Brasil – Por un lockdown nacional, con garantía de ingresos de emergencia y vacuna para todos. [Esquerda Online – Editorial]

Esquerda Online, editorial, 27-2-2021

Traducción de Correspondencia de Prensa, 2-3-2021

Brasil está pasando por el peor momento de la pandemia hasta el momento, con las peores cifras de muertes, nuevos casos y la inminencia de un colapso total en el sistema de salud en la mayor parte del país, lo que podría producir un aumento dramático en el número de muertes. Oficialmente, la ocupación de las camas de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) supera ya el 90% en 15 estados, e incluso la gran prensa empieza a admitir la necesidad de un lockdown (cierre) .

Mientras tanto, los estados adoptan medidas puntuales y fragmentadas, que en esencia pretenden producir alguna reducción en los niveles de contaminación, lo justo para evitar el colapso total del sistema sanitario y ampliar las camas en los precarios hospitales de campaña. No es suficiente. Además, los gobiernos estatales y los medios de comunicación que siguen defendiendo la reapertura de las escuelas son cómplices de nuestra tragedia. Una política de «gestión de la pandemia» que mantenga indefinidamente un nivel de mil muertes diarias no nos sirve. En los primeros 57 días de 2021 el país tuvo, en cifras oficiales 57.886 muertes y hoy tiene el promedio móvil más alto de toda la pandemia: 1.153.

Ningún país del mundo ha vencido la pandemia sin una política de contención coordinada a nivel nacional. Lockdown no es un toque de queda nocturno, no es la restricción de los horarios de apertura de los bares: son medidas de mitigación puntuales e insuficientes. Un cierre efectivo implica el establecimiento de medidas rigurosas que garanticen una reducción efectiva de la circulación, en todo el territorio nacional y durante un periodo de tiempo suficiente para producir una reducción radical del número de casos activos. Por lo tanto, Brasil no ha tenido en ningún momento nada que pueda considerarse un bloqueo, salvo de forma precaria y muy breve en algunos municipios. Sin embargo, la difusión de noticias falsas por parte del Gabinete del Odio bolsonarista hace que parte de la población crea que teníamos bloqueo y que no ha funcionado. Un año de pandemia produjo un enorme desgaste en la población, producto de una deliberada campaña de desinformación operada por el bolsonarismo. Una política nacional de contención, apoyada por ingresos de emergencia y que garantizara el cierre total e incondicional de todos los servicios no esenciales durante 15 o 20 días sería infinitamente menos estresante que mantener indefinidamente una situación de transmisión incontrolada.

Hay que reconocer que el gobierno de Bolsonaro es el peor del mundo en la lucha contra la pandemia.  Su estrategia, subordinada a los intereses inmediatos de la acumulación capitalista, se basa en la absurda hipótesis de que la contaminación indiscriminada produciría «inmunidad colectiva». Bolsonaro repitió 34 veces que la pandemia sólo sería superada «cuando una parte de la población se infecte y alcance los anticuerpos» Es en esta perspectiva que celebra a los «recuperados», ignorando sus graves secuelas, habiendo incluso instituido el bizarro «Placar da Vida». Para implementar esta estrategia, Bolsonaro minimizó la pandemia («pequeña gripe»), propagó medicamentos de probada ineficacia, restringió las pruebas, hizo del subregistro una política oficial, promovió las aglomeraciones y desalentó el uso de mascarillas. Y sigue haciéndolo. Las elevadísimas tasas de transmisión hacen que Brasil tenga una tasa de mortalidad por millón cuatro veces superior a la media mundial (en las ya infradeclaradas cifras oficiales).

Pero, además, fue esta política la que llevó a la producción de mutaciones, como la P1, que además de ser más transmisible y posiblemente más letal, pone en riesgo la eficacia de las vacunas y también hace que las reinfecciones sean comunes. Es decir, incluso aquellos que creían estar «inmunizados» por la contaminación, vuelven a contaminarse y a poblar las estadísticas de hospitalizaciones y muertes, como ya se vio en enero en Manaos. Ahora, cínicamente, Eduardo Pazuello (militar, ministro de Salud: ndt) echa la culpa a las mutaciones, que son el resultado lógico de su política La identificación de mutaciones que ponen en riesgo la eficacia de las vacunas produjo una reacción internacional, con la intensificación de las medidas de contención en prácticamente todo el mundo. Así, incluso frente a las variantes más transmisibles, la media semanal móvil de casos diarios descendió un 36%, pasando de 598.991 en 1/1 a 386.164 en 2/27. Brasil va más que nunca en dirección contraria, y aumentó su media móvil en un 50% en el mismo periodo, pasando de 35.733 a 53.422.

¡No hay otra forma posible! Es urgente establecer un bloqueo nacional, con una garantía de ayuda de emergencia, estabilidad laboral y ayuda financiera a las pequeñas empresas, a través de préstamos públicos no reembolsables. Existen instrumentos para financiar este plan de emergencia, y es necesario (a) derogar, de inmediato, el Techo de Gasto, para que sea posible ampliar las inversiones públicas de emergencia; (b) suspender el pago de la deuda pública a los grandes acreedores, para financiar la sanidad pública; y (c) gravar a las grandes fortunas y a la banca privada para garantizar ingresos de emergencia y ayudas financieras a las pequeñas empresas.

Junto a estas medidas citadas, es fundamental la aceleración inmediata de la política nacional de vacunación. Las decisiones políticas de este Gobierno a lo largo de 2020 hacen que hoy tengamos muy pocas dosis y un ritmo de vacunación con el que se necesitarían 2 años para vacunar a los grupos prioritarios establecidos en el Plan Nacional de Vacunación (77, 2 millones, o el 36% de la población), o 4 años para vacunar al 70% de la población. Es evidente que esto haría inocua la vacunación, porque para que haya inmunización, ¡la tasa de vacunación tiene que ser mayor que la tasa de contaminación! Es urgente que el gobierno brasileño firme nuevos contratos y adquiera más dosis de vacunas. Al mismo tiempo, hay que romper las patentes, porque la inmunización de la población mundial no puede estar en manos de las grandes corporaciones farmacéuticas. Además, es necesario que el Plan Nacional de Vacunación se cumpla efectivamente, lo que significa que toda la vacunación debe hacerse de acuerdo con sus directrices y prioridades y que es ética y políticamente inaceptable la mercantilización de las vacunas y su oferta en la red privada. Si los grupos dominantes tienen acceso privado a las vacunas y se saltan la fila, se sentirán protegidos y radicalizarán su negacionismo que victimiza a todos los trabajadores.

-Por un lockdown nacional inmediato

-Por la reanudación inmediata de la Renta de Emergencia

-Garantizar la estabilidad laboral mientras dure la pandemia

-Por la ayuda financiera a las pequeñas empresas mediante préstamos públicos no reembolsables

-Contra la reanudación de las clases sin la inmunización previa de la población

-Por la vacuna para todos, pública, gratuita y a través del SUS (Sistema Único de Salud)

-Por el cumplimiento efectivo del Plan Nacional de Vacunación

-¡Fuera Bolsonaro! ¡Impeachment Ya!