen hacia palacio presidencial. Antes del inicio de la manifestación, levantan barricadas con neumáticos ardiendo y adoquines a lo largo del recorrido de la marcha, para proteger a la multitud en la medida de lo posible del avance de las fuerzas de represión. Personas de diferentes barrios se reúnen en un punto de encuentro central, donde comienza la marcha.
En una de esas manifestaciones, un joven llamado Coman Said nos explicó los motivos por los que manifestaba. Para él, la actual cúpula militar es una prolongación del régimen del ex presidente Al-Bashir. «Manifestamos para derrocar a este régimen, que ha provocado muchas guerras desde que llegó al poder en 1989, porque intentamos construir nuestra nación como un Estado democrático. Esto incluye el derecho a la palabra, la expresión y la religión».
Durante la marcha ondea una gran variedad de banderas: banderas sudanesas, banderas con los retratos de los manifestantes muertos en marchas anteriores, así como banderas de cada uno de los distintos comités de resistencia participantes. Estos comités surgieron orgánicamente del movimiento de protesta de 2019 contra al-Bashir. Los jóvenes con ideas similares comenzaron a celebrar reuniones en sus barrios para debatir sobre la participación en las protestas y sobre la orientación política de las mismas. Con el tiempo, comenzaron incluso a organizar algunos servicios comunitarios, como la distribución de ayuda a los pobres y la limpieza de las calles.
«Ninguna negociación, ninguna alianza, ningún acuerdo»
Los comités de resistencia están muy descentralizados y funcionan a nivel muy local. En Jartum ya hay más de 10 comités de resistencia, además de los de su ciudad hermana, Omdurman, y otras ciudades del país. La mayoría de los comités de Jartum tienen cuentas de Twitter en las que anuncian su participación en las manifestaciones, los puntos de encuentro y los recorridos de las marchas. También dan órdenes concretas: por ejemplo, que se hagan barricadas en las calles, que se dejen carriles abiertos dentro de la manifestación para que las motos puedan transportar a los heridos a los hospitales de campaña [el gobierno tomó el control de las ambulancias] y -lo más importante- que no recurran a la violencia.
Uno de los lemas del movimiento de protesta es «ninguna negociación, ninguna alizanza, ningún acuerdo». Estas palabras se refieren al ejército. Los manifestantes rechazan cualquier negociación o acuerdo de reparto de poder con los dirigentes del ejército. Para ellos, el golpe militar de octubre de 2021, en el que los generales derrocaron a un gobierno que ellos mismos habían decidido apoyar, demostró que el ejército no es un actor digno de confianza y no tiene ninguna intención de participar realmente en una transición democrática.
«No se negocia con alguien para sacarlo del poder», dijo Faisal al-Saeed (25 años), portavoz del comité de resistencia de Salha, un barrio de Omdurman, en una entrevista con Qantara.de. «No tenemos ninguna confianza en el ejército. Violaron los acuerdos, derramaron la sangre del pueblo sudanés, dieron un golpe de Estado contra un gobierno civil y se negaron a entregar el poder. Si negociamos hoy, mañana nos derrocarán. ¿Cómo podemos negociar con ellos?»
¿Una plataforma política?
La cuestión es: ¿pueden los comités de resistencia organizarse de tal manera que ofrezcan una alternativa al régimen actual? Para ello, se están llevando a cabo conversaciones entre los distintos comités y otros grupos de la oposición, como la Asociación Profesional Sudanesa (SPA), para formular una declaración política conjunta que sirva de marco para la creación de un nuevo gobierno tecnocrático que tome el relevo de los militares. «El objetivo de la carta política es reunir a todas las fuerzas civiles que quieren limitar el papel de los militares y formar un gobierno civil que represente al pueblo sudanés», dijo Faisal al-Saeed. La plataforma debe estar definida a finales de enero.
Mientras tanto, la Misión de la ONU para la Transición Democrática en Sudán, UNITAMS, inició conversaciones con los militares y varios grupos civiles para encontrar una salida a la crisis política. Sin embargo, las fuerzas civiles se muestran escépticas sobre el papel de la ONU.
