Brasil – De Orun a Ayë, una mirada política en defensa de las Religiones de Origen Africano. [Colectivo]

Andre Freitas, Plaza de la Redención, Porto Alegre, 01/10/2017

Alexandra Reis, Gabriel Santos y Wellington Porto *

Esquerda Online, 20-1-2022

Traducción de Florencia Escobar Risatti

Correspondencia de Prensa, 26-1-2022

El año 2022 comenzó con numerosos mensajes de «Feliz Año Nuevo» y con un sentimiento de esperanza para el año venidero y los desafíos que tenemos por delante. Este sentimiento de alegría se vio truncado luego de las primeras horas del día 1° de enero, cuando los medios se hicieron eco de la triste noticia de otro brutal atentado contra nuestra ancestralidad.

Justicia para el Terreiro Salinas

En el litoral sur de Pernambuco, el llê Axê Ayabà Omi, también conocido como Terreiro de las Salinas, situado en el municipio de Sao Jose da Coroa Grande, 1 fue sorprendido el primer día del año con un incendio. Era la tercera vez que el templo era víctima de la violencia generada por el racismo religioso, más las veces anteriores la comunidad en torno al Terreiro consiguió evitar grandes desastres.

El terreiro tiene un papel social muy importante, precisamente por estar situado en un territorio periférico, éste lleva a cabo políticas de lucha contra el hambre, el frio y la intolerancia, dado que entre las principales enseñanzas que aprendemos están los valores comunitarios ya que «la unión hace la fuerza».

El Terreiro de Salinas trabaja más allá del ámbito religioso, realizando acciones sociales como comedores comunitarios, distribución de libros y cestas de alimentos básicos, reuniones quincenales de Jurema recogiendo alimentos no perecederos para donarlos, y también con aulas de apoyo y recuperación para los niños.

Este criminal incendio no sólo quemó un espacio religioso, quemó también un espacio de vida social y política, que actúa y hace aquello que debiera hacer el Estado en las comunidades periféricas. Se quemó un espacio de resistencia ancestral, que llevaba en sí mismo conocimientos y enseñanzas de la diáspora y lo anti colonial.

En este momento, la cobertura de solidaridad y el apoyo al templo y sus fieles es fundamental. Se está llevando a cabo una campaña de recaudación de fondos para conseguir la reestructuración del templo con donaciones a través de Pix: terrerirosalinas@gmail.com.

Brasil, ¿bendecido por Dios?

Cuando niños, encontramos increíble todo aquello que compone nuestra casa de la religión, la gente de blanco, las diferentes comidas que hacemos para los Orixàs, el bailar descalzo, los cantos, las oraciones, todo eso hecho colectivamente, ayudándonos los unos a los otros. Pero también aprendimos de la manera más brutal que todo lo que proviene de la ascendencia negra e indígena es visto como malo por la sociedad. Los niños que forman parte de la umbanda, el candomblé, y demás religiones ancestrales, pronto tienen que enfrentarse a lidiar con la intolerancia y el miedo.

Los terreiros de las religiones de origen africano, afro-brasileño y afro-indígena han sido blanco constante de violencia, de intolerancia y de racismo religioso que intenta impedir la realización de nuestros rituales, la adoración a nuestros orixás y entidades sagradas. El racismo religioso fue la piedra angular en la formación de Brasil como país, del modo de producción capitalista como sistema económico y de la propia civilización occidental.

El secuestro de africanos de África y su tráfico a través del Atlántico fue realizado con la bendición (y el lucro) de la Iglesia Católica que afirmaba que los negros no tenían alma y necesitaban ser salvados. Mientras los negros eran azotados en postes y obligados al trabajo esclavo, los misioneros rezaban misas e intentaban convertirlos al cristianismo, porque sabían que su religión era también una forma de organización comunitaria y ancestral. La asociación de las religiones africanas y de los Orixás con lo que Occidente considera demoníaco y pecaminoso forma parte de la ideología racista necesaria para la dominación de los cuerpos negros y para la colonización.

