El progresismo genera un discurso que se regocija de cumplir con los lineamientos de Bruselas o Nueva York, pero se muestra autoindulgente frente a las demandas populares por seguridad, educación y lucha contra la corrupción. Así, por ejemplo, en el acto de cierre de campaña se quiso movilizar al pueblo diciendo que Montevideo se parece a Zúrich. Se trata del clásico pensamiento modernizador latinoamericano que “quiere todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, como decía Methol...