Samahir El-Mubarak (31 años), portavoz de la SPA, declaró a Qantara.de que rechazan la iniciativa de la ONU porque, en su opinión, «equipara los militares a los civiles» como actores políticos. «Esto nos parece una barbaridad. ¿Desde cuándo la ONU trata a los ejércitos como actores políticos? Para ella, no hay una «crisis política» como dice la ONU, sino una revolución contra un régimen militar. No obstante, la SPA tiene previsto participar en los debates de la ONU. «Nuestro mensaje [a la ONU] es claro: los militares deben retirarse».
También está claro que los militares no abandonarán el poder fácilmente, si es que lo hacen. Los jefes militares tienen fuertes intereses económicos que proteger, por ejemplo en la minería del oro y además, si dimiten, temen ser juzgados por matar a los manifestantes. Cada vez se muestran más dispuestos a utilizar la fuerza para reprimir las manifestaciones, apostando aparentemente a que, tarde o temprano, la población trabajadora se cansará de las protestas y a que su capacidad de movilización disminuiya progresivamente. Sin embargo, Faisal al-Saeed se mantiene decidido y convencido.
«Sabemos que no es fácil derrocar al actual poder militar», dijo. «Pero esta generación está dispuesta a hacer todos los sacrificios necesarios para triunfar. El éxito de esta revolución es inevitable». (Publicado en Qantara.de, 2-2-2022)
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Llamado a la solidaridad del Comité central de médicos de Sudán (CCSD)
MENA Solidarity Network – Solidarity with workers in the Middle East, 24-1-2022
«Desde el mes de octubre pasado, el pueblo sudanés ha manifestado pacíficamente en las calles con un coraje extraordinario contra un nuevo régimen militar totalitario que pretende sustituir a su predecesor Al-Bashir (un criminal buscado que gobernó Sudán durante 30 años) y tomar el control del país. El pueblo sudanés ha resistido por todos los medios pacíficos disponibles, perdiendo muchas vidas inocentes en su búsqueda de democracia, libertad, paz y justicia.
Estamos luchando contra fuerzas violentas y despiadadas, que no han dudado en utilizar armas militares contra manifestantes desarmados para reprimir sus sueños y esperanzas. Desde el 25 de octubre hasta hoy, hemos perdido 72 almas, y hemos tenido más de 2.000 heridos, durante las manifestaciones a favor de la democracia en todo Sudán. La mayoría de ellos murieron por heridas de bala directas en la cabeza, el cuello o el tórax. Las milicias militares golpistas cometieron graves atropellos a los derechos humanos, como violaciones, o el hecho de impedir que los servicios médicos de urgencia socorrieran a los manifestantes heridos, ataques a los hospitales con gases lacrimógenos y granadas de estruendo, ataques a los trabajadores médicos en el ejercicio de sus funciones y detención de los heridos en sus camas de hospital.
Han tratado de aislar al pueblo sudanés del resto del mundo restringiendo el acceso a la prensa e interrumpiendo los servicios de Internet en varias ocasiones desde el golpe de Estado. Hacemos un llamamiento a todas las personas del mundo para que se solidaricen con el pueblo sudanés y con sus esperanzas y sueños en esta lucha. Les pedimos que se solidaricen con nuestra lucha pacífica por la libertad, la paz y la justicia. Les pedimos que se pongan en contacto con sus gobiernos y representantes, para presionarlos a que utilicen su influencia y su poder político contra este golpe de Estado. Exhortamos a que se impongan sanciones regionales, internacionales, políticas y económicas a los responsables del golpe, y que no se le otorgue ninguna legitimidad ni reconocimiento internacional al régimen golpista.
Nuestro pueblo continuará su lucha pacífica y difícil hacia la democracia, un camino que comenzó en 2018, aferrándose a sus medios pacíficos, a pesar de los intentos de la banda golpista de llevarnos a la violencia a través de la fuerza y el terror, de la provocación constante. El pueblo sudanés ha aprendido de sus experiencias pasadas y de las lecciones de los países vecinos.
Hoy, se trata una lucha por la existencia y la dignidad. La continuidad de la banda de golpistas amenaza la paz y la seguridad del pueblo sudanés y de toda la región. Nuestro pueblo permanecerá fuerte y unido, porque nuestra victoria es inevitable». (Traducido del árabe por MENA Solidarity)