Según Frantz Fanon la colonización no es sólo el dominio del territorio por una potencia militarizada venida del extranjero. Es también el dominio sobre el cuerpo del colonizado, sobre su cultura y sobre su historia.

Un pensamiento similar es el desarrollado por Georges Balandier, quien señaló la situación colonial como una situación totalizadora. En opinión de este autor, la colonización abarca todos los aspectos de la sociedad. Llegando así al control de los cuerpos, al control geográfico, al control epistemológico y de las mentes. La situación colonial impide que los colonizados tengan libertad política, desde sus tradiciones religiosas y filosóficas, para así moverse e imponer la visión del mundo colonizador. Por lo tanto la colonización sería una situación de violencia totalizadora.

Podemos decir que el desglose cultural y la destrucción de los conocimientos y visiones ancestrales del mundo realizados a través de la catequización y conversión de los africanos y la demonización, criminalización y marginación de las religiones de origen africano e indígena, son, y fueron fundamentales para que la colonización (y en consecuencia el capitalismo) tuvieran éxito.

El racismo religioso en la actualidad

Antiguamente, según nos cuentan nuestros mayores, nuestros antepasados no podían rendir culto a las religiones que traían consigo, porque era tratado como «algo que no es de Dios» pudiendo afirmar lo poco que ha cambiado con el paso de las décadas. Hoy, las religiones de origen africano están a la cabeza de las religiones más discriminadas en nuestro país. Se estima que cada 15 horas se produce un delito de violencia y prejuicio religioso contra personas de adoración. En los últimos años el número de denuncias de agresiones contra personas de adoración se ha duplicado, dejando claro que la libertad de culto nunca ha sido plena.

En el país donde se popularizó la expresión «chuta que es macumba» y en el que un presidente católico de extrema derecha, con una base electoral y parlamentaria basada en el fundamentalismo evangélico, dice ser enviado por un Dios cristiano para una misión, no es de extrañar que la violencia contra la gente de terreiros haya aumentado. La tensión de violencia racista contra las religiones de origen africano se intensifica aún más con la prosperidad (y el lucro) de la multinacional Iglesia Universal del Reino de Dios, y otros segmentos neopentecostales.

Vemos una sistematización de éstos ataques racistas a Terreiros, y una nueva cara del racismo religioso como la fusión del tráfico y las religiones neopentecostales. Casos marcados han ocurrido en Rio de Janeiro con la conversión de la cúpula del Tercer Comando Puro (TCP) a una iglesia evangélica, generando un nuevo tipo de fundamentalismo religioso. Traficantes forman entonces el «Tranvía de Jesús», y pasan a determinar los horarios de funcionamiento de las casas de santo, lo que puede ser utilizado o no en ceremonias, habiendo casos donde obligan a maes y pais de culto a salir de las comunidades, cerrando los templos o destruyéndolos.

También vale destacar como el racismo religioso se mezcla y retroalimenta con otras formas de reproducción racista en nuestro país, tal como el racismo institucional, por ejemplo. Es común ver crucifijos o símbolos que hacen referencia al cristianismo en los cargos públicos, a pesar de la supuesta laicidad del Estado. Así como en el currículo de las escuelas, la desigualdad y el destrato existente por las religiones de origen africano. Inclusive en la disciplina de Enseñanza Religiosa donde vemos asignaturas trabajadas en clase por temas referidos exclusivamente al cristianismo.

Son diversas las formas de violencia que son el resultado del racismo en la vida cotidiana de los Terreiros. Desde la invisibilidad de la región, la superposición judeo-cristiana frente a la laicidad del Estado, pasando por violencias como la destrucción de ofrendas, templos y agresiones a fieles. La naturalización de estas violencias frente a las religiones y las religiones de origen afro tienden a generar un efecto psicológico de miedo y alejamiento de la religión. Una violencia no tan visible, pero igualmente cruel buscando silenciar nuestras voces, no permitiendo contar nuestra parte de la historia, mostrando también lo lindo de la cultura que nos remite.

¿Intolerancia religiosa o racismo?

Un factor importante fue que escribimos este texto basándonos en la visión de que los ataques y la violencia contra los terreiros y las religiones africanas e indígenas eran actos llamados popularmente de «intolerancia religiosa». Creemos que esta expresión por sí sola no engloba el problema en su raíz, en su totalidad. Como es notorio, es utilizado el término racismo religioso.

Partimos del entendimiento de que el racismo moderno no puede ser separado del sistema de poder colonial. Colonialismo y racismo se retroalimentan. La expansión colonial europea, fue también la expansión del modo de producción capitalista en todo el mundo. Samir Amin señala que la expansión europea fue la imposición, por medio de las armas y del dominio económico, de un determinado tipo de civilización, y que esa civilización tiene su piedra angular en la cultura del eurocentrismo.

La lógica eurocéntrica, racista por naturaleza, ve a todos los demás pueblos no europeos como inferiores, atrasados, sin capacidad cultural, política y racional para construir sistemas económicos y filosóficos. De tal manera, estos pueblos tercermundistas (Edward Said) viven al margen de lo racional, en un universo donde predominan la emoción y lo místico en contraste con el mundo Europeo (judeo-cristiano) donde la razón y la ciencia ejercen el control. Así, los pueblos del Tercer Mundo estarían atrasados en comparación con Europa.

Decimos esto para señalar que las acciones contra los Terreiros no son acciones individuales, realizadas por sujetos aislados. Mas ellas responden a un sistema de poder socialmente establecido existiendo una jerarquía racial y de culturas. De tal manera que llamarla simplemente intolerancia religiosa no responde a la problemática que parte de la interiorización del saberse negro e indígena, su animalización, su deshumanización, el jerarquizar su cultura como algo inferior, irracional y primitiva.

Por lo tanto es necesario llamar a las cosas por su nombre: Racismo.

Terreiros como focos de resistencia al pensamiento colonial

Destrucción de ofrendas, templos quemados, personas siendo golpeadas por seguir los preceptos de su religión y la imposición del miedo. Todo esto afecta nuestra psicología y en el día a día a la gente del terreiro. Ante esta creciente violencia racista y de marginación se hace cada vez más necesario un proyecto político en defensa de los pueblos de religión de origen africano y de nuestra ascendencia.

Mientras debatimos tácticas para la derrota de la extrema derecha racista y colonial, y la construcción de un nuevo proyecto de país, el calendario racial necesita estar en el centro de las discusiones. Y es imposible hablar de anti racismo en Brasil sin hablar de los Terreiros, Orixás y las religiones de origen africano.

Los Terreiros son, además de espacios religiosos, lugares de autoorganización, recuperación de la memoria y emancipación intelectual de las comunidades negras a través de saberes y tradiciones ancestrales. Son lugares que resistieron el proceso de colonización cultural y mental y que trabajan con conocimientos que confrontan la lógica eurocéntrica de la civilización occidental. Los Terreiros son Quilombos donde el pasado nos guía en tiempo presente hacia un futuro donde reina la lógica colectiva.

Entendiendo a los Terreiros como estos espacios emancipadores, es fácil comprender por qué estos lugares y las religiones de origen africano e indígena fueron criminalizados, marginados y vistos como peligrosos por el Estado brasilero.

Como mencionamos anteriormente, la colonización cultural y mental es fundamental para la realización del proceso de colonización y dominación de la producción capitalista.

Era necesario que el negro sea visto como descartable, menos humano, un criminal en potencia, y para que tal transformación se dé, es fundamental el acto de poner fuera al negro de las narrativas que valoran su cultura, su pasado, su historia, su belleza.

Y es preciso antes de derribar el cuerpo negro en sangre, matar su potencial humano. Animalizarlo, finalmente alienarlo con su cultura ancestral, exterminar su filosofía, acabar con su religión, no permitir que el negro se convierta y se vea a sí mismo como sujeto epistemológico. Estos procesos son parte de lo que Abdías Nascimento describió como el genocidio de los negros brasileros.

Así la marginación de las religiones de base africana y la destrucción de los Terreiros tiene ese papel de auxiliar a construir y mantener una relación de poder racial. Un poder de identidad. Un poder blanco.

¿A quien sirve el antirracismo?

De tal manera es necesario reflexionar y preguntarse a quién sirve el silencio de figuras y líderes de izquierda sobre la violencia racista a que los pueblos terreros son sometidos. Callar ante tales agresiones es ayudar a hacer inviable nuestra condición y nuestra lucha, y también a silenciar nuestro grito contra la violencia que nos aqueja.

Mas no podemos hablar de construir un nuevo Brasil sin ajustar cuentas con el racismo estructural y sin un proyecto estratégico antirracista. Asimismo, no podemos hablar de ese antirracismo sin denunciar el racismo religioso y sin ver la importancia de Terreiros como lugares de resistencia ancestral. Por lo tanto el silencio de los líderes blancos progresistas y de izquierda hacen del status quo la violencia racial que nos aflige.

El Terreiro, por todo lo que abordamos en este texto y por su papel epistemológico, es una de las principales instituciones antirracistas de Brasil. Sin reconocerlo, es no avanzar en la lucha antirracista. No tomar eso en serio es no avanzar en la lucha antirracista.

Nuestros líderes blancos en la lucha contra el bolsonarismo no serán verdaderamente antirracistas hasta que dejen de callar con nuestras pautas. Una izquierda que calla ante el racismo está condenada al fracaso. Una izquierda que calla ante el racismo religioso y la violencia que sufre el pueblo de Terreiros, sólo muestra la dinámica colonial que la rige.

Es bien cierto que se necesita una amplia unidad para derrotar a Bolsonaro y a la extrema derecha. También es cierto que la forma en que la política de muerte y genocidio de Bolsonaro no afecta a todos por igual o de forma «unitaria». Son los cuerpos negros e indígenas que más que caer en este gobierno, son los cuerpos negros e indígenas los que caen como consecuencia del genocidio del Estado brasilero y de nuestra élite racista.

Es urgente que las organizaciones de izquierda abandonen la realidad colonial que las rodea y las configura. Y comiencen a ver a las epistemologías negras como un potencial y como otra posibilidad.

La colonialidad, sus vicios, su cultura eurocéntrica que nos modela es mortífera y sólo enfrentándola de verdad es posible construir un programa antirracista. Con una etapa de emancipación negra, valorizando los espacios de lucha antirracista que existen y resisten desde hace siglos en nuestro país.

El futuro es ancestral

Oyá, dueña de los vientos, el techo y la alianza. Hablar de esta Yabá es traer fuerza y empoderamiento. Oyá mueve y transforma lo viejo y estancado y nos desafía e impulsa hacia lo que debe resurgir. Conocida como la energía transformadora de la realidad. Xangó es el orixá de la justicia, de la rectitud, de la determinación y dueño del equilibrio. Este orixá es considerado el maestro de la sabiduría y generador del poder de la política y la justicia.

La pareja epö tiene una enorme importancia frente a las injusticias, corrupciones, falsedades y deslealtades. La imagen de Oyá y Xangò como proveedores y mantenedores de justicia, equilibrio y alianzas traen importantes reflexiones y enseñanzas a las luchas antirracistas de hoy. Traer y devolver la lógica de éstos Orixás y sus cosmos-percepciones tienen mucho de aprendizaje para luchar, resistir y avanzar en tiempos de racismo e intolerancia religiosa.

Los antepasados son la certeza y la fe de que viviremos, lucharemos y venceremos!

Que Oyá y Xangó bendigan nuestro camino de lucha!

Eparrey Oyá, Kao Kabecié

* Alexandra Reis es militante de Afronte. Gabriel Santos y Wellington Porto son militantes de la corriente Resistencia/PSOL

Nota

  1. Municipio del litoral sur del estado de Pernambuco, a 114 km de la capital de Recife. Su economía está sustentada por el turismo, la pesca y la agricultura. En 2020, la población estimada era de 21.586 habitantes. El municipio de Sao José da Coroa Grande está localizado en el área Estadual del Rio Una, reserva biológica y de preservación natural. (Redacción Correspondencia de Prensa